miércoles, 8 de abril de 2015

La taza de té que derrotó a Hitler





Una mujer toma una taza de té sobre los escombros, Londres, 1941

Estamos habituados a encontrar, en novelas o películas británicas, a la amable señora que, al acoger a la desdichada protagonista, víctima de las más catastróficas desgracias, le dice: “se sentirá mejor después de tomar una taza de té, querida”.

Refugiados en una estación de metro, Londres, 1940 c.

Todos sabemos que no fue una taza de té lo que derrotó a Hitler: ni siquiera la taza de té envenenado con la que se llegó a proyectar matarlo. No, no fue el té, al que, por cierto, Hitler era muy aficionado, el que acabó con él. Sin embargo, sabemos también que, si Inglaterra hubiese caído, la situación se habría complicado enormemente para los aliados. Pensemos, por un momento, que a los ingleses, ferozmente golpeados en la retaguardia por las bombas alemanas, una taza de té les ayudó a sentirse un poco mejor y a resistir.

Voluntarias sirviendo té en la iglesia de John Keble, Mill Hill, Londres, 1940

El temor a la invasión alemana, prevista por los nazis en la Operación León Marino, llevó a los británicos a eliminar de las estaciones, carreteras y caminos cualquier tipo de nombre o señal indicativa que, en el caso de producirse la temida invasión, pudiese orientar a los alemanes. Afortunadamente, la invasión no se produjo. La ausencia de señales indicativas consiguió, eso sí, que muchos británicos y otros civiles y militares aliados se perdiesen cada dos por tres en ciudades y caminos y tuviesen que preguntar las direcciones, con el riesgo de parecer espías.


George W. Hales, Un militar norteamericano pregunta una dirección en Irlanda del Norte, 1942

La población se mantuvo vigilante:

George Rodger, En espera de la invasion en Shakespeare Cliff, Dover, 1940

Tras el bombardeo de algunas zonas de Londres, en agosto de 1940, y el posterior bombardeo de Berlín por la RAF, comenzó el Blitz, nombre por el que se conoce la campaña de bombardeos continuos, llevados a cabo por la Luftwaffe, que se desarrolló entre septiembre de 1940 y mayo de 1941 y causó la muerte de unos 43.000 civiles.

Wilfred Stanley Haines, Bombardeo de los muelles de Londres, Museum of London, 1941 c.

Leonard Henry Rosoman, Blitz: muelles de Londres, The Franklin Trust, Hartford, 1940-41 c.

Aunque Londres fue el principal objetivo del Blitz, este afectó también a otras ciudades del Reino Unido, como Birmingham, Bristol,  Southampton, Liverpool, Manchester y Coventry, entre otras. La catedral de Coventry, construida entre finales del siglo XIV y principios del XV, fue totalmente destruida. Lo mismo sucedió con casi todo el centro histórico de la ciudad, una de las más duramente golpeadas.

George W. Hales, Ruinas de la catedral de Coventry, noviembre de 1940

Se implantó el blackout o apagón, para evitar que las luces pudieran orientar a la aviación enemiga. Existen numerosas novelas sobre el Blitz: entre ellas, muy bien documentadas, El apagón y Cese de alerta, de Connie Willis.

Blackout, Londres, 1940

El Palacio de Westminster y la torre del Big Ben durante el blackout, Londres, 1940

Piccadilly Circus durante el blackout, Londres, 1940

Los ciudadanos buscaron protección en los túneles del metro y en todo tipo de refugios, aunque algunos de ellos ofrecieran tan pocas garantías como los refugios Anderson:

Estación de metro, Londres, 1940-41 c.

Refugio Anderson, 1940-41 c.


Observad, en esta última fotografía, las cajas de cartón atadas con una cuerda que llevan todas las personas. Esas cajas contenían las máscaras antigás. Se ven también en las fotografías de los niños que fueron evacuados de Londres. Sobre el tema de la evacuación de los niños existen varias novelas. Son muy conocidas, entre ellas, Buenas noches, señor Tom, de Michelle Magorian, y Charcos en el camino, de Alan Parker.


Evacuación de niños, Londres, 1940

Aquí vemos a los pequeños con sus rostros cubiertos por las máscaras:

Niños con máscaras, 1940-41

Niños con máscaras, Liverpool, 1940-41

La catedral de San Pablo fue muy castigada por las bombas, entre ellas las temidas bombas incendiarias. Sin embargo, resistió los ataques y se convirtió en un símbolo para los británicos, en general, y los londinenses en particular.

Herbert Mason, Catedral de San Pablo, Londres, diciembre de 1940

Interior de la Catedral de San Pablo, Londres, diciembre de 1940

Durante el mes de abril de 1942 tuvo lugar el llamado Blitz Baedeker, que afectó a ciudades como York, Norwich, Canterbury, Exeter y Bath. Entre 1944 y 1945 se produjeron nuevos bombardeos con las V1, conocidas como “bombas zumbadoras”, y las V2. A causa de estos ataques murieron cerca de 13.500 personas. La novela de Thomas Pynchon El arco iris de gravedad trata sobre los cohetes V2.


Exeter tras el Blitz, 1942

La vida continuaba bajo las bombas, entre el dolor, la ruina y el miedo:

Un muchacho lee entre las ruinas de una librería, Londres, octubre de 1940

Eileen Tweedy, Bernard Hailstone pintando después del Blitz, Londres, 1941
Algunos pintores prosiguieron con su trabajo y nos ofrecieron diversos cuadros sobre el Blitz:

Leonard Henry Rosoman, Bomberos durante el Blitz, Cheapside, Manchester City Galleries, 1940

Laurence Stephen Lowry, Blitz, The L. S. Lowry Collection, 1942

Wilfred Stanley Haines, Incendio sobre el Puente de Pulteney durante el Blitz, Victoria Art Gallery, Bath,1942

En Reino Unido, Estados Unidos y Canadá se plantaron los llamados huertos o jardines de la victoria, como se había hecho ya durante la primera guerra mundial. Cualquier terreno, por pequeño que fuese, servía para producir alimentos: unos cajones de tierra en azoteas o balcones, un reducido jardín suburbano… Se utilizaron también con este propósito campos de deportes y vías férreas abandonadas. Los alimentos obtenidos completaban la dieta proporcionada por las cartillas de racionamiento y ayudaban a mantener alta la moral de los ciudadanos.

Huerto de la victoria en una terraza de Londres, 1942

Huerto de la victoria en los jardines de Kensington, Londres, 1942

Huerto de la victoria en Nueva York, 1943

La vida continuaba, sí, a veces con ayudas tan importantes como la que prestó Rip. Se trataba de un terrier mestizo que colaboró en el salvamento de más de cien personas sepultadas bajo los escombros, en Londres. Rip, galardonado en 1945 con la medalla Dickin, murió, agotado, un año después. 

Rip

Parece ser que, en algunos casos, las imágenes que muestran la actitud animosa de la población no son espontáneas. Se dice, por ejemplo, que el célebre lechero fotografiado por Fred Morley no era un lechero, en realidad, sino el ayudante del fotógrafo.

Fred Morley, Repartidor de leche, Londres, 1940

También parece algo preparada la imagen en la que vemos cómo varios caballeros consultan los libros en la destruida biblioteca de Holland House:
Biblioteca de Holland House, Londres, 1940

No importa: el contexto de esas fotografías es real, así como el hecho de que Hitler no pudo quebrantar el ánimo de los británicos. Gracias en parte, quizás, a una oportuna taza de té.

George Rodger, Trabajadores de la defensa civil, Londres, 1940
 

25 comentarios:

  1. No he encontrado la autoría de todas las fotografías. Si alguno de vosotros las conoce, por favor, decídmelo y añado los datos. ¡Gracias!

    ResponderEliminar
  2. Magnífico. ¡Gracias, Carmen! Buen día.

    ResponderEliminar
  3. Me ha gustado muchísimo!!!!!!!!! Yo siempre he admirado mucho a los ingleses,no se dejaron amilanar y el hecho de plantar lo que sea y donde sea para no morir de hambre dice mucho en si favor, muchos se habrían conformado con lo de las cartillas. Un besito y como siempre muy muy interesante.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Marigem. La situación de los británicos era muy distinta a la que se sufrió en los países que fueron invadidos por los nazis, pero, aún así, también padecieron mucho y, desde luego, no se dejaron doblegar.

      Eliminar
  4. Interesantísimo. Las fotografías, increíbles. Sobrecogedora la imagen de los niños con las máscaras.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, es impresionante verles jugando con las máscaras puestas, y siempre con su cajita al lado, colgando de la cuerda.

      Eliminar
  5. Una taza de té francamente esperanzadora. Has hecho un documento muy completo me ha gustado mucho por como lo titulas y lo describes. Me quedo con la foto del chico en la biblioteca destruida. Todo el conjunto es para pensar. Gracias y un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La foto que dices es también esperanzadora. Me gusta.

      Eliminar
  6. Los libros siempre presentes en los conflictos, como puerta abierta a la esperanza a los valores perdurables que el ser humano se empeña en destruir.
    Me gusta la entrada tan bien documentada fotográficamente.Me quedo igualmente como Yolanda, con la foto del muchacho leyendo.
    Te aporto un dato para muchos desconocido:
    El 6 de Marzo de 1941 Holanda fue "bombardeada" por la RAF con cuatro mil toneladas de té en bolsitas de 50 gramos. esto se hizo para levantar los ánimos de una población muy castigada por la proximidad con Alemania.
    El té era de calidad procedente de la actual Indonesia (anteriormente indias neerlandesas)
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué interesante es lo que cuentas acerca del "bombardeo" con bolsitas de té, Francisco. No lo sabía. ¡Gracias!

      Eliminar
  7. Dicen que la penosa comida inglesa es consecuencia de este periodo de penuria de asedio y bombardeos. Escaseaba la comida y la población se las arregló como pudo. Té y un pedazo de pan con mantequilla era suficiente para mantener el estómago callado; eso y un buen libro, claro. Magnífico post Carmen sobre los momentos críticos y la importancia de los libros como salvación.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Detrásdelaestantería. Lo que comentas es cierto: algunos platos, muy populares en la actualidad, nacieron a raíz de la escasez de comida durante la guerra y la posguerra. El racionamiento duró en Reino Unido más que en cualquier otro lugar. No terminó por completo hasta una fecha tan tardía como 1954.

      Eliminar
  8. Las guerras suelen sacar a flote lo peor y lo mejor de los seres humanos. En ellas se cumple lo que dijo Pascal: "El hombre es un gusano pero también es un héroe". Sin embargo me pregunto ¿por qué no aprendemos? Gracias Carmen

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Acertada reflexión, Luis Antonio. Toda crisis, incluso sin llegar al extremo de una guerra, hace aflorar lo peor que hay en nosotros, pero también lo mejor. Y es verdad: no aprendemos. Nunca.

      Eliminar
  9. Magnífica reseñas. Gracias por compartir. Tu blog es una auténtica delicia. Saludos.

    ResponderEliminar
  10. Churchill le echó cojones, la verdad. Y la aviación británica, igual; a veces uno se pregunta qué habría sido de Europa si los británicos no hubiesen resistido de forma tan numantina. Eso sí que cambió la guerra y no la entrada de los yanquis.

    ¿Te gusta Crimen y Castigo, Carmen? Espero que disfrutes con esto, entonces. Besos :)

    http://www.ourgodsaredead.blogspot.com.es/2015/04/crimen-y-castigo-la-novela-total.html

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hombre, los rusos: otros grandes bebedores de té!
      Esta mañana he leído tu entrada sobre Dostoievski: muy buena. Confieso que a don Fiódor lo tengo un tanto abandonado desde hace algunos años. Me parece que me gustaba más cuando era más joven y, por lo tanto, más seria.

      Eliminar
  11. Magnífica entrada, Carmen. ¿Sabes por qué lo llamaban Blitz Baedeker? La Baedeker era la mejor guía de viajes de la época, y los alemanes las usaban para saber dónde bombardear.
    Me apasiona y horroriza la época de la segunda guerra mundial, he leído todos los libros que han caído en mis manos sobre el tema, y tengo algunas buenas enciclopedias en casa. Si localizo las imágenes te envío los datos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, menuda forma de hacer turismo...
      Es una época terrible.

      Eliminar
  12. Preciosa y emotiva entrada Carmen.
    En un artículo hace muchos años, sobre la FELICIDAD, se comentaba que hasta en los momentos más críticos, cuando perduran en el tiempo, la felicidad aparece y estas fotos me lo ha recordado.
    La alegría de los niños, de los agricultores y las bebedoras de té. Es verdad, entre tanto miedo y angustia se puede disfrutar de las cosas. Supongo que hasta más, pues la esperanza de vida es muy aleatoria.
    Lo que si me ha resultado novedoso son los cuadros de los blitz. Ni sabía de su existencia. Son impactantes, claro, pero ahora que lo pienso tranquilamente, es verdad ¿por qué no habrían de pintarse?. El color, el dramatismo, me parece muy acertado y expresan tan claramente como las fotos, su significado.
    Este post me ha gustado mucho, los otros también, claro, pero es que las fotos de guerra muestran la grandeza y la vileza del ser humano.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nunca ha dejado de sorprenderme algo que, por otra parte, es lógico: en una situación tan dura como es la guerra, la vida continúa. Para los británicos, esa continuidad, esa normalidad de lo cotidiano dentro de una cotidianeidad que no tenía nada de normal, fue en aquellos años una exigencia, un modo de resistir... y vencer.

      Eliminar