¿Qué haría el bueno de Quasimodo
sin Nôtre-Dame? ¿Cómo podría confundirse con sus gárgolas, tañer las campanas y
trepar por las torres de la catedral, si no hubiese catedral que le acogiese?
Pero la hay: tanto en la realidad como en la obra de Victor Hugo y en las
distintas películas que han relatado la historia de Quasimodo y la bella
Esmeralda.
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William Dieterle, The Hunchback of Notre Dame, 1939 |
En 1905, Alice Guy Blaché dirigió Esmeralda,
basada en Nuestra Señora de París, de
Hugo. Wallace Worsley rodó en 1923 El
jorobado de Nôtre Dame (The
Hunchback of Notre Dame),
protagonizado por Lon Chaney. La dirección artística corrió a cargo de Sydney
Ullman y Elmer Sheeley. Para recrear en los estudios de la Universal la catedral de
París se aplicó la técnica de la pintura sobre vidrio, ideada por Norman Dawn,
antiguo colaborador de Georges Mélies. Esta pintura completaba la parte baja de
la fachada, que era tridimensional.
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El director Wallace
Worsley y el director de fotografía Robert Newhard |
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Wallace Worsley, The Hunchback of Notre Dame, 1923 |
Poco a poco, nos contaba Juan Antonio Ramírez en su libro sobre la
arquitectura en el cine, se fueron apiñando más edificios en torno a la
catedral, de modo que a principios de los años treinta ya había tomado forma la
ciudad europea medieval de la Universal. En
ella se rodaron películas como Drácula (Tod
Browning, 1931), Frankenstein (James
Whale, 1931), El hombre invisible (James
Whale, 1933) y La novia de Frankenstein (James
Whale, 1935), entre muchas otras.
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Ciudad europea de los
estudios Universal |
En 1936, la réplica de la catedral de Nôtre Dame en la Universal fue reutilizada
como iglesia de los Seis Santos en El
poder invisible (The
Invisible Ray), dirigida por Lambert Hillyer. Dos años más tarde, en 1938, fue
demolida, justo cuando la RKO
comenzó a construir su propia catedral para la versión de The Hunchback of
Notre Dame dirigida por William
Dieterle y estrenada en 1939.
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Construcción en los estudios de la RKO, San Fernando Valley, 1938
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El excelente artista Chesley
Bonestell realizó las matte paintings que
completaban los decorados de la película:
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Chesley Bonestell, pinturas para The Hunchback of Notre Dame, 1939
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Pinturas para The Hunchback of Notre Dame, 1939 |
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Pinturas para The Hunchback of Notre Dame, 1939 |
Los resultados son espléndidos:
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William Dieterle, The Hunchback of Notre Dame, 1939
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También se utilizaron matte paintings para las vistas del
interior de la catedral y de algunos exteriores de París:
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William Dieterle, The Hunchback of Notre Dame, 1939 |
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William Dieterle, The Hunchback of Notre Dame, 1939 |
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William Dieterle, The Hunchback of Notre Dame, 1939 |
Ha habido otras versiones
posteriores y, sin duda, habrá muchas más. Por el momento, me quedo con estos
dos rostros de Quasimodo:
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Lon Chaney en The Hunchback of Notre Dame, 1923
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Charles Laughton en The
Hunchback of Notre Dame, 1939 |
No sufras, Quasimodo. Tendrás tu
catedral, aunque, en vez de ser de piedra, esté construida con sueños, imágenes
y palabras. Las palabras de Victor Hugo:
“Hay seguramente en la arquitectura
muy pocas páginas tan bellas como las que se describen en esta fachada, en
donde al mismo tiempo pueden verse sus tres pórticos ojivales, el friso bordado
y calado con los veintiocho nichos reales y el inmenso rosetón central,
flanqueado por sus dos ventanales laterales, cual un sacerdote por el diácono y
el subdiácono; la grácil y elevada galería de arcos trilobulados sobre la que
descansa, apoyada en sus finas columnas, una pesada plataforma de donde surgen
las dos torres negras y robustas con sus tejadillos de pizarra. Conjunto
maravilloso y armónico formado por cinco plantas gigantescas, que ofrecen para
recreo de la vista, sin amontonamiento y con calma, innumerables detalles
esculpidos, cincelados y tallados conjuntados fuertemente y armonizados en la
grandeza serena del monumento. Es, por así decirlo, una vasta sinfonía de
piedra; obra colosal de un hombre y de un pueblo”.
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Charles Marville,
Nôtre-Dame de París, 1863 |
Ah, Lon Chaney y su Quasimodo...
ResponderEliminarMuy interesante ver cómo creció esa ciudad de cartón piedra, Carmen.
Tierno, ¿verdad? Y también el de Charles Laughton.
EliminarMe ha gustado mucho, Carmen, y las fotos y dibujos..., una preciosidad, sin duda. Lo de la ciudad medieval europea, se me hace raro. Parece una ciudad centroeuropea, para nada británica, desde luego no se corresponde con las ciudades sureñas, y tampoco con las francesas, que es a la que más deberían parececerse, pero supongo que es una pecata minuta, y que cumplen su cometido.
ResponderEliminarQue decir de Quasimodo. Es tierno a lo Frankensteien. A todos nos deja claro que la belleza interna es la más importante para la vida diaria, pero aquí seguimos pegados al exterior. Y cuando se juntan belleza interna y externa lo menospreciamos como algo imposible.
Mientras tanto, uno ve estas películas y cree en lo inimaginable.
Tienes muy buena vista, Harry. Para la creación de la ciudad europea se inspiraron, sobre todo, en ejemplos del gótico civil y de la arquitectura popular centroeuropea. De ahí derivan esos hastiales apuntados, las estructuras de madera a la vista y otros elementos similares.
EliminarEstupendo tu blog. Es un ejemplo para los que niegan la cultura en internet.
ResponderEliminarGracias, Manuel. Pues te cuento que lo que más me gusta del blog son los comentarios. ¡Aportan muchísimo! Interpretaciones diversas, sugerencias, ideas... A mí me enriquece lo que comentáis. Disfruto mucho preparando las entradas, está claro, si no, no lo haría, pero sobre todo disfruto leyendo los comentarios. Sobre lo que dices de los que niegan la cultura en internet... ay, qué lentamente cambian las mentalidades, cuánto les cuesta a algunas personas abrazar el presente. En fin, tiempo al tiempo... Un abrazo.
EliminarCómo pude saltarme este post!!!! Me ha gustado mucho, desconocía la historia, a pesar de haber visto la peli, me imaginaba que estaba rodada en algún tipo de estudio no que habían hecho semejante obra de arte. Las pelis que nombras me gustan mucho, especialmente Frankenstein y El hombre invisible.
ResponderEliminarAprovecho para agradecerte el comentario de la muerte de mi padre, no lo hago en el post porque no soy capaz ni de verlo, me da mucha angustia pero gracias por tus palabras y lamento tantas ausencias en familia, a veces la vida es terriblemente injusta. Un besín y estoy muy contenta de haberte descubierto, me está gustando mucho el blog.
Marigem, yo también me alegro de que nos hayamos encontrado y lo que he visto de tu blog, al que sin duda volveré a menudo, me ha gustado mucho.
EliminarNombras a Frankenstein... Más adelante, nuestro "pequeño" amigo dará un paseo por el blog.
Un abrazo enorme.
¡Qué remate! El texto de Víctor Hugo y la foto final dejan sin habla.
ResponderEliminarLa fotografía de Marville es espléndida, ¿verdad?
EliminarGracias por compartirlo!!!
ResponderEliminarGracias a ti por tu visita, Mirta :)
EliminarMe ha gustado mucho Carmen. Y a propósito de las gárgolas te diré que son elementos arquitectónicos que nunca dejan de sorprenderme, con razón son tan sugerentes para elaborar historias.
ResponderEliminarGracias, Concha. Sí, las gárgolas son tan diferentes entre sí y tan atractivas que es fácil que la mirada se nos quede prendida de ellas.
EliminarSiempre me sorprende la reutilización de decorados o la creación de ciudades de cartón: ahora transformamos la catedral en lo que se nos antoje. Me gusta mucho esta entrada.
ResponderEliminarGracias, Daniel. En el cine y en el teatro, la reutilización de decorados es constante. Ya veremos más ejemplos.
EliminarSe me ocurre una pregunta que puede resultar ingenua, pero, necesito realizarla. Cuando contemplo ésas complejas construcciones, reproduciendo el original, pienso que debió tener un coste económico elevado. Entonces, ¿porqué no se dirigían a rodar directamente a los escenarios naturales?.
ResponderEliminarMuy buena pregunta, Andreu, y muy buena respuesta la de Anabelee.
EliminarRodar en la auténtica catedral de Nôtre-Dame, por ejemplo, hubiese implicado unos gastos muy elevados y un gran número de cortapisas, aparte del hecho de que también necesitaban recrear, en el entorno de la catedral, un París medieval. Les resultó más fácil, tanto en 1923 como en 1939, contruir con maderas, cartón piedra y pinturas la imagen de esa ciudad y su catedral. De ese modo, podían rodar sin problema alguno en ese entorno controlado, como muy bien lo define Anabelee. En estos decorados artificiales les resultaba más fácil a los directores controlar aspectos fundamentales como la luz y el movimiento de la cámara.
Además, los decorados se modificaban en parte y se reutilizaban una y otra vez, de modo que la amortización estaba garantizada, sobre todo si a esto se sumaba el éxito de las películas en la taquilla.
Después de la segunda guerra mundial, y al margen de las grandes superproducciones, rodar en escenarios naturales se hizo más frecuente.
No soy una experta en cine, pero sospecho que el hacer el montaje en la calle, y en algunos casos el viaje, resultaría mucho más costoso que el reproducir en un entorno controlado lo que necesitaban.
ResponderEliminarAsí es, Anabelee. He ampliado tu comentario en la respuesta a la pregunta -muy buena pregunta- que ha formulado Andreu.
EliminarLa de Laughton fue la que utilizó la Disney para recrear su Quasimodo. La de Chaney, sin embargo, es también una interpretación portentosa.
ResponderEliminarInteresante historia ;)
Chaney, que además de ser Quasimodo, fue Erik en la versión de "El fantasma de la Ópera" dirigida por Rupert Julian en 1925. Lon Chaney estuvo a punto también de convertirse en Drácula: la Universal contaba con él como protagonista de la película que Tod Browning iba a dirigir en 1931, pero Chaney falleció en agosto de 1930 y su papel fue interpretado por Bela Lugosi, quien ya lo había representado en el teatro en 1927.
EliminarGracias por recrearnos por tan bella arquitectura y Quasimodo un encanto..
ResponderEliminarBella arquitectura real y fingida. Gracias, Suni.
EliminarSi París bien vale una misa, Notre-Dame bien merece ser creyente por un momento, ¿no cree?
ResponderEliminarCreyente o, por lo menos, creyente en la belleza. Claro que vale la pena.
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