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Paul Gauguin, Bretona
y oca en el agua, colección particular, 1888 |
He pensado que hoy podríamos
pasar el día en Bretaña y, dado que no creo que Merlín pueda atendernos, ¿qué
mejor que aceptar la hospitalidad de los artistas de Pont-Aven?
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Émile Jourdan, Puerto
de Pont-Aven, colección particular, 1891 |
Pont-Aven es un pueblo situado al
sur de Finistère que, desde mediados del siglo XIX, fue muy frecuentado por los
artistas. En 1886 llegó Paul Gauguin y, a su alrededor, se reunió un grupo de
pintores.
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Émile Bernard, Casa
entre árboles en Pont-Aven, Van Gogh Museum, Ámsterdam, 1888 |
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Charles Laval, Pajares
en Bretaña, colección particular, 1889 |
Demasiados, en realidad, pensó
Gauguin a su regreso a Pont-Aven, en 1888. Así que recogió sus bártulos y se fue a Le
Pouldu, otro pueblo próximo, donde permaneció hasta 1891.
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Paul Gauguin, Vista
de Pont-Aven desde Lézaven, colección particular, 1888 |
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Paul Gauguin, La
casa aislada en Pouldu, colección particular, 1889 |
Charles Filiger, Meijer de Haan y
Paul Sérusier se instalaron también en Le Pouldu.
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Charles Filiger, Paisaje de Le Pouldu, Musée des Beaux-Arts de Quimper 1890 |
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Paul Sérusier, Granja
amarilla en Pouldu, colección particular, 1890 |
Esta obra de Sérusier, El río Aven en el Bosque del Amor, fue realizada sobre la tapa de
una caja de cerillas durante el verano de 1888 en Pont-Aven. A su regreso a
París, Sérusier la mostró a otros pintores que, más tarde, formarían el grupo
de los “nabis”. El impacto del cuadro fue tal que comenzó a mostrarse como si
fuera un tesoro y recibió el nombre de El
talismán:
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Paul Sérusier, El
río Aven en el Bosque del Amor (El
talismán), Musée d'Orsay, París, 1888 |
Las obras de la llamada Escuela
de Pont-Aven tienen un fuerte carácter decorativo. La imaginación estalla en sus
fuertes y atrevidos colores. ¿Troncos y perros azules, cerdos amarillos, caminos rojos? Por
supuesto. Una cosa es la realidad y otra el arte: si, en la primera, los perros
no suelen ser azules ni los cerdos son de un amarillo vibrante, nada impide que
lo sean en la pintura.
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Paul Gauguin, El
molino de David, Musée d'Orsay, París, 1894 |
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Paul Gauguin, El
tejado rojo, colección particular, 1890 |
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Paul Gauguin, El
cuidador de cerdos, Los Ángeles County Museum of Art, 1888 |
La influencia de las estampas
japonesas se aprecia en los colores planos y en la libertad compositiva presentes
en todas las obras, aunque el “japonesismo” de algunas de ellas es más evidente
aún:
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Paul Gauguin, Las
rocas negras, colección particular, 1889 |
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Paul Gauguin, Playa
en Le Pouldu, colección particular, 1889 |
También se advierte la influencia
de los vitrales emplomados góticos, con sus separaciones metálicas, y del esmalte
cloisonné, con sus contornos oscuros.
La técnica del cloisonné, conocida en
Europa desde el siglo X, consiste en dividir la pieza que hay que esmaltar en
una serie de cavidades rodeadas por unos finos bordes o cloisons que sobresalen del plano y a veces se realizan con hilos
metálicos.
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Caja de esmalte cloisonné |
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Vitral del Profeta Zacarías,
Catedral de St-Etienne, Bourges, siglo XIII |
El cloisonismo
llegó a Gauguin y a los otros pintores de Pont-Aven a través de Émile
Bernard, quien lo había practicado ya con Louis Anquetin. A diferencia de los
difuminados contornos y el trasvase de color entre los objetos que aplicaban
los impresionistas, en el cloisonismo los
oscuros contornos delimitan con nitidez los planos de color.
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Émile Bernard, Cosecha en Pont-Aven, 1888 |
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Paul Gauguin, La
casa en Pan-Du, colección particular, 1890 |
Los paisajes creados por los
diversos artistas que visitaron Bretaña en esos años se hallan animados, en
muchos casos, por la presencia de personas ataviadas al modo bretón y
entregadas a sus quehaceres.
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Paul Sérusier, Bretona
cargando leña, Neue Pinakothek, Munich, 1890 |
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Émile Bernard, Puerto
de Saint-Briac, colección
particular, 1897 |
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Émile Bernard, Bretonas
en Goémon, Musée Maurice Denis, Saint-Germain-en-Laye,1888 |
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Jan Verkade, Dos
bretonas en Pouldu, 1891-1892 c. |
En otras ocasiones, lo que vemos son paisajes encendidos por la imaginación:
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Cuno Amiet, Pont-Aven,
1892 |
Entre 1893 y 1895, Gauguin
interrumpió su búsqueda del paraíso y regresó temporalmente a Francia. De esos
años datan sus nuevas visiones de Bretaña:
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Paul Gauguin, Granja en Bretaña, colección particular,
1894
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Paul Gauguin, Granja
en Bretaña, Metropolitan Museum of Art, Nueva York, 1894 |
Gauguin partió de nuevo, en esta
ocasión para no regresar, pero muchos pintores siguieron recogiendo en sus
cuadros las escenas de Bretaña con sus vivos colores.
Incluso para quienes no
somos artistas, vale la pena perderse por los bosques, campos, costas y pueblos
de Bretaña. Aunque remota, existe la posibilidad de encontrarse con Merlín. A
mí me sucedió, pero, como suele decirse, esa es otra historia.
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Émile Jourdan, Pueblo
bretón, colección particular, 1925 |
Qué preciosidad!!!!1 Adoro Francia, así que la recomendación es perfecta, y los cuadros que pones son muy bonitos.
ResponderEliminarMe gustan todos pero elegiría El tejado rojo, El cuidador de cerdos y Granja en Bretaña, los tres de Guaguin. Un besín y una selección maravillosa, como siempre.
Gracias, Marigem. Desde hacía tiempo tenía ganas de que diésemos un paseíto por Bretaña. Bellos paisajes, buena gente, buena comida y una estupenda compañía... ¿qué más podemos pedir?
Eliminarfascinante repaso, gracias!
ResponderEliminarGracias a ti, Carmen.
EliminarHe de reconocer que Gauguin nunca fue un pintor de mi gusto, aunque en la univers tuve que hacer un trabajo y me tocó él. He aprendido a disfrutarlo con el tiempo, y como desconocedora de ese estilo, pero me gusta su uso del color. Es cierto que un perro azul es irreal pero si que es vistoso, imaginativo y sin dejar de ser un perro.
ResponderEliminarLos colores que, a veces asustan, sobre todo si son fuertes, en realidad están en la realidad y el arte, al menos así lo veo yo, lo único que hace es recordárnoslo y darnos otras opciones.
La visión de estos artistas de Pont-Avent, a día de hoy es la más conocida. No sé hasta que punto es real, pero podría asegurar que cuando pensamos en él, todos nos imaginamos estos cuadros. Todos estos pintores han logrado crear un Pont-Avent diferente y al mismo tiempo igual al que es.
Además de los colores, me resulta llamativo las figuras en el entorno; las veo como parte interna de él, como un añadido no menos importante, pero parte del paisaje, como los árboles, las montañas o las nubes.
GRACIAS Carmen. Me gustaría poder estar allá, pero como de momento no va a poder ser, un viaje como este cumple mis expectativas más que bien.
Me ha gustado mucho lo que dices acerca de que el arte nos da otras opciones, y también tu comentario sobre la inclusión de las figuras, Harry.
EliminarCreo que el arte está concebido, precisamente, para que lo irreal forme parte del universo de la realidad. Cuando un artista utiliza un recurso ilógico, como pintar un perro de color azul, lo que intenta es motivar al espectador a concebir el mundo de otra forma, a cuestionar "lo normal" y a incorporar preguntas en su interior. En definitiva, a conmover de alguna manera la percepción del que mira para conseguir sensaciones nuevas.
ResponderEliminarDe acuerdo, Elisenda. El arte tiene su propia realidad, que en ese "mundo de ahí fuera" donde estamos nos puede parecer irreal y, como tal, lo incorporamos a nuestra propia realidad. En cualquier caso, si se siente demasiado apego a una determinada forma de realismo, basta con pensar en los avances de la física cuántica, por ejemplo, para darse cuenta de que lo que consideramos "real" y "normal" no está tan claro como parece.
EliminarOlvidaba comentaros que, si os gusta la novela policíaca entretenida, no escabrosa y con toques de humor, hay dos novelas de un escritor alemán, que firma con el seudónimo de Jean-Luc Bannalec, ambientadas en Bretaña. La primera de ellas, El misterio de Pont-Aven, tiene relación con el tema que tocamos hoy en el blog; en la segunda, Muerte en las islas, seguimos por estas tierras bretonas. Son ligeras y se leen con gusto.
ResponderEliminarJejejejeje. Doy fé.
EliminarQue obras tan fascinantes has escogido Carmen. No he tenido la oportunidad de visitar Bretaña pero acabo de ponerla en mi lista de lugares que quiero conocer.
ResponderEliminarTe encantará, Concha.
EliminarUna Bretaña preciosa. Gracias Carmen.
ResponderEliminar¡Gracias, Yolanda! En este momento te imagino en una bonita casa bretona de piedra, de cara al océano, escribiendo.
EliminarPreciosisimos cuadros!! Qué afortunada...encontrar a Merlín! Feliz Semana. Un beso
ResponderEliminarPero Merlín me gastó una broma y se escabulló. Tenía unos ojillos diminutos, oscuros, brillantes y llenos de risa. No se parecía en nada a la imagen de Merlín a la que estamos acostumbrados. Aun así, era Merlín. Un bromista de tomo y lomo.
Eliminar¡Feliz semana mágica!