¿Os han contado alguna vez cómo os saludaron nada más nacer? A mí sí. Bruja, me llamaron bruja. Eso es lo que se dice empezar con buen pie. Fue cosa de la comadrona, una buena mujer que, mientras yo curioseaba todo lo que me quedaba cerquita –parece ser que nací con los ojos abiertos-, me revisó a conciencia antes de exclamar, jubilosa: “¡bruja! ¡Ha nacido una bruja! Tiene todas las señales: ¡miradla, si hasta parece que esté a punto de romper a reír!”. Don Mauro, el médico que le practicó la cesárea a mi madre, sí que se rio: “María, qué fantasiosa eres”. Y tanto que lo era, porque no tengo nada de bruja. Ni un pelo, y a quien se le ocurra llamármelo le convierto en gato, os aviso. Pero tranquilos, porque mimo mucho a los gatos.
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Paul Ranson, Bruja con gato negro, colección particular, 1893 |
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Paul Ranson, Bruja con gato negro, colección particular, 1899 c. |
Está el asunto de los gatos, claro, pero más allá de las supersticiones medievales, coincidiréis conmigo en que hay gatos sin bruja e incluso brujas sin gato. Ya sabéis que en la Edad Media, que no fue en general tan oscura como se piensa, aunque sí que lo fue en algunos aspectos, en diversos países europeos les dio por identificar a los gatos, en especial los negros, con el mal y con las brujas. Parece ser que el exterminio de gatos provocó gran alborozo en las ratas y, en particular, en la pulga de la rata, transmisora de la peste negra. Mala cosa: insisto en que a los gatos hay que mimarlos.
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Paul Ranson, Brujas alrededor del fuego, Musée Départemental Maurice Denis, Saint-Germain-en-Laye, 1891 |
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John William Waterhouse, La hechicera, colección particular, 1913 |
Ahora os explicaré por qué no soy bruja. Para empezar, sería incapaz de recordar un conjuro, así que tendría que ir siempre con el grimorio a cuestas, para poder consultarlo. Una lata, sobre todo porque estos libros suelen ser, además de voluminosos y pesados, tan antiguos que se desencuadernan cada dos por tres, de modo que no es cuestión de andar paseándolos por ahí, como si fuesen libros de bolsillo.
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Salvator Rosa, Bruja,
Pinacoteca Capitolina, Roma, 1646
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John Downman, Las brujas de Macbeth, Galerie Bassenge, Berlín, antes de 1824 |
Si hablamos de pócimas, de calderos y demás, la cosa se complica. Metida en faena para hacer una de esas pociones, no me extrañaría que me saliese en su lugar un guiso riquísimo, ya que cuando intento lucirme en la cocina el resultado suele ser un mejunje infernal.
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Daniel Gardner, Las tres brujas de Macbeth, National Portrait Gallery, Londres, 1775 |
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William Edward Frost, Brujas con el caldero, 1877 |
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Henry Fuseli, Las tres brujas, Kunsthaus, Zurich, 1783 |
Las brujas suelen ir de tres en tres, imagino que a raíz de las tres brujas de Macbeth.¿Y por qué Shakespeare pensó en tres brujas y no en cinco o en dieciocho? Por las Moiras o Parcas, que eran tres. Antes de que preguntéis que por qué eran tres las Moiras, os diré que ese número no se fijó hasta fecha tan tardía como el siglo II d.C., así que, a lo mejor, no vale la pena ahondar en el simbolismo del tres, el triángulo y esas cosas.
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Henry Fuseli, Macbeth, Banquo y las brujas, Petworth House, Petworth, 1793-94 |
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John Barnes, Macbeth, 1964 |
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John Bauer, Brujas |
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William Rimmer, Las tres brujas de Macbeth |
A veces, ya veis, no son tres, sino cuatro. Sea cual sea su número, la evocación de las Gracias (tres) o la representación de las distintas edades de las mujeres es frecuente:
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Alberto Durero, Las cuatro brujas, Kupferstichkabinett Germanisches Nationalmuseum, Nuremberg, 1497 |
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Hans Baldung Grien, Brujas, Albertina, Viena, 1514 |
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Paul Ranson, Bruja en el pantano, colección particular, 1897 c. |
La imagen de la bruja en su cabaña del bosque y sus actividades como herbolaria me resultan muy simpáticas. Lo de la cabaña y el bosque me parece muy bien, porque ya os conté que fueron mi territorio como niña salvaje, pero lo de las plantas es otra prueba de que la comadrona se equivocó conmigo: sería incapaz de distinguir entre la belladona y un geranio, por ejemplo. Así que, si en algún momento os ofrezco una infusión, no la aceptéis, por si acaso.
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Franz Von Stuck, Circe, Alte Nationalgalerie Berlín, 1913 |
El hecho de que sea un auténtico desastre aparcando la escoba o que mi conducción aérea sea un poco temeraria tampoco tiene relación alguna con la brujería.
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Champion des dames, manuscrito del siglo XV |
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Leonor Fini, Bruja roja |
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Francisco de Goya, ¡Linda maestra!, Capricho 68, 1797-98 |
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Carl Spitzweg, Vuelo de brujas, 1875 c. |
Las escobas, en cualquier caso, no son requisito imprescindible para volar.
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Jaroslav Panuška, Bruja |
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Leonor Fini, Las brujas, 1959 |
¿Aquelarres? No, por favor, qué bullicio. Además, desde que cumplí trescientos años ya no estoy para trasnochar de ese modo, porque a la mañana siguiente no hay quien me levante de la cama.
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Salvator Rosa, Las brujas y sus ensalmos, National Gallery, Londres, 1646 c. |
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Eugenio Lucas Velázquez, Aquelarre, Museo del Prado, Madrid, 1850-55 |
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Luis Ricardo Falero, Visión de Fausto, 1878 |
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Paul Ranson, Aquelarre, colección particular, 1891 c. |
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Leonor Fini, La ceremonia |
Los sábados, algunas amigas, como Caterine, se hacen unos peinados bastante elaborados. Yo me limito a recogerme las greñas de cualquier modo, para que puedan decirme: "hija, qué pelos de bruja llevas". ¡Ya estoy acostumbrada!
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Anónimo, Caterine Guldenman, colección particular, siglo XVII |
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Marianne Stokes, La bruja de Capri, colección particular, 1884-85 |
Aunque los aquelarres de ahora ya no son como los de antes, así que quizás sea mejor quedarse, tranquilamente, dentro del círculo mágico o pasar una agradable velada con amigos.
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Paul Ranson, La bruja, colección particular, 1892 c. |
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John William Waterhouse, El círculo mágico, 1886 |
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Nguyễn Phan Chánh, La bruja, 1925 |
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Ilustración de las Crónicas de Francia, siglos XIII-XIV |
Creedme: no somos brujas. Ni hadas. Somos mujeres. Ni siquiera aceptamos ese plural, porque esa entelequia de “las mujeres” o “los hombres” no nos sirve. Cada hombre, cada mujer. Mujer, no bruja. Si lo fuésemos –ojalá lo fuésemos- ninguna sabandija revestida de forma humana nos haría daño.
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Albert von Keller, Bruja en la hoguera, 1912 |
Quiero despedirme hoy con estos inquietantes versos del cantante Nacho Vegas que conocí gracias a Poeta Borracho:
La niña pregunta: Mamá,
¿qué es lo que comen las brujas?
Ella le responderá, seria pero con dulzura,
leche, galletas y a ti,
leche, galletas y a ti corazón mío,
a ti, a ti, anoche vi
que una hambrienta se aproxima aquí,
creo que viene a por ti,
que lo que comen son
leche, galletas y a ti corazón.
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Eugenio Lucas Velázquez, Grupo de brujas, Museu Nacional d'Art de Catalunya, Barcelona, 1850-60 c. |
Así que eso es lo que comen las brujas. Y a ti, corazón.
Grimorio, otra palabra que me gusta: libro lleno de grima, porque son tan viejos que las páginas se pegan por las esquinas por culpa de la baba de la brujas cuando pasan las hojas con las garras húmedas.
ResponderEliminarEso, eso, tú lía con las etimologías, San Isidoro ;)
EliminarPues lo siento mucho, pero yo sí que tengo algo de bruja. Nací la noche del solsticio, me encanta el fuego, tengo premoniciones que casi siempre se cumplen y cuando contesto preguntas según la reacción de mi piel, acierto siempre. Ya ves y sin grimorio ni pócimas, ni nada de nada.
ResponderEliminarMe apunto la palabreja y la etimología
Gracias, Carmen. Perfecta, como siempre
Bueno, Elisenda, pero de ti lo sabíamos. Además, qué me vas a decir a mí, si todos los sábados por la noche nos vemos. ¡Huy, se me ha escapado! No te fíes demasiado de la etimología de nuestro amigo: ¡babas de bruja, garras húmedas! Ya le pillaremos, ya. Un abrazo, brujilla.
EliminarMe encantó, ya platicaremos después de las brujas de México (asociadas incluso con el nagualismo)
ResponderEliminarExcelente en todo!! Saludos desde Morelos, México
Ah, no, no, tienes que contarnos los del nagualismo. ¿Tiene que ver con metamorfosis? Cuéntanos, Juan Carlos, por favor. Con lo curiosa que soy, ya no duermo.
EliminarAsí que no eres bruja... ja! Nos conviertes en gatos alucinados, has cumplido los trescientos varias veces y dos días a la semana, nos embrujas con conjuros de colores y palabras no sé si sacadas de un grimorio, pero mezcladas con un arte que merece ser llamado sortilegio.
ResponderEliminarCreo que sí eres un poco bruja.
Me han gustado mucho todos los cuadros, con alguna excepción, pero los de Paul Ranson me han perecido... un embrujo.
Muchos besos.
Esta semana Inma Cabezas, que también es lo que es, y por eso yo la llamo Brujinma, compartió unas obras de Ranson, sin saber que el bueno de Paul andaba también por aquí. Nos hechizó a las dos y ahora te sumas tú a su embrujo. Oye, no me pongas siglos, porque eso de que he cumplido varias veces los trescientos es un poquito exagerado: dejémoslo en trescientos y pico. Un pico largo, eso sí ;) Un abrazo, Rosa.
EliminarAcabo de visitar el vídeo de Inma en Google+. Es una brujería total. Embrujada me he quedado. Embrujada y pensando si me gustan más en color o en blanco y negro. Gracias porque se me había pasado ese vídeo de Inma.
EliminarInma es una hechicera. Y tú, Rosa.
EliminarMe levanto por las mañanas, rápida y veloz, preparo el caldero, y mientras voy añadiendo los mágicos ingredientes (ojos de culebra, dientes de ratas y esas cosillas tan imprescindibles para dar saborcillo al mejunje)me relamo pensando..hmm a qué criaturita me voy a zampar hoy. :))
EliminarNo veo nada intrigantes las obras de Ranson, por más que las mire. Hoy comentaba, que cada uno percibe las cosas de una maner diferente, será eso..
ResponderEliminarSí, que me inquieta Goya, qué tormentos en su mundo interior tendría que tener el maestro, para llegar a crear esa criatura, cuánto dolor para parir esa obra.
Un placer como siempre, Carmen.
En este momento estaba hablando de ti con Rosa, Inma. Míralo en el comentario anterior.
EliminarRanson es alegre, y no solo por los colores. Lo de Goya... qué mundo interior tan abismal, tan riquísimo, tan terrible y tan fascinante tuvo ese hombre, ¿verdad?
Un abrazo, Brujinma.
Yo a Goya siempre me lo imagino con una inmensa y terrible tortura interior. Exactamente, Carmen, con un rico, pero terrible mundo interior. Sólo así se puede pintar como él lo hizo.
EliminarMe ha gustado mucho el cuadro "Vuelo de brujas", de Carl Spitzweg. Y también tu texto, porque es un homenaje a las brujas, que son siempre las víctimas en los cuentos infantiles. Cuánto mejor una enigmática bruja que una insípida Blancanieves.
ResponderEliminarQué originalidad y viveza hay contenidas en estas representaciones pictóricas, a cada cual más impactante. La imaginería popular es desbordante, me pregunto por qué a las brujas se las describía tan negativamente. Quizá fue debido, en gran parte, a cómo obró la Inquisición, utilizada como un instrumento de Estado. También planteo que había oscuros intereses políticos para promoverla, el nódulo central no fue tan solo la religión ni el afán por controlar a los conversos o los que no abjuraban del Judaísmo. Sino por la lucha por el poder político.
ResponderEliminarLa literatura, el cuento y las leyendas tienen una naturaleza prolija y abundante, ¿por qué esa influencia, esa atracción fascinante tan característica que poseen las brujas?
Por otro lado, al filo de la historia, el antagonismo y la profunda desigualdad en la lucha de género, así como la injerencia del paganismo, han otorgado a la mujer un papel que, en justicia, no le corresponde, puesto que ya somos heroïnas de por sí, solo por el hecho de nuestra condición histórica, socio-cultural e idiosincrática. Nuestro poder es humano, si fuese sobrenatural, otro gallo nos cantara. Seríamos invencibles. Tienes toda la razón.
Muy interesante esta entrada, Carmen. Me ha embrujado.
Un beso
¿Por qué se las describía tan negativamente? Por temor, por envidia, porque se recurría a ellas al tiempo que se temía su poder (su supuesto poder), porque enlazaban, como apuntas, con el paganismo, por ser distintas, ¡por ser mujeres y, además, distintas!, por mera superstición, por intereses, por... ¡tantísimas cosas! ¿Por qué la caza de brujas más virulenta se produjo no en época medieval, sino entre los siglos XV y XVII, y en particular en la Europa central? Ese es otro tema fascinante.
EliminarUn abrazo, Marisa.
Creo que me quedaré al lado de Manuel, no le vaya a ocurrir algo entre tanta bruja. Ya habréis desayunado leche y galletas, supongo
ResponderEliminarEso, eso, cerquita del fuego, hasta que quedéis bien rustiditos. ¡Chicas, a desayunar! ;)
EliminarUn abrazo, Josevi.
Buen provecho!!!
ResponderEliminarEncantada de leerte.
Te sonrío con el Alma.
¡Siéntate, siéntate con nosotras a desayunar!
EliminarUna sonrisa y un abrazo.
Coincido con los comentarios de Inma y Rosa sobre el mundo interior de Goya. Y también me embruja Ranson, de qué manera, y Bauer, von Heller y Lucas, y me imagino a cualquiera de vosotras haciendo de Circe, de von Stuck, a ver quién se resiste... Ante los ojos romanos de la bruja de Capri, la de Stokes el mundo está perdido. Yo, como no tengo las agallas de Manuel y Josevi, mejor no me acerco a la hoguera. Cuando se apague y se acabe el aquelarre, me acercaré a ver los restos: huesecillos y demás.
ResponderEliminarYa puedes acercarte, Daniel. Estamos saciadas. Aunque, quién sabe, a lo mejor dentro de un rato empezamos a pensar en la merienda ;)
EliminarQué bonito Carmen. Me ha gustado Ranson especialmente, y las brujas... bueno, como lectora infantil de cuentos de hadas, no podía faltar una en forma de madrastra o como bruja sin más.
ResponderEliminarSiempre me han parecido fascinantes y la propia palabra no deja de serlo pues puede ser un insulto o una admiración y eso no es algo de lo que puedan presumir todas las palabras.
De las brujas me quedo con sus pócimas, y a mi modo algo de bruja tengo pues soy muy dada a mezclar cremas para hacer otra, hierbas para mejorar (aunque no siempre acierto) un caldo, y de pequeña mezclaba colores para darle más vida a mis dibujos. Desastrosos, todo hay que decirlo, pero disfrutaba de lo lindo.
Lo que si es curioso y da que pensar es que brujas las hay en todas las culturas y a pesar de los años, no han dejado de estar presentes. Por algo será, ¿no?
Feliz domingo a todos y GRACIAS Carmen por este vuelo brujeril
Siempre he sabido que eras una bruja, Harry. En el mejor sentido de la palabra, claro, porque, como dices, hay dos acepciones para ella. Es verdad que estas figuras de la bruja o el brujo se hallan en todas las culturas: como sanadores, como contacto con la naturaleza y con lo sobrenatural... Acabo de darme cuenta de lo que he escrito: la naturaleza y lo sobrenatural. ¿Lo que está más allá o, por el contrario, más acá de la naturaleza? Se lo preguntaremos a las brujas.
EliminarUn abrazo, Harry.
¡¡Que delicia de post!! Me ha gustado de principio a fin. Me fascinan las obras de Ranson, en especial la primera que nos muestras ("bruja con gato negro") tiene muchísima fuerza.
ResponderEliminarEs verdad que no somos brujas, si no mujeres, porque de otra forma no habría quien nos tosiera. ¿¿Por qué tienen que ser malas a la fuerza?? Yo nunca he creído eso, pienso que las brujas son más curanderas que malvadas; están más en contacto con la madre tierra que el resto, miman a los animales que las acompañan, obran pequeños milagros. Creo que en otra vida debí ser bruja... o gato de bruja ;)
Un beso enorme, Carmen
Malas para algunos, porque las brujas poseían un determinado tipo de saber. Herbolarias, curanderas, tan próximas a los animales y a la naturaleza en general...
EliminarOye, Chari, ¿cómo que en otra vida debiste de ser bruja? No sé en otra vida, pero, en esta, desde luego que lo eres. De las buenas.
Un abrazo.
Para no ser bruja, nos "encantas". Felicidades, nuevamente. Por cierto, una ignota como yo del arte menos famoso, se queda maravillada al ver las pinturas de Waterhouse (¿se escribe así?). La verdad es que en mi casa hay brujitas de todos los tamaños, de barro claro, y una de carne y hueso, que tiene no un sexto, sino un séptimo sentido. Los gatos me miran y se van corriendo, ¿algo presienten? Será por los ojos tan transparentes que pueden adivinar mi interior. No me importaría ser la brujita de Leonor Fini. Gracias Carmen
ResponderEliminarWaterhouse fue un artista que anduvo dando saltitos. Quiero decir que pasó de tener unos rasgos muy victorianos al prerrafaelismo y de ahí a ciertos devaneos impresionistas, sin hacer ascos al simbolismo. Mira, te regalo una Circe que creo que te gustará:
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Si los gatos te miran y salen corriendo, vienen hacia mí. Tengo un imán gatuno-perruno.
Un abrazo, Anna.
Me ha hecho gracia el comentario de la comadrona al decirte "bruja" por tener los ojos abiertos. Cuando nació mi hija mayor y la comadrona me la mostró dije que se parecía a una rana por la misma razón que te llamaron a ti bruja. Mi hija no tiene nada de bruja, adivina poco o nada y es antihierbas o brebajes. tal vez no empleé el calificativo apropiado y en su caso no funcionó el hechizo. Cambiando de tema, te diré que me gusta mucho la pintura de John Bauer. Misterio e infancia/ adolescencia de la mano, por eso me quedo con La bella durmiente, historia en que las hadas son protectoras.
ResponderEliminarNo, no eran solo los ojos. No sé qué pasaba con el pelo, con las casi inexistentes uñas en los meñiques de los pies y no sé qué otras cosas raras que la buena mujer dio en encontrar en mí.
EliminarJohn Bauer me parece un ilustrador interesantísimo. Puedo quedarme totalmente embobada, imaginando todo tipo de historias, ante cada una de sus obras.
Un abrazo, Carmela. Ah, lo más seguro es que tu hija sea hada.
Me encanta tu relato! Siempre me han atraído los libros y relatos que comienzan con la curiosa pregunta de un niño. Por si algún día quisieras ser definitivamente una bruja, te recomiendo que escanees tu grimorio para poder almacenar tus conjuros en un mp4 y poder, más ligeramente, convertir a tus vecinos en gato!!!!
ResponderEliminar¡Qué buena idea, Macarena! Aunque tengo más gatos que vecinos. Espera... ¿no será que los he convertido ya en gatos? ;)
EliminarUn abrazo.
Que simpática manera de hablarnos de brujas y mostrarnos tantas imágenes ilustradoras. Excelente manera de finalizar la entrada : "y a ti corazón".
ResponderEliminarUn abrazo!
Es que me gustaron mucho los versos de Nacho Vegas. Son muy inquietantes, con eso de mezclar la leche, las galletas... y a ti, corazón. Bueno, me callo, que soy capaz de soñar con brujas hambrientas.
EliminarUn abrazo, Yolanda.
Me ha encantado tu relato Carmen, y las explicaciones sobre las brujas, todo bien amenizado con las imágenes, y el gato, me pongo en su favor, ¿qué haríamos sin ellos? ..hay que mimarlos. Además coincido contigo en lo relacionado con las brujas.
ResponderEliminarEstupendo!, cada vez que entro aquí me llevo un conocimiento nuevo.
Gracias.
Besos
Es verdad, ¿cómo podríamos vivir sin gatos? Mal, a toda prisa, sin poder concentrarnos en cada momento y disfrutarlo, como hacen ellos y nos enseñan a hacer. Gatos maestros y brujas discípulas.
EliminarGracias, Mila. Un fuerte abrazo.
Me ha encantado leerte. Me encantan las "brujas", y lo pongo entre comillas porque la acepción de bruja tal y como se conoce hoy en día estoy segura que se la inventó un hombre cualquiera buscando una justificación para sus actos: esto te pasa porque eres una bruja. No. Yo creo que lo de bruja va más allá, o más lejos (o más cerca según se mire). Yo creo que son las antiguas hechiceras que realizaban pócimas, curas... que conocían el nombre de las plantas, de las raíces; de los animales... Y ese papel pertenecía muchas veces a las mujeres porque la mujer, como fuente de vida en sí misma, está más conectada con la madre naturaleza. Pero ya te digo, esto es lo que yo creo, o lo que me gusta creer. Para nosotras es un título más que nos ponen como algo despectivo. Pero, ¿sabes?, Ojalá fuera bruja.
ResponderEliminarUn besito
Esas eran las brujas, tal como las describes. Y también parteras, como mi comadrona loca: mujeres que conocían los cuerpos, su sexualidad, sus dolencias, sus ciclos.
EliminarLa bruja se asocia con el paganismo y, en muchos casos, con la herejía. Ahí entran en juego factores políticos. Es revelador, por ejemplo, que la primera vez que se quema a una mujer, acusada de ser bruja, sea en Toulouse, centro del catarismo. Esas mujeres, supuestamente tan poderosas, tan aterradoras, eran en realidad las criaturas más indefensas, con quienes se ensañaron los cobardes.
Un fuerte abrazo, Eva.
Una entrada embrujadora como la noche, como las hechizadoras palabras relatadas con ese verbo saltarín que utilizas, pasando de un detalle a otro.
ResponderEliminarYo he volado sin escoba, a lo largo de tu texto, con deleite. Quizá hayas vertido en mi cuenco alguna pócima que crea adicción.
En todo caso estoy atrapado por tu magia intelectual.
Un abrazo brujo
Brujo Francisco, no nos hables de palabras hechiceras, porque todos conocemos las tuyas. Eso sí, nos tienes que explicar por qué a vosotros, brujos, se os suele conceder el título más honroso de mago, mientras que, entre nosotras, abundan más brujas que magas (aunque haberlas, haylas).
EliminarUn abrazo brujo, brujo.
¡Claro que hay brujas buenas! ¡Nosotras! ;)
ResponderEliminarEn la Antigüedad, se consideraba hechiceras a quienes practicaban magia maléfica, y su nombre era "maléficae", un nombre que en la Edad Media comenzó a atribuirse a cualquier mujer a quien se le considerase bruja.
Me estoy acordando ahora de las palabras de Salazar, uno de los inquisidores que, a principios del siglo XVII, juzgó en Logroño a las llamadas "brujas de Zugarramurdi": "No hubo brujos ni embrujados hasta que se empezó a hablar y escribir de ellos".
Un abrazo, Julio David.
Qué buena entrada, como siempre. A mí me gustan las brujas, será porque tengo un gato negro, o porque soy muy de hierbas...no sé pero me encantan.
ResponderEliminarDe hecho a mis hijos los hice fans a través de cuentos chulos que desmitificaban un poco a las brujas y con pelis como La maldición de las brujas, que es genial o unos dibujos manga La bruja Nikki, que a día de hoy mi hija(ya universitaria) sigue siendo fan incodicional.
Me ha gustado muchísimo leerte.
Un beso.
Marigem, tus hijos habrían sido fans en cualquier caso: ¿te crees que no supieron, desde muy pronto, que tenían la suerte de contar con una mamá-bruja? Un abrazo.
EliminarQué bien, Julio David, me alegro. Si te interesa el tema de las brujas, te recomiendo dos libros de Julio Caro Baroja (¡ay, cuánto me ha gustado siempre ese hombre!): "Las brujas y su mundo" y "El señor inquisidor y otras vidas por oficio". Son buenísimos.
ResponderEliminarDos cosas me han quedado claras, Carmen. Una que no eres una bruja y la otra que siempre es una placer leerte. No sé de qué me extraño, pero es que tu forma de hoy de "enseñarnos" me dejó impresionada por lo ocurrente, ingeniosa, simpática y amena.
ResponderEliminarDe todas formas, aunque fueras una bruja colosal, continuaría siguiendo tu blog :D
Un abrazo enorme!!
¡Bien! ¡Por fin alguien que admite que no soy bruja! Claro que no me has visto recién levantada, Julia ;)
EliminarGracias, simpática guardiana de las prodigiosas criaturas que escondes en tu nevera ;) Nos vemos en tu blog, en el mío, en los de los otros amigos y el sábado próximo, ya sabes... Si quieres, me paso a recogerte con mi escoba de no-bruja. Un abrazo, Julia.