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Una mujer toma una taza de té sobre los
escombros, Londres, 1941
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Estamos
habituados a encontrar, en novelas o películas británicas, a la amable señora
que, al acoger a la desdichada protagonista, víctima de las más catastróficas
desgracias, le dice: “se sentirá mejor después de tomar una taza de té,
querida”.
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Refugiados en una estación de metro,
Londres, 1940 c. |
Todos sabemos
que no fue una taza de té lo que derrotó a Hitler: ni siquiera la taza de té
envenenado con la que se llegó a proyectar matarlo. No, no fue el té, al que,
por cierto, Hitler era muy aficionado, el que acabó con él. Sin embargo,
sabemos también que, si Inglaterra hubiese caído, la situación se habría
complicado enormemente para los aliados. Pensemos, por un momento, que a los
ingleses, ferozmente golpeados en la retaguardia por las bombas alemanas, una
taza de té les ayudó a sentirse un poco mejor y a resistir.
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Voluntarias sirviendo té en la iglesia de John Keble, Mill Hill, Londres, 1940 |
El temor a la
invasión alemana, prevista por los nazis en la Operación León
Marino, llevó a los británicos a eliminar de las estaciones, carreteras y
caminos cualquier tipo de nombre o señal indicativa que, en el caso de
producirse la temida invasión, pudiese orientar a los alemanes. Afortunadamente,
la invasión no se produjo. La ausencia de señales indicativas consiguió, eso sí,
que muchos británicos y otros civiles y militares aliados se perdiesen cada dos
por tres en ciudades y caminos y tuviesen que preguntar las direcciones, con el
riesgo de parecer espías.
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George W.
Hales, Un militar norteamericano pregunta
una dirección en Irlanda del Norte, 1942
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La población
se mantuvo vigilante:
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George Rodger, En
espera de la invasion en Shakespeare Cliff, Dover, 1940 |
Tras el
bombardeo de algunas zonas de Londres, en agosto de 1940, y el posterior
bombardeo de Berlín por la RAF,
comenzó el Blitz, nombre por el que
se conoce la campaña de bombardeos continuos, llevados a cabo por la Luftwaffe, que se
desarrolló entre septiembre de 1940 y mayo de 1941 y causó la muerte de unos
43.000 civiles.
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Wilfred Stanley Haines, Bombardeo de los muelles de Londres, Museum of London, 1941 c. |
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Leonard Henry Rosoman, Blitz: muelles de Londres, The Franklin
Trust, Hartford,
1940-41 c. |
Aunque
Londres fue el principal objetivo del Blitz,
este afectó también a otras ciudades del Reino Unido, como Birmingham, Bristol, Southampton, Liverpool, Manchester y Coventry,
entre otras. La catedral de Coventry, construida entre finales del siglo XIV y
principios del XV, fue totalmente destruida. Lo mismo sucedió con casi todo el
centro histórico de la ciudad, una de las más duramente golpeadas.
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George W. Hales, Ruinas de la catedral de Coventry, noviembre de 1940 |
Se implantó
el blackout o apagón, para evitar que
las luces pudieran orientar a la aviación enemiga. Existen numerosas novelas
sobre el Blitz: entre ellas, muy bien
documentadas, El apagón y Cese de alerta, de Connie Willis.
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Blackout, Londres, 1940 |
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El Palacio de Westminster y la torre del Big Ben
durante el blackout, Londres, 1940 |
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Piccadilly Circus durante el blackout, Londres, 1940 |
Los
ciudadanos buscaron protección en los túneles del metro y en todo tipo de
refugios, aunque algunos de ellos ofrecieran tan pocas garantías como los refugios
Anderson:
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Estación de metro, Londres, 1940-41 c. |
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Refugio Anderson, 1940-41 c. |
Observad, en
esta última fotografía, las cajas de cartón atadas con una cuerda que llevan
todas las personas. Esas cajas contenían las máscaras antigás. Se ven también
en las fotografías de los niños que fueron evacuados de Londres. Sobre el tema
de la evacuación de los niños existen varias novelas. Son muy
conocidas, entre ellas, Buenas noches,
señor Tom, de Michelle Magorian, y Charcos
en el camino, de Alan Parker.
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Evacuación de niños, Londres, 1940
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Aquí vemos a
los pequeños con sus rostros cubiertos por las máscaras:
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Niños con máscaras, 1940-41 |
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Niños con máscaras, Liverpool, 1940-41 |
La catedral
de San Pablo fue muy castigada por las bombas, entre ellas las temidas
bombas incendiarias. Sin embargo, resistió los ataques y se convirtió en un
símbolo para los británicos, en general, y los londinenses en particular.
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Herbert Mason, Catedral
de San Pablo, Londres, diciembre de 1940 |
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Interior de la Catedral de San Pablo, Londres, diciembre de 1940 |
Durante el
mes de abril de 1942 tuvo lugar el llamado Blitz
Baedeker, que afectó a ciudades como York, Norwich, Canterbury, Exeter y
Bath. Entre 1944 y 1945 se produjeron nuevos bombardeos con las V1, conocidas
como “bombas zumbadoras”, y las V2. A causa de estos ataques murieron cerca de
13.500 personas. La novela de Thomas Pynchon El arco iris de gravedad trata sobre los cohetes V2.
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Exeter tras el Blitz, 1942
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La vida
continuaba bajo las bombas, entre el dolor, la ruina y el miedo:
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Un muchacho lee entre las ruinas de una librería, Londres, octubre de 1940 |
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Eileen Tweedy, Bernard
Hailstone pintando después del Blitz, Londres, 1941 |
Algunos
pintores prosiguieron con su trabajo y nos ofrecieron diversos cuadros sobre el
Blitz:
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Leonard Henry Rosoman, Bomberos durante el Blitz, Cheapside, Manchester City Galleries, 1940 |
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Laurence Stephen Lowry, Blitz, The L. S. Lowry Collection, 1942 |
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Wilfred Stanley Haines, Incendio sobre el Puente de Pulteney durante el Blitz, Victoria Art
Gallery, Bath,1942 |
En Reino
Unido, Estados Unidos y Canadá se plantaron los llamados huertos o jardines de
la victoria, como se había hecho ya durante la primera guerra mundial.
Cualquier terreno, por pequeño que fuese, servía para producir alimentos: unos
cajones de tierra en azoteas o balcones, un reducido jardín suburbano… Se
utilizaron también con este propósito campos de deportes y vías férreas abandonadas. Los alimentos obtenidos completaban la dieta proporcionada por
las cartillas de racionamiento y ayudaban a mantener alta la moral de los
ciudadanos.
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Huerto de la victoria en una terraza de Londres,
1942 |
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Huerto de la victoria en los jardines de
Kensington, Londres, 1942 |
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Huerto de la victoria en Nueva York, 1943 |
La vida
continuaba, sí, a veces con ayudas tan importantes como la que prestó Rip. Se
trataba de un terrier mestizo que colaboró en el salvamento de más de cien
personas sepultadas bajo los escombros, en Londres. Rip, galardonado en 1945
con la medalla Dickin, murió, agotado, un año después.
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Rip |
Parece ser
que, en algunos casos, las imágenes que muestran la actitud animosa de la
población no son espontáneas. Se dice, por ejemplo, que el célebre lechero
fotografiado por Fred Morley no era un lechero, en realidad, sino el ayudante
del fotógrafo.
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Fred Morley, Repartidor
de leche, Londres, 1940 |
También
parece algo preparada la imagen en la que vemos cómo varios caballeros
consultan los libros en la destruida biblioteca de Holland House:
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Biblioteca de Holland House,
Londres, 1940 |
No importa:
el contexto de esas fotografías es real, así como el hecho de que Hitler no
pudo quebrantar el ánimo de los británicos. Gracias en parte, quizás, a una oportuna
taza de té.
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George Rodger, Trabajadores
de la defensa civil, Londres, 1940 |
No he encontrado la autoría de todas las fotografías. Si alguno de vosotros las conoce, por favor, decídmelo y añado los datos. ¡Gracias!
ResponderEliminarMiki Fler -> Facebook
EliminarLas buscamos juntas.
Lo miro. Gracias, Micaela.
EliminarMagnífico. ¡Gracias, Carmen! Buen día.
ResponderEliminar¡Buen día, José Juan!
EliminarMe ha gustado muchísimo!!!!!!!!! Yo siempre he admirado mucho a los ingleses,no se dejaron amilanar y el hecho de plantar lo que sea y donde sea para no morir de hambre dice mucho en si favor, muchos se habrían conformado con lo de las cartillas. Un besito y como siempre muy muy interesante.
ResponderEliminarGracias, Marigem. La situación de los británicos era muy distinta a la que se sufrió en los países que fueron invadidos por los nazis, pero, aún así, también padecieron mucho y, desde luego, no se dejaron doblegar.
EliminarInteresantísimo. Las fotografías, increíbles. Sobrecogedora la imagen de los niños con las máscaras.
ResponderEliminarSí, es impresionante verles jugando con las máscaras puestas, y siempre con su cajita al lado, colgando de la cuerda.
EliminarUna taza de té francamente esperanzadora. Has hecho un documento muy completo me ha gustado mucho por como lo titulas y lo describes. Me quedo con la foto del chico en la biblioteca destruida. Todo el conjunto es para pensar. Gracias y un saludo.
ResponderEliminarLa foto que dices es también esperanzadora. Me gusta.
EliminarLos libros siempre presentes en los conflictos, como puerta abierta a la esperanza a los valores perdurables que el ser humano se empeña en destruir.
ResponderEliminarMe gusta la entrada tan bien documentada fotográficamente.Me quedo igualmente como Yolanda, con la foto del muchacho leyendo.
Te aporto un dato para muchos desconocido:
El 6 de Marzo de 1941 Holanda fue "bombardeada" por la RAF con cuatro mil toneladas de té en bolsitas de 50 gramos. esto se hizo para levantar los ánimos de una población muy castigada por la proximidad con Alemania.
El té era de calidad procedente de la actual Indonesia (anteriormente indias neerlandesas)
Un abrazo
Qué interesante es lo que cuentas acerca del "bombardeo" con bolsitas de té, Francisco. No lo sabía. ¡Gracias!
EliminarDicen que la penosa comida inglesa es consecuencia de este periodo de penuria de asedio y bombardeos. Escaseaba la comida y la población se las arregló como pudo. Té y un pedazo de pan con mantequilla era suficiente para mantener el estómago callado; eso y un buen libro, claro. Magnífico post Carmen sobre los momentos críticos y la importancia de los libros como salvación.
ResponderEliminarGracias, Detrásdelaestantería. Lo que comentas es cierto: algunos platos, muy populares en la actualidad, nacieron a raíz de la escasez de comida durante la guerra y la posguerra. El racionamiento duró en Reino Unido más que en cualquier otro lugar. No terminó por completo hasta una fecha tan tardía como 1954.
EliminarLas guerras suelen sacar a flote lo peor y lo mejor de los seres humanos. En ellas se cumple lo que dijo Pascal: "El hombre es un gusano pero también es un héroe". Sin embargo me pregunto ¿por qué no aprendemos? Gracias Carmen
ResponderEliminarAcertada reflexión, Luis Antonio. Toda crisis, incluso sin llegar al extremo de una guerra, hace aflorar lo peor que hay en nosotros, pero también lo mejor. Y es verdad: no aprendemos. Nunca.
EliminarMagnífica reseñas. Gracias por compartir. Tu blog es una auténtica delicia. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Roy.
EliminarChurchill le echó cojones, la verdad. Y la aviación británica, igual; a veces uno se pregunta qué habría sido de Europa si los británicos no hubiesen resistido de forma tan numantina. Eso sí que cambió la guerra y no la entrada de los yanquis.
ResponderEliminar¿Te gusta Crimen y Castigo, Carmen? Espero que disfrutes con esto, entonces. Besos :)
http://www.ourgodsaredead.blogspot.com.es/2015/04/crimen-y-castigo-la-novela-total.html
¡Hombre, los rusos: otros grandes bebedores de té!
EliminarEsta mañana he leído tu entrada sobre Dostoievski: muy buena. Confieso que a don Fiódor lo tengo un tanto abandonado desde hace algunos años. Me parece que me gustaba más cuando era más joven y, por lo tanto, más seria.
Magnífica entrada, Carmen. ¿Sabes por qué lo llamaban Blitz Baedeker? La Baedeker era la mejor guía de viajes de la época, y los alemanes las usaban para saber dónde bombardear.
ResponderEliminarMe apasiona y horroriza la época de la segunda guerra mundial, he leído todos los libros que han caído en mis manos sobre el tema, y tengo algunas buenas enciclopedias en casa. Si localizo las imágenes te envío los datos.
Sí, menuda forma de hacer turismo...
EliminarEs una época terrible.
Preciosa y emotiva entrada Carmen.
ResponderEliminarEn un artículo hace muchos años, sobre la FELICIDAD, se comentaba que hasta en los momentos más críticos, cuando perduran en el tiempo, la felicidad aparece y estas fotos me lo ha recordado.
La alegría de los niños, de los agricultores y las bebedoras de té. Es verdad, entre tanto miedo y angustia se puede disfrutar de las cosas. Supongo que hasta más, pues la esperanza de vida es muy aleatoria.
Lo que si me ha resultado novedoso son los cuadros de los blitz. Ni sabía de su existencia. Son impactantes, claro, pero ahora que lo pienso tranquilamente, es verdad ¿por qué no habrían de pintarse?. El color, el dramatismo, me parece muy acertado y expresan tan claramente como las fotos, su significado.
Este post me ha gustado mucho, los otros también, claro, pero es que las fotos de guerra muestran la grandeza y la vileza del ser humano.
Nunca ha dejado de sorprenderme algo que, por otra parte, es lógico: en una situación tan dura como es la guerra, la vida continúa. Para los británicos, esa continuidad, esa normalidad de lo cotidiano dentro de una cotidianeidad que no tenía nada de normal, fue en aquellos años una exigencia, un modo de resistir... y vencer.
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