domingo, 4 de enero de 2015

Las brujas de Osuna






Francisco de Goya (1746-1828)



María Josefa Alonso Pimentel, condesa-duquesa de Benavente, y Pedro Téllez Girón, noveno duque de Osuna, fueron un tanto peculiares. O, quizás, no tanto, si consideramos la confluencia que tuvo lugar, en su época, entre las corrientes de la Ilustración y el nuevo espíritu gótico surgido, sobre todo, de la literatura.


Francisco de Goya, Los duques de Osuna y sus hijos, Museo del Prado, Madrid, 1788

El Capricho, la villa de recreo construida por la duquesa a las afueras de Madrid, reunió, bajo la dirección del escenógrafo italiano Angelo Maria Tadei, una serie de arquitecturas efímeras que incluían templetes, casas rústicas, ermitas y autómatas. Los jardines racionalistas de tipo francés e italiano se combinan ya con el jardín inglés, de corte romántico, y con zonas de huertas.

Palacio de los duques de Osuna, El Capricho, Madrid


Casa de la Vieja, El Capricho, Madrid


Los salones de la duquesa albergaron, además de tertulias de célebres escritores, intelectuales y artistas, representaciones teatrales en las que solían participar como actores los duques y sus amigos, conciertos, espectáculos de sombras chinescas y proyecciones de linterna mágica.



Para el adorno de su villa de recreo, los duques encargaron a Goya siete cuadros de temática similar a la de sus cartones para tapices: a diferencia de estos, en los cuadros que realizó para los Osuna entre 1786 y 1787 se halla presente la violencia.

Francisco de Goya, Asalto al coche, colección privada, Madrid, 1787

En los años 90, Goya pintó seis cuadros más para El Capricho, relacionados con comedias de magia y asuntos de brujería. Los temas esotéricos fascinaron a la madre de la duquesa de Osuna, quien llegó a invitar a su casa al escritor inglés William Beckford, autor de la novela gótica Vathek.

Veamos los cuadros de brujería pintados por Goya para la duquesa de Osuna. El hechizado por fuerza se inspira en el acto segundo de la comedia del mismo título, de Antonio de Zamora. Sobre un fondo fantasmagórico en el que destacan unos asnos espectrales, vemos al personaje de don Claudio, un clérigo que se cree hechizado y piensa que morirá cuando se consuma todo el aceite de la lámpara que sostiene el diablo, en forma de macho cabrío:

Francisco de Goya, El hechizado por fuerza, National Gallery, Londres, 1798

El convidado de piedra representa una escena del acto tercero de la comedia de Antonio de Zamora No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague y  convidado de piedra. El cuadro se halla en paradero desconocido desde que se vio en una subasta de los bienes de los Osuna, en 1896.

Francisco de Goya, El convidado de piedra, paradero desconocido, 1797-98

También se ignora el paradero de La cocina de las brujas. Según Frank Irving, el cuadro se basa en el episodio de brujería que, protagonizado por Berganza y Cañizares, describe Cervantes en su novela El casamiento engañoso y el coloquio de los perros:


Francisco de Goya, La cocina de las brujas, paradero desconocido, 1797-98

El conjuro de las brujas muestra a estas aterrorizando a un hombre vestido con un camisón blanco. La bruja que lleva un cesto de mimbre con niños siempre me trae a la memoria un cuadro de carácter muy distinto: La vendedora de amores o La vendedora de Cupidos, de Joseph-Marie Vien:


Francisco de Goya, El conjuro de las brujas, Museo Lázaro Galdiano, Madrid, 1797-98

Joseph-Marie Vien, La vendedora de amores,  Musée National du Château de Fontainebleau, 1763

Se plantea la posibilidad de que El aquelarre se base en la lectura que Leandro Fernández de Moratín hizo del texto Auto de fe de Logroño (1610), que formaba parte de la biblioteca de los duques de Osuna.

Francisco de Goya, El aquelarre, Museo Lázaro Galdiano, Madrid, 1797-98

Frank Irving señala que el cuadro titulado Vuelo de brujas representa una escena del acto segundo de la comedia El dómine Lucas, de José de Cañizares. La obra está próxima a algunos de los grabados de Los Caprichos, cuatro de cuyas series fueron adquiridas por la duquesa de Osuna. 

Francisco de Goya, Vuelo de brujas, Museo del Prado, Madrid, 1797

¿Ilustrados? Sí, ilustrados e irremediablemente góticos. Al tiempo que afirman denunciar la superstición, no cabe duda de que gozan del estremecimiento que les causan las escenas de horror. La razón y el terror se dan la mano. Es el signo de los tiempos.




 

15 comentarios:

  1. ¡Qué interesante, Carmen! ¿Entonces no se sabe nada de esos dos cuadros en paradero desconocido?

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    1. Ay, Ana María... ¿Dos? Hay casi setenta obras de Goya desaparecidas. Algunas fueron destruidas en guerras o incendios, otras están ocultas en colecciones privadas. En algunos casos contamos con copias, fotografías, grabados o bocetos para alimentar nuestra nostalgia y nuestra impaciencia. ¡Casi setenta obras! ¿Te lo imaginas?

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  2. Muy interesante, me ha encantado la entrada. ¡Qué pena que estén esas obras por ahí, Dios sabe dónde!
    Saludos

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    1. Sí, y las que ya no existen, tanto de Goya como de otros grandísimos artistas como él. Causa mucha tristeza.

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  3. Si hubiera emoticones te pondría varios aplaudiendo. Como no los hay, y ya que imaginación no nos falta, lo dejo escrito.
    ¡Cuántos temas en uno, y a cual más interesante!!! Goya, los duques de Osuna, las brujas y todo su mundo, lo gótico, el miedo que da e terror y como nos gusta, las obras de arte desaparecidas y por qué.
    Lo mejor de todo, para mi, es el arte de Goya. Un adelantado a sí mismo, un precursor de géneros futuros, un hombre con una imaginación desbordante, que aún así se basó en otros hombres de gran imaginación y la vuelta al principio de todo, "Las brujas de Osuna"

    GRACIAS por descubrirme un montón de cosas totalmente desconocidas para mí (aquí me vendría bien un emoticón avergonzado) y por lo que me ha supuesto.
    Saludines

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    1. El mundo de Goya es inagotable, ¿verdad? ¡Cuánta riqueza!
      Sobre los Osuna, las brujas y demás, lo que ocurre es que me fascina esa época en que la Ilustración y los primeros brotes románticos se dan la mano: la misma época en la que nacen o se desarrollan nuevas formas de ver, a través de los espectáculos y dispositivos ópticos. ¡Qué época!

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  4. "El vuelo de las brujas" es fascinante. Y esas cestas de niños.... ¿Goya o Vien hacen alusión a algo en especial?

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    1. El cuadro de Vien se inspira en un fresco pompeyano, difundido a través de un grabado. Los niños son Cupidos, así que lo que vende la joven está bastante claro.. Respecto a los niños desarticulados de la bruja... ¿pensamos en los pequeños como ingredientes de algunas de las recetas de la cocina de las brujas? Pensamos, desde luego, en el infanticidio. Mirad, en el Aquelarre, los dos niños que ofrecen al macho cabrío: uno, regordete; el otro, esquelético.

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  5. Interesante relato, magníficas piezas, quien pudiese ver alguna de esas tertulias, gracias por tus geniales posts!

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    1. Gracias, Mariona. Resultaría muy tentador poder asistir a esas tertulias en las que se combinaba la conversación con los disfraces, el teatro, las proyecciones de linterna mágica, la música... O pasear, de noche, por los magníficos jardines de El Capricho y perderse en sus bosques.

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    2. ... tendremos que organizar las nuestras... ¿en tu jardín o en el mío?

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    3. En el tuyo, porque lo que yo tengo por aquí no se aproxima, ni de lejos, a la categoría de jardín inglés: ¡es una auténtica selva! ;)

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  6. El retrato de los duques e hijos ya es, por sí solo, excepcional: uno de los mejores que conozco de Goya.
    Me encantaría poder ver El convidado de piedra o La cocina de las brujas. Bueno, creo que no soy el único a quien le gustaría poder ver las obras desaparecidas de Goya. Ya lo dice Yolanda.
    Entiendo a Harry: Goya y brujas, de la mano, ofrecen mucho.
    Comprendo que a Cevozza le fascine el vuelo. Me las imagino ahí arriba, en un paseo nocturno. También me cubriría. No lo dudo. Y apretaría el paso. Por si acaso.
    Las tertulias que indica Mariona apetecen. Yo participaría en las obras de teatro y le diría cuchufletas al duque.
    Me gusta esta entrada.

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    1. Lo que veo, Daniel, es que a ninguno de nosotros nos falta imaginación. ¡Por suerte!

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