La criatura de Frankenstein nació
aquí:
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Villa Diodati, Cologny |
De hecho, en esa casa nacieron
también el doctor Victor Frankenstein y todos los personajes de la novela de
Mary Shelley, así como el vampiro de John William Polidori. Nacieron, por lo menos, las ideas de las que surgirían
las famosas historias. ¿Quién diría, viendo lo apacible de la casa y del lugar,
que podrían albergar tantos horrores?
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Villa Diodati, Cologny |
En Alemania existe un castillo de
Frankenstein. Se halla a unos cinco kilómetros de Darmstadt y en él nació, en
1673, el alquimista y anatomista Johann
Conrad Dippel, sobre cuya vida y experimentos existen leyendas que lo aproximan
al personaje del doctor Frankenstein.
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Castillo de Frankenstein,
Mühltal, siglo XIII |
Se discute mucho acerca de la posible influencia de este personaje
auténtico sobre la creación de Mary Shelley, pero lo que nos ocupa hoy son las
casas de Frankenstein, es decir, del doctor Frankenstein.
En la película dirigida por James Whale en 1931, con decorados de Charles
D. Hall y Hermann Rosse como director de arte, el protagonismo escenográfico
corresponde, sin duda, al laboratorio del doctor.
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Hermann Rosse, diseño
para el laboratorio, Frankenstein,
James Whale, 1931 |
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James Whale, Frankenstein, 1931 |
Es importante también el torreón, con sus sillares fuertemente marcados,
un rasgo presente en muchas de estas construcciones cinematográficas en el que
se aprecia la influencia del arquitecto norteamericano Henry Hobson Richardson.
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Henry Hobson Richardson, casa de J. R. Lionberger, St. Louis, Missouri, 1885-1887, demolida en 1951 |
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James Whale, Frankenstein, 1931 |
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James Whale, Frankenstein, 1931 |
En los decorados de la película de Whale no faltan las líneas oblicuas y
las perspectivas acentuadas, de clara estirpe expresionista:
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James Whale, Frankenstein, 1931 |
Charles D. Hall se encargó de la dirección artística de La novia de Frankenstein (Bride of Frankenstein). Nos
reencontramos en ella con el magnífico laboratorio de ecos piranesianos que ya
habíamos admirado en la película anterior:
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James Whale, La novia de Frankenstein, 1935 |
Los decorados nos ofrecen también oblicuidades y fuertes claroscuros:
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James Whale, La novia de Frankenstein, 1935 |
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James Whale, La novia de Frankenstein, 1935 |
La cripta, con sus bóvedas de crucería, sus grandes sillares de piedra y sus arcos apuntados, sustentados
sobre gruesos pilares, recoge los ecos de la cripta de Drácula (Tod Browning, 1931), diseñada también por Charles D. Hall:
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James Whale, La novia de
Frankenstein, 1935
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Tod Browning, Drácula, 1931 |
El goticismo, con ciertos toques decorativos de carácter barroco,
impregna los decorados realizados por Hall:
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James Whale, La novia de Frankenstein, 1935 |
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James Whale, La novia de Frankenstein, 1935 |
Para acentuar la expresividad de la escena y el desasosiego que suscita,
Hall recurre en ocasiones a arcos en esviaje:
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James Whale, La novia de Frankenstein, 1935 |
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James Whale, La novia de Frankenstein, 1935 |
La película nos ofrece también vistas exteriores e interiores de una
rústica cabaña, así como, en su prólogo, del interior de Villa Diodati:
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James Whale, La novia de Frankenstein, 1935 |
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James Whale, La novia de Frankenstein, 1935 |
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James Whale, La novia de Frankenstein, 1935 |
En Frankenstein y en La novia de Frankenstein vemos diversos
planos del pueblo donde se desarrolla la acción:
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James Whale, Frankenstein, 1931 |
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James Whale, Frankenstein, 1931 |
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James Whale, La novia de
Frankenstein, 1935 |
Estos exteriores fueron rodados en la “Ciudad europea” o “Pequeña Europa”
de la Universal:
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Pequeña Europa, estudios
Universal |
Veremos, más adelante, las casas que otros artistas realizaron
para Frankenstein: entre ellas, los extraordinarios decorados diseñados por
Jack Otterson para El hijo de
Frankenstein (Rowland W.Lee, Son of
Frankenstein, 1939). Pero eso será otro día, cuando el doctor Frankenstein
y su crecida criatura vuelvan a invitarnos a tomar un café en su casa.
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Boris Karloff |
Qué interesante!!!!! Siempre me ha gustado Frankenstein, el libro me sorprendió mucho y sus pelis me han acompañado a lo largo de la vida, así que te podrás imaginar cuanto he disfrutado leyendo esta entrada. Me gustan mucho los primeros cuadros, podría pasar horas mirándolos. Un besito.
ResponderEliminarMe hago pesada recomendándolo, ¡pero es que me gustó muchísimo! Me refiero al libro de Esther Cross "La mujer que escribió Frankenstein". Si no lo has leído aún, no te lo pierdas, Marigem: te encantará.
EliminarSobre la autora también escribe una anécdota curiosa el escritor Santiago Posteguillo en su libro: La noche en que Frankestein leyó el Quijote.
ResponderEliminarUn abrazo Carmen y gracias por el artículo.
Perdón. Internet me está jugando malas pasadas
¡Sí, cuando Mary Shelley se encontró con nuestro buen Don Quijote y cómo, en cierto modo, este recorrió, a lomos de Rocinante, algunas de las páginas de Frankenstein o el moderno Prometeo! Muy ameno, el libro de Santiago Posteguillo, con historias curiosas e interesantes.
EliminarNo te preocupes por las trastadas de Internet, Francisco: ahora hago "limpieza".
Me ha gustado el tema, aunque Frank. no lo he leído y no me apetece mucho, la verdad. Siento pena por la persona y por como se le trató; como un ser inferior cuando en realidad, era diferente. Pero bueno, aquí el tema trata de las similitudes entre unos artistas y otros y como el cine utilizó ideas y otros decorados; muy apropiados por lo que tienen de tenebroso y porque lo situan en Centroeuropa. Creo que las versiones actuales son menos fieles, o eso me parece, con el ambiente y no sé si es porque le dan más importancia a la ética que a la estética.
ResponderEliminarLos escenarios, además de cuidados tienen una vista muy artística, y esa unión hace que estas películas sean únicas.
La casa en la que nacieron, a mi no me parece muy apacible. Cierto que no es de las que asustan, pero rodeada por tanto árbol y por un lago, la dejan como aislada. Creo que me habría dado miedo vivir en ella.
Nada, Harry, tenemos que pasar un fin de semana en Villa Diodati. Aprovecharemos para leer Frankenstein y, de paso, El vampiro, de Polidori. ¡Espero que haya buenas tormentas nocturnas, cuando estemos allí!
EliminarFrankiestein, junto con Drácula mis personajes favoritos, también La Momia...más en versiones antiguas, películas antiguas que no en algunas actuales, aunque tengo que reconocer que la última versión de Drácula es muy buena y me gustó..
ResponderEliminar¿Y dónde dejas al hombre lobo? Porque también tiene su corazoncito... Aunque, sabiendo lo que te gustan los animales, me imagino que dirás algo parecido a esto: "como hombre, tiene un pase, pero sus mejores momentos son cuando hay luna llena" ;)
EliminarPolidori, del que pocos se acuerdan, y Piranesi con sus cárceles del Tártaro... Precioso, precioso. Y voy a buscar el libro de Posteguillo. Muchas gracias, Carmen.
ResponderEliminarAh, pero nosotros no olvidamos al desdichado Polidori... Y a Piranesi, claro, le tenemos siempre presente.
EliminarTe gustará el libro de Posteguillo.
Yo me apunto al fin de semana, con vosotras, en Villa Diodati. Sin dudarlo. El clásico de Shelley es un libro excelente. Pero tomo nota del de Esther Cross: al listado de urgentísimos.
ResponderEliminarMe ha encantado la entrada.
Gracias, Daniel. Venga, otro para Villa Diodati.
EliminarSiempre me fascinaron los grabados de los escenarios de Piranesi. En cuanto a la historia de Frankenstein se ha dicho mucho y de todo, pero nunca analizada las películas desde el punto de vista estético de los escenarios y ambientes. Gracias Carmen.
ResponderEliminarPerderse en los escenarios de Piranesi es tan tentador como inevitable. ¿Recuerdas lo que escribe Thomas de Quincey en sus Confesiones de un inglés comedor de opio?: “Pegada a los muros se veía una escalera por la que subía trabajosamente el propio Piranesi: un poco más allá la escalera terminaba abrupta, súbitamente, sin balaustrada de ninguna clase: se había llegado al extremo y era imposible dar un solo paso más sin precipitarse al vacío. [...] Pero al levantar la vista vemos, todavía más alto, una segunda escalera y en ella distinguimos nuevamente a Piranesi, ahora al borde mismo del precipicio; volvemos a elevar la mirada y divisamos una escalera aún más aérea y al pobre Piranesi ocupado en su fatigosa ascensión: y así una y otra vez hasta que la escalera interminable y Piranesi se pierden ambos en la tiniebla superior del recinto. Con la misma potencia incesante de crecimiento y reproducción de sí misma procedía la arquitectura de mis sueños”.
EliminarArquitectura de sueños. Bien descrita.
EliminarMe ha encantado la entrada. Interesante, como siempre. Además, hoy sobre un personaje que me ha atraído desde siempre, con sus claroscuros. Intentaré encontrar el libro que mencionas. Un abrazo.
ResponderEliminarEres de las mías, Eva: seguro que también sientes cierta ternura por la desdichada criatura creada por Frankenstein.
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