domingo, 16 de agosto de 2015

"No las desnudes, Vallotton", dijo Barnes




Félix Vallotton (1865-1925)


Félix Vallotton, El puerto de Marsella, colección particular, 1901

Hay dos cosas que me fascinan de Julian Barnes: su nariz y muchos de sus libros. Podría afirmar, sin exagerar, que estoy tan enamorada de esa espléndida nariz como de los relatos, novelas y textos autobiográficos de Barnes.


Julian Barnes

Cuando Julian Barnes enseñaba en Baltimore, le seducía este cuadro de Félix Vallotton. Se titula La mentira y es un óleo de pequeño tamaño. ¿Quién miente?, se pregunta Barnes. La mujer, por supuesto, afirma. No, el mentiroso es el hombre, le responde la novelista Kate Sterns. Y él dice que sí, que puede ser.

Félix Vallotton, La mentira, Baltimore Museum of Art, 1898

Félix Vallotton fue un suizo que se hizo francés. Formó parte del grupo de los nabis, vinculado con La Revue Blanche.

Henri de Toulouse-Lautrec, Portada de La Revue Blanche, Musée Toulouse-Lautrec, Albi, 1895

Para los nabis, del mismo modo que para los fauves, el gran tema fue el del color. El nombre del grupo deriva de la palabra hebrea nebiim, profeta. Su líder fue Paul Serusier, quien causó un gran impacto cuando, a su regreso de Pont-Aven, mostró a sus amigos una pintura realizada sobre la cubierta de una caja de cerillas y enormemente influida por Paul Gauguin. La obra comenzó a ser conocida como El talismán.

Paul Serusier, El talismán, Musée d’Orsay, París, 1888

Pero dejemos esto, de lo que hablamos ya un poco cuando viajamos a  Bretaña. Baste con destacar la influencia de la estampa japonesa, con el uso de colores planos, es decir, uniformes, sin gradaciones; la tendencia a la síntesis y a cierta deformación expresiva; las composiciones descentradas y las perspectivas inusuales, a veces en altura, y un fuerte interés por la decoración, presente, sobre todo, en Édouard Vuillard y Pierre Bonnard, pero también en Félix Vallotton.
 
Félix Vallotton, Una calle, Metropolitan Museum of Art, Nueva York

Félix Vallotton, Palco en el teatro, colección particular, 1909

No sé lo que pensáis hacer vosotros, pero a mí me apetece aproximarme a la obra de Vallotton de la mano de Julian Barnes, quien en 2007 publicó en The Guardian un texto sobre el artista: Mejor con la ropa puesta. ¿Mejor, siempre?


Félix Vallotton, Pereza, Musée d'Art et d'Histoire de Genève, 1896


  
Félix Vallotton, El beso, colección particular, 1898
Barnes destaca una característica de Vallotton que le diferencia de otros nabis: la narratividad de su pintura. Muchos de sus cuadros, en efecto, cuentan historias, como el mismo Vallotton hizo a través de sus tres novelas y ocho obras de teatro. Son historias galantes, historias de engaños, de crímenes, de violencia o, por el contrario, sencillas historias domésticas en las que los propios muebles juegan también un papel como personajes.

Félix Vallotton, Intimidad, colección particular, 1898

Félix Vallotton, La visita, Kunsthaus, Zurich, 1899

Félix Vallotton, Conversación privada, Musée d'Art et d'Histoire de Genève, 1898

¿Habéis escuchado las historias que cuenta cada uno de estos cuadros? Como habéis visto, todos ellos muestran interiores domésticos de una sobriedad poco habitual en las decoraciones de la época, aquellos aposentos afelpados de los que nos habla Walter Benjamin, con sus chucherías en los estantes, pañitos bordados en los sillones, visillos y gruesos cortinajes en las ventanas, alfombras en el suelo y un sinfín de muebles que inspiran el deseo de huir mientras gritamos la frase de Bertolt Brecht: “¡Borra las huellas!”. No, los interiores que pinta Vallotton no son así.

Félix Vallotton, La habitación roja, Dallas Museum of Art, 1900
Este tipo de vistas domésticas es frecuente en la pintura de los nabis. Estos artistas, para Barnes, “incluso cuando salían al aire libre estaban pintando interiores: los arbustos y los árboles pueden ser muebles”.

Félix Vallotton, Los últimos rayos de sol, Musée des Beaux-Arts de Quimper, 1911

Félix Vallotton, Bois de Boulogne, colección particular, 1919

Félix Vallotton, El lago del Bois de Boulogne, colección particular, 1921

Félix Vallotton, Bancos de arena en el Loira, Kunsthaus, Zurich, 1923
 
Félix Vallotton, Atardecer en el Loira, colección particular, 1923
¿La playa y el mar también pueden concebirse como ambientes domésticos?

Félix Vallotton, En la playa, colección particular, 1899

Félix Vallotton, En la playa de Etretat, colección particular, 1899

Félix Vallotton, Lavanderas en Etretat, colección particular, 1899

Félix Vallotton, La playa blanca, colección particular, 1913

Félix Vallotton, Marea creciente, Kunstmuseum Solothurn, 1913

O la propia ciudad, convertida a veces en algo tan íntimo como las estancias de una casa.

Félix Vallotton, Pont Neuf, Kunstmuseum, Winterthur, 1901

Félix Vallotton, La catedral Pétropavlovsk, colección particular, 1913

Hay muchas más obras de Vallotton que me gustaría enseñaros. Por ejemplo, a estas tres chismosas o la curiosa interpretación que hace de la historia de la casta Susana:

Félix Vallotton, Chismes, colección particular, 1902

Félix Vallotton, Casta Susana, colección particular, 1922

Félix Vallotton, Mujeres con gatos, Musée Cantonal des Beaux-Arts, Lausanne, 1897-98

En su artículo, Julian Barnes formula la llamada “ley de Vallotton”: cuanta menos ropa lleva una mujer en sus cuadros, peor es el resultado. Es cierto que Vallotton tiene algunos desnudos realmente espantosos, aunque, en mi opinión, unos pocos se salvan. 

Félix Vallotton, Desnudo sentado en un sillón, Musée de Grenoble, 1897


Pero si Barnes dice que prefiere a las mujeres de Vallotton vestidas, las dejaremos con la ropa puesta. Me perdonaréis, pero soy incapaz de llevar la contraria a un hombre con tan hermosa nariz y, lo que es más importante, con tan hermosos libros.


 

Félix Vallotton, Baño, colección particular, 1893 c.


Julian Barnes  







 

20 comentarios:

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    1. ¡Qué bien, te ha gustado! Buenos días (ay, pero qué educados y saludadores somos ;) )

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  2. Qué maravilloso que te tomes tanto tiempo en ilustrarnos!!! No tenía ni idea de este pintor y menos del magnífico narigudo que te tiene tan enamorada. Cuidado! El tema de las narices es peligroso...jajajaja

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    1. Ja ja ja, es que el tema de las narices tiene narices. Vallotton no es un pintor muy conocido y, como dice Barnes (suspiro), tampoco se le valora tanto como merece. Así que por eso le he invitado a venir, y me alegro muchísimo de que os esté gustando.

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  3. Me encanta el post, muy bien documentado, y también Vallotton. Sus cuadros me parecen geniales a base de manchas de color. Utilizan los nabis el mismo recurso de resaltar una mancha de color para llamar la atención sobre algo en el cuadro, al estilo barroco? Pregunto desde mi ignorancia sobre los nabis. Muy interesante Barnes. Gracias Carmen.

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    1. ¡Hola, Pepa! Muy buena tu pregunta, porque señalas el parentesco entre los nabis y el barroco en el uso expresivo de las manchas de color, a lo que podríamos sumar la expresividad también de las líneas curvas y las diagonales. Yo creo que, en los nabis, esas manchas de color, más que indicar un "eh, fíjate en esto", funcionan como puertas hacia otra realidad. ¡Pero esas sombrillas rojas, amarillas, verdes, que ayudan a configurar los cuerpos...!
      Me ha gustado mucho esa capacidad de ver el parecido en lo que, aparentemente, es tan distinto. Gracias, Pepa. Un abrazo.

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  4. Fantástica entrada Carmen, siempre me sorprendes.
    Un saludo

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  5. Me gusta lo poco que he leído de Julian Barnes. Me encanta. También me parece maravillosa esta entrada: he conocido la obra de Vallotton. Con gusto me quedaría con "Palco en el teatro". Me sorprende.
    Creo que coincido con Casanova: dejemos tal cual a las chicas de Modigliani. Si ya tenemos la recompensa final, ¿para qué queremos la sugerencia inicial? Ahora bien: entiendo la importancia de la sugerencia. Pintura, cine, poesía o narrativa coinciden en ese punto.
    Lo que no acabo de entender es la pasión declarada de Carmen por una nariz. Más que pasión, diría. Cualquier día pierde el norte por un Góngora. De hecho, ya lo citó no hace mucho: "Esa montaña que, precipitante...". Y eso que ya Quevedo nos lo había avisado. Y Góngora es mucho Góngora. Y Argote. Puestos a hablar de narices, yo estoy más por Asterix. Comprendo su desvivir por Cleopatra.
    Pero la entrada de hoy es muy buena. Por narices.

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    1. No, no, te puedes quedar con Góngora. E incluso con Argote. Yo, con Barnes me apaño.
      Esto... caballeros, les recuerdo que muchos de los cuadros de Modigliani representan a modelos vestidas: aún más, púdicamente vestidas. Por no hablar de sus retratos masculinos (también púdicamente vestidos), algunos paisajes... Vamos, que va mucho más allá de sus espléndidos y muy populares desnudos.
      Ahora, imaginad cómo me alejo por la pantalla del ordenador, moviendo la cabeza y murmurando: "¡recompensas! Ni que fuera una película del Oeste".

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  6. Yo ya te descubro de noche, pero hubieras iluminado un domingo, mas bien gris en Santander, con esos maravillosos cuadros de un pintor que no conocía; con esa playa blanca y con esas escenas de interior que parecen fotogramas a punto de echar a andar y contarnos una historia truculenta. maravilloso Julian Barnes (a él sí lo conozco, claro) que a mi me parece de lo más atractivo.
    Un beso.

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    1. Sí, esas escenas de interior hablan y hablan. Coincidimos en nuestra apreciación de Barnes, Rosa. Un abrazo.

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  7. Hola a todos:
    pues yo tampoco conocía a este pintor y me gusta. En algunos me ha recordado a Hopper, y no por la intimidad, si no por las formas. El color reconozco que me gusta más difuminado, graduado en tonos, así tan plano..., se me hace algo soso, pero es algo personal.
    Asombroso que trate todos los temas, o casi. Personas, paisajes, interiores, exteriores, desnudos, vestido, ciudades y campo. Nada le asustaba o quizás todo le interesaba. Lo cierto es que a todo se le puede dar color, y si eso es lo fundamental en su estilo, ¿por qué no dibujar todo?.
    De Barnes leí de joven algo, pero ya no recuerdo que, upss, así que mejor dejo el tema.
    Gracias Carmen, bonito post y como siempre muy bien hilado.

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    1. Tienes buen ojo, Harry, no es la primera vez que te lo digo. A Hopper le interesó mucho Vallotton: sus miradas coinciden, en muchas ocasiones, y no solo en el tratamiento de la luz, derivada en gran parte de Veermer, sino en las formas, como dices, en cierta austeridad e incluso inflexibilidad que las caracteriza. A propósito de esto, fíjate en lo que un crítico escribió en 1910 sobre Vallotton, en Neue Zürcher Zeitung: "pinta como un policía, como alguien cuyo trabajo es atrapar las formas y colores. Todo cruje con una sequedad intolerable... los colores carecen de toda alegría". Si restamos a esta crítica todo su sentido peyorativo, ¿no podemos decir, con razón, que Hopper también pinta como un policía?

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  8. "Erase un hombre a una nariz pegado" que diría Quevedo y este hombre nos ha mostrado a un pintor admirado por él y desconocido para la mayoría. Siempre ha sido bueno tener contactos privilegiados que nos enseñen cual maestros.
    Colorista entrada adornada con tus bien hiladas palabras. Todo un placer.
    Un abrazo.

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    1. Gracias, Francisco. La verdad es que tener a Barnes como guía es todo un privilegio. Un abrazo.

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  9. Conozco a Vallotton, me gusta mucho el grupo de Los Nabis, pero algunas de las obras que nos muestras no las había visto nunca :) son maravillosas! Y desconocía por completo a Barnes, todo un descubrimiento, tendré que investigar qué es lo que te tiene tan atrapada, seguro que me encuentro con un autor fascinante :) Gracias Carmen, un abrazo.

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    1. La nariz... y la escritura. Algunas de las obras de Barnes me gustan mucho.
      Un abrazo, Herminia.

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  10. Conocía algunas obra de Vallotton por una clase de nuestra profesora de pintura, me ha gustado como lo relata Julian Barnes. Un abrazo Carmen

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    1. Es que la forma de relatar de Barnes es espléndida. Por eso le dije: "venga, Julian, cuéntanos". Un abrazo, Mari Carmen.

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