La arena en la piel

“En los misterios de Eleusis, bastaba contemplar. Aquí mismo, sé que nunca me aproximaré suficientemente al mundo. Necesito estar desnudo y hundirme luego en el mar, perfumado todavía por las esencias de la tierra, lavarlas en él y atar sobre mi piel el abrazo por el cual suspiran, labio a labio, desde hace tiempo, la tierra y el mar. Inmerso en el agua, sobrevienen el escalofrío, la subienda de una liga fría y opaca; la zambullida, luego, con el zumbido de los oídos, la nariz manante y la boca amarga –nadar: sacar del mar los brazos barnizados de agua para que se doren al sol y sumirlos de nuevo en una torsión de todos los músculos; el curso del agua sobre mi cuerpo, esa tumultuosa posesión de la onda por mis piernas– y la ausencia de horizonte. En la playa, es la caída sobre la arena, abandonado al mundo, de vuelta a mi peso de carne y huesos, embrutecido de sol, teniendo, de vez en cuando, una mirada para mis brazos en donde las charcas de piel seca descubren, al deslizarse el agua, el vello rubio y el polvillo de sal”.

Nicolas de Staël, El sol, 1952

No, las palabras que habéis leído no son mías, por supuesto que no. Ya lo habréis adivinado por las comillas que encierran el párrafo y porque algunos de vosotros habréis reconocido la voz de Albert Camus. Es un fragmento de Bodas en Tipasa, un texto escrito en 1937. Que no es, por cierto, la obra llevada al cine por Visconti en 1967 y de la que pongo una fotografía porque muestra las gotas de agua y la arena adheridas a los cuerpos, además de que Anna Karina y Marcello Mastroiani aparecen bastante guapos.

Luchino Visconti, El extranjero, 1967

Hoy volvemos al mar o a los ríos o lagos. Al agua, en cualquier caso. Quiero proponeros un juego que os salpique la piel. Vamos a acompañar a una serie de bañistas: todos ellos son obra de artistas conocidos o que, en algunos casos, han aparecido por aquí en alguna ocasión.

Giovanni Francesco Barbieri, Guercino, Paisaje con bañistas, Museum Boijmans Van Beuningen, Rotterdam, 1618 c.

Estos temas de bañistas tienen una larga historia en la mitología, con sus ninfas, náyades y nereidas retozonas. A lo mejor se nos cuela alguna de estas húmedas criaturas, porque ya sabéis que, a veces, son difíciles de controlar, pero vamos a intentar dejarlas aparte hoy, ¿de acuerdo? También pediremos a las diosas de turno y a las muchas mujeres que se bañan en los cuadros de Degas y de otros pintores que no nos importunen.

Odilon Redon, El baño de Venus, Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, 1908-13 c.

Vaya, ya se nos ha colado una Venus. Bueno, no importa: aprovecho para contaros que el tema de los bañistas permite, por supuesto, ofrecer diversos tratamientos de los desnudos –a menudo, ¿cómo no?, aunque no con exclusividad, femeninos- y para desarrollar estudios anatómicos. Veréis que, en muchos casos, algunas de las posturas de las figuras entregadas al placer del baño derivan de las que trazó Miguel Ángel para el desaparecido cartón de la Batalla de Cascina, conocido a través de una copia de Bastiano da Sangallo y un par de grabados de Marcantonio Raimondi.

Bastiano da Sangallo, copia de la parte central de La batalla de Cascina, de Miguel Ángel, Holkham Hall, Norfolk, 1506 c.

Bien, ¿estáis listos para zambulliros? Pues vamos allá. 

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He tenido que recortar un poco algunas imágenes para eliminar firmas delatoras. Ah, por cierto: los nombres que se cruzan hoy por aquí son los de Derain, Munch, Blechen, Picasso, Cézanne, Macke, Matisse, Krøyer, Seurat, Morisot, Renoir, Feininger, Gauguin y Bernard.

Perdonad un momento, pero se acaba de colar una señora recatadamente vestida entre un grupo de bañistas. Voy a preguntarle qué desea y ahora vuelvo.

 

Charles-Émile-Auguste Carolus-Duran, Las bañistas de Fontainebleau, colección particular, 1899

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Vamos a identificar ya a los bañistas:

Paul Cézanne, Estudio de bañistas, 1892-06 c.

Carl Blechen, Bañistas en el parque de Terni, Nationalgalerie, Berlín, 1836

Pablo Ruiz Picasso, Cuatro bañistas, Museo Picasso, París, 1920 c.

Peder Severin Krøyer, Día de verano en Skagen, detalle, Hirschprung Museet, Kovenhavn, 1884

 

Berthe Morisot, Bañista, colección particular, 1891

Edvard Munch, Chicos bañándose, Nasjonalmuseet for Kunst, Arkitektur og Design, Oslo, 1894

Émile Bernard, Las bañístas, Musée de Pont-Aven, 1890

Georges Seurat, Estudio para Bañistas en Asnières, 1883

August Macke, Bañistas, colección particular, 1913

Henri Matisse, Las tres bañistas, The Minneapolis Institute of Arts, 1907

Edvard Munch, Bañistas, colección particular, 1904-05

Lyonel Feininger, Bañistas, Harvard Art Museums / Busch-Reisinger Museum, 1912

Pierre-Auguste Renoir, Paisaje con bañistas, 1885 c.

Paul Gauguin, Baño en el molino de Bois d’Amour, Hiroshima Museum of Art, 1886

Paul Cézanne, Grandes bañistas, Philadelphia Museum of Art, 1906

André Derain, Bañistas, Museo Picasso, Barcelona, 1908