Gabriele Münter (1877-1962)
¿Os acordáis de que, cuando hablamos de la mano de Marianne, mencioné a su amiga Gabriele Münter y vimos un par
de obras suyas? Las cosas no fueron fáciles para Marianne: tampoco para
Gabriele, esta “amazona azul” que nos visita hoy. No puede extrañarnos,
¿verdad?
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Gabriele Münter, Paisaje, 1933 |
Hasta los
veinte años no pudo iniciar sus estudios artísticos por esta sencilla y
desoladora razón: la única institución en la que una mujer podía cursar ese
tipo de estudios en Alemania, a finales del siglo XIX, era la Escuela de Artes para
Mujeres de Dusseldorf. Escuelas segregadas, por supuesto, como en el resto de
países: ¿cómo iban a estudiar juntos hombres y mujeres? ¡Qué escándalo! Sin
contar con el perjuicio que habrían sufrido los sesudos varones al tener que amenguar la solidez de sus estudios para que estos fuesen accesibles a las
mentes más débiles, más frívolas y más encerradas en lo doméstico de las
mujeres (espero que intuyáis mi sonrisa irónica).
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Alice Barber Stephens, Clase de desnudo para señoritas, Pennsylvania Academy of the Fine Arts, Filadelfia,
1879 |
Es decir, para colmo, estas enseñanzas segregadas
y destinadas a las mujeres eran casi un chiste por su falta de rigor, de modo
que Gabriele estuvo a punto de tirar la toalla. Lo que hizo, en cambio, fue
irse a Estados Unidos, recorrerlo entre 1898 y 1901 y quedar cautivada por la
fuerza del color. A su regreso a Alemania, tuvo ocasión de decepcionarse de
nuevo por la mala calidad de la enseñanza en la escuela de la Asociación de Mujeres
Artistas de Munich. Y entonces se matriculó en Phalanx, la escuela de arte que
dirigía Wassily Kandinsky.
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Cartel para la primera exposición de Phalanx, Städtische Galerie im Lenbachhaus, Munich, 1901 |
Kandinsky hizo una cosa muy buena por Gabriele y
otra que no lo era tanto. La buena es que creyó en ella y la respetó como
artista, hasta el punto de decirle que, como alumna, era desesperante, porque
no se le podía enseñar nada, ya que todo lo tenía en su naturaleza. La menos
buena es que la enamoró. Me diréis: “¡pero eso no es malo, Carmen!”. Depende. En
sí, no es malo, lo admito: lo que no estuvo bien es que, a lo largo de toda su
relación, Kandinsky anduviese mareando la perdiz y no fuese sincero con Gabriele.
No lo fue, ni siquiera, a la hora de decir adiós. Pero esa hora aún no ha
llegado.
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Gabriele
Münter y Wassily Kandinsky en Saint-Cloud, 1906 |
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Gabriele Münter, Atardecer en St. Cloud,
Brooklyn Museum |
Entre 1904 y 1908, ambos viajaron por diversos
países: Rusia, Holanda, Francia, Italia, Suiza, Austria, Túnez. Gabriele se
colmó de arte, de imágenes, de sensaciones, de formas, de colores. Durante sus estancias en Alemania también se
sucedieron las iniciativas artísticas y las exposiciones.
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Gabriele
Münter, Vista desde
la casa del hermano de la artista en
Bonn, Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid, 1908 |
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Gabriele
Münter, Las escuelas
de Murnau, Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid, 1908 |
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Gabriele
Münter, Calle de
Murnau, 1908 |
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Gabriele
Münter, Interior de la casa de Murnau |
En 1908, Gabriele compró una casa en Murnau, en los Alpes bávaros. Esta casa acogió mucha pintura y mucha charla, sobre todo cuando se reunieron en ella Wassily Kandinsky, Gabriele Münter, Marianne von Werefkin y Alexander von Jawlensky. Podéis imaginar el ambiente tan estimulante que reinaba en la casa si os cuento que, entre sus visitantes, se contaban Arnold Schönberg, August Macke y Franz Marc.
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Gabriele
Münter, Casa de
Gabriele Münter en Murnau, Gabriele Münter und Johannes Eichner Foundation, 1931 |
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Gabriele
Münter, Kandinsky y
Erma Bossi en la casa de Murnau, 1912 |
Esta casa, donde vivió la artista hasta su muerte en 1962, es
importante: ya veremos más tarde hasta qué punto. Las casas, en general, son un tema frecuente en la pintura de Gabriele.
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Gabriele Münter, Murnau, 1908 |
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Gabriele Münter, Calle de Murnau |
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Gabriele Münter, Calle de Murnau |
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Gabriele Münter, Lindenburg, 1908 |
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Gabriele Münter, Paisaje con vacas |
Jawlensky
orientó a Gabriele para que aprovechase la expresividad de la línea que se
hallaba ya presente en su pintura y desarrollase el estilo cloisonné que la caracterizó durante el resto de su carrera, con
las marcadas líneas negras que delimitan los planos de color.
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Gabriele Münter, Retrato de Alexander von Jawlensky, Städtische Galerie im Lenbachhaus, Munich,
1909 |
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Gabriele Münter, Paisaje con muro blanco, 1910 |
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Gabriele Münter, Casa y jardín, 1922 |
El último encuentro con Kandinsky tuvo lugar en Estocolmo en diciembre de 1915. La separación afectó mucho a Gabriele. Aunque suele decirse que su pintura se resintió e incluso que abandonó los pinceles, lo cierto es que continuó pintando.
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Gabriele Münter, Tjellebotten, Noruega, 1917 |
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Gabriele Münter, Enferma, 1917 |
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Gabriele
Münter, Murnau en
mayo, Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid, 1924 |
A partir de 1928, otro hombre ejerció un influjo
contradictorio sobre la artista: Johannes Eichner, filólogo e historiador de
arte con quien convivió hasta la muerte de este, en 1958. Por una parte, Eichner,
como Kandinsky, también creyó firmemente en su talento y la incitó a trabajar,
pero, por otra, quiso imponerle unas normas estilísticas mucho más
conservadoras que aquellas que Gabriele sentía como propias, de modo que le
creó una gran inseguridad.
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Gabriele Münter, Flores, 1928 |
Gabriele
tenía que hacer algo, y lo hizo: en el otoño de 1929, se instaló en París,
donde recuperó su fuerza. Esta se incrementó al recibir el impacto de la gran
retrospectiva dedicada a Cézanne en 1930. Ese mismo año se bañó,
entusiasmada, en el color y la luz de la Costa
Azul.
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Gabriele Münter, Paseo a orillas del Sena, 1930 |
La situación, en Alemania, se envenenaba por
momentos. Gabriele poco podía hacer bajo la barbarie de los nazis. Pero, una
vez más, hizo algo: salvó, al esconderlas en el sótano de su casa de Murnau,
gran número de pinturas de Kandinsky y de otros artistas miembros de
movimientos vanguardistas como Der Blaue
Reiter. Los nazis, que en varias ocasiones fueron a su casa con la intención
de confiscar las obras de arte “degenerado” que pudiesen hallar, no dieron con
ellas. Gabriele mantuvo oculto este tesoro tras la derrota de los nazis, por
temor a que cayesen en manos de las tropas aliadas. Porfió hasta que consiguió
que el puesto de mando norteamericano otorgase a su casa una protección
especial. En 1957, regaló esas pinturas a la ciudad de Munich, en cuyo museo de
Lenbachhaus se
conservan.
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Casa de Gabriele Münter en Murnau |
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Gabriele Münter, Iglesia rural, 1908 |
Ya hemos visto que los edificios de Murnau y sus
calles aparecen con frecuencia en la obra de esta artista. Entre sus cuadros
figuran también paisajes, retratos y flores: en todos ellos se aprecia la
característica sencillez y claridad de la composición, la depuración de
detalles superfluos y el uso de colores de gran viveza, contorneados por líneas
negras muy delimitadas.
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Gabriele Münter, Muñeca, 1909 |
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Gabriele Münter, Joven con sombrero, 1909 |
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Gabriele Münter, Flores, 1958 |
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Gabriele Münter, Invierno en Elmau, 1933 |
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Gabriele Münter, Desayuno con pájaros, 1934 |
A mí esta mujer
me resulta simpática porque, cuando parece vencida, piensa “algo hay que
hacer”, y no solo lo piensa, sino que lo hace. Por ejemplo, salvar más de
ochenta obras de los compañeros de Der
Blaue Reiter (El Jinete Azul)
junto a los cuales Gabriela Münter cabalgó como una auténtica amazona. Azul,
por supuesto.
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Gabriele Münter, Invierno, 1946 |
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Gabriele Münter, Otoño, 1923 |
Querida Carmen....este ha sido uno de tus excelentes y sensitivos artículos,q más me ha conmovido....una mujer....alemana....entre artistas prestigiosos.....buscando su alma visible,su "estilo"....hombres en su vida....autoridad....nazis...sótanos.....la vida en unas telas....me conmueve....soy frágil ante estos testimonios....agradezco haberte encontrado a través de Pancho....abrazo,viccura
ResponderEliminarGracias, Vic. Qué vidas tan intensas, ¿verdad? Y cuántas dificultades tuvieron que superar artistas como Marianne y Gabriele para ser ellas mismas, para poder pintar con su propia voz. Al conocer un poco de sus vidas, percibimos su debilidad, pero también, al mismo tiempo, la fuerza inmensa que tuvieron para crear más allá de esa debilidad, esas inseguridades y esos problemas. En ese sentido, el de no cejar en su empeño, me parecen admirables. Un abrazo y... ¡grande Pancho!
EliminarGracias por otro descubrimiento. Pero hay que reconocer que, aunque sabía elegir colores y sitios para esconder el arte de la rapiña, elegía mal a los hombres. Besos.
ResponderEliminarLo que me fastidia es que, en el caso de estas dos amazonas azules, haya tenido que mencionar a sus parejas por ser artistas o personas vinculadas con el arte y por las influencias, buenas, malas o ambas cosas a la vez, que ejercieron sobre estas pintoras. Pero era necesario mencionar a estos caballeros, así que hecho está.
EliminarUn abrazo, José Juan.
Otra pintora de la que tengo que poner algo en mi salón. Ja, ja. Qué más quisiera. No conocía a esta pintora, pero desde el primer cuadro que pones (maravillosos azules, mi color favorito) hasta el último, me han entusiasmado. Y qué fuerza le da el cloisonné a las pinturas. Si no lo hubieras mencionado (lo del perfil negro), no lo habría notado, pero hubiera percibido una especial fuerza y expresión en la pintura.
ResponderEliminarUna entrada genial. Iba a decir que de las mejores, pero cada vez te superas y lo diría casi siempre. Tampoco es cuestión de repetirme cada vez.
Un beso.
cloisonné
Antes de poner la entrada del domingo, pienso: a ver qué le ofrezco hoy a Rosa para desayunar.
EliminarDespués de haber hablado de Marianne, me quedaba pendiente Gabriele, por eso gozamos hoy de sus pinturas.
Muchas gracias, guapísima, y un abrazo de domingo.
FELIZ DOMINGO a todos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Era una gran pintora y supongo que en parte me gusta, porque, a fuerza de mirar obras de esta época, mis ojos se van haciendo a su belleza, y porque me gustan mucho las pinturas de paisajes y casas, y Marianne tiene mucho.
Su vida es otra cosa, pero destaco su valentía, su tenacidad, su lucha contra las trabas que tuvo que soportar, y ¡fueron tantas!. Un ejemplo para cualquier persona.
GRACIAS Carmen.
Un día hablaremos sobre casas, Harry, porque también me gustan mucho. Qué pareja de amigas, Gabriele y Marianne. Esa es otra cosa que me gusta de ellas: su amistad, su complicidad.
EliminarUn abrazo, Harry, y gracias.
Fantástica entrada, no conocía a esta pintora, las obras que nos enseñas me han encantado, en especial "desayuno con pájaros" e "invierno", esta última me encanta, me resulta relajante. Imagino que la fuerza y la viveza que se ven en las pinturas de Gabriele son un reflejo de la personalidad de una mujer llena de coraje, adelantada a su tiempo y llena de vitalidad. Gracias por habérmela "presentado". Un beso enorme, Carmen
ResponderEliminarFue valiente. A lo mejor a la fuerza, que es como suele suceder esto de ser valiente, pero lo fue. Un abrazo fuerte, Chari.
EliminarLa unión sentimental entre artistas no suele dar buenos resultados por el choque de naturalezas sensibles pero con un afinado estilo personal y una (a veces) soberbia desorbitada que no permite ni admite críticas de sus obras, ni sombras que se interpongan y las eclipsen. Si encima se trata ce mujeres destacables a las que los hombres parecemos tenerles miedo, por saber que cuando son buenas, suelen serlo y mucho; pues toda relación puede estar contaminada por esos perjuicios y la convivencia entre grandes artistas penalizada por ese motivo.
ResponderEliminarUna gran entrada con esa prosa activa que dominas.
Un placer leerte. No digo más.
Un abrazo
Fíjate, Francisco, y el caso es que los dos hombres de Gabriele reconocieron su talento, la estimularon para que trabajase y, además, la influencia artística de Kandinsky fue buena, pero... no, no funcionó. Lo que comentas acerca del temor que las mujeres destacables pueden inspirar a algunos hombres es muy interesante.
EliminarMuchísimas gracias, Francisco. Un abrazo de libro y de arte.
Un gran descubrimiento, no la conocía.
ResponderEliminarGracias por tus exposiciones, estoy aprendiendo mucho con elllas
Gracias a ti, Pilar. Me gusta mucho invitar al blog a artistas que no gozan de tanta fama como otros, pero que merecen ser conocidos y reconocidos. Un abrazo.
EliminarCarmen, lo primero, por supuesto que imagino tu sonrisa irónica, ¿Y tú mi resoplido?. Lo segundo, sólo decirte que ¡ME ENCANTA! esta artista. ¡ME ENCANTA!. Hace mil años ya, colgué en mi habitación una lámina de una de sus pinturas que le dieron a mi abuelo al comprar no se qué periódico. Sus obras son especiales. Un beso
ResponderEliminar¡Sí, te he oído resoplar! Me alegro muchísimo de que Gabriele y tú seáis amigas desde hace años y hoy os hayáis encontrado aquí. Coincidimos en la apreciación: hay algo especial en sus pinturas. Está ella. Un abrazo, Eva.
Eliminar¡Qué hermosa historia Carmen! De los cuadros de Gabriele me quedo con su color, y de tu relato con la moraleja de que, por más que los demás crean en tu talento y potencial, lo importante es que uno crea en sí mismo, y ella lo hizo.
ResponderEliminarGracias por este post tan estupendo.
¡Un beso (azul mismo)! ;-)
Tienes razón, Chelo, aunque a veces ¡es tan difícil! Pero, como nos enseña Gabriele, "algo hay que hacer". Y lo hacemos.
EliminarUn abrazo azul.
Cuando sé de la vida de mujeres como Gabrielle siento una gran admiración. Luchar contra corriente, no aceptar el papel que la sociedad les adjudica, ponerse el mundo por montera me parece loable.
ResponderEliminarSi, además, se tiene la virtud de plasmar sentimientos a través del arte mi admiración se torna en fascinación.
Gracias, Carmen, por presentarme a una mujer excepcional.
Un beso.
A veces pienso en tanto esfuerzo añadido al esfuerzo que vivir, trabajar, crear, requiere, y me pregunto si esto hace más fuerte o, por el contrario, merma las fuerzas al dispersarlas. Ojalá algún día las mujeres que serán puedan ser fuertes sin tanto combate, tanto desgaste.
EliminarUn abrazo, doctora Kirke :)
Es increíble el coraje de esta pintora. No entiendo muy bien su trabajo, pues a penas entiendo de pintura.Me quedo con su autenticidad como artista.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen.
¿Entender de pintura? No, deja que entre por los ojos, por la piel.. Pero el coraje de Gabriele, de Marianne... ¿de dónde surge, cómo poder sentirlo también? No lo sé. Hay horas en las que no sé.
EliminarUn abrazo, Yolanda.
"Tu ironía" No me sorprende, en aquella época aún más, los hombres siempre llevaban los pantalones. Por suerte van cambiando las cosas en ese sentido.
ResponderEliminarGabriele Münter me ha parecido por tu escrito sobre ella una mujer que no se dejaba intimidar fácilmente y su labor para salvar los cuadros de los nazis debió ser una auténtica proeza. ¡Ole por ella!
Sus cuadros me han encantado todos, esas casas los colores, el azul predominante... Una joya muy valiosa.
Gracias, Carmen, por volver a poner esta entrada tan colorista y con un retrato de la creo, fue una valerosa mujer.
¡Un fuerte abrazo!
Van cambiando, a veces con retrocesos parciales, pero sí, cambian. Aunque aún falta mucho, mucho...
EliminarPienso: cuando se abordan las figuras de Kandinsky y Von Jawlensky, ¿se habla de Münter y Von Werefkin y del importante papel que jugaron ambas? No, no suele hablarse de ellas y, sin embargo, yo he tenido que hablar de ellos. ¿Porque mi mirada aún está presa de ese punto de vista convencional que privilegia el aspecto sentimental en la vida de una artista? ¿O porque esas relaciones sentimentales condicionaron e incluso por momentos apresaron la creatividad y el trabajo de las artistas? ¿Esto sucede aún hoy, con otras mujeres entregadas a la creación, o es algo que quedó atrás? Este es un tema sobre el que a veces reflexiono.
Gracias, Mila. Un abrazo fuerte de mitad de semana :)
Aunque sea antigua la entrada, como tú dices, es de rabiosa actualidad tanto por el personaje que nos presentas como por su obra. Ojalá muchas mujeres, hoy en día, tomaran ejemplo de su actitud. Valiente y decidida a pesar de tener siempre un hombre junto a ella que le dijera por dónde encauzar su carrera, pero al final, los sobrevivió e impuso su estilo y estética. Me gusta mucho Gabriele y me ha pellizcado el corazón su pintura del desayuno con los pájaros. ¿Crees que será porque con tanto calor que soportamos estos días esa imagen de un paisaje nevado resulta refrescante? jajaja. En mi lugar, creo que ese momento es perfecto para desayunar y empezar a escribir un cuento. Un besazo, Carmen. Ahora me voy a dar un paseo con Trasto, aunque el muy pillo se resista a salir a la calle.
ResponderEliminarLes sobrevivió, sí, y también su arte.
Eliminar¿Un cuento? ¡Un cuento, sí! Pero ahora toca el paseo con Trasto. Aunque también durante el paseo puede nacer el cuento que después escribirás.
Un abrazo, Carmela. Espera, que la frase no está completa: un abrazo, Carmela, ¡mujer preciosa!
Muy interesante, como siempre, Carmen.
ResponderEliminarUn saludo.