Doménikos Theotokópoulos, El Greco (1541-1614)
Ahí tenemos a Góngora, diciendo aquello de “Esa montaña que, precipitante, ha tantos siglos que se viene abajo”, y antes que él, al Infante Don Juan Manuel, quien nos hace descender a las entrañas de Toledo en compañía de don Illán y del deán de Santiago, “que avía muy grant talante de saber el arte de la nigromançía”, y siglos después, a Jorge Luis Borges, quien nos confirma que “en Santiago había un deán que tenía codicia de aprender el arte de la magia. Oyó decir que don Illán de Toledo la sabía más que ninguno, y fue a Toledo a buscarlo”.
Vayamos
también nosotros a Toledo y busquemos a don Illán, pero no con la falsedad,
ambición e ingratitud del deán de Santiago, sino con nuestro inextinguible
anhelo de aprender y disfrutar, llenos de agradecimiento por poder disfrutar de tanta
belleza.
Domenikos Theotokopoulos, El Greco, Vista de Toledo, Metropolitan Museum of Art, Nueva York, 1598-99 c. |
¿Esto que nos muestra El Greco es Toledo?
Sí, claro: es el Toledo de El Greco. Porque no todos los edificios están donde
se supone que deberían estar ni, probablemente, todos los que representó
existieron en la realidad. Se trata de la libertad del artista, la misma de la
que harán gala los pintores de vedute y los escenógrafos. ¿Nos sobra este
edificio? ¡Fuera con él! ¿Conviene que representemos más próximas dos
construcciones que, en la realidad, se hallan más distantes! Hagámoslo. Y si
hay que cambiar el curso del río Tajo, se cambia. Somos artistas, somos libres.
Domenikos Theotokopoulos, El Greco, Vista de Toledo, detalle, Metropolitan Museum of Art, Nueva York, 1598-99 c. |
Un momento… ¿eso que se ve a la derecha no
es el Alcázar y, no lejos de él, el campanario de la catedral, un poco
desplazado hacia la izquierda, en relación con su posición real? ¿Ese puente
que vemos no es el de Alcántara? Sí, por supuesto. Esto es Toledo. El Toledo
auténtico y el creado por El Greco: los dos a la vez.
Domenikos Theotokopoulos, El Greco, Vista de Toledo, detalle, Metropolitan Museum of Art, Nueva York, 1598-99 c. |
La vista de Toledo aparece en muchas de las
obras de El Greco: en algunas de sus Inmaculadas y de sus Crucifixiones,
en el Bautismo, en cuadros como San Bernardino de Siena, San
José con el Niño, San Martín partiendo la capa, el Laocoonte y
otras.
Domenikos Theotokopoulos, El Greco, Laocoonte, detalle, National Gallery of Art, Washington, 1610 |
Domenikos Theotokopoulos, El Greco, Laocoonte, detalle, National Gallery of Art, Washington, 1610 |
En su Vista y plano de Toledo, El
Greco se aproxima en mayor medida a vistas de carácter más topográfico, como las
de Anton van den Wyngaerde.
Anton van den Wyngaerde, Vista de Toledo, 1562 |
Domenikos
Theotokopoulos, El Greco, Vista y plano
de Toledo, Museo de El Greco, Toledo, 1610 c.
|
Sin embargo, tampoco en esta obra de El
Greco se hallan ausentes por completo las licencias. Aparte de la
personificación del río como un anciano que vierte agua, según el modelo
helenístico, y de la gloria celestial con su revoloteo de Virgen y ángeles,
hallamos destacada, sobre una nube, la maqueta del Hospital de Tavera, por
cortesía hacia el comitente del cuadro y administrador de dicha institución.
Domenikos Theotokopoulos, El Greco, Vista y plano de Toledo, detalle, Museo de El Greco, Toledo, 1610 c. |
A la derecha
del cuadro, un joven nos muestra un plano: mirad, parece decir, esto es Toledo.
No importa que los edificios crezcan en las nubes o se aproximen entre sí o se
alejen: creedme, es Toledo.
Domenikos Theotokopoulos, El Greco, Vista y plano de Toledo, detalle, Museo de El Greco, Toledo, 1610 c. |
Pero hay algo
más importante que estas licencias en todas las vistas de Toledo realizadas por
El Greco: la desmaterialización de sus edificios, la vibración que los recorre,
como si se echasen a temblar en el instante en que, aún siendo arquitectura,
están a punto de convertirse en otra cosa. ¿En qué? ¿En edificios espectrales?
Porque la arquitectura, lo sabemos, también tiene sus fantasmas.
Domenikos Theotokopoulos, El Greco, Vista y plano de Toledo, detalle, Museo de El Greco, Toledo, 1610 c. |
Domenikos Theotokopoulos, El Greco, Vista de Toledo, detalle, Metropolitan Museum of Art, Nueva York, 1598-99 c. |
Son numerosos
los artistas para quienes posó esta asombrosa ciudad: Beruete, Zuloaga,
Sorolla, Rivera y muchos otros. La anciana dama muestra su rostro complaciente,
aunque siga ocultando sus secretos.
Aureliano de Beruete, Vista de Toledo desde la Vega Baja, Museo Santa Cruz, Toledo, 1909 |
Aureliano de Beruete, Vista de Toledo desde los Cigarrales, Museo de Arte Contemporáneo, Toledo, 1906 |
Ignacio
Zuloaga, Maurice Barrès ante Toledo, Musée Lorrain de Nancy, 1913
|
Ignacio Zuloaga, Vista de Toledo, Academia de Bellas Artes de San Fernando |
Joaquín Sorolla, Vista de Toledo, Museo Sorolla, Madrid, 1912 |
Diego Rivera, Vista de Toledo, Fundación Amparo de Espinosa, Puebla, 1912 |
Yo creo que el brujo don Illán sigue trabajando en su gabinete subterráneo, bajo el lecho del Tajo, y que unas viejas llaves añoran aún las cerraduras de puertas que hoy son polvo. Es Borges, también, quien nos lo cuenta:
Abarbanel, Farías o Pinedo,
arrojados de España por impía
persecución, conservan todavía
la llave de una casa de Toledo.
Libres ahora de esperanza y miedo,
miran la llave al declinar el día;
en el bronce hay ayeres, lejanía,
cansado brillo y sufrimiento quedo.
Hoy que su puerta es polvo, el instrumento
es cifra de la diáspora y del viento,
afín a esa otra llave del santuario
que alguien lanzó al azul cuando el romano
acometió con fuego temerario,
y que en el cielo recibió una mano.
(Jorge Luis Borges, Una llave en Salónica)
Abarbanel, Farías o Pinedo,
arrojados de España por impía
persecución, conservan todavía
la llave de una casa de Toledo.
Libres ahora de esperanza y miedo,
miran la llave al declinar el día;
en el bronce hay ayeres, lejanía,
cansado brillo y sufrimiento quedo.
Hoy que su puerta es polvo, el instrumento
es cifra de la diáspora y del viento,
afín a esa otra llave del santuario
que alguien lanzó al azul cuando el romano
acometió con fuego temerario,
y que en el cielo recibió una mano.
(Jorge Luis Borges, Una llave en Salónica)
¿Pinedo? ¿Conservas la llave?
ResponderEliminar¿Yo? ¿Conservar algo? ¡Pero si lo pierdo todo! De todos modos, no la necesito: estoy aquí.
EliminarPreciosa ciudad, precisosos cuadros, fabulosos artistas. ¿qué más da que los edificios no estén donde deberían?
ResponderEliminarA fin de cuentas, si quieres pasear por Toledo, agarras un callejero. Si quieres ver una ciudad sin más, paseas o miras cuadros sobre ella. Y también, a fin de cuentas, ninguna ciudad es igual para sus visitantes. Si nos ponemos a contar como la hemos visto y alguien la dibujase, seguro que nunca saldría exactamente a como es en el plano.
Yo me quedo con la visión de todos, que es una alegría para la vista, y espero poder volver a verla desde el mío. Es lo que me gusta de los lugares que visito.
Eso sí, para ver que edificios o parques he de ver, me agarro un callejero, que son muy prácticos.
GRACIAS Camen, me gusta mucho El Greco, y me has recordado que también me gustan mucho Rivera, Sorolla, Zuloaga y Beruete.
¡FELIZ DOMINGO!
Me gusta mucho esa idea -que, además, es cierta- de varias personas que describen o dibujan el plano de una ciudad que han visitado y, en cada uno de los casos, aparece una ciudad distinta.
EliminarFeliz domingo, sugerente Harry.
Toledo hechiza.
ResponderEliminarMe resulta muy difícil contemplarla sin pensar en las vistas de El Greco.
O perderse por sus calles sin encontrarse con los personajes de El Greco.
EliminarToledo es una de las ciudades españolas que más me ha hechizado. Recuerdo su visita como un descubrimiento de cosas a cada paso .Fantástica. Estoy deseando volver. Un abrazo ,Carmen
ResponderEliminarHay otra ciudad que, aunque no se parezca, asocio siempre con Toledo y también me fascina: Segovia. Comparten misterio y subterráneos. ¿Conoces Segovia, Eva?
EliminarLo del Greco con Toledo viene a ser como un romance que los vincula a ambos, como aquel que lo hacía con Dalí y Cadaqués.
ResponderEliminarUna entrada muy ilustrativa de un Toledo figurado, realzado, mistificado y misterioso de la mano de un griego que no lo es menos.
Un abrazo
El Toledo de El Greco... y de cada uno de nosotros. Como todos los lugares de los que nos apropiamos para imaginarlos y transformarlos. Un abrazo, Francisco,
EliminarAyyyy Toledo y Ayyyy El Greco.
ResponderEliminarLo has descrito todo también que poco puedo añadir excepto que me encanta la ciudad y el pinto...qué decir.
Aquí en Oviedo tenemos un apostolado que es una maravilla, a veces no me creo que tengamos esa suerte, y cuanto más lo veo más me gusta.
Un besín y has puesto una entrada preciosa, que bien me lo he pasado.
¡Marigem, que me había dejado perdidito tu comentario!
EliminarMira a quiénes tenemos aquí:
http://1.bp.blogspot.com/-wuDDyK3ghDw/U1TvfdVB5hI/AAAAAAAAFHw/zwOfk5YUthY/s1600/7777777.PNG
Un abrazo.
¿A qué ponen la piel de gallina? Mi hija se pasa horas admirándolos. Un beso y gracias.
EliminarTenía como tres entradas tuyas sin ver, pero es un auténtico placer ponerse al día.
ResponderEliminarUn abrazo.
Madre mía, y yo hace más de un año que me perdí este comentario. Un abrazo de ayer que pasa a hoy, Rosa.
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