domingo, 4 de agosto de 2019

Petrona Viera: la sonrisa callada






Petrona Viera (1890-1960)


Los niños juegan, pero como ella no oye sus voces, tiene que pintarlas. ¿Se pueden pintar las voces? Si se puede pintar la calidez del aire o el olor de la hierba, ¿por qué no habrían de pintarse las voces de los niños, sus canciones, sus risas? Petrona las pinta, como pinta también sus silencios.

Niñas

El cuentito

El silencio es el lugar donde Petrona habita. Esperad, porque desde ese silencio, ella nos narrará uno de esos “cuentitos” que así, con diminutivo, dan título a algunas de sus obras. Nada de diminuta tiene, por contraste, la gran casa-quinta de la Unión, en Montevideo: una casa que poco a poco se llenará de niños –¡de las voces de los niños!-. El siglo XX llama a la puerta, alegre: aún falta un tiempo para que mude su expresión. ¿Os situáis? 

Sin título

El viejo jardinero
Ahora cierro los ojos. Imagino la luz del sol en el jardín de la casa; imagino, dentro de ella, una habitación oscurecida y una niña enferma. La niña es muy pequeña –tiene dos años-; la enfermedad es grave. Meningitis. Lala, como se conoce familiarmente a Petrona, se queda sorda. Su voz no se sumará a las de los otros diez hermanos que nacerán después, ni oirá sus risas.

Jugando al arco


Recreo
La maestra francesa Madeleine Larnaudie, especialista en la enseñanza a niños sordos, se ocupa de que la pequeña aprenda a leer los labios y a expresarse por señas. Lala se comunica también a través de su sonrisa –siempre sonríe- y de su mirada despierta, atenta, tranquila –siempre observa-. A Carmen y Feliciano, sus padres, les preocupa que estos lazos con el mundo que Petrona no puede oír y al que no puede hablar sean insuficientes. La niña apenas sale de casa y no puede ir a la escuela. Es preciso hallar otra forma de comunicación con el mundo que la rodea, para evitar el aislamiento. ¿Otra forma? La forma. El dibujo. Y, después, también el color.


Niña leyendo

Alimentando palomas
Petrona recibe clases artísticas, en su domicilio, por parte de profesores como Vicente Puig y, después, Guillermo Laborde. Con Laborde establece una intensa amistad que se prolonga hasta la muerte de este, veinte años más tarde. Tanto la mujer como su pintura son afectadas por la pérdida del buen amigo. Es en ese momento, a principios de la década de los 40, cuando la artista comienza a experimentar con diversas técnicas –grabados y óleos sobre distintos soportes, acuarela…- con el apoyo del profesor Guillermo Rodríguez. El camino de Lala, como el de cualquiera de nosotros, seamos o no artistas, es el mismo: aprender, aprender siempre.


Figura


El juego

Pero esperad, no tengamos tanta prisa. Aún estamos a comienzos de siglo, en ese caserón en el que no cesan de nacer niños y del que no paran de entrar y salir invitados. El padre de Lala es un abogado consagrado a la política. Entre 1915 y 1919 será presidente de Uruguay. La situación, ya veis, es acomodada y el ambiente del hogar está lleno de animación. Petrona recoge en sus pinturas ese mundo que la rodea: los juegos de los niños, sus movimientos, y también los instantes de quietud, el tiempo de hacer los deberes, de leer, coser o narrar un cuento. Todas esas actividades se desarrollan en cualquiera de las dependencias de la gran casa o en el exterior, donde el sol también habla y canta y relata sus historias de luz.

El cuentito
 

Calle
En 1927 termina la fiesta. Los niños ya crecieron, muere el padre y la familia se traslada a una vivienda más modesta. No más visitas, ni recepciones, ni bailes, ni conciertos. La puerta se cierra. Pero Petrona, aunque siga dentro de la casa, está al mismo tiempo fuera. Allá va con una de sus hermanas y con sus útiles de pintar a parques, playas, a recorrer las calles de Montevideo: reúne todos esos mundos en su pintura y nos los regala. El paisaje entrará con más fuerza aún en su obra a partir de los años cuarenta.


Calle Santa Lucía

La calle

Desnudo
En esas décadas que alcanzarán hasta su muerte, Petrona experimenta con diversas técnicas, recoge en sus grabados, acuarelas y xilografías el mundo de juegos de los niños, el recreo de los bañistas, la sombra de los árboles, las texturas de las flores y los frutos, la vecindad entre el ave y el ángel. 
Pinta también desnudos, expresivos estudios de figura y algunos retratos.

Desnudo

Mirando por la ventana

Niña



Cuánta luz hay en el silencio de Petrona Viera, ¿verdad? Cuántas voces en su paleta, cuánto color en la mirada de sus ojos oscuros, tan bellos y tan oscuros.

Autorretrato