Las vacaciones,
antes, eran cosa de ricos. ¿De ricos, he dicho? Más aún: de aristócratas. De
aristócratas ricos, se entiende. Fue así, por lo menos, hasta que, a mediados
del siglo XIX, la costumbre comenzó a generalizarse. Más o menos a partir de
ese momento, el año se
divide en dos: la temporada mundana, que transcurre en la ciudad durante el
invierno y la primavera, y la temporada en el campo o en la playa, en los meses
de verano y otoño.
Esta nueva distribución del
tiempo tiene muy poco que ver con la vigente en la sociedad preindustrial, en
la cual el ocio se inscribía en el marco de las actividades cotidianas, y es
uno de los rasgos más llamativos de la nueva sociedad burguesa nacida en el XIX. Cambian los tiempos: cambia el tiempo.
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Eugène Boudin, Playa de Trouville, National Gallery of
Art, Washington DC, 1864-65 |
Cannes, Biarritz, Trouville,
Deauville… son algunos de los nombres prestigiosos de playas que, en un momento
u otro, fueron célebres. Biarritz se puso de moda a raíz de la construcción de
un palacio en la ciudad, en 1854, por la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa
de Napoleón III. Ville Eugenie es en la actualidad un hotel.
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Émile Defonds, La emperatriz Eugenia en Biarritz,
Castillo de Compiègne, 1858 |
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Villa Eugenie,
Biarritz |
En España, la Corte, que había veraneado hasta
entonces en los llamados Sitios Reales, como los bellísimos Aranjuez o La Granja, se traslada a la
costa, a las instalaciones balnearias o a las playas de San Sebastián o
Santander. Los burgueses no tardan en seguir su ejemplo. ¡Vamos! ¡Vamos todos a
la playa! El ferrocarril la ha puesto al alcance de los habitantes del
interior.
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Playa del Antiguo, San
Sebastián |
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Playa del Sardinero, Santander
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Trouville fue playa de pintores
y escritores. Gustave Flaubert y Marcel Proust fueron asiduos visitantes de la
localidad normanda y recogieron mucho de ella en sus obras.
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Gustave Courbet, Playa cerca de Trouville,
Wallraf-Richartz-Museum, Colonia, 1865 |
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James Abbott McNeill Whistler, Armonía en azul y
plata. Trouville, Stewart Gardner Museum, Boston, 1865 |
La playa de Trouville se llena de personas en las
pinturas de Eugène Boudin.
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Eugène Boudin, Figuras en la playa, Museum of Fine
Arts, Boston,
1893 |
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Eugène Boudin, Figuras en la playa, Museum of Fine
Arts, Boston,
1893 |
Se llena, también,
de sombrillas, sillas de enea y casetas.
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Eugène Boudin, Baños
en la playa de Trouville, Musée d’Orsay, París, 1869 |
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Eugène Boudin, Escena
de playa en Trouville, National Gallery of Art, Washington, DC, 1863 |
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Eugène Boudin, La
playa de Trouville, Princeton University Art Museum, 1865 |
Observad cómo
todos los personajes aparecen vestidos con recato e incluso elegancia: no ha
llegado aún el tiempo de descubrir la piel ante el sol y el mar. Aun así, la playa incita a una mayor ligereza
en la forma de vestir, en las actitudes, en la forma de relacionarse. Poco a
poco, comienzan a utilizarse tejidos más ligeros y vestimentas más sueltas, más
“de playa”.
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Claude Monet, En la playa de Trouville, Musée Marmottan Monet, París, 1870-71 |
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Edgar Degas, En la playa, National Gallery, Londres,
1876 |
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Joaquín Sorolla, Bajo el toldo. Playa de Zarauz, Museo
Sorolla, Madrid, 1910 |
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Cecilio Pla, Mujeres con sombrillas, 1915 c. |
Los niños se entretienen con la
arena, mientras los adultos celebran sus tertulias.
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Max Liebermann, La playa de Nordwijk, Niedersächsisches
Landesmuseum, Hannover, 1908 |
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Eugène Boudin, Playa próxima a Trouville, Bridgestone Museum of Art, Tokio, 1865 c. |
En algunos cuadros
aparecen las casetas con ruedas que servían para adentrarse en el agua y tomar
“baños de olas” con toda discreción.
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Eugène Boudin, Tormenta en ciernes, Art Institute of
Chicago, 1864 |
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Playa de la Franca, Columbres,
principios del siglo XX |
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San Sebastián. A la
izquierda, caseta de playa de Alfonso XIII |
Vemos también los grandes
sillones de mimbre que protegían del viento y del sol:
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Playa del Sardinero,
Santander, 1915 c. |
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Cecilio Pla, Apunte de la playa de Valencia, 1918 |
Todavía queda gente en
la playa, pero ya va siendo hora de que recojamos nuestras cosas y empecemos a
retirarnos.
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John Atkinson Grimshaw, Playa de Scarborough, colección particular, 1892 |
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Playa de Biarritz |
Un día de playa (o monte, paseo, museos, música, lectura, teatro, cine...) con una pequeña pausa, en el caso de los que hoy tenemos que votar, para acercarnos al colegio electoral. ¡Da tiempo a todo!
ResponderEliminarTodo un recorrido histórico turístico
ResponderEliminarSin movernos de casa. Aún.
EliminarMe ha encantado. Recuerdo,de pequeña,quedarme embobada mirando una escena pintada en la caja de lata que utilizaba mi madre como costurero, muy parecida a las que recoge tu maravillosa entrada. Siempre me transmitió nostalgia;quizás porque reflejaba un mundo que ya no existía y a se me antojaba romántico; como un oasis alejado de la realidad. Me ha encantado . Hoy mi día de playa será mucho menos elegante, pero muy divertido. Un beso. Feliz domingo
ResponderEliminarSorprende ver cómo vestían en la playa. Esos vestidos de manga larga, esos guantes hasta el codo... No parece muy cómodo, pero elegante, desde luego, lo es. Era otro mundo: un mundo con sus muchas cosas buenas y sus muchas cosas malas que, como dices, hace mucho tiempo que dejó de existir. Así que nos quedamos con el que nos ha tocado vivir. Disfruta de tu día de playa, Eva.
Eliminar¡Qué precioso todo Carmen!, claro que soy de costa y la mar ha estado en mi vida desde chiquitina y no me la imagino sin unas buenas olas.
ResponderEliminarEran otros tiempos, otra forma de disfrutar de la playa que hoy nos da risa. No sabían lo que se perdían; no hay nada mejor que disfrutar de la brisa marina en la piel, pero fueron los pioneros y sólo por eso merecen mi respeto. Por eso y porque se creo un género nuevo en el arte de la pintura, que no es que exista propiamente, y es el de las escenas de playa. Siempre se habían adentrado mar adentro o lo miraban desde acantilados rocosos. Con esta nueva moda se quedan en la arena, disfrutando de un día de sol, sin resaca ni grandes tormentas.
Personalmente me gustan todos los pintores pero si tuviera que elegir a uno sería a Sorolla. ¡Ainsss! es que esa luz y ese color no lo he encontrado en ningún otro.
GRACIAS Carmen. Una entrada entrañable y esperanzadora.
Saludos a todos
Yo recuerdo, con cierto asombro, cómo me encantaba de niña eso de rebozarme en la arena. Ahora me quedo con el mar fuera de temporada. Tienes razón con lo que dices acerca de la creación de un nuevo género, subgénero o como se le quiera llamar: antes de que la gente empezase a gozar de la playa, cuando esta se representaba en un cuadro lo hacía como una forma determinada del género paisajístico de la marina (marina con playa) o como un lugar de trabajo, no de ocio (pescadores, recolectores de conchas...). Hay algunos casos -por ejemplo, alguna pintura de Salomon van Ruysdael- en los que se ve a unos paseantes, pero está claro que la eclosión de cuadros en los que se representa el ocio en la playa va de la mano, lógicamente, de la irrupción de este ocio playero como costumbre.
Eliminar¿Seguro que nos tenemos que ir ya?. ¡Si ahora es cuando mejor se está! (Os suena esta frase?. Seguro. La decimos cada verano miles de veces cuando estamos en la playa y toca la hora de irse)
ResponderEliminarMe ha encantado la entrada, Carmen. Hay maravillosas fotografías de mi ciudad, con unos baños públicos en los que se podían tomar "los baños" mediante una pasarela que se adentraba en el mar.
Los que vivían en la costa tenían el privilegio de no tener que desplazarse para poder disfrutar del mar. Aunque, no debemos olvidar que sólo unos pocos podían utilizar las instalaciones de los baños y la mayoría disfrutaban de la playa, la arena, las rocas y el sol, mientras aprovechaban para pescar con caña o para recoger mejillones en las rocas.
No hace tanto, bueno sí... Dios mío cómo pasa el tiempo... había mejillones de roca al alcance de todos y quien más, quien menos, se llevaba su redecita llena para el aperitivo del domingo. Gracias, Carmen. Me ha encantado.
Entonces, ¿nos quedamos un ratito más? ;)
EliminarNosotros encontrábamos tellinas (coquinas). Ay, qué ricas están con limón o con tomate...
Sí que apetecen unas tellinas. Me apunto a la tapa.
ResponderEliminarDiscrepo de Harry, en este caso. El cuadro que más me gusta es el de Courbet. Ahora bien: hay fotos magníficas.
Dan ganas de darse un paseo por la playa.
Lo tienes fácil. Lo de pasear por la playa, digo. Incluso lo de las tellinas ;)
EliminarHola Carmen. Mira que me gusta siempre lo que pones pero hoy me requeteencanta. Tengo debilidad por Sorolla,, por Boudin, en la Playa La Franca he pasado momentos preciosos, y en Francia...me ha gustado muchísimo, siempre que me entero de alguna exposición de Sorolla voy, Aquí en una feria que tenemos hacen exposiciones maravillosas y siempre hay algún Sorolla.
ResponderEliminarAyyyy no me hables de votar que soy suplente de mesa y me hicieron estar en el cole a las ocho de la mañana y tardaron más de una hora en dejarme libre,jejeje, pero hay que votar que las Sufragistas lucharon muchísimo y no podemos olvidarlo. Un beso y enhorabuena por el post.
Al final no sé si te gusta más Sorolla o la playa, Marigem ;) Aunque te puedes quedar con los dos: playa y Sorolla.
EliminarTe imagino saliendo del colegio esta mañana como una niña: "¡bieeeen! ¡recreo!" :)
¡Buenas tardes ya Carmen! Pues coincido con Gema en lo de Sorolla, como valenciana que soy.
ResponderEliminarYo vivo todo el año en la zona de la playa, y os puedo "certificar" que la gente ya está arremolinada desde primera hora en la orilla del mar (y que conste que no os lo digo para daros envidia, ¿eh? ;-)
A los que somos de aquí nos cuesta vivir en otro lugar en el que no puedas ver el mar casi a diario.
Tu post ha sido como un paseíto por la playa, pero sin tener que mojarnos los pies ni ponernos la antisolar, ¡me ha encantado!
Feliz tarde,
¡Saludos a todos!
¿Y la noche de San Juan, Chelo? Qué barbaridad, ahí sí que se arremolina la gente.
EliminarQué gracia, todos los que hemos comentado hasta ahora somos costeros... A ver, ¿qué pasa con los amigos del interior? ¿Dónde os habéis metido?
Carmen te invito a que pases por: http://abrazodelibro.blogspot.com.es/
ResponderEliminarCelebro mi segundo aniversario y quiero compartir algo contigo.
Un abrazo
¡Un pedazo de tarta! ¡Bien!
EliminarDos años ya, qué maravilla, Francisco. ¡Enhorabuena! Muchísimas gracias por acordarte de este rinconcito de arte. Tardaré un poco en cumplir el requisito de nombrar diez blogs, porque en estos momentos ando como el conejo de Alicia, pero lo cumpliré. Gracias, muchas gracias. Un abrazo, y a seguir celebrando muchos más años.
No te preocupes. No tienen que ser 10. pueden ser 1,2 o 3, pero solo hasta 10
EliminarPero no hay prisas para ello.
Un abrazo, ¡Ya veo que te gustó la tarta! jeje
¡Cómo cambian las cosas con el paso del tiempo, las modas, los gustos de la gente, y el arte ahí, latente, tomando el pulso a la sociedad y dejando su huella con exquisita calidad y maestría, una formidable remembranza para todos, gracias señora por tan nutritiva entrada, una feliz semana para todos!
ResponderEliminarSí, yo creo que por eso nos fascinan tanto las fotografías antiguas y las pinturas que nos muestran esos otros modos de vivir. Son como ventanas abiertas a otros tiempos y, a menudo, a otros lugares. Feliz semana, Luis Antonio (he decidido perdonarte que me llames "señora", sobre todo después de que Montserrat me haya llamado "reina" ;) )
Eliminar¡Pero Zaragoza es una ciudad preciosa! ¿Que falta el mar? Bueno, pero no se puede tener todo, amiga mía ;)
ResponderEliminarBueno, no deshagas el equipaje, que esta semana vamos a seguir viajando.
A mi lo que me fascina son las playas vacías,pasear descalzo por sus arenas, Me acuerdo cuando se podían recoger caracolas.
ResponderEliminar¡Que tiempos aquellos! cuando los aristócratas eramos los únicos que podíamos veranear. Jajajaja
¡Señor marqués, qué gusto verle por aquí! ;)
EliminarPasear por una playa vacía es un placer. Por eso, ahora que ya no me da por rebozarme en la arena como hacía de niña, me gustan más fuera de temporada.
Me encanta ver en esta entrada a mi paisano Sorolla, sus pinturas recogían no sólo a la aristocracia, aunque claro para él la playa era su medio natural.
ResponderEliminarYa he hablado con don Joaquín, Josevi. Dice que se pasará por aquí, con unos amigos, dentro de unas semanas ;)
EliminarMe encantará verlo y oírte.
EliminarMe he refrescado pensando en la playa, y con Elisenda me ha venido a la memoria que aprendí a buscar y coger almejas.
ResponderEliminarGracias, es preciosa la entrada que presentas y las fotos de Boudin, me han encantado, en realidad todo
¡Almejas, qué ricas! La verdad es que como ya se nos ha venido el verano encima, me ha apetecido volver a mostrar estas playas, para refrescarnos un poco. Me parece que el viernes seguiremos cerca del mar.
EliminarGracias, Esperanza Mar. Un abrazo.
Me encanta esta entrada sobre todo el mar . los cuadros de Sorolla son mi debilidad. Un abrazo
ResponderEliminarLas imágenes nos traen un poco de brisa, ¿verdad? Un abrazo,Mari Carmen.
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