domingo, 9 de agosto de 2015

La última lectura de Nicolas de Staël





Nicolas de Staël (1914-1955)

 
El hombre lee a Borges. Deja el libro, se dirige a la ventana, salta por ella. Fin. ¿Fin? Volvamos al principio.

Nicolas de Staël, El camino, 1954

Un principio de lo más normal: ¿a quién le puede sorprender eso de ser paje, a los dos años, en la corte del zar de Rusia? ¿O tener que huir a Polonia en 1919 y, huérfano, ser acogido tres años después en Bruselas? Así fue la infancia de Nicolas de Staël, nacido en San Petersburgo el 5 de enero de 1914. 

Pero dejemos de huir: ya estamos en Bélgica y hay que centrarse en el estudio. Por ejemplo, en el estudio del arte y de la arquitectura en la Académie Royale des Beaux-Arts de Bruselas y la Académie de Saint Gilles.

Nicolas de Staël, Las botellas rojas, 1955


A los veinte años está en París. Es inevitable evocar a Jacques Brel, años después, cantando une valse à vingt ans c'est beaucoup plus troublant, pero ignoro si Nicolas se dedicó a bailar el vals en ese París que marcaba el compás y dejaba estallar su alegría. En cualquier caso, en 1936, con veintidós años, viaja a Argelia y a Marruecos. Allí conoce a la pintora Jeannine Guillou, una mujer vivaz y fuerte que será su compañera hasta que, en 1946, muere. Nicolas escribe sobre ella, en una carta a su madre: “No pienses que los seres que muerden la vida con tanto fuego en el corazón se van sin dejar huella”. 

Jeannine Guillou, Casas en Niza, colección particular, 1943

Nicolas de Staël, Retrato de Jeannine, 1941

Jeannine y Nicolas con su hija Anne

Son tiempos de búsqueda: una búsqueda que, en realidad, nunca se interrumpirá. “A menudo –escribe Nicolas- la distancia entre mi trabajo y mis sueños me hace reír, me hace reírme de mí mismo con tristeza”. En París, De Staël estudia con Fernand Léger; entre 1939 y 1941 forma parte de la Legión extranjera francesa. Durante esa primera etapa diseña decorados, pinta acuarelas, iconos, composiciones de líneas geométricas. En Niza, Jeannine y Nicolas conocen a Jean Arp y a los Delaunay, Sonia y Robert. De la mano de estos, De Staël se adentra, con sus primeras Composiciones, en el terreno de lo no figurativo, algo sobre lo que tendremos que volver y deberemos matizar. 

Nicolas de Staël, Composición sobre fondo gris, 1942


Nicolas de Staël, La Ciotat, 1952
Los años de la guerra transcurren en París, que ya no estaba para bailar valses. Hambre, dificultades, miedo: en suma, guerra. Jeannine no puede sobrevivir. Pero vamos, hay que seguir adelante. Poco después de la muerte de Jeannine, Nicolas conoce a Francoise Chapouton. Se casan. Adelante, vamos, adelante. Nacen más hijos, la amistad entre Georges Braque y Nicolas se estrecha, la situación económica mejora, los cuadros se exponen, se venden.

Nicolas de Staël, Resentimiento, 1947


Nicolas de Staël, Cielo en Honfleur, 1952

Nicolas de Staël, Naturaleza muerta, 1954

Se suceden los viajes durante la breve vida de Nicolas. En 1935, se enamora en Cataluña del arte románico y, en Cantabria, de las pinturas de Altamira. Ama la reserva de Velázquez, no el sarcasmo de Goya. Escribe, sobre el sevillano: “Es tan grande su genialidad que no la muestra, afirma con sencillez que solo tiene talento, pero que lo tiene en serio. ¡Qué alegría! ¡Qué alegría! Sólido, tranquilo, inquebrantablemente arraigado, pintor de pintores a la misma distancia de los reyes y de los enanos, a la misma distancia de sí mismo y de los otros. Esgrime el milagro en cada toque, sin dudar cuando duda, inmenso de sencillez, de sobriedad”.


Nicolas de Staël, El parque de Sceaux, 1952

Cada lugar tiene sus colores. Provenza es malva, es violeta, son grises delicados, es blanco.

Nicolas de Staël, La Lavandou, 1952

Nicolas de Staël, La Lavandou, 1952

Nicolas de Staël, Menérbes, 1954


Sicilia es, en cambio, el estallido del naranja, del amarillo, de todos los colores y luces del sol y de la isla:


Nicolas de Staël, Templo en Sicilia, 1953

Nicolas de Staël, Playa de Siracusa, 1954

Nicolas de Staël, Agrigento, 1953

Nicolas de Staël, Colinas en Agrigento, 1954

También existe la luz del norte, existe también París:

Nicolas de Staël, Calais, 1954

Nicolas de Staël, Pont Saint-Michel, 1954

Debería detenerme, lo sé, pero sabéis que me entusiasmo y no puedo evitar compartir con vosotros los azules, los rojos, los ocres, los naranjas, todos los colores del artista.

Nicolas de Staël, Paisaje mediterráneo, 1954

Nicolas de Staël, Marina, Musée Granet, Aix en Provence, 1954

Nicolas de Staël, Paisaje, 1953

Nicolas de Staël, Les Martigues, 1954

Nicolas de Staël, Naturaleza muerta en gris, 1955

Nicolas de Staël, Paisaje

Mirad los gruesos empastes, el rastro que deja la espátula:

Nicolas de Staël, Paisaje


Para De Staël no existe oposición alguna entre lo abstracto y lo figurativo. Una pintura debe ser ambas cosas a un tiempo: abstracta como pared, como superficie, figurativa como representación de un espacio. En uno y otro caso, lo que hallamos en la obra de este artista es la naturaleza, su mirada sobre la naturaleza. ¿Qué importa todo lo demás?

Nicolas de Staël, Barco, colección particular, 1950

¿Queréis que, para terminar, os cuente una historia de amor? Diciembre de 1954: Nicolas ama a Jeanne, una mujer casada que le ha sido presentada por un amigo común, el poeta René Char. Nicolas le escribe: “Te amo en el riesgo, en la paz de un instante, de toda mi sangre, de todas mis lágrimas, de toda mi locura, de ti, de mí”. Confiesa: “necesito a esta mujer para perderme”. Para perderse, para abismarse.

Cinco días antes de morir, escribe a un amigo: “Hay personas que parten deliberadamente hacia la luna porque se saben incapaces, definitivamente incapaces, de entender lo que les sucede”. Y también: “No sé si viviré mucho más. Creo que ya he pintado bastante. He alcanzado lo que quería”. Si lo ha alcanzado, ¿qué le importa partir?

Esta es una de las últimas pinturas de Nicolas de Staël:
 
Nicolas de Staël, El concierto

“Lo que intento –le explica al galerista Jacques Dubourg, en diciembre de 1954- es una renovación continua, verdaderamente continua, y eso no es fácil. Sé que mi pintura, bajo sus apariencias, su violencia, sus perpetuos juegos de fuerza, es algo frágil en el sentido de lo bueno, de lo sublime. Es frágil como el amor…”.

Nicolas de Staël


El dieciséis de marzo de 1955, un hombre lee a Borges, deja el libro, se dirige a la ventana, salta por ella. Fin. Ahora sí, fin. 

 
 

 

17 comentarios:

  1. Conclusión: no leas a Borges... Por si acaso. ¡Buen domingo!

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    1. ¡Sí, sí que hay leer a Borges, siempre! A todo eso, no estoy segura, en el caso de Nicolas, de si fue ventana o azotea, pero tanto da. Lo que cuenta es su pintura, su búsqueda.

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  2. No sé qué decir para no repetirme. Conocía poco al pintor. Que además de pintor parece que era poeta por las citas que pones.
    Vale, pues me repito: gracias por traernos estos cuadros maravillosos, con colores increíbles tan bien dispuestos que con cuatro manchas se distingue Agrigento, Sicilia, el Mediterráneo...
    Un beso.

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    1. Las cartas de Staël son muy interesantes. Existe una recopilación, en francés, publicada por la editorial Le Bruit du temps. Me pasa como a ti, Rosa, me atrae la obra de este artista y su pasión, su auténtica pasión por la pintura. Un abrazo.

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  3. GRACIAS Carmen:

    ¡qué curioso!. Supongo que es cierto eso de que la práctica mejora las cosas. Hasta la visión.
    Quiero decir que según iba viendo sus cuadros mejor los veía. Al prinicipio no me gustaba mucho, pero hacia el final me he llevado la sorpresa de mirarlos con gusto. De buscar cosas suyas y de disfrutar con ellos.
    Siento su final. La depresión es una enfermedad terrible y no creo que Borges tuviese que ver. Siempre es un gusto leerlo, pero cada lector somos un mundo.
    Feliz domingo a todos

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    1. ¡Ay, cuánto me alegro de que Staël te haya gustado!
      No, Borges no tuvo nada que ver con su final (¡respirad tranquilos, lectores de Borges!). Pienso que tampoco su historia de amor. Creo que fue algo distinto, más relacionado con su entrega absoluta al arte.
      ¡Feliz domingo, Harry!

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  4. Hola!!!! Conocía muy poco de este artista y me has descubierto muchas cosas. Me ha gustado su pasión y su intensidad, y yo también pongo colores a los sitios, para mí la Provenza siemre será morada, ayyyy me ha encantado el post.
    Mil gracias, he aprendido mucho y además he disfrutado, y le he prestado atención a un artista que no me convencía mucho. Besos.

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    1. Claro, por la lavanda. Qué delicia, ¿verdad?
      Un abrazo, Marigem.

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  5. Música y pintura. ¡Casi nada! Y Sicilia y Borges de por medio. Y la hija atónita ante los pájaros. ¿Cómo se puede pintar tanto con tan pocas líneas? Y tanta espátula y empaste y cuerpo. Pintando así, ¿por qué le atraía más Velázquez que Goya? No lo entiendo. La pintura románica sí que se percibe.
    Me gusta su obra y cómo nos la muestras. Cuando sea mayor, quiero pintar así. Y también necesito releer textos de Borges. Es preciso.

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    1. No, perfectamente le podía atraer Velázquez. Aunque es curioso lo de Goya: no es que le desagradase, ni mucho menos, pero no era "su" pintor.
      José Juan te diría que cuidado con Borges, pero no le hagas caso. Él no tuvo nada que ver. Simplemente podemos decir que la última lectura de Nicolas fue excelente.

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  6. Este tipo es DESCOMUNAL. Sin palabras. Me dejó petrificada.

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    1. No, petrificada no, Claudia: no te conviertas en estatua, que tú eres gesto, palabra, movimiento. Pero sí, estamos de acuerdo, es interesantísimo.

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  7. No conocía a este pintor me gusta los azules que utilizó, la calidez de sus amarillos. Pena por qué se suicidó.Dicen que los artistas estamos todos locos. Un abrazo

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    1. ¡No solo los artistas, Mari Carmen! Yo no lo soy y ya ves cómo estoy ;) Un abrazo, artista.

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  8. hola!he aprendido un monton de forma magnifica e ilusttrativa y si me gusto mucho ,te comparto y llevo nuestras alas los miles de maravillosos colores que veo.feliz semana, nos leemos!

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  9. Es difícil caminar rápido..en la pintura,te puedes caer...yo estoy caminando desafío..con cautela, en locaciones no como como hoy....pero se que camino...con ella

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