Félix Vallotton (1865-1925)
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Félix Vallotton, El puerto de Marsella, colección particular, 1901 |
Hay dos cosas que me fascinan de Julian Barnes: su
nariz y muchos de sus libros. Podría afirmar, sin exagerar, que estoy tan
enamorada de esa espléndida nariz como de los relatos, novelas y textos
autobiográficos de Barnes.
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Julian Barnes |
Cuando Julian
Barnes enseñaba en Baltimore, le seducía este cuadro de Félix Vallotton. Se
titula La mentira y es un óleo de
pequeño tamaño. ¿Quién miente?, se pregunta Barnes. La mujer, por supuesto,
afirma. No, el mentiroso es el hombre, le responde la novelista Kate Sterns. Y
él dice que sí, que puede ser.
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Félix Vallotton, La mentira, Baltimore Museum of Art, 1898 |
Félix
Vallotton fue un suizo que se hizo francés. Formó parte del grupo de los nabis, vinculado con La
Revue Blanche.
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Henri de Toulouse-Lautrec, Portada de La Revue Blanche, Musée
Toulouse-Lautrec, Albi, 1895 |
Para los nabis, del mismo modo que para los fauves, el gran tema fue el del color.
El nombre del grupo deriva de la palabra hebrea nebiim, profeta. Su líder fue Paul Serusier, quien
causó un gran impacto cuando, a su regreso de Pont-Aven, mostró a sus amigos
una pintura realizada sobre la cubierta de una caja de cerillas y enormemente
influida por Paul Gauguin. La obra comenzó a ser conocida como El talismán.
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Paul Serusier, El talismán,
Musée d’Orsay, París, 1888 |
Pero dejemos esto, de lo que hablamos ya un poco
cuando viajamos a Bretaña. Baste con
destacar la influencia de la estampa japonesa, con el uso de colores planos, es
decir, uniformes, sin gradaciones; la tendencia a la síntesis y a cierta
deformación expresiva; las composiciones descentradas y las perspectivas
inusuales, a veces en altura, y un fuerte interés por la decoración, presente,
sobre todo, en Édouard Vuillard y Pierre
Bonnard, pero también en Félix Vallotton.
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Félix Vallotton, Una calle, Metropolitan Museum of Art, Nueva York |
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Félix Vallotton, Palco en el teatro,
colección particular, 1909 |
No sé lo que pensáis hacer vosotros, pero a mí me apetece
aproximarme a la obra de Vallotton de la mano de Julian Barnes, quien en 2007
publicó en The Guardian un texto
sobre el artista: Mejor con la ropa
puesta. ¿Mejor, siempre?
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Félix
Vallotton, Pereza, Musée d'Art et
d'Histoire de Genève, 1896 |
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Félix Vallotton, El beso,
colección particular, 1898 |
Barnes destaca una característica de Vallotton que le
diferencia de otros nabis: la
narratividad de su pintura. Muchos de sus cuadros, en efecto, cuentan
historias, como el mismo Vallotton hizo a través de sus tres novelas y ocho
obras de teatro. Son historias galantes, historias de engaños, de crímenes, de
violencia o, por el contrario, sencillas historias domésticas en las que los
propios muebles juegan también un papel como personajes.
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Félix Vallotton, Intimidad, colección
particular, 1898 |
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Félix Vallotton, La visita,
Kunsthaus, Zurich, 1899 |
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Félix Vallotton, Conversación
privada, Musée d'Art et d'Histoire de Genève, 1898 |
¿Habéis escuchado las historias que cuenta cada uno
de estos cuadros? Como habéis visto, todos ellos muestran interiores domésticos
de una sobriedad poco habitual en las decoraciones de la época, aquellos
aposentos afelpados de los que nos habla Walter Benjamin, con sus chucherías en
los estantes, pañitos bordados en los sillones, visillos y gruesos cortinajes
en las ventanas, alfombras en el suelo y un sinfín de muebles que inspiran el
deseo de huir mientras gritamos la frase de Bertolt Brecht: “¡Borra las
huellas!”. No, los interiores que pinta Vallotton no son así.
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Félix Vallotton, La habitación roja,
Dallas Museum of Art, 1900 |
Este tipo de vistas domésticas es frecuente en la pintura de los nabis. Estos artistas, para Barnes,
“incluso cuando salían al aire libre estaban pintando interiores: los arbustos
y los árboles pueden ser muebles”.
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Félix Vallotton, Los últimos rayos
de sol, Musée des Beaux-Arts de Quimper, 1911 |
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Félix Vallotton, Bois de Boulogne,
colección particular, 1919 |
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Félix Vallotton, El lago del Bois
de Boulogne, colección particular, 1921 |
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Félix Vallotton, Bancos de arena en
el Loira, Kunsthaus, Zurich, 1923 |
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Félix Vallotton, Atardecer en el Loira, colección particular, 1923 |
¿La playa y
el mar también pueden concebirse como ambientes domésticos?
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Félix Vallotton, En la playa, colección particular, 1899 |
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Félix Vallotton, En la playa de Etretat, colección particular, 1899 |
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Félix Vallotton, Lavanderas en Etretat, colección particular, 1899 |
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Félix Vallotton, La playa blanca, colección particular, 1913 |
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Félix Vallotton, Marea creciente, Kunstmuseum Solothurn, 1913 |
O la propia
ciudad, convertida a veces en algo tan íntimo como las estancias de una casa.
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Félix Vallotton, Pont Neuf, Kunstmuseum, Winterthur, 1901 |
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Félix Vallotton, La catedral Pétropavlovsk, colección particular, 1913 |
Hay muchas más obras de Vallotton que me gustaría enseñaros.
Por ejemplo, a estas tres chismosas o la curiosa interpretación que hace de la
historia de la casta Susana:
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Félix Vallotton, Chismes, colección particular, 1902 |
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Félix Vallotton, Casta Susana, colección particular, 1922 |
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Félix Vallotton, Mujeres con gatos, Musée
Cantonal des Beaux-Arts, Lausanne, 1897-98 |
En su
artículo, Julian Barnes formula la llamada “ley de Vallotton”: cuanta menos
ropa lleva una mujer en sus cuadros, peor es el resultado. Es cierto que
Vallotton tiene algunos desnudos realmente espantosos, aunque, en mi opinión, unos pocos se
salvan.
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Félix Vallotton, Desnudo sentado en un sillón, Musée de Grenoble, 1897 |
Pero si Barnes dice que prefiere a las mujeres de Vallotton
vestidas, las dejaremos con la ropa puesta. Me perdonaréis, pero soy incapaz de
llevar la contraria a un hombre con tan hermosa nariz y, lo que es más
importante, con tan hermosos libros.
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Félix Vallotton, Baño, colección
particular, 1893 c.
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Julian
Barnes | | | | | | | | | |
¡Qué descubrimiento! Buenos días.
ResponderEliminar¡Qué bien, te ha gustado! Buenos días (ay, pero qué educados y saludadores somos ;) )
EliminarQué maravilloso que te tomes tanto tiempo en ilustrarnos!!! No tenía ni idea de este pintor y menos del magnífico narigudo que te tiene tan enamorada. Cuidado! El tema de las narices es peligroso...jajajaja
ResponderEliminarJa ja ja, es que el tema de las narices tiene narices. Vallotton no es un pintor muy conocido y, como dice Barnes (suspiro), tampoco se le valora tanto como merece. Así que por eso le he invitado a venir, y me alegro muchísimo de que os esté gustando.
EliminarMe encanta el post, muy bien documentado, y también Vallotton. Sus cuadros me parecen geniales a base de manchas de color. Utilizan los nabis el mismo recurso de resaltar una mancha de color para llamar la atención sobre algo en el cuadro, al estilo barroco? Pregunto desde mi ignorancia sobre los nabis. Muy interesante Barnes. Gracias Carmen.
ResponderEliminar¡Hola, Pepa! Muy buena tu pregunta, porque señalas el parentesco entre los nabis y el barroco en el uso expresivo de las manchas de color, a lo que podríamos sumar la expresividad también de las líneas curvas y las diagonales. Yo creo que, en los nabis, esas manchas de color, más que indicar un "eh, fíjate en esto", funcionan como puertas hacia otra realidad. ¡Pero esas sombrillas rojas, amarillas, verdes, que ayudan a configurar los cuerpos...!
EliminarMe ha gustado mucho esa capacidad de ver el parecido en lo que, aparentemente, es tan distinto. Gracias, Pepa. Un abrazo.
Fantástica entrada Carmen, siempre me sorprendes.
ResponderEliminarUn saludo
¡Gracias, Yolanda!
EliminarMe gusta lo poco que he leído de Julian Barnes. Me encanta. También me parece maravillosa esta entrada: he conocido la obra de Vallotton. Con gusto me quedaría con "Palco en el teatro". Me sorprende.
ResponderEliminarCreo que coincido con Casanova: dejemos tal cual a las chicas de Modigliani. Si ya tenemos la recompensa final, ¿para qué queremos la sugerencia inicial? Ahora bien: entiendo la importancia de la sugerencia. Pintura, cine, poesía o narrativa coinciden en ese punto.
Lo que no acabo de entender es la pasión declarada de Carmen por una nariz. Más que pasión, diría. Cualquier día pierde el norte por un Góngora. De hecho, ya lo citó no hace mucho: "Esa montaña que, precipitante...". Y eso que ya Quevedo nos lo había avisado. Y Góngora es mucho Góngora. Y Argote. Puestos a hablar de narices, yo estoy más por Asterix. Comprendo su desvivir por Cleopatra.
Pero la entrada de hoy es muy buena. Por narices.
No, no, te puedes quedar con Góngora. E incluso con Argote. Yo, con Barnes me apaño.
EliminarEsto... caballeros, les recuerdo que muchos de los cuadros de Modigliani representan a modelos vestidas: aún más, púdicamente vestidas. Por no hablar de sus retratos masculinos (también púdicamente vestidos), algunos paisajes... Vamos, que va mucho más allá de sus espléndidos y muy populares desnudos.
Ahora, imaginad cómo me alejo por la pantalla del ordenador, moviendo la cabeza y murmurando: "¡recompensas! Ni que fuera una película del Oeste".
Yo ya te descubro de noche, pero hubieras iluminado un domingo, mas bien gris en Santander, con esos maravillosos cuadros de un pintor que no conocía; con esa playa blanca y con esas escenas de interior que parecen fotogramas a punto de echar a andar y contarnos una historia truculenta. maravilloso Julian Barnes (a él sí lo conozco, claro) que a mi me parece de lo más atractivo.
ResponderEliminarUn beso.
Sí, esas escenas de interior hablan y hablan. Coincidimos en nuestra apreciación de Barnes, Rosa. Un abrazo.
EliminarHola a todos:
ResponderEliminarpues yo tampoco conocía a este pintor y me gusta. En algunos me ha recordado a Hopper, y no por la intimidad, si no por las formas. El color reconozco que me gusta más difuminado, graduado en tonos, así tan plano..., se me hace algo soso, pero es algo personal.
Asombroso que trate todos los temas, o casi. Personas, paisajes, interiores, exteriores, desnudos, vestido, ciudades y campo. Nada le asustaba o quizás todo le interesaba. Lo cierto es que a todo se le puede dar color, y si eso es lo fundamental en su estilo, ¿por qué no dibujar todo?.
De Barnes leí de joven algo, pero ya no recuerdo que, upss, así que mejor dejo el tema.
Gracias Carmen, bonito post y como siempre muy bien hilado.
Tienes buen ojo, Harry, no es la primera vez que te lo digo. A Hopper le interesó mucho Vallotton: sus miradas coinciden, en muchas ocasiones, y no solo en el tratamiento de la luz, derivada en gran parte de Veermer, sino en las formas, como dices, en cierta austeridad e incluso inflexibilidad que las caracteriza. A propósito de esto, fíjate en lo que un crítico escribió en 1910 sobre Vallotton, en Neue Zürcher Zeitung: "pinta como un policía, como alguien cuyo trabajo es atrapar las formas y colores. Todo cruje con una sequedad intolerable... los colores carecen de toda alegría". Si restamos a esta crítica todo su sentido peyorativo, ¿no podemos decir, con razón, que Hopper también pinta como un policía?
Eliminar"Erase un hombre a una nariz pegado" que diría Quevedo y este hombre nos ha mostrado a un pintor admirado por él y desconocido para la mayoría. Siempre ha sido bueno tener contactos privilegiados que nos enseñen cual maestros.
ResponderEliminarColorista entrada adornada con tus bien hiladas palabras. Todo un placer.
Un abrazo.
Gracias, Francisco. La verdad es que tener a Barnes como guía es todo un privilegio. Un abrazo.
EliminarConozco a Vallotton, me gusta mucho el grupo de Los Nabis, pero algunas de las obras que nos muestras no las había visto nunca :) son maravillosas! Y desconocía por completo a Barnes, todo un descubrimiento, tendré que investigar qué es lo que te tiene tan atrapada, seguro que me encuentro con un autor fascinante :) Gracias Carmen, un abrazo.
ResponderEliminarLa nariz... y la escritura. Algunas de las obras de Barnes me gustan mucho.
EliminarUn abrazo, Herminia.
Conocía algunas obra de Vallotton por una clase de nuestra profesora de pintura, me ha gustado como lo relata Julian Barnes. Un abrazo Carmen
ResponderEliminarEs que la forma de relatar de Barnes es espléndida. Por eso le dije: "venga, Julian, cuéntanos". Un abrazo, Mari Carmen.
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