miércoles, 1 de julio de 2015

Doble asesinato en la calle Morgue: los decorados de Charles D. Hall





“Se ha escapado un loco peligroso”, anunciaba mi hermano, con voz campanuda, al comienzo de algunos de nuestros juegos infantiles. La frase, que auguraba deliciosas zozobras, me gustó mientras fue novedad. Cuando dejó de serlo, protestaba al oírla: “vaya, ya tenemos en danza al loco”. Un día, mi hermano dijo: “se ha escapado un mono peligroso”. ¿Un mono? ¡Poe había entrado en nuestros juegos!

Aubrey Beardsley, The Murders in the Rue Morgue, 1901

No era un mono, claro, sino un orangután, en el cuento de Edgar Allan Poe, y un gorila en la película Doble asesinato en la calle Morgue, dirigida en 1932 por Robert Florey y ajena en gran medida al cuento de Poe. Pero antes de que sigáis leyendo esto, os recomiendo que veáis lo que Josevi Blender nos cuenta sobre la película en su blog Todo negro. Eso sí: ¡luego no os olvidéis de regresar aquí para terminar de leer este texto!
La historia, tanto en el relato y sus ilustraciones como en la película, es cruel, escabrosa: irresistible para unos niños. Sobre todo en su versión cinematográfica, la inteligencia no se enfrenta tan solo con la fuerza bruta, sino también con un completo surtido de perversiones. No es extraño que el ilustrador Wilfred Sätty nos convierta en voyeurs al hacer que nos asomemos a esta historia a través del ojo de una cerradura.

Wilfred Sätty, The Illustrated Edgar Allan Poe, 1976

El paisaje urbano representado por Sätty evoca el que Charles D. Hall creó en 1932 para la película de Florey. Una ciudad de sombras, pináculos, fachadas escorzadas y todo tipo de oblicuidades: un París que si, por una parte, se inspira en la obra de Honoré Daumier y en los grabados decimonónicos, por otra parte bebe de las fuentes del expresionismo alemán. Las casas vivas de ese París que Robert Florey quiso auténtico consiguen mantener, a veces, la verticalidad, pero en otras ocasiones tiemblan, con sus rugosas texturas palpitantes, y se ciernen sobre hombres, coches, caballos.


Robert Florey, Doble asesinato en la calle Morgue, 1932

Robert Florey, Doble asesinato en la calle Morgue, 1932

Robert Florey, Doble asesinato en la calle Morgue, 1932

Robert Florey, Doble asesinato en la calle Morgue, 1932

Estas casas que parecen respirar aun en su declive, nos traen a la memoria aquellas que amenazan con desmoronarse en la mágica ciudad de Praga construida en 1920 por Hans Poelzig para El Golem  de Paul Wegener:

Paul Wegener, El Golem, 1920

Nos recuerdan, sobre todo, al París que el escenógrafo Anton Grot recrea en Svengali:

Archie Mayo, Svengali, 1931

Archie Mayo, Svengali, 1931

Archie Mayo, Svengali, 1931

Tanto en Svengali como en Doble asesinato, hay unas escenas en las que la vista urbana queda enmarcada, como si se tratase de un cuadro, por un ventanal o un balcón. “París entera está delante de nosotros –dice Dupin en el balcón de casa de Camille-. Quizá sea mejor no saber lo que pasa detrás de las ventanas. Piensa en lo que esconden esas paredes: esperanzas, corazones rotos, sueños perdidos, hambre y locura, tragedias en el río”. 


Robert Florey, Doble asesinato en la calle Morgue, 1932

Archie Mayo, Svengali, 1931

En este recorrido urbano a través de París y su boulevard du Temple¸ conocido popularmente como boulevard du Crime, ascendemos por los tejados, en unas secuencias evocadoras de la fuga de Cesare en El gabinete del doctor Caligari y precursora de las aéreas andanzas de King Kong.

Robert Florey, Doble asesinato en la calle Morgue, 1932

Robert Florey, Doble asesinato en la calle Morgue, 1932

Robert Wiene, El gabinete del doctor Caligari, 1920

Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, King Kong, 1933

Alcanzamos también los muelles del Sena, donde nos encontramos con otros encuadres de la escisión, tan frecuentes en la pintura romántica, y con un escenario común también en la pintura y los grabados urbanos de mediados del siglo XIX.

Robert Florey, Doble asesinato en la calle Morgue, 1932

Karl Friedrich Schinkel, La vista del Spree en Stralau, Staatliche Museen, Berlín, 1817

El diálogo entre la película de Florey y otras, anteriores o posteriores, se amplía en escenarios como el de la barraca de feria y el laboratorio. El primero de ellos nos sitúa, de nuevo, a medio camino entre la feria de Holstenwall, en Caligari, y la exhibición del pobre King Kong en un escenario teatral:

Robert Wiene, El gabinete del doctor Caligari, 1920

Robert Florey, Doble asesinato en la calle Morgue, 1932

Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, King Kong, 1933

En cuanto al laboratorio, no podemos dejar de recordar que Robert Florey preparó el rodaje de Frankenstein, aunque al final la película no se le encargó a él, sino a James Whale. El magnífico torreón-laboratorio de la película de Whale, realizado por Charles D. Hall y Herman Rosse –quien, por cierto, también hace sus aportaciones a la escenografía de El doble asesinato-, halla su eco, más modesto, en el laboratorio del cruel y enloquecido doctor Mirakle.

Robert Florey, Doble asesinato en la calle Morgue, 1932

Vemos, en el laboratorio, las características oblicuidades de Charles D. Hall, presentes también en otros de los decorados de la película, como la buhardilla de Dupin:

Robert Florey, Doble asesinato en la calle Morgue, 1932

Para crear estos ángulos bajos en los techos y en las puertas y ventanas, se emplearon telas de lona. Jugaron también un papel muy importante los matte painting o pintura sobre vidrio y las miniaturas. Las sombras, de tan honda presencia en la película, estaban pintadas, a menudo, sobre el decorado, como solía hacerse en las películas del expresionismo alemán. Otro recurso habitual, la reutilización de decorados, también se adoptó en Doble asesinato en la calle Morgue: muchos de los tejados y las calles de este París decimonónico proceden de El jorobado de Notre Dame, rodada por Wallace Worsley en 1923. 

Wallace Worsley, El jorobado de Notre Dame, 1923

Este París de 1845 que recorremos de la mano de una bestia enamorada –también en esto Doble asesinato precede a King Kong- no habría sido posible sin la espléndida fotografía de Karl Freund y el manejo de los efectos especiales por John P. Fulton, otros dos grandes nombres que se suman a los de Charles D. Hall y  Herman Rosse.


Robert Florey, Doble asesinato en la calle Morgue, 1932

Os invito a regresar ahora al blog Todo negro, donde podréis ver la película. Disfrutaréis.






15 comentarios:

  1. Os ha quedado estupenda la colaboración a cuatro manos: ¡Plas, plas, plas! (Ovación).

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  2. Què gran entrada, Poe y el expresionismo alemàn, una mezcla apasionante, al menos para mí, me entusiasma este tipo de cine.
    Se agradece la información tan detallada y vuestra visión sobre esta película, os lo habèis currado.. enhorabuena a ambos!!

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  3. Espléndido una vez más. Post tras post. Ya trates de cine, de pintura, de arquitectura o de cualquier otro tema, destaca tu acento personal, inconfundible. Muy interesante vuestra colaboración en esta nueva aproximación al mito de la bella y la bestia. Un saludo a los dos.

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    1. El tema de la bella y la bestia viene de antiguo: pensemos, por poner solo unos ejemplos, en Pasífae y el toro de Creta, en las transformaciones de Zeus en animal para consumar sus amoríos, en Andrómeda entregada a la bestia marina y en espera de ser rescatada (cómo no) por Perseo, y en la transformación de esta leyenda en la de San Jorge, la princesa y el dragón. Bueno, hay muchísimos ejemplos. El cine hace suyo el tema, haciendo durante los años treinta un especial hincapié en los grandes simios: El signo de la cruz (1932), Doble asesinato en la calle Morgue (1932), King Kong (1933)... Es un tema sobre el que se podría debatir mucho: por ejemplo, sobre sus componentes fetichistas, o sobre el papel que representan las mujeres.

      Gracias por tus comentarios, Felipe, siempre tan amables.

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  4. Ayyyyyyyyy me has tocado la fibra sensible, soy una obsesa de Poe.
    He visto la peli bastantes veces y he leído todo lo de Poe mil.
    Con esa peli me pasa como con Extraños en un tren, que aunque no es idéntica al libro me gusta por igual en ambos formatos, y eso me ocurre muy poco, siempre suelo preferir el libro.
    Lo has contado genial, me ha gustado un montón y me paso ahora mismo por Todo Negro que he ido alguna vez y encaja mucho con mis gustos. Un beso.

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    1. Es una buena obsesión, Marigem ;)
      Tienes razón: es extraño que se dé el caso de que la versión literaria y la cinematográfica de una misma historia nos gusten por igual, pero, cuando sucede... es estupendo.

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  5. Parece un dúo para saxo y clarinete, aderezado con asesinatos terroríficos, simios grandullones y pimentón picante. ¿Solamente se han escapado dos locos peligrosos? Visiones urbanas en noches que inquietan. Los edificios están al acecho. Sus sombras te miran. Me gusta esta entrada.

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    1. Y a mí tu comentario con música de jazz y edificios acechantes entre las sombras.

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  6. Pues acabo de llegar de Todo negro y aunque con el cine me pierdo (tengo que ponerme en serio con él, pero...) Poe es uno de mis escritores de adolescencia. ¡Cómo no! Y los crímenes de la Rue Morgue (qué apropiada la calle, jeje), era un libro típico en las clases de inglés. En fin, que jamás se me hubiese ocurrido unir a Poe con el expresionismo; ni siquiera con King Kong, y ahora no sé si podré unirlo a otra cosa.
    Las casas acechantes tienen una belleza sobrenatural y sus ventanas asustan, por lo que se imagina pero no se ve.
    Como siempre he disfrutado mucho de esta entrada y mis pobres conocimientos sobre cine van aumentando mis conocimientos sobre otras cosas.

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    1. Bueno, Sandro Machetti, que de esto y de mucho más sabe un rato, ha hecho unas precisiones interesantísimas en Facebook, distinguiendo entre el "caligarismo" y la dudosa existencia de un cine expresionista que, para existir, tendría que haber estado ligado a actitudes estéticas de vanguardia. Él lo explica muchísimo mejor, claro: ¡os aseguro que es un placer leerle! El caso es que, como dices, todos vamos aprendiendo un poco más cada día.

      Coincidimos: las casas son tan bellas como inquietantes.

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  7. Cuando vi las dos primeras fotografías lo primero que me vino a la cabeza fue El Golem. Aquí también el entorno se convierte en inquietante protagonista. Una maravilla oscura, engañosa, y como tú dices,que respira. Un abrazo, Carmen

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    1. ¿Verdad que sí, que las ciudades y las casas están vivas, que cuentan por sí mismas las historias? Como en El Golem, todo acaba siendo un cuento de hadas, un siniestro y fascinante cuento de hadas.

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