Rápido, rápido, no vaya a ser que
perdamos el tren.
De repente, todos se ponen en movimiento. Muchas personas
tienen que trasladarse a las ciudades para trabajar; otras emprenden
expediciones científicas, artísticas, militares… En 1835 se publica en Londres The
Tourist in Spain and Morocco, de David Roberts; un año más tarde, en 1836,
Stendhal populariza el término, con sus Memorias de un turista.
|
George Cruikshank, Le départ du Diligence, 1818 |
La fiebre del viaje se expande,
ayudada por los cambios producidos en las comunicaciones. El establecimiento de
servicios regulares, primero de diligencias y, después, del ferrocarril,
potencia enormemente la movilidad de la población.
|
Jenaro Pérez Villaamil, Inauguración del
ferrocarril a Langreo, 1852 |
Nos movemos. Al principio, nos
asusta un poco la vertiginosa velocidad que alcanzan los trenes. ¡Los médicos
advierten que los viajeros pueden morir si se superan los treinta y dos
kilómetros por hora!
|
Henry Thomas Alken, A View in Regent's Park in 1831 |
El tren amplía la base social de
los viajeros y proporciona nuevos motivos iconográficos relacionados con los
trenes y las estaciones.
|
El tren de la Guaira, Venezuela |
|
Euston Station, 1837 |
El viaje en tren incide en una
nueva percepción del tiempo, el espacio, la velocidad y el movimiento, muy
próxima a la aportada por algunos espectáculos ópticos y, más tarde, por el
cine. El pasajero contempla, enmarcado en su ventanilla, el desfile de pueblos,
campos… Un paisaje atomizado, discontinuo, fragmentado por la velocidad. Las
imágenes se multiplican, no cesan de cambiar.
|
George Estall, Study of
an unknown woman in a train car |
Edward Stanley escribe en 1830, a propósito de la
inauguración del ferrocarril entre Liverpool y Manchester: “Las largas líneas
ininterrumpidas de espectadores parecían deslizarse en la distancia, como
figuras pintadas arrastradas velozmente a través de los tubos de una linterna
mágica”.
Añade que, en el movimiento del
tren, “hay una ilusión óptica que vale la pena mencionar. Un espectador que
observa cómo se aproximan, cuando van a su máxima velocidad, apenas puede
despojarse de la idea de que, más que moviéndose, están agrandándose y
aumentando de tamaño. No sé cómo explicar mejor lo que quiero decir, si no es
refiriéndome al agrandamiento de los objetos en una fantasmagoría”.
|
Isaac Shaw Junior, Opening of
the Liverpool & Manchester Railway, 15 September 1830, 1831 |
No es casual, por lo tanto, que
el tema del tren, emblema de la modernidad, del progreso industrial y del
dinamismo, ocupe un lugar importante en los entretenimientos visuales y en la
pintura de la época, ni que la llegada de un tren a la estación sea una de las
primeras proyecciones cinematográficas realizadas por los hermanos Lumière.
|
Auguste y Louis Lumière, L'Arrivée d'un train à La
Ciotat, 1895 |
Muy próximos a los trenes y al
cine se hallan, sobre todo, los panoramas móviles, en los que es habitual que
el decorado evoque un vagón de ferrocarril e, incluso, que los espectadores se
sitúen en vagones auténticos, como sucede en el Panorama del Transiberiano, presentado en 1900 en la Exposición Universal
de París.
|
Panorama del Transiberiano, 1900 |
Lo mismo sucede con las
proyecciones cinematográficas ante espectadores ubicados en trenes, enmarcados
en los llamados Hale’s Tours, ideados
por William Keefe para la Exposición
Universal de St. Louis en 1904. Este tipo de exhibiciones,
prefigurada por los panoramas móviles, dará lugar al railroad movie, basado en la filmación desde trenes auténticos.
|
Hale’s Tours, 1904 |