Nicolas de Staël (1914-1955)
El hombre lee
a Borges. Deja el libro, se dirige a la ventana, salta por ella. Fin. ¿Fin?
Volvamos al principio.
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Nicolas de Staël, El camino, 1954 |
Un principio
de lo más normal: ¿a quién le puede sorprender eso de ser paje, a los dos años,
en la corte del zar de Rusia? ¿O tener que huir a Polonia en 1919 y, huérfano,
ser acogido tres años después en Bruselas? Así fue la infancia de Nicolas de Staël, nacido en San Petersburgo el 5 de enero de 1914.
Pero dejemos de huir: ya estamos en Bélgica y hay que centrarse en el estudio.
Por ejemplo, en el estudio del arte y de la arquitectura en la Académie Royale
des Beaux-Arts de Bruselas y la
Académie de Saint Gilles.
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Nicolas de Staël, Las botellas rojas, 1955 |
A los veinte
años está en París. Es inevitable evocar a Jacques Brel, años después, cantando une valse à vingt ans c'est beaucoup plus troublant, pero ignoro si Nicolas se dedicó a bailar el vals
en ese París que marcaba el compás y dejaba estallar su alegría. En cualquier
caso, en 1936, con veintidós años, viaja a Argelia y a Marruecos. Allí conoce a
la pintora Jeannine Guillou, una mujer vivaz y fuerte que será su compañera
hasta que, en 1946, muere. Nicolas escribe sobre ella, en una carta a su madre:
“No pienses que los seres que muerden la vida con tanto fuego en el corazón se
van sin dejar huella”.
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Jeannine Guillou, Casas en Niza, colección particular, 1943 |
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Nicolas de Staël, Retrato de Jeannine, 1941 |
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Jeannine y Nicolas con su hija Anne |
Son tiempos
de búsqueda: una búsqueda que, en realidad, nunca se interrumpirá. “A menudo
–escribe Nicolas- la distancia entre mi trabajo y mis sueños me hace reír, me
hace reírme de mí mismo con tristeza”. En París, De Staël estudia con Fernand
Léger; entre 1939 y 1941 forma parte de la Legión extranjera francesa. Durante esa primera
etapa diseña decorados, pinta acuarelas, iconos, composiciones de líneas
geométricas. En Niza, Jeannine y Nicolas conocen a Jean Arp y a los Delaunay,
Sonia y Robert. De la mano de estos, De Staël se adentra, con sus primeras Composiciones, en el terreno de lo no
figurativo, algo sobre lo que tendremos que volver y deberemos matizar.
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Nicolas de Staël, Composición sobre fondo gris, 1942 |
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Nicolas de Staël, La Ciotat,
1952 |
Los
años de la guerra transcurren en París, que ya no estaba para bailar valses. Hambre,
dificultades, miedo: en suma, guerra. Jeannine no puede sobrevivir. Pero vamos, hay que seguir
adelante. Poco después de la muerte de Jeannine, Nicolas conoce a Francoise
Chapouton. Se casan. Adelante, vamos, adelante. Nacen más hijos, la amistad
entre Georges Braque y Nicolas se estrecha, la situación económica mejora, los
cuadros se exponen, se venden.
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Nicolas de Staël, Resentimiento, 1947 |
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Nicolas de Staël, Cielo en Honfleur, 1952 |
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Nicolas de Staël, Naturaleza muerta, 1954 |
Se suceden
los viajes durante la breve vida de Nicolas. En 1935, se enamora en Cataluña
del arte románico y, en Cantabria, de las pinturas de Altamira. Ama la reserva
de Velázquez, no el sarcasmo de Goya. Escribe, sobre el sevillano: “Es tan
grande su genialidad que no la muestra, afirma con sencillez que solo tiene
talento, pero que lo tiene en serio. ¡Qué alegría! ¡Qué alegría! Sólido,
tranquilo, inquebrantablemente arraigado, pintor de pintores a la misma
distancia de los reyes y de los enanos, a la misma distancia de sí mismo y de
los otros. Esgrime el milagro en cada toque, sin dudar cuando duda, inmenso de
sencillez, de sobriedad”.
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Nicolas de Staël, El parque de Sceaux, 1952 |
Cada lugar tiene sus colores. Provenza es
malva, es violeta, son grises delicados, es blanco.
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Nicolas de Staël, La
Lavandou, 1952 |
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Nicolas de Staël, La
Lavandou, 1952 |
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Nicolas de Staël, Menérbes, 1954 |
Sicilia es, en
cambio, el estallido del naranja, del amarillo, de todos los colores y luces del sol
y de la isla:
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Nicolas de Staël,
Templo en Sicilia, 1953
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Nicolas de Staël, Playa de Siracusa, 1954 |
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Nicolas de Staël, Agrigento, 1953 |
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Nicolas de Staël, Colinas en Agrigento, 1954 |
También
existe la luz del norte, existe también París:
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Nicolas de Staël, Calais, 1954 |
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Nicolas de Staël, Pont Saint-Michel, 1954 |
Debería detenerme,
lo sé, pero sabéis que me entusiasmo y no puedo evitar compartir con vosotros los azules, los rojos, los
ocres, los naranjas, todos los colores del artista.
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Nicolas de Staël, Paisaje mediterráneo, 1954 |
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Nicolas de Staël, Marina, Musée Granet, Aix
en Provence, 1954 |
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Nicolas de Staël, Paisaje, 1953 |
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Nicolas de Staël, Les Martigues, 1954 |
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Nicolas de Staël, Naturaleza muerta en gris, 1955 |
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Nicolas de Staël, Paisaje |
Mirad los
gruesos empastes, el rastro que deja la espátula:
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Nicolas de Staël, Paisaje |
Para De Staël
no existe oposición alguna entre lo abstracto y lo figurativo. Una pintura debe
ser ambas cosas a un tiempo: abstracta como pared, como superficie, figurativa
como representación de un espacio. En uno y otro caso, lo que hallamos en la
obra de este artista es la naturaleza, su mirada sobre la naturaleza. ¿Qué
importa todo lo demás?
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Nicolas de Staël, Barco, colección particular, 1950 |
¿Queréis que,
para terminar, os cuente una historia de amor? Diciembre de 1954: Nicolas ama a
Jeanne, una mujer casada que le ha sido presentada por un amigo común, el poeta
René Char. Nicolas le escribe: “Te amo en el riesgo, en la paz de un instante, de
toda mi sangre, de todas mis lágrimas, de toda mi locura, de ti, de mí”.
Confiesa: “necesito a esta mujer para perderme”. Para perderse, para abismarse.
Cinco días
antes de morir, escribe a un amigo: “Hay personas que parten deliberadamente
hacia la luna porque se saben incapaces, definitivamente incapaces, de entender
lo que les sucede”. Y también: “No sé si viviré mucho más. Creo que ya
he pintado bastante. He alcanzado lo que quería”. Si lo ha alcanzado, ¿qué le importa partir?
Esta es una
de las últimas pinturas de Nicolas de Staël:
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Nicolas de Staël, El concierto |
“Lo que
intento –le explica al galerista Jacques Dubourg, en diciembre de 1954- es una renovación continua,
verdaderamente continua, y eso no es fácil. Sé que mi pintura, bajo sus
apariencias, su violencia, sus perpetuos juegos de fuerza, es algo frágil en el
sentido de lo bueno, de lo sublime. Es frágil como el amor…”.
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Nicolas de Staël |
El dieciséis
de marzo de 1955, un hombre lee a Borges, deja el libro, se dirige a la
ventana, salta por ella. Fin. Ahora sí, fin.
Conclusión: no leas a Borges... Por si acaso. ¡Buen domingo!
ResponderEliminar¡Sí, sí que hay leer a Borges, siempre! A todo eso, no estoy segura, en el caso de Nicolas, de si fue ventana o azotea, pero tanto da. Lo que cuenta es su pintura, su búsqueda.
EliminarNo sé qué decir para no repetirme. Conocía poco al pintor. Que además de pintor parece que era poeta por las citas que pones.
ResponderEliminarVale, pues me repito: gracias por traernos estos cuadros maravillosos, con colores increíbles tan bien dispuestos que con cuatro manchas se distingue Agrigento, Sicilia, el Mediterráneo...
Un beso.
Las cartas de Staël son muy interesantes. Existe una recopilación, en francés, publicada por la editorial Le Bruit du temps. Me pasa como a ti, Rosa, me atrae la obra de este artista y su pasión, su auténtica pasión por la pintura. Un abrazo.
EliminarGRACIAS Carmen:
ResponderEliminar¡qué curioso!. Supongo que es cierto eso de que la práctica mejora las cosas. Hasta la visión.
Quiero decir que según iba viendo sus cuadros mejor los veía. Al prinicipio no me gustaba mucho, pero hacia el final me he llevado la sorpresa de mirarlos con gusto. De buscar cosas suyas y de disfrutar con ellos.
Siento su final. La depresión es una enfermedad terrible y no creo que Borges tuviese que ver. Siempre es un gusto leerlo, pero cada lector somos un mundo.
Feliz domingo a todos
¡Ay, cuánto me alegro de que Staël te haya gustado!
EliminarNo, Borges no tuvo nada que ver con su final (¡respirad tranquilos, lectores de Borges!). Pienso que tampoco su historia de amor. Creo que fue algo distinto, más relacionado con su entrega absoluta al arte.
¡Feliz domingo, Harry!
Hola!!!! Conocía muy poco de este artista y me has descubierto muchas cosas. Me ha gustado su pasión y su intensidad, y yo también pongo colores a los sitios, para mí la Provenza siemre será morada, ayyyy me ha encantado el post.
ResponderEliminarMil gracias, he aprendido mucho y además he disfrutado, y le he prestado atención a un artista que no me convencía mucho. Besos.
Claro, por la lavanda. Qué delicia, ¿verdad?
EliminarUn abrazo, Marigem.
Música y pintura. ¡Casi nada! Y Sicilia y Borges de por medio. Y la hija atónita ante los pájaros. ¿Cómo se puede pintar tanto con tan pocas líneas? Y tanta espátula y empaste y cuerpo. Pintando así, ¿por qué le atraía más Velázquez que Goya? No lo entiendo. La pintura románica sí que se percibe.
ResponderEliminarMe gusta su obra y cómo nos la muestras. Cuando sea mayor, quiero pintar así. Y también necesito releer textos de Borges. Es preciso.
No, perfectamente le podía atraer Velázquez. Aunque es curioso lo de Goya: no es que le desagradase, ni mucho menos, pero no era "su" pintor.
EliminarJosé Juan te diría que cuidado con Borges, pero no le hagas caso. Él no tuvo nada que ver. Simplemente podemos decir que la última lectura de Nicolas fue excelente.
Este tipo es DESCOMUNAL. Sin palabras. Me dejó petrificada.
ResponderEliminarNo, petrificada no, Claudia: no te conviertas en estatua, que tú eres gesto, palabra, movimiento. Pero sí, estamos de acuerdo, es interesantísimo.
EliminarNo conocía a este pintor me gusta los azules que utilizó, la calidez de sus amarillos. Pena por qué se suicidó.Dicen que los artistas estamos todos locos. Un abrazo
ResponderEliminar¡No solo los artistas, Mari Carmen! Yo no lo soy y ya ves cómo estoy ;) Un abrazo, artista.
Eliminarhola!he aprendido un monton de forma magnifica e ilusttrativa y si me gusto mucho ,te comparto y llevo nuestras alas los miles de maravillosos colores que veo.feliz semana, nos leemos!
ResponderEliminar¡Gracias, Búho con alas de mil colores! Un abrazo.
EliminarEs difícil caminar rápido..en la pintura,te puedes caer...yo estoy caminando desafío..con cautela, en locaciones no como como hoy....pero se que camino...con ella
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