miércoles, 1 de octubre de 2014

Naufragios




El tema del naufragio goza de una abrumadora presencia en la literatura, la pintura, los espectáculos populares y el teatro de los siglos XVIII y XIX.


Philippe-Jacques de Loutherbourg, Naufragio, Akademie der bildenden Künste, Viena, 1767
 
Al margen de los grandes efectos que el mar embravecido permitía obtener, su representación favorecía el análisis de los reflejos luminosos y la captación de la movilidad, preocupaciones fundamentales para el artista romántico. Los espectáculos de vistas favorecieron la investigación, en este sentido.


Joseph Mallord William Turner, El naufragio, Tate Gallery, Londres, 1805 ca

Podía tratarse de naufragios genéricos, con sus tempestades, rayos, naves zozobradas y desgraciados marineros anónimos, o bien de catástrofes inspiradas en hechos reales, como el naufragio de la fragata Medusa. El suceso, además de inspirar el magnífico cuadro de Géricault, dio lugar a vistas de cosmorama, cuadros disolventes, cuadros vivos y otros tipos de espectáculos.


Jean-Louis André Théodore Géricault, La balsa de la Medusa, Louvre, París, 1818-19

El origen podía ser también literario. El naufragio de Pablo y Virginia, inspirado en la famosísima novela de Bernardin de Saint-Pierre, fue el tema de dramas teatrales, bailes, espectáculos ópticos, pliegos de aleluyas e infinidad de litografías.


Pierre Paul Prud'hon, Pablo y Virginia, finales del siglo XVIII

El naufragio atraía como un canto de sirenas, hasta el punto de que todo hacía aguas, materialmente, en los espectáculos que se ofrecían a la vista del público.



Menos mal que luego llegó el Titanic, que era insumergible.






8 comentarios:

  1. El naufragio del Titánic ha sido utilizado hasta la saciedad..

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y, sin embargo, Suni, las antiguas fotografías del Titanic siguen siendo fascinantes. A mí me da la impresión de que son imágenes terriblemente silenciosas, más aún que otras fotografías antiguas. El silencio de antes de la catástrofe.

      Eliminar
  2. Por lo que veo, cada época tuvo sus naufragios. La fotografía del Titanic es preciosa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, naufragios que marcan, ya se trate de barcos o de rascacielos. Las catástrofes que dejan su firma en cada siglo.

      Eliminar
  3. Es cierto, Ana María: la fotografía del Titanic es muy buena.
    En toda la literatura romántica el mar embravecido, la tempestad o el naufragio son temas reiterados. Por fuerza tiene que ser así. Si no, el Romanticismo peredría su esencia.
    No solamente hay que hablar de la furia del mar, sino de su inmensidad, de su infinitud, del pánico que genera y de la atracción que suscita.
    Ven conmigo, ven... entra en mí, lávate en mí... y nos atrapa.
    Cruzar el mar, cualquiera de los mares, sigue enloqueciendo a muchos. Lo entiendo. El mar solo es frontera cuando se atisba la tierra. Hasta entonces eres un ser microscópico y frágil, vayas en el Titanic, en una bote o en una balsa. Todo es distancia. Y no mires hacia abajo porque verás de todo. Pero, si te apatece, sumérgete. Nos llama. Siempre nos llama.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, Daniel, el naufragio es puro romanticismo. Aunque el náufrago más famoso, Robinson Crusoe, no tiene nada de romántico o, por lo menos, yo no consigo verlo, lo cual no quiere decir que no me guste.

      Eliminar
  4. ¡¡Menos mal que era insumergible!!! que si no...
    La mar es muy plástica. A diferencia de la tierra que aunque se modifica no se ve a simple vista, salvo los terremotos, las olas, las mareas, las galernas, todo es movimiento. Hasta cuando está como una balsa se ve el movimiento.
    Además, el agua atrae a la luz, los colores se multiplican, la profundidad los cambia. Por eso es especial, y los naufragios, con su desgracia desgarradora son el ideal del espectáculo, y a pesar de todo, su belleza es innegable.
    Cualquiera de los cuadros de arriba y otros muchos que no están, muestran su teatralidad innata e inevitable.
    Propongo un naufragio algo diferente pero igual de fascinante: "El naufragio de la Esperanza" de Gaspar David Friedrich

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Sí, también conocido como El mar de hielo! Ese cuadro de Friedrich siempre me recuerda a Frankenstein, cuando el barco queda atrapado en el hielo.

      Eliminar