domingo, 30 de agosto de 2015

Franz Marc y los caballos libres





Franz Marc (1880-1916)
 

Mi padre me mostraba la palma de la mano, replegaba los dedos y decía: “imagínate que te claven una herradura”. Hablaba también, a menudo, de la mirada de los caballos. No soportaba verlos sojuzgados por el hombre, embridados, con el bocado ciñéndoles la boca. Mi padre hubiese amado a los caballos libres de Franz Marc.

Franz Marc, Los grandes caballos azules, 1911

Franz Marc, Los caballos rojos, Busch-Reisinger Museum, 1911

Franz Marc, Los caballos amarillos, Staatsgalerie Stuttgart, 1912

Durante la primera guerra mundial murieron entre cuatro y ocho millones de caballos. Se calcula que también murieron unos ocho millones de hombres, entre los que se cuenta Franz Marc. Ya lo mencionamos cuando hablamos de su amigo August Macke, caído también en combate año y medio antes de que lo hiciese Marc.

Caballos durante la primera guerra mundial, 1914

A diferencia de los caballos, convertidos a la fuerza en combatientes, Marc y Macke se alistaron voluntarios, llenos de fervor bélico. Les urgía enterrar lo antiguo y pensaban que la guerra era el único instrumento capaz de alumbrar el mundo nuevo que anhelaban. Su entusiasmo inicial se disipó al enfrentarse con la miserable y dolorosa verdad de la guerra, “la trampa más cruel en la que nos hemos abandonado los hombres”, como escribió Marc a la viuda de Macke. Pero ya era tarde para ellos, como para todos.

Tumba de un soldado, 1914-18 c.

Retrocedamos. Acaba de empezar el siglo. Franz Marc viaja a París en 1903, después de terminar sus estudios en la Academia de Bellas Artes de Munich. La estampa japonesa y la amistad del suizo Jean-Bloé Niestle, en cuyas pinturas de animales se advierte también la influencia japonesa, le esperan en París.

Jean-Bloé Niestle, Pájaros en un jardín, 1909

La forma de pintar de Marc empieza a cambiar. Mirad, así pintaba antes de viajar a Francia:

Franz Marc, Muchacho con trineo, Städtische Galerie im Lenbachhaus, Munich, 1902

Aquí comienza la transformación, porque París es mucho París, y todo el arte que puede contemplar allí embebe su pintura:

Franz Marc, Dos mujeres en una colina, Franz Marc Museum, 1906

Estad atentos, porque los animales están a punto de irrumpir en sus cuadros con sus rugidos, maullidos, mugidos, ladridos, relinchos y todo tipo de voces, aunque este pequeño gorrión ya no puede piar.

Franz Marc, El gorrión muerto, colección particular, 1905

Os decía que París está lleno de reclamos. Es curiosa esta reinterpretación que Marc hace de La lavandera con un niño, de Daumier:


Honoré Daumier, Lavandera con un niño, Albright-Knox Art Gallery, Buffalo, 1860 c.
Franz Marc, Lavandera con un niño, colección particular, 1910

En 1908, Marc escribe a un amigo: “Yo intento sentir de modo panteísta el temblor y el bullir de la sangre en la naturaleza, en los árboles, en los animales, en el aire”. 

Franz Marc, Ciervos en el bosque, Baltimore Museum of Art, 1908

Dos años después, en 1910, Franz Marc conoce a August Macke y a Vasili Kandinsky. Comienza la breve e intensa aventura de El Jinete Azul (Der Blaue Reiter). Aquí están los caballos. Tal vez sea también el momento de tomar un baño con las amigas y evocar a Cézanne, antes de proseguir nuestro camino:

Franz Marc, Caballo mirando un campo, Museum Folkwang, 1910

Franz Marc, Bañistas, Staatliche Kunsthalle Karlsruhe, 1910

Esto no hay quien lo detenga. Las ardillas empiezan a jugar mientras las vacas brincan en un paisaje que también salta y los perros, los gatos y los zorros descansan de la dura faena de ser gatos, zorros y perros.

Franz Marc, Ardillas jugando, colección particular, 1911

Franz Marc, La vaca amarilla, Solomon R. Guggenheim Museum, 1911

Franz Marc, Vacas amarillas, rojas, verdes, Städtische Galerie im Lenbachhaus,  Munich, 1911

Franz Marc, Perro tumbado en la nieve, Städelsche Kunstinstitut und Städtische Galerie, 1910-11

Franz Marc, Gato detrás de un árbol, Sprengel Museum, 1911

Franz Marc, El gato blanco, Kunstmuseum Moritzburg, 1912

Franz Marc, Zorro negro azulado, Von Der Heydt Museum, 1911

También duermen los hombres, velados en su sueño o en su reposo por los animales.

Franz Marc, Pastores, Bayerische Staatsgemäldesammlungen - Munich 1912


Franz Marc, El sueño, Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid, 1912
“¿Cómo ve el mundo un caballo o un águila, un venado o un perro? –se pregunta Marc- ¡Qué pobre, qué falta de alma es nuestra convención de situar animales en un paisaje que pertenece a nuestros ojos, en lugar de sumergirnos en el alma del animal, para descubrir su horizonte!”.

Franz Marc, Mono, Städtische Galerie im Lenbachhaus, Munich, 1912

Franz Marc, Pájaro en el bosque, Kunstmuseum Bern, 1912

En 1912, Marc y Macke conocen a Robert Delaunay. La influencia del futurismo y del cubismo se hace sentir, cada vez con más intensidad, en las obras de Marc.

Franz Marc, El sueño de los caballos, Solomon R. Guggenheim Museum, 1913

Franz Marc, Establos, Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York, 1913

Franz Marc, Zorros, Museum Kunstpalast, Dusseldorf, 1913

Franz Marc, Tirol, Pinakothek der Moderne, Munich, 1914

Franz Marc, Oveja, Museum Boijmans Van Beuningen, 1914

Los animales alzan la cabeza. Ventean el olor de la sangre, de la muerte, de la guerra que se aproxima. Marc escribe en el dorso de este cuadro: “Y todo el ser es sufrimiento en llamas”.

Franz Marc, Destino de los animales, Kunstmuseum Basel, 1913

Aquí dejamos a Franz Marc, con su personal interpretación de los colores: el azul que identifica con lo masculino y espiritual, el amarillo “femenino, suave, alegre y sensual” y el rojo de la materia, “bruta y pesada”, que debe ser combatida y vencida con los azules y los amarillos. Cosas de Marc.

Franz Marc

Franz Marc, El caballito azul. Pintura para niños, Saarland Museum, 1912

Franz Marc, Paisaje con animal rojo, Städtische Galerie im Lenbachhaus, Munich, 1913




16 comentarios:

  1. Los caballos como motivo pictórico nunca me han atraído demasiado, pero estos de Marc, alguno de los cuales ya conocía, son muy especiales. Y contado por ti, todo gana muchísimo. Por cierto el pájaro de Niestle (que creo que es una pareja de colirrojo real, macho arriba y hembra abajo) es precioso y muy japonés con esa delicadeza de las flores blancas.
    Precioso como siempre. Gracias.
    Un beso.
    .

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Colirrojo real? ¡Apunto, gracias! Sí, el cuadro de Niestle es muy japonés. Pensaba ahora en cómo va cambiando nuestra vida (no solo la de los artistas, sino la de todos) a fuerza de encuentros, de conocer a personas que te muestran otras formas de ver, que te enriquecen. Fíjate en Marc: su encuentro con Niestle, después con Kandinsky y con Macke, sobre todo con Macke, un poco más tarde con Delaunay... Cuánta riqueza, ¿verdad?

      Eliminar
    2. Sí, es lo que pasa cuando aprovechamos la diversidad para aprender y no para despreciarla. La diferencia entre sumar y restar. La riqueza está en la mezcla. En arte y en todo, como bien dices.
      Un beso.

      Eliminar
    3. !!Me encanta leeros y ver vuestros blogs!!! ! Qué capacidad para comunicar cosas estupendas! Y, Rosa, totalmente de acuerdo con lo que dices:"Aprovechar la diversidad para aprender. La riqueza está en la mezcla" !!! Qué verdad!!!!!

      Eliminar
  2. Hola: me gusta la interpretación y el amor hacia los caballos que plasma en sus creaciones Franz Marc. Muy interesante. Seguimos en contacto

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amaba a todos los animales. En su casa de campo, próxima a un pueblo de Baviera, criaba ciervos por cuyo bienestar seguía preocupándose mientras estaba en el frente.

      Eliminar
  3. GRACIAS Carmen:
    Marc es de esos pintores que más me gustan según más lo veo. Me gusta su uso del color, demasiado puro a veces, pero en él tiene un no se qué, que me resulta grato.
    Y su evolución también me gusta mucho, además que es lo normal en la vida y, claro en la forma de plasmar un talento, algo que no sé de buena tinta pues no tengo talentos artísticos, pero entiendo que así ha de ser.
    El cubismo no me disgusta, pero reconozco que me vuelve algo tímida aceptar nada; siempre veo lo que me apetece no lo que realmente cuenta y lamentablemente nunca pego una. Aún así, es fascinante ver tanta línea recta que parece curva y tanta curva que parece recta.

    Lo de los animales es otro cantar. No hace falta pintar bien para quererles y aún en estos tiempos, viendo lo que se ve, resulta admirable que alguien diga que los respeta y los iguala al hombre, lo que tampoco es descabellado ya que el ser humano es animal. Pero esto es meterse en otro tema.

    Feliz domingo a todos y preciosos los caballos, los perros, las lavanderas, los zorros, las ovejas, los.....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dices: "siempre veo lo que me apetece". ¡Pues haces muy bien! O, tal vez, debería decir: tus ojos hacen muy bien.
      Feliz domingo, aviadora :)

      Eliminar
  4. Hay algo muy especial en estas pinturas: ¿ El color, las formas? ¿La perspectiva,La fantasía?
    Emanan ese candor especial y esa originalidad que solo los niños saben plasmar en sus dibujos. ¡Quizás Franz Marc tenía corazón de niño, ideales de hombre altruista y generosidad creativa.
    Un placer como siempre el leer tu referencias a estos pintores poco conocidos al menos para un servidor.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pienso que todo artista capaz de crear tiene la mirada y el corazón del niño, algo que conserva junto al creciente conocimiento de su oficio. Es así como sigue vivo y sus obras llegan vivas hasta nosotros. Qué triste es lo otro, las obras muertas, la reiteración de un truco que una vez funcionó...
      Yo creo que es por eso por lo que las obras de Marc, como las de otros artistas de verdad, nos alcanzan y nos emocionan.
      Un abrazo, Francisco.

      Eliminar
  5. Me hubiera gustado conocer la evolución de este pintor. Pero aunque ya no es posible, con lo bien planteada que está tu entrada, me doy por satisfecha.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Morirse a los treinta y seis años es una faena. Bueno, a cualquier edad, pero en el caso de un artista, es inevitable preguntarse cuáles habrían sido sus evoluciones posteriores, qué caminos habría desarrollado. Un abrazo, Yolanda.

      Eliminar
  6. Qué bien cuando encuentras a alguien que sabe enseñarte la evolución de un artista de la manera tan generosa como tú lo haces. Gracias Carmen al final aprenderemos algo. Por cierto, nunca hubiera hecho la asimilación de colores de Marc. Interesante.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo tampoco. Quiero decir que yo tampoco identificaría los colores como Marc. Pobre color rojo, en qué mal lugar queda ;)

      Eliminar
    2. El color de la pasión y en sus cuadros hay mucha, no hay más que ver la reinterpretación de La lavandera.

      Eliminar
    3. De la pasión (por su asociación con la sangre y el fuego), del poder, de lo sagrado, de la fiesta... El rojo era el color que, por lo menos hasta el siglo XIX y, sobre todo, en el mundo rural, vestía la novia en su boda. Al mismo tiempo, era el distintivo de las prostitutas.
      Los significados de los colores varían, a menudo, en distintas épocas y entre distintas culturas.
      Estamos de acuerdo: hay mucha pasión en las obras de Marc.

      Eliminar