lunes, 2 de abril de 2018

Helene Schjerfbeck: lo posible cuando todo es imposible





Helene Schjerfbeck (1862-1946)


 
Cuando muchos alzan la voz, hinchan pecho, adoptan poses heroicas o se dedican a impartir discursos, tú observas en silencio.


Autorretrato



Autorretrato
Tal vez estás sentada: es probable que, cuando te levantes del asiento, lo hagas despacio y con cierta dificultad, pero estás llena, llena de fuerza –aunque no lo sepas- y de deseo por lo bueno. “Nunca trabajo –afirmas-. Todo lo que hago es observar”. Piensas que tal vez gracias a la mirada atenta que diriges a lo que te rodea se renueva en ti el deseo de lo bueno. Creo que tienes razón.


Niño


Zapatos de baile
Mira, lo siento, pero tengo que contarlo. Estarás cansada de que todos lo contemos, pero debo hacerlo y dejar claro que esto va más allá de las típicas historias de superación que tanto gustan. Va mucho más allá. A los cuatro años te caes por las escaleras de tu casa. La lesión de tu cadera, que te impedirá ir a la escuela hasta que a los once años empiezas a asistir a la Escuela de Dibujo de la Sociedad de Arte de Finlandia, hará que el dolor sea tu compañero a lo largo de tu vida. Un dolor que te obligará a dejar la enseñanza, años después.


La escolar

Autorretrato (detalle)
“Uno se cansa de luchar”, dices. Pero también dices esto: “Cuando todo es imposible, buscas lo único que puedes hacer, que es pintar”. Lo haces. Algunos días, solo puedes resistir una o dos horas. Sin embargo, llegas a realizar casi mil pinturas, y nosotros te lo agradecemos. Bien, ya está dicho, con el temor de que se intente reducir tu tamaño a los lugares comunes de “la superación” o tu silencio al prototipo de “la mujer artista”. Tu obra y tú vais mucho más allá de esos moldes estrechos y convencionales.

Silencio


Chica leyendo, detalle
Visitas París en diversas ocasiones: estudias allí. También viajas a la Bretaña francesa, a Gran Bretaña, a Italia, a Austria, a Rusia. Con la mirada atenta. 
Tu pintura parte del realismo. Acoge las huellas de la pintura al aire libre, del japonesismo y de diversas vanguardias, pero tú eres Helene y tu voz es poderosa.  Tú eres poderosa. 
Chica pelirroja
Aunque hables de tu "yo oscuro y pobre", hay en ti una gran luz, una gran riqueza. Amas la rutina y la calma en tu vida cotidiana. En tu arte, no cesas de experimentar con los medios, las técnicas, los materiales; no dejas de arriesgarte. “Me temo –reconoces- que anhelo cosas grandiosas, profundas y fantásticas”. Tu mirada las encuentra a tu alrededor y también –tal vez, sobre todo- cuando miras hacia dentro.

Mujer cosiendo

Limones

Mujer sentada
Interpretas, reinterpretas –casi musicalmente-. A lo largo de los años pintas diversas versiones de un mismo tema: nunca cerrado, nunca definitivo, siempre en evolución. El camino que sigues, es fácil apreciarlo, es el de la simplificación. Quieta, quieta, juegas con los vacíos. Abstraes, suprimes los detalles y dejas la obra abierta porque, como dices, “lo acabado está muerto”. Te desentiendes cada vez más de la representación, porque lo que te interesa es expresar. Esta es otra de tus frases: “Todo está en la línea y en la expresión”.

María
 
Chica

Hay muchas figuras en tu pintura, muchos rostros. Son, a menudo, los de mujeres y niños muy próximos a ti: familiares, amigos, vecinos.

Niño

Katri

Mujer sentada

Tus personajes se sientan, con frecuencia. Leen, cosen o, simplemente, reflexionan. Algunas de estas figuras evocan a Whistler, cuya obra conocías. ¿La obra de Whistler? ¿Qué obras de artistas de cualquier época desconocías? Tu cultura artística es extensa, Helene. Uno de los artistas a quienes aprecias, y no nos extraña, es El Greco. Naturalmente. 

Ángeles, detalle

Figura, detalle
Rostros, muchos rostros, figuras. Pintas también paisajes y naturalezas muertas; reinterpretas, como acabamos de ver en el caso de El Greco, las obras de pintores remotos en el tiempo, solo en el tiempo, pero muy próximos en lo que de verdad importa y desborda las cronologías. Dejo aparte los otros temas que tocaste y convoco aquí, hoy, a las personas a las que das vida en tu pintura. Esos rostros que, en tantos casos, tienen la mirada baja –tan distinta de la tuya cuando escruta el reflejo en el espejo.


La reliquia familiar

Figura


Autorretrato, detalle

Tu rostro. Tu mirada. Tu rostro a lo largo de los años. Algunos autores mencionan los autorretratos de Egon Schiele y, sin embargo… Schjerfbeck es más. Otros pronuncian el nombre de Rembrandt y comparan su introspección con la tuya. Así es: en la sinceridad, en el lúcido asombro. En vuestros últimos autorretratos, ambos nos mostráis el desmoronamiento. Tu rostro, Helena, se deshace. No hay exhibicionismo alguno: no lo ha habido en tu vida ni lo hay en el modo en que nos muestras tu rostro como diciendo “mirad, esto es lo que hay”.


Autorretrato (1885)

Autorretrato sobre fondo negro (1915)


Autorretrato (1915)


Autorretrato (1939)

Autorretrato (1945)


“No podía soportar vivir en voz alta”, escribe Emily Dickinson sobre sí misma.