Tanto las figuras humanas que pinta Edward
Hopper como sus ecos cinematográficos presentan un aire de desvalimiento y de extrañeza, casi
como si, más que de cuerpos humanos, se tratase de autómatas o marionetas. Es
interesante comparar la desolada imagen de Gilles o Pierrot, de
Watteau, con las de los personajes que aparecen en dos películas muy hopperianas
de Michelangelo Antonioni y Terrence Malick:
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Jean-Antoine Watteau, Gilles,
Museo del Louvre, París, 1719-21 c. |
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Michelangelo Antonioni, L'Eclisse,
1962 |
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Terrence Malick, Badlands,
1973 |
En los tres casos, la figura se presenta erguida, en posición frontal.
Los brazos cuelgan, inertes, a los lados del cuerpo, aunque en la película de
Malick se doblan para cruzarse a la espalda. Las expresiones de los rostros
muestran el mismo vacío o la misma tristeza. Idéntica actitud hallamos en los
personajes de espaldas que vemos en otras películas que reciben la influencia
de Hopper:
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Rainer Werner
Fassbinder, Ali: Eats the Soul, 1974
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Sam Mendes, Road
to Perdition, 2002
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En algunos casos, las figuras, sin abandonar su rigidez, revelan la tensión que encierran:
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Edward
Hooper, Mujer al sol, Whitney Museum
of American Art, Nueva
York, 1961
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Andrej Wajda, Tatarak,
2009 |
En las figuras sentadas se advierte el mismo
aspecto de cansancio y derrota que muestra la Betsabé de
Rembrandt, abatida tras la lectura de la carta del rey David, o una de las
figuras que aparecen en un dibujo realizado por Füssli durante sus primeros
años de estancia en Roma:
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Rembrandt Harmenszoon
Van Rijn, Betsabé, Museo del Louvre, París, 1654 |
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Johann Heinrich Füssli, J.T.
Sergel en su estudio, detalle, Nationalmuseum, Estocolmo, 1773 c. |
Es la misma actitud de callada espera que vemos en
algunos personajes de artistas como Whistler, Hammershøi o Modigliani:
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James Abbot McNeill
Whistler, La madre del artista, Museo de Orsay, París, 1871 |
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Vilhelm
Hammershøi, Frederikke Hammershøi, 1886 |
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Amedeo Modigliani, Jeanne
Hébuterne, Pinacothèque de París, 1918 |
Inmóviles y presos en uno de esos momentos
congelados tan característicos de la pintura de Hopper, heredero de otros
pintores que apreció, los personajes esperan. Pero, ¿qué esperan?
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Edward Hopper, Habitación
de hotel, Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid, 1931 |
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Francis
Ford Coppola, The Rain People, 1969
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Edward Hopper, Excursion
a la filosofía, colección privada, 1959 |
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Matthew Weiner, Mad Men, 2007
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¿Qué esperan? ¿En qué piensan?
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Michelangelo Antonioni, L'Eclisse, 1962
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Pero qué interesante!!!! Me ha encantado, de noche voy a releerlo con calma. Tengo devoción por el cuadro La madre del artista desde hace años, ayyyy, y ya ni te digo por Hopper, pero nunca se me habría ocurrido hacer estas comparaciones. Me ha gustado muchísimo. Unbesín.
ResponderEliminarGracias, Marigem. La idea surgió porque me llamaron la atención las similitudes, en posturas y expresión, de los personajes.
EliminarYo creo que esperan la muerte.
ResponderEliminarEso se deduce, sobre todo, de las actitudes de las ancianas representadas. Pero, ¿todos esperan la muerte? (aunque a todos les llegará).
EliminarLa verdad es que, visto así, de seguido, se ve claramente la influencia de unos sobre otros, pero por separado jamás reparé en ello
ResponderEliminarDe Hopper sólo puedo hablar por lo que veo. Con sus influencias es comprensible, ahora que sé cuales són, porque les da una determinada expresión, pero hay algo en él que no veo en los otros, y es la tristeza infinita. Hay una soledad sobrecogedora, incluso cuando hay más de una persona; algo así como estar solo rodeado de gente.
No me da la sensación que esperen nada. Eso lo hace más desolador. Son personajes ajados, sin esperanza. Y no es que los otros pintores no sean tristes también, pero aunque esperen la muerte, al menos esperan. Los personajes de Hopper, me dan la sensación a mi (que no sé si al resto también) de no esperar ni siquiera la muerte.
Por otro lado, no me extraña que den tan bien la réplica en el cine, pues supongo que, sin pretenderlo, pero de alguna manera, son actores.
GRACIAS Carmen, me ha gustado todo, pero especialmente la relación, entre unos y otros, y como, al final, pintores como el mismo Rembrandt ha influído en el cine.
La soledad y el silencio de Hopper, siempre.
EliminarEstoy en la misma linea que Harry, también creo que no esperan nada. Es como si hubiesen agotado todas las posiblilidades .Muestran el vacio.
ResponderEliminarUna de las cosas que me llaman la atención en Hopper es que personas y objetos parecen recibir el mismo tratamiento. Me da la impresión de que sus casas, por ejemplo, expresan tanto o más que los rostros humanos. Y todo –personas, casas, árboles, cielo, puentes- parece esperar… ¿qué? Quizás, como Harry y tú decís, nada. A lo mejor, simplemente están ahí, y creemos, equivocadamente, que esperan.
EliminarLos personajes de Hopper me da la impresión de que simplemente están absortos en sus pensamientos. No reflexionan. Sólo se dejan llevar por sus pensamientos, por las divagaciones de los mismos. No esperan nada. Sólo piensan. ¿En qué? . En mil y una cosas. Se dejan llevar por el río de los pensamientos. No piensan en nada en concreto, pero, al mismo tiempo piensan en todo. Supongo que ésa multitud de pensamientos es el reflejo de lo que les preocupa, de alguna manera.
ResponderEliminarMe ha parecido muy interesante ésta entrada en el blog, con el paralelismo entre Hopper y el cine.
Piensan sin pensar. Se dejan llevar por el río de los pensamientos, como dices muy bien. Es como cuando, a veces, alguien te pregunta: "¿en qué piensas?" y, en ese momento, también tú te lo preguntas: "¿pienso? ¿en qué estoy pensando?".
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