miércoles, 1 de abril de 2015

El hombre que nos llevó a la Luna





Karl Friedrich Schinkel (1871-1841)


¿A la Luna? ¿Me refiero a Cyrano de Bergerac, a Jules Verne, a H.G. Wells? ¿A Georges Méliès? ¿O acaso al responsable de la misión Apolo? No, no hablo de ninguno de ellos. Me refiero a Karl Friedrich Schinkel, cuyos decorados para la representación de La flauta mágica, de Mozart, en la Ópera de Berlín, en 1815 vimos hace un tiempo.


Karl Friedrich Schinkel, Decorado para La flauta mágica, 1815

Claro que, además de llevarnos a la Luna, Schinkel nos llevó a Egipto:


Karl Friedrich Schinkel, Decorado para La flauta mágica, 1815

Karl Friedrich Schinkel, Decorado para La flauta mágica, 1815

Karl Friedrich Schinkel, Decorado para La flauta mágica, 1815

Schinkel fue arquitecto, pintor, escenógrafo y autor de vistas para panoramas y dioramas. Como arquitecto, Berlín fue, en gran medida, creación suya. Pensemos en algunos edificios berlineses famosos: por ejemplo, el Neue Wache (1816–1818), el Schauspielhaus (1819–1821) o el Altes Museum (1823–1830), en la línea de eclecticismo neogriego, o, con unos caracteres muy modernos, la Bauakademie (1832-37). 


Edificio de la Guardia Nueva  (Neue Wache), Berlín, 1816–1818

Altes Museum, Berlín, 1823-30

Eduard Gaertner, Academia de arquitectura de Berlín (Berliner Bauakademie, 1832-37)

Dentro de la corriente neogótica construyó la iglesia de Friedrichswerder (1824-30).



Iglesia de Friedrichswerder, Berlín, 1824-30

Construyó palacios como el de Glienicke, entre Postdam y Berlín, y el de Charlottenhof, en Postdam; el castillo de Stolzenfels, cerca de Coblenza, y varias iglesias.


Palacio de Charlottenhof, Postdam, 1826-1830 c.

Palacio de Charlottenhof, Postdam, 1826-1830 c.

Castillo de Stolzenfels, 1847

Sus proyectos arquitectónicos, en muchos casos no plasmados en la realidad, son muy interesantes. Entre ellos figuran el palacio de Orianda, en Crimea, y el palacio para la Acrópolis: ninguno de ellos llegó a ser construido. Afortunadamente, podemos decir, en el caso de Atenas.

Diseño para el palacio de Orianda

Proyecto de palacio en la Acrópolis

Varios de los cuadros de Schinkel muestras iglesias de rasgos góticos mucho más exacerbados que los empleados en los templos que realmente construyó.


Ciudad medieval junto al agua,  Neue Pinakothek, Munich, dp. 1813

Catedral gótica con palacio imperial, Nationalgalerie, Berlín, 1815

Lo mismo sucede con proyectos como el del monumento a la reina Luisa:

Estudio para el monumento a la reina Luisa, Nationalgalerie, Berlin, 1810

Pintó también paisajes muy próximos a los de Caspar David Friedrich y otros cuadros que apuntan claramente a sus trabajos como autor de dioramas y panoramas:


La mañana, Nationalgalerie, Berlín, 1813

Paisaje con arcada gótica, Schinkel Pavillon, Berlín

En 1803, Schinkel partió de Berlín para viajar por Austria, Italia y Francia. A su regreso, trabajó en el diorama de Carl Wilhelm Gropius entre 1806 y 1815. Realizó más de cuarenta vistas, de las que tan solo se conservan algunos dibujos preparatorios. Las vistas adquirieron mayor complejidad al incorporar, en un momento determinado, figuras articuladas que bailaban y realizaban otras acciones, en la línea de los teatritos pintoresco mecánicos. 


Niebla en una mañana invernal, diorama, 1807

Mina en Calabria, estudio para diorama, 1812

Exterior de una mina en Calabria, estudio para diorama, 1812

En esa misma época realizó el Panorama de Palermo (1808) y presentó a la familia real un diorama con el tema de Ruinas de un convento gótico (1809).

Panorama de Palermo

Alcanzó un gran éxito con su diorama sobre el incendio de Moscú, que en 2012 fue reconstruido para la exposición dedicada a Schinkel en el Kupferstichkabinett de Berlín.


Diorama del incendio de Moscú, 1813

Karl Friedrich Schinkel es un magnífico ejemplo de cómo coexisten estilos muy diversos, en la misma época y en los mismos artistas, así como de la variedad de actividades que estos desarrollan.


Franz Louis Catel, Schinkel en Nápoles, Alte Nationalgalerie, Berlín, 1824


14 comentarios:

  1. Mil gracia spor recordarnos lo extenso que es el arte, nunca pienso en decorados de ópera.
    Menos mal que el proyecto de la Acrópolis quedó solo en eso, un proyecto.
    Me ha encantado el postt y volveré a mirarlo de noche con calma porque merece la pena y ahora lo he visto apurada. Un beso.

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    1. Ah, Marigem, los decorados teatrales son mi perdición. Y si se trata de óperas y, como en este caso, de óperas de Mozart, mi perdición está asegurada ;)
      El proyecto de la Acrópolis es impresionante. Conociendo lo que hizo Schinkel, podemos imaginar que habría hecho una maravilla... y, de paso, se habría cargado la Acrópolis. Menos mal que todo quedó en un sueño.

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  2. Qué talento el de este señor; la verdad es que resulta imposible sustraerse a la belleza de estas fotografías y, mucho menos, a la belleza serena, hierática y fría de la capital alemana. Besos, Carmen.

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    1. Un enorme talento y, además, una versatilidad impresionante: tan pronto te construía un edificio como pintaba un cuadro, unos decorados teatrales o unas vistas ópticas. Me gusta, también, que abrace tanto las formas más clasicistas como las más románticas y fantásticas. Esto demuestra, una vez más, que no se pueden aplicar etiquetas estrictas al arte. Bueno, ni al arte ni a nada.

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  3. Me ha encantado esta entrada, y más que hayas empezado con la escenografía de la Reina de la Noche de la Zauberflöte. Schinkel es una figura interesantísima, que como bien dices llegó a combinar sus visiones románticas con proyectos visionarios como el de un gran centro comercial para Berlín.
    ¡Gracias de nuevo por tu estupendo blog!

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    1. Gracias, Luis. Como ya he comentado en otras ocasiones, me apasiona la época que se extiende entre mediados o finales del XVIII y principios, o extendiéndolo un poco más, mediados del XIX. Hay unas figuras interesantísimas en esos años, y Schinkel es una de ellas. Lo sería, por derecho propio, solo por su actividad arquitectónica, pero si, además, sumamos sus trabajos escenográficos y aquellos realizados para espectáculos ópticos, se convierte en un personaje fascinante.

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  4. Carmen; me ha encantado.

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    1. ¡Gracias, Concha! Me pongo muy contenta cuando os gusta alguno de los artistas "invitados".

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  5. Hola a todos:
    tampoco yo lo conocía, hasta hace poco y fue aquí, donde leí sobre él. Es verdad que lo mismo vale para un roto que para un descosido, aunque me ha parecido ver que en todas sus obras, la arquitectura es la base fundamental. Incluso en sus paisajes como en "La Mañana", los árboles parecen un refugio en mitad del bosque.
    Y, por supuesto, sus decorados, son tan espectaculares como cualquier edificio.

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    1. Sí, Harry, recuerdo que te hiciste "schinkeliana" ;)
      Indicas con acierto la base arquitectónica de todos los trabajos de Schinkel. No en vano atrae tanto a los arquitectos. Bueno, y a quienes no lo somos, pero nos interesa la arquitectura.

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  6. Me ha encantado la entrada! Los decorados,desconocidos para mí hasta ahora me han parecido hermosisimos!

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    1. Gracias, Eva. Cuando vimos por primera vez esos decorados, nos planteamos la siguiente duda: si pudiésemos elegir entre asistir al estreno de La flauta mágica en Viena, en 1791, bajo la dirección del mismísimo Mozart, o a la representación de Berlín, en 1815, con los decorados de Schinkel, ¿por cuál optaríamos? Difícil elección, ¿verdad?

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  7. Dificilísima!, Muy,muy difícil!

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  8. Sin duda me quedo con su trabajo como ilustrador o pintor, en ellos ves emoción y vida, romanticismo. En cambio en su trabajo como arquitecto, la obra carece de personalidad y vida, a pesar de su imponente grandilocuencia. Gracias por compartir! ^_^

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