“Se ha
escapado un loco peligroso”, anunciaba mi hermano, con voz campanuda, al
comienzo de algunos de nuestros juegos infantiles. La frase, que auguraba
deliciosas zozobras, me gustó mientras fue novedad. Cuando dejó de serlo,
protestaba al oírla: “vaya, ya tenemos en danza al loco”. Un día, mi hermano
dijo: “se ha escapado un mono peligroso”. ¿Un mono? ¡Poe había entrado en
nuestros juegos!
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Aubrey Beardsley, The Murders in the Rue Morgue,
1901 |
No era un
mono, claro, sino un orangután, en el cuento de Edgar Allan Poe, y un gorila en
la película Doble asesinato en la calle
Morgue, dirigida en 1932 por Robert Florey y ajena en gran medida al cuento
de Poe. Pero antes de que sigáis leyendo esto, os recomiendo que veáis lo que
Josevi Blender nos cuenta sobre la película en su blog Todo negro. Eso sí: ¡luego no os olvidéis de regresar aquí para
terminar de leer este texto!
La historia,
tanto en el relato y sus ilustraciones como en la película, es cruel, escabrosa:
irresistible para unos niños. Sobre todo en su versión cinematográfica, la
inteligencia no se enfrenta tan solo con la fuerza bruta, sino también con un
completo surtido de perversiones. No es extraño que el ilustrador Wilfred Sätty
nos convierta en voyeurs al hacer que
nos asomemos a esta historia a través del ojo de una cerradura.
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Wilfred Sätty, The
Illustrated Edgar Allan Poe, 1976 |
El paisaje
urbano representado por Sätty evoca el que Charles D. Hall creó en 1932 para la
película de Florey. Una ciudad de sombras, pináculos, fachadas escorzadas y
todo tipo de oblicuidades: un París que si, por una parte, se inspira en la obra
de Honoré Daumier y en los grabados decimonónicos, por otra parte bebe de las fuentes
del expresionismo alemán. Las casas vivas de ese París que Robert Florey quiso
auténtico consiguen mantener, a veces, la verticalidad, pero en otras ocasiones
tiemblan, con sus rugosas texturas palpitantes, y se ciernen sobre hombres,
coches, caballos.
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Robert
Florey, Doble asesinato en la calle
Morgue, 1932
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Robert
Florey, Doble asesinato en la calle
Morgue, 1932 |
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Robert
Florey, Doble asesinato en la calle
Morgue, 1932 |
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Robert
Florey, Doble asesinato en la calle
Morgue, 1932 |
Estas casas
que parecen respirar aun en su declive, nos traen a la memoria aquellas que amenazan
con desmoronarse en la mágica ciudad de Praga construida en 1920 por Hans Poelzig para El Golem de Paul Wegener:
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Paul Wegener, El Golem, 1920 |
Nos
recuerdan, sobre todo, al París que el escenógrafo Anton Grot recrea en Svengali:
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Archie Mayo, Svengali,
1931 |
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Archie Mayo, Svengali,
1931 |
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Archie Mayo, Svengali,
1931 |
Tanto en Svengali como en Doble asesinato, hay unas escenas en las que la vista urbana queda
enmarcada, como si se tratase de un cuadro, por un ventanal o un balcón. “París
entera está delante de nosotros –dice Dupin en el balcón de casa de Camille-.
Quizá sea mejor no saber lo que pasa detrás de las ventanas. Piensa en lo que
esconden esas paredes: esperanzas, corazones rotos, sueños perdidos, hambre y
locura, tragedias en el río”.
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Robert Florey,
Doble asesinato en la calle Morgue,
1932
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Archie Mayo, Svengali,
1931 |
En este
recorrido urbano a través de París y su boulevard du Temple¸ conocido popularmente como boulevard du
Crime, ascendemos por los tejados, en unas secuencias evocadoras de la fuga
de Cesare en El gabinete del doctor Caligari y precursora de las aéreas
andanzas de King Kong.
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Robert Florey, Doble
asesinato en la calle Morgue, 1932 |
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Robert Florey, Doble
asesinato en la calle Morgue, 1932 |
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Robert Wiene, El
gabinete del doctor Caligari, 1920 |
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Merian
C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, King Kong, 1933 |
Alcanzamos también los muelles del Sena,
donde nos encontramos con otros encuadres de la escisión, tan frecuentes en la
pintura romántica, y con un escenario común también en la pintura y los
grabados urbanos de mediados del siglo XIX.
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Robert Florey, Doble
asesinato en la calle Morgue, 1932 |
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Karl Friedrich Schinkel,
La vista del Spree en Stralau, Staatliche Museen, Berlín, 1817 |
El diálogo
entre la película de Florey y otras, anteriores o posteriores, se amplía en
escenarios como el de la barraca de feria y el laboratorio. El primero de ellos
nos sitúa, de nuevo, a medio camino entre la feria de Holstenwall, en Caligari, y la exhibición del pobre King
Kong en un escenario teatral:
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Robert Wiene, El
gabinete del doctor Caligari, 1920 |
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Robert Florey, Doble
asesinato en la calle Morgue, 1932 |
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Merian
C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, King Kong, 1933 |
En cuanto al
laboratorio, no podemos dejar de recordar que Robert Florey preparó el rodaje
de Frankenstein, aunque al final la
película no se le encargó a él, sino a James Whale. El magnífico
torreón-laboratorio de la película de Whale, realizado por Charles D. Hall y Herman
Rosse –quien, por cierto, también hace sus aportaciones a la escenografía de El doble asesinato-, halla su eco, más
modesto, en el laboratorio del cruel y enloquecido doctor Mirakle.
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Robert Florey, Doble
asesinato en la calle Morgue, 1932 |
Vemos, en el
laboratorio, las características oblicuidades de Charles D. Hall, presentes
también en otros de los decorados de la película, como la buhardilla de Dupin:
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Robert Florey, Doble
asesinato en la calle Morgue, 1932 |
Para crear
estos ángulos bajos en los techos y en las puertas y ventanas, se emplearon
telas de lona. Jugaron también un papel muy importante los matte painting o pintura sobre vidrio y las miniaturas. Las
sombras, de tan honda presencia en la película, estaban pintadas, a menudo,
sobre el decorado, como solía hacerse en las películas del expresionismo
alemán. Otro recurso habitual, la reutilización de decorados, también se adoptó
en Doble asesinato en la calle Morgue:
muchos de los tejados y las calles de este París decimonónico proceden de El jorobado de Notre Dame, rodada por
Wallace Worsley en 1923.
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Wallace Worsley, El jorobado de Notre Dame, 1923 |
Este París de 1845 que recorremos de la mano de una bestia
enamorada –también en esto Doble
asesinato precede a King Kong- no
habría sido posible sin la espléndida fotografía de Karl Freund y el manejo de
los efectos especiales por John
P. Fulton, otros dos grandes
nombres que se suman a los de Charles D. Hall y Herman Rosse.
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Robert
Florey, Doble asesinato en la calle
Morgue, 1932
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Os invito a regresar ahora al blog Todo negro, donde podréis ver la película. Disfrutaréis.
Os ha quedado estupenda la colaboración a cuatro manos: ¡Plas, plas, plas! (Ovación).
ResponderEliminar¡Pues cuando quieras hacemos un trío o un cuarteto! ;)
EliminarPues yo me apunto.
EliminarQuè gran entrada, Poe y el expresionismo alemàn, una mezcla apasionante, al menos para mí, me entusiasma este tipo de cine.
ResponderEliminarSe agradece la información tan detallada y vuestra visión sobre esta película, os lo habèis currado.. enhorabuena a ambos!!
¡Gracias, Inma, grandísima cinéfila!
EliminarEspléndido una vez más. Post tras post. Ya trates de cine, de pintura, de arquitectura o de cualquier otro tema, destaca tu acento personal, inconfundible. Muy interesante vuestra colaboración en esta nueva aproximación al mito de la bella y la bestia. Un saludo a los dos.
ResponderEliminarEl tema de la bella y la bestia viene de antiguo: pensemos, por poner solo unos ejemplos, en Pasífae y el toro de Creta, en las transformaciones de Zeus en animal para consumar sus amoríos, en Andrómeda entregada a la bestia marina y en espera de ser rescatada (cómo no) por Perseo, y en la transformación de esta leyenda en la de San Jorge, la princesa y el dragón. Bueno, hay muchísimos ejemplos. El cine hace suyo el tema, haciendo durante los años treinta un especial hincapié en los grandes simios: El signo de la cruz (1932), Doble asesinato en la calle Morgue (1932), King Kong (1933)... Es un tema sobre el que se podría debatir mucho: por ejemplo, sobre sus componentes fetichistas, o sobre el papel que representan las mujeres.
EliminarGracias por tus comentarios, Felipe, siempre tan amables.
Ayyyyyyyyy me has tocado la fibra sensible, soy una obsesa de Poe.
ResponderEliminarHe visto la peli bastantes veces y he leído todo lo de Poe mil.
Con esa peli me pasa como con Extraños en un tren, que aunque no es idéntica al libro me gusta por igual en ambos formatos, y eso me ocurre muy poco, siempre suelo preferir el libro.
Lo has contado genial, me ha gustado un montón y me paso ahora mismo por Todo Negro que he ido alguna vez y encaja mucho con mis gustos. Un beso.
Es una buena obsesión, Marigem ;)
EliminarTienes razón: es extraño que se dé el caso de que la versión literaria y la cinematográfica de una misma historia nos gusten por igual, pero, cuando sucede... es estupendo.
Parece un dúo para saxo y clarinete, aderezado con asesinatos terroríficos, simios grandullones y pimentón picante. ¿Solamente se han escapado dos locos peligrosos? Visiones urbanas en noches que inquietan. Los edificios están al acecho. Sus sombras te miran. Me gusta esta entrada.
ResponderEliminarY a mí tu comentario con música de jazz y edificios acechantes entre las sombras.
EliminarPues acabo de llegar de Todo negro y aunque con el cine me pierdo (tengo que ponerme en serio con él, pero...) Poe es uno de mis escritores de adolescencia. ¡Cómo no! Y los crímenes de la Rue Morgue (qué apropiada la calle, jeje), era un libro típico en las clases de inglés. En fin, que jamás se me hubiese ocurrido unir a Poe con el expresionismo; ni siquiera con King Kong, y ahora no sé si podré unirlo a otra cosa.
ResponderEliminarLas casas acechantes tienen una belleza sobrenatural y sus ventanas asustan, por lo que se imagina pero no se ve.
Como siempre he disfrutado mucho de esta entrada y mis pobres conocimientos sobre cine van aumentando mis conocimientos sobre otras cosas.
Bueno, Sandro Machetti, que de esto y de mucho más sabe un rato, ha hecho unas precisiones interesantísimas en Facebook, distinguiendo entre el "caligarismo" y la dudosa existencia de un cine expresionista que, para existir, tendría que haber estado ligado a actitudes estéticas de vanguardia. Él lo explica muchísimo mejor, claro: ¡os aseguro que es un placer leerle! El caso es que, como dices, todos vamos aprendiendo un poco más cada día.
EliminarCoincidimos: las casas son tan bellas como inquietantes.
Cuando vi las dos primeras fotografías lo primero que me vino a la cabeza fue El Golem. Aquí también el entorno se convierte en inquietante protagonista. Una maravilla oscura, engañosa, y como tú dices,que respira. Un abrazo, Carmen
ResponderEliminar¿Verdad que sí, que las ciudades y las casas están vivas, que cuentan por sí mismas las historias? Como en El Golem, todo acaba siendo un cuento de hadas, un siniestro y fascinante cuento de hadas.
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