Todos nosotros hemos sido
abandonados en un bosque o nos hemos perdido en él, porque para eso fuimos
niños. Acechados por lobos, corríamos a la cabaña donde la bruja ya había
puesto al fuego la olla donde habría de cocinarnos. Los bosques, lo sabemos,
están llenos de criaturas hambrientas.
Benjamin König, Hansel y Gretel |
Benjamin König, Caperucita Roja |
¡Somos tan pequeños en el bosque,
junto a los grandes árboles!
Cuando nos adentramos en él,
podemos darnos de bruces con antiguos rituales, como nos recuerdan, entre
muchos otros, Arthur Machen en su novela El
gran dios Pan (1894) y Arnold Böcklin con su cuadro El bosque sagrado:
Arnold Böcklin, El bosque sagrado, Museo de Arte, Basilea, 1882 |
Los troncos de los árboles forman
el telón de fondo de la vida del bosque o dan lugar a delicadas armonías:
Caspar David Friedrich, Anochecer, Lower Saxony
State Museum, Hanover,
1821-22
|
Gustav Klimt, Bosque de abedules, Österreichische
Galerie, Viena, 1903
|
A veces, los propios troncos se
convierten en pantalla que acoge los prodigios:
René Magritte, La firma en blanco, National Gallery of Art. Washington, 1965 |
Las retorcidas raíces y las ramas
de los árboles tienden sus manos hacia nosotros, del mismo modo que hacen
algunas de las extrañas criaturas del bosque:
Gustaf Tenggren, Cuentos de hadas |
Odilon Redon, El espíritu del bosque, 1880 |
Arthur Rackham, Mamá gansa, 1913 |
Nos fascina el bosque. Está lleno
de historias, en él habitan nuestros sueños.
No temáis ni a la bruja,
ni al lobo, ni a los árboles que cobran vida, ni a los duendes. Todo eso es
inevitable. ¿Acaso conocéis algún bosque que no esté encantado?
Neil Jordan, En compañía de lobos, 1984 |
Me encanta perderme en los bosques.. es una sensación tan grata..He dormido en los bosques... y por la noche es increíble..Me gusta tu entrada..
ResponderEliminarTiene que ser maravilloso, Suni. Nunca he dormido en un bosque: sí en una cabaña en el bosque, acompañada tan solo por la lluvia.
EliminarEs precioso el texto y las imágenes, no sé cuál de todas me gusta más.
ResponderEliminarMe pasa como a ti, tampoco sabría escoger una sola entre las imágenes. Ya ha sido difícil seleccionar entre las numerosas y bellísimas representaciones de bosques en cuadros e ilustraciones.
EliminarMe gusta mucho la visión de los bosques que se tiene el folclore anglosajón y en el escandinavo. Aquí, la verdad, tenemos unos preciosos, pero la degradación ambiental y la inoperancia del Gobierno van a conseguir que respiremos sólo gasolina.
ResponderEliminarAy, si pensamos en la deforestación, un proceso en marcha durante milenios y que, en lugar de frenarse, se acelera, los ojos se nos llenan de lágrimas. Sin árboles, no hay vida. ¿Cómo es posible que no lo entiendan?
EliminarYa que estamos con el tema de los bosques, no sé si conocéis El Wendigo, un relato de terror de Algernon Blackwood ambientado en los inmensos bosques canadienses. Es muy bueno.
ResponderEliminarMagnífico relato, uno de los más conocidos de Blackwood
EliminarDe todos ellos, es el que más me asusta y atrapa. "¡Ay, mis ardientes pies de fuego!".
EliminarYo de oídas, pero aún no lo he leído.
ResponderEliminarLos bosques en el folclore escandinavo y anglosajón tienen algo especial, porque su paisaje es boscoso y supongo que en tiempos antiguos más. Para otras culturas lo es la selva, el desierto (aunque parezca soso, es todo un mundo) o las llanuras infinitas.
No recuerdo bien donde lo leí, pero en la literatura europea medieval no hay historia sin bosque, y la entrada a él era en sí un reto. Y tenía que ver con algo así como un rito de transición. No me hagais mucho caso que lo escribo de memoria y soy de las que oigo campanas pero no sé donde. En cualquier caso lo comento, porque en muchos de los cuentos que comenta Carmen, el bosque es otro personaje más, pero lo realmente llamativo es que no somos iguales después de salir de él.
De las imágenes me gustan todas, pero me quedo con Rackham (de él me gusta todo), Tenggren (al que desconozco, pero acabo de apuntar) y Van Goh
GRACIAS Carmen, precioso post y del que también se pueden sacar muchas cosas interesantes.
Sí que te hacemos caso, porque tienes razón: la inmersión en el bosque, en el desierto, en la montaña, son ritos de transición. Ningún personaje permanece igual, después de esa experiencia. Tampoco nosotros.
EliminarLa presencia del bosque se percibe desde los cuentos clásicos recopilados por los hermanos Grimm, (Hansel y Gretel, Caperucita... ) hasta los clásicos modernos. Y los que hemos leído a Tolkien ya sabemos con qué afecto y respeto trata a los bosques y a sus criaturas.
EliminarMe has dejado con ganas de leer la novela El gran dios Pan de Arthur Machen, tiene algo que ver con Dafnis y Cloe de Longo de Lesbos, con sus ninfas y Pan revoloteando por los prados, o es algo más oscura?
ResponderEliminarEs más oscura. Y buena. Machen es otro de los grandes.
EliminarHansel y Gretel, de König, me sorprende, me gusta mucho. Los árboles antropomórficos de Rackham y Tenggren son seductores: te introduces en sus historias y en sus huecos.
EliminarEl Wendigo es terror del bueno. Sin duda.
Vivaquear en el monte tiene su aquel: sientes la palpitaciones de la tierra, de las piedras y de los árboles.
No sé como definir el contenido del post, así como, los comentarios posteriores. La palabra que me viene a la mente es de "deliciosos". Aunque suene "cursi" es lo que percibo. La inducción a la reflexión es inevitable. Las criaturas del bosque, que lo "encantan", son nuestras proyecciones. Somos nosotros mismos que nos situamos fuera y nos depositamos en los elementos del bosque. Nos deshacemos de nuestras fantasías persecutorias situándolas fuera de nosotros (duendes, brujas, seres que están al acecho...) para sentirnos mejor. Pero, ¿qué ocurre cuando nos identificamos con el bosque y sus criaturas, sus componentes? . Cuando abrazamos un árbol milenario o no, pensando y percibiendo que su energía vital positiva nos inunda, o cuando es al revés, que nuestra energía negativa y perjudicial la descargamos a la tierra a través del tronco?. O ¿cuando la brisa, el olor a humedad, el color de las hojas, nos llenan de energía y vitalidad ?. Aquí, el bosque no es malo, no es persecutorio. Al contrario. Es beneficioso. Es placentero. Nos identificamos con lo positivo del bosque. ¿O es que, en realidad, nos hemos identificado con lo bueno que hay en nosotros, que hemos proyectado en el bosque y que necesitamos saber que ésa bondad forma parte de nosotros mismos?.
ResponderEliminar¡Qué buen análisis, Andreu! Nos proyectamos en el bosque, con lo bueno y lo malo que hay en nosotros, lo que nos asusta y lo que nos consuela. Algo parecido sucede con la casa, que tiene también nuestro propio rostro, con la diferencia de que, en general, se acentúa el carácter de refugio -que, por otra parte, también tiene el bosque-. Digo "en general" porque también existen las casas del terror.
EliminarLos árboles, el mar, la naturaleza en su conjunto... ¡cómo nos recomponen cuando estamos rotos!
Creo que el daño que hacemos a la naturaleza, como apuntaba Alex, es una forma de autodestrucción, una manifestación de odio hacia nosotros mismos, como humanidad y como individuos.
No me he perdido nunca en el bosque, quizás por eso todavía sigo siendo niña. Espero que alguna vez el bosque me acoja y me aturda. Quiero pensar que sólo entonces, dejaré mi infancia a un lado. Pero si me dan a elegir prefiero que tarde, que tarde mucho y que, si puede ser, espere a la parca y nos vayamos todos juntos.
ResponderEliminarGracias, Carmen. Me ha encantado.
¡No dejes de ser niña, Elisenda!
EliminarQué pintura tan maravillosa de Magritte
ResponderEliminarSí, Magritte suele hacernos soñar y, en este caso, al sumar Magritte y bosque, el sueño es más profundo, Magritte más Magritte y el bosque, más bosque.
EliminarMe encanta esta entrada. Sí, en el bosque los sueños, los miedos, todo se desboca. Una o dos veces he estado en un bosque de noche y la sensación de miedo era abrumadora.
ResponderEliminarGracias por la entrada, Carmen.
Todos los sonidos son distintos, ¿verdad? Y nuestra imaginación se pone en marcha...
EliminarHe paseado por un bosque y lo más relajante es el ruido del viento y el piar de los pajaritos. El olor a tierra húmeda y si a la vez se pasea en otoño ya es una maravilla. Nunca he tenido la sensación de perderme en un bosque. Y además me encantan las fotos de bosques para pintar aunque todavía no he pintado muchos. Un abrazo
ResponderEliminarUn bosque en otoño es bosque sobre bosque: maravilla. Un abrazo, Mari Carmen.
EliminarEl bosque de van Gogh me ha recordado el de secuoyas que hay en Cantabria. Pasear entre esos gigantes produce una sensación rara, diferente a la de pasear por una pinada, un hayedo,un encinar... Las secuoyas te hacen sentir insignificante en relación al tamaño, aunque, al mismo tiempo, que te sientes arropado. Me encanta el bosque de Klimt. Tiene algo misterioso, incluso por árboles parecen camuflarse con el entorno hasta casi resultar invisibles.
ResponderEliminarGracias, Carmen, por tus interesantes entradas. Estoy aprendiendo contigo muchísimas cosas sobre pintura y descubriendo artistas fantásticos.
Ay, Carmela, qué ganas me has dado de irme ahora mismo a Cantabria para pasear por ese bosque... En el de Klimt, ¿no tienes la sensación de oír los crujidos de las hojas bajo nuestros pasos? ¡Y ese olor del bosque en otoño!
EliminarUn abrazo enorme.