miércoles, 22 de julio de 2015

Florencia o el reconocimiento



"Los amores que se comparten con una ciudad son, a menudo, amores secretos"

(Albert Camus, El verano en Argel)



A veces, cuando regresamos a un determinado lugar, los árboles, los ríos, las torres, los edificios enteros o los campos nos saludan. “¿Tú por aquí? ¡Qué sorpresa! ¿Dónde te habías metido?”. Es alegre responder a esos saludos, saber que campos, ríos, casas, nos recuerdan del mismo modo que nosotros los recordamos a ellos.

Ramón Gaya, Desde Boboli, Museo Ramón Gaya, Murcia, 1957

En otras ocasiones, en cambio, llegamos a una ciudad y ella ya no nos reconoce. ¿Tanto hemos cambiado? O, peor aún, somos nosotros quienes no la reconocemos porque es ella la que se ha transformado. ¿Dónde está aquel maravilloso edificio que tanto nos llamaba la atención? ¿Dónde aquellas delicadas tallas en la portada de un viejo comercio? ¿Dónde? Aunque no siempre es así: puede que la ciudad no nos reconozca ya a nosotros, pero nosotros sí que la reconocemos a ella. ¡Mejor así!

Ramón Gaya, Ponte Vecchio en septiembre, colección particular, 1989

Os invito a recorrer algunas ciudades, pueblos y paisajes que reconozco y, a veces, me reconocen. Hoy empezaremos el recorrido por Florencia o, por lo menos, por un poquito de Florencia. ¿Por qué por un poquito? Porque dejo fuera –de momento- a Florencia la grande, aquella por cuyas calles caminaron Giotto, Brunelleschi, Masaccio, Leonardo y tantos otros. Otro día, quizá, asistiremos a una de las charlas entre Marsilio Ficino, Agnolo Poliziano, Cristoforo Landino y Giovanni Pico della Mirandola. Si nos convidan, claro.


Cosimo Rosselli, Milagro del cáliz, detalle, capilla del Milagro, iglesia de San Ambrosio, Florencia, 1481-86

No hay ninguna necesidad de elegir, pero lo cierto es que siempre andamos haciéndolo. ¿Guerra y paz o Anna Karenina? ¿Rojo y negro o La cartuja de Parma? ¿Madame Bovary o La educación sentimental? ¿Venecia o Florencia? Florencia. Para mí, Florencia. Hay algo en su aire, en la severidad de sus perfiles, en su rigor, que me atrae. Sobre todo, porque ninguna de esas características está reñida con la gracia. No en Florencia.

Giuseppe Zocchi, Piazza della Signoria, colección particular, primera mitad del siglo XVIII

Ramón Gaya, Ponte Vecchio, Museo Nacional Reina Sofía, Madrid, 1962
Pero dejemos que nos lo cuente el pintor Ramón Gaya con sus palabras de 1952:
“Hemos correteado, de pasmo en pasmo, todo el día. En Florencia, desde el primer momento, se percibe muy bien su voluntariedad y su laboriosidad magistrales. Estamos en pleno delirio de perfección; aquí todo ha sido llevado a cabo con una mezcla de inspirada osadía y ciencia pura –aunque flexible también–, una ciencia que supiera, en el momento justo, renunciar a su terquedad de ciencia y ceder a una especie de… gracia. El simple trazado de un púlpito, o de una cantoría, o de una cornisa, o de un pedestal, o de un pozo, viene a ser aquí, por una parte, como la imposición de una ley, y por otra, como el dibujo de un capricho, casi de una locura, aunque… armoniosa”. 


Ramón Gaya, Florencia I, colección particular, 1994
Giuseppe Cannella el Viejo, Loggia dei Lanzi, 1847
Hemos visto antes una vista de la Signoria pintada por Zocchi. Como es lógico, son muchos los artistas que reflejan en sus pinturas este enclave tan especial, con su Palazzo Vecchio, la  Loggia dei Lanzi, el Palazzo Uguccioni, el Tribunale della Mercanzia y, cómo no, las estatuas que jalonan la plaza: esas estatuas que todo lo observan y, después, callan.

Giuseppe Bernardino Bison, Piazza della Signoria, colección particular, principios del siglo XIX

John Singer Sargent, Perseo, de noche, 1907
Anónimo, Muerte de Girolamo Savonarola en 1498 
El espacio puede estar amenizado por un charlatán encaramado a una tarima, por el exhibidor de un espectáculo itinerante, como hemos visto ya en el cuadro de Zocchi, por un despliegue festivo o por algo mucho más estremecedor, como es la ejecución de Savonarola en la hoguera.



Bernardo Bellotto, Piazza della Signoria, Szépművészeti Múzeum, Budapest, 1742 ca.

Anónimo, Fiesta en la Piazza della Signoria, siglo XVIII

Thomas Patch, Piazza della Signoria, segunda mitad del siglo XVIII
Giuseppe Zocchi, El río Arno, 1744
Florencia, desde luego, es mucho más que esta plaza, más que el Arno, más que su catedral y su bello baptisterio, más que sus palacios, sus iglesias. Es la suma de todo ello más el infinito placer de perderse por sus calles, “de pasmo en pasmo”, como decía Gaya. Lo sabéis todos los que la habéis visitado. ¡Lo sabéis, incluso, quienes aún no lo habéis hecho!

Luigi Garibbo, Piazza di Santa Trinità, Hermitage Museum, San Petersburgo, 1829


Theo van Rysselberghe, Longarno Acciaioli, colección particular, 1909
Marek Langowski, Florencia por la noche


Tal vez nos convenga tomarnos un respiro y ascender a una de las colinas próximas para desde allí contemplar, en buena compañía, la belleza de la ciudad.

Thomas Cole, Vista de Florencia desde San Miniato, Cleveland Museum of Art, 1837


Jean-Baptiste Corot, Florencia desde Boboli, Musée du Louvre, París, 1835-40

William Herbert Allen, Vista desde Fiesole
Theodor Kern, Vista de Florencia, Wardown Park Museum, Luton Culture

Antes de regresar al ajetreo de las calles, podemos dar un paseo por los jardines.



John Singer Sargent, Jardines de Boboli, Museum of Fine Arts, Boston, 1907
 

John Singer Sargent, Jardines de Boboli, Brooklyn Museum, Nueva York, 1905-09 c.
Destrucción del puente de Santa Trinità, agosto de 1944
¿Todo es belleza? No, también es dolor, un inmenso dolor. Durante la segunda guerra mundial, Florencia fue declarada ciudad abierta. Entre 1943 y 1944 sufrió la ocupación alemana. En septiembre de 1943 comenzaron las deportaciones a Auschwitz. La zona habitada por los judíos florentinos, en el Oltrarno, fue arrasada. Durante todo ese periodo, se hizo un gran esfuerzo para salvar vidas y para evitar el expolio artístico por parte de los nazis. En la noche del 3 y 4 de agosto de 1944, los alemanes, en su retirada, volaron todos los puentes de Florencia, excepto el Ponte Vecchio.

Piazza di Santa Maria Sopr'Arno, agosto de 1944

En noviembre de 1966, Florencia sufrió la peor inundación de su historia. Voluntarios de las más diversas procedencias se volcaron para intentar salvar libros y obras de arte. Se les conoce como “los ángeles del fango”.





En 1993, la mafia atentó con un coche-bomba estacionado en Via dei Georgofili: murieron cinco personas y la Galería de los Uffizi sufrió importantes daños.


Florencia ha vivido mucho y, como toda ciudad, ha albergado violencia, dolor, alegría, ilusiones, sueño. Está ahí. Viva. ¿La reconocéis?

***
¿Hoy no hay juego? Sí, pero es un juego distinto. Os propongo dos opciones (aunque también podéis elegir las dos):

a) que nos sugiráis los títulos de cinco novelas ambientadas en Florencia.

b) que nos habléis de vuestros lugares preferidos en esa ciudad, o de lo que más os gustaría ver, si aún no la conocéis.



 

29 comentarios:

  1. ¿Guerra y paz o Anna Karenina? ¿Rojo y negro o La cartuja de Parma? ¿Madame Bovary o La educación sentimental?

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  2. A Florencia fui hace una eternidad. Dudo que me reconociera,pero me encantaría volver a presentarme. Mientras en asomo a esta maravilla de ventana que abres para nosotros. Gracias! Un beso

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    1. ¡Seguro que te reconoce, Eva! Dale una oportunidad.

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    2. También me gustaría darle la misma oportunidad; pero yo fui hace dos eternidades.

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  3. Una novela: Una habitación con vistas, de Forster.

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    1. Buena novela de E.M. Forster y una deliciosa película de James Ivory, cuyo guión, por cierto, lo escribió la novelista y guionista Ruth Prawer Jhabvala. Gracias, Ana María.

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  4. No tengo el gusto de conocer Florencia. Así que ella supongo que tampoco me conoce. Es uno de los viajes más pendientes de mi vida.

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    1. Ah, no, en ese caso no te reconocerá. Pero... ¿a qué estás esperando para ir y presentarte? Eso sí, si puedes, procura ir fuera de los períodos normales de vacaciones. Gozarás más, mucho más.

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    2. Junto con Egipto, es de los más soñados.

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  5. Yo no he ido todavía y, de momento, mi economía no me lo permite, pero me consuelo con todos estos cuadros. Personalmente los que más me han gustado son los de Sargent y Gaya. Es una buena manera de verla, aunque preferiría verla en vivo y en directo.
    No conozco muchas novelas con Florencia, salvo la de Foster.
    Y si pudiese verla, me gustaría verlo todo, pero zapateando y a mi ritmo, nada de andar a la carrera. Prefiero ver menos, pero verlo a gusto. ¡¡Ainsss!! es una ciudad de la que nunca he oído nada malo, y eso tiene que significar algo, ¿no?

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    1. ¿A la carrera? ¡Jamás! Mira, lo que tenemos que hacer es alquilar un palazzo bien grande, para que quepamos todos, y pasarnos allí unos cuantos meses... o más. Ay, qué bien está esto de soñar despierta.

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  6. http://www.disfrutaflorencia.com/piazzale-michelangelo

    Yo tambièn me quedo con Florencia, al atardecer, desde èsta colína las vistas son maravillosas..
    Un abrazo, Carmen.

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    1. Inma, esa fue una de mis primeras vistas de Florencia, a los trece años. Llovía. Yo llevaba un impermeable azul. Qué recuerdos.
      Un abrazo, florentina.

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  7. Me ha encantado el paseo al que me invitaste. ¿Sabes? Al voler a una ciudad, también me encuentro conmigo mismo. Miro las cosas que me gustaron por ver si me siguen produciendo tal sensación y, siempre, encuentro detalles que antes me habían pasado desapercibidos. El Emilio de hoy mira con ojos diferentes las mismas cosas. Ahí me reencuentro. Gracias por el post.

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    1. Sí, y lo mejor es saber que lo que contemplas aún encierra más sorpresas que, tal vez, podrás descubrir en otro momento. Porque es inagotable, ¿verdad? Y también ese reconocimiento del que hablas, cuando dices a la ciudad a la que regresas: "sí, soy yo, pero no quien fui, sino quien soy ahora". Gracias, Emilio, me ha gustado mucho tu comentario.

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  8. En Florencia he tenido una sensación única, que jamás se ha vuelto a repetir: al desembocar por una calle lateral en la panza de la catedral y encontrarme ante aquella profusión de mármol verde, rosa y blanco, se me pusieron todos los pelos de punta. Fue una emoción inesperada porque sabía lo que había, lo había estudiado y visto en fotos, pero la realidad superó con mucho lo esperado.
    Preciosos todos los cuadros y estremecedoras las fotos.
    Un beso.

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    1. Esa sensación es terrible y maravillosa. Cuando te cae encima algo que creías conocer -un edificio, un lugar concreto, una escultura, una pintura...- y, de repente, te das cuenta de lo tremendamente vivo que está. ¡Claro que se nos ponen los pelos de punta! Te entiendo, Rosa, porque un montón de veces se me ha escapado en un museo, en una iglesia, en cualquier sitio, el grito de "¡está vivo!".

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  9. Carmen, czytałam Twe rozważania o Florencji z zachwytem, oglądałam niezwykłe obrazy i zdjęcia. Szczególnie, że we Florencji zakochałam się od pierwszego wejrzenia. To miasto, w którym sztuka w wyjątkowy sposób miesza się z życiem , z codziennością. Tam wszystko jest sztuką., oddycha się sztuką. To jest niesamowite wędrować ulicami, być w miejscach w których tworzyli wybitni artyści, w których uczyli się rysunku, malarstwa czy rzeźby. Istny zawrót głowy!!! Za kilkanaście dni jadę właśnie do Florencji , znów będę mogła wtopić się w to fascynujące miasto...

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    1. Florencji! Zdjęcia! Przekaż moje pozdrowienia, szczególnie do Santo Spirito.

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  10. Hola!!!! Como siempre llego tarde pero bueno, no he leído los comentarios y te digo inco novelas.
    -Una habitación con vitas.
    Inferno(de Dan Brown solo me gustan de verdad los primeros libros pero bueno...)
    Los Borgia, que apens recuerdo porque yo de Mario Puzzo me quedo sin duda con El Padrino y lo demás se desvanece,jejeje.
    El Romance de Leonardo, que le regalé a mi hermana(tiene muchísimos libros de él) y que leí.
    Y yo creo que Las vidas, de Giorgio Vasari, aunque no sea una novela recoge mucha información de Florencia, no muy actual, claro, es lo malo de tener 500 años.
    Como curiosidad te diré que el viernes pasado fui a una charla de Antonio Muñoz Molina y Elvira Lindo y Antonio explicó que su famosa novela, invierno en Lisboa hasta la mitad más o menos se llamó Invierno en Florencia, aunque luego pr una serie de circunstancias cambió de idea. Yo no lo sabía, me enteré el otro día.
    Un besín y para mí, lo mejor de Italia entera son los atardeceres, en Roma, cuando es otoño tienen un tono blanco.

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    1. ¡Hombre, Vasari! No te creas, que puede llegar a ser muy novelesco.
      No sabía lo que cuentas acerca del Invierno en Florencia que acabó convertido en Invierno en Lisboa. Muy interesante, ¡gracias!
      Quería comentarte algo más, pero en este momento se me ha ido de la cabeza o, como también decimos, se me ha ido el santo al cielo, así que, cuando me acuerde, te lo digo. Un abrazo, Marigem.

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    2. Jajajaj, cuando te acuerdes me lo dices.

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  11. Añado algunos títulos de novelas ambientadas en Florencia a los que ya habéis dicho:

    De Henry James, Retrato de una dama, en especial, aunque Florencia, como Venecia, se hallan muy presentes en su vida y en su obra.

    Bastantes obras del escritor florentino Vasco Pratolini. Destaco Crónicas de pobres amantes y Las muchachas de San Frediano.

    Una novela que tengo mucho interés en leer: Las piedras de Florencia, de Mary McCarthy.

    Si os gusta la novela negra, la serie del comisario Bordelli, de Marco Vichi. La acción transcurre en Florencia durante los años sesenta. Es amena y, progresivamente, va oscureciéndose y haciéndose más amarga.

    No he leído: La cruz y el lirio dorado, de Fernando Fernán-Gómez; Quattrocento, de Susana Fortes; La muerte de Venus, de Luis Racionero.

    ¿Qué más se os ocurre?

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  12. Hola: Acabo de descubrir tu blog y me gusta mucho la variedad de temas que tratas. No conozco Florencia pero me gustó conocerla virtualmente gracias a tu post. En este momento tengo un blog dedicado a los jóvenes y educación que te invito a visitarlo: http://cativodixital.blogspot.com.es/ . Si quieres seguimos en contacto. Yo ya me hice seguidora de tu blog.

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