Aunque en la antigüedad tardía
podemos encontrar retratos pictóricos tan conmovedores como los de El Fayum, y en la pintura medieval aparecen
también algunos retratos encarnados en las figuras de los donantes, hoy quiero
centrarme en los retratos italianos del Quattrocento. En otro momento veremos
algunos de sus magníficos equivalentes flamencos. En ambos casos, se trata de
imágenes individualizadas de personas reales, desvinculadas de la temática
religiosa.
Predomina, al principio, el perfil de la figura. Esto se debe tanto a la
mayor facilidad de representación como, en el caso italiano, a la influencia de
la medallística antigua.
Paolo Uccello, Retrato de un hombre joven, National Gallery of Art, Washington, 1430 c. |
De los fondos neutros y monocromos se pasa a la representación de
celajes y a la inclusión del paisaje:
Antonio del Pollaiuolo, Retrato de una joven, Staatliche Museen, Berlín, 1460-65 |
Piero della Francesca, Retrato de Federico da Montefeltro, Galleria degli Uffizi, Florencia, 1465-66 |
Ya hacia finales del siglo XV, el retrato de tres cuartos pasa a ser
predominante:
Antonello da Messina, Retrato de
hombre, National Gallery, Londres, 1475 c.
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Tanto en escultura como en pintura, el retrato evoluciona hacia una
ampliación del busto. Hacen aparición las manos:
Domenico Ghirlandaio, Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni, Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid, 1488 |
Leonardo da Vinci, Retrato de Cecilia Gallerani (La dama del armiño), Czartoryski Museum, Cracovia, 1483-90 |
Surgen también nuevas tipologías de retratos, como el retrato alegórico,
en el que el personaje retratado se inspira en un modelo de la Antigüedad. Simonetta
Vespucci, por ejemplo, modelo de artistas como Sandro Botticelli, Domenico
Ghirlandaio, Piero di Cosimo y otros, es retratada por este último en el papel
de Cleopatra:
Piero di Cosimo, Simonetta Vespucci como Cleopatra, Musée Condé, Chantilly, 1480 c. |
Otra nueva tipología es la del retrato colectivo,
que en Italia adopta un carácter cortesano y que, más tarde, en el barroco de
los Países Bajos, alcanzará gran desarrollo.
Andrea Mantegna, Corte ducal de Ludovico Gonzaga III, Camera degli Sposi, Palazzo Ducale, Mantua, 1465-74 |
Melozzo da Forlí, Sixto IV nombra a Plátina prefecto de la Biblioteca Vaticana, Pinacoteca Vaticana, 1477 |
Los pintores aparecen
autorretratados en el contexto de escenas que agrupan a varios personajes. Es
una especie de firma del pintor, enmarcada en la corriente de creciente individualismo
y en la reivindicación de la pintura como un arte liberal.
Benozzo Gozzoli, Cortejo de los Reyes Magos, detalle, Palacio Medici-Riccardi, Florencia, 1459-60 |
Perugino, Entrega de las llaves a San Pedro, detalle, Capilla Sixtina,
Vaticano, 1482 c.
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¿Reconocéis a Gozzoli y a
Perugino en estas dos últimas pinturas?
Creo que Gozzoli es el del sombrero rojo con letras, en el caso de Perugino dudo entre tres.
ResponderEliminarSí, ese es Gozzoli.
EliminarNo les reconozco. Pero me ha gustado mucho el tema. Sobre todo la evolución del retrato y el añadido de las manos, que se me hace una de las cosas más difíciles de dibujar. Bueno, para mi todo, que malamente se hacer una nube, pero me parece que de toda la anatomía humana, las manos son especialmente complicadas, y eso que el rostro es lo más expresivo y tampoco parece sencillo.
ResponderEliminarSí, siempre se habla de la dificultad de las manos, pero a mí me sucede como a ti: ¡sería incapaz de dibujar correctamente un solo dedo!
EliminarNo se quién es quién pero me gusta como has planteado el tema del retrato desde principio a fin. Un saludo
ResponderEliminarPues os cuento que Perugino es el personaje vestido de negro que nos mira. Pero que nadie se entere ;)
EliminarMe ha gustado mucho la descripción de la evolucion del retrato. Es muy didáctica. Al final, la inclusión del autoretrato del autor como medio de firmar la obra me ha recordado un movimiento de realización cinematográfica, cuyo nombre no consigo recordar ni averiguar, que consistía en pretender regresar a los orígenes del cine, aplicando el cumplimiento de varias normas o reglas y una de ellas era la no inclusión en los créditos del nombre del director, es decir, la película no debía estar firmada. Algunas de las otras normas eran que debía rodarse con una sola cámara, puesta en el hombro del operador, el sonido debía ser directo, sin doblaje, y que debía conservarse la unidad de espacio y tiempo, es decir, toda la acción tenía que suceder en ése instante y debía de rodarse en el momento. La película que ví de ése movimiento cinematográfico era la celebración o comida de una familia, en donde ocurrían toda una serie de acontecimientos. Lamentablemente, mi memoria no me ayuda a recordar el título de la película.
ResponderEliminarYa lo he averiguado, ¡ por fin ¡ . El movimiento cinematografico se llama "Dogma 95" que se inició en 1995 y la pelicula a la que hago alusión se llama
ResponderEliminar" La celebración" y el autor es Vinterberg. Se rodó en 1998. Aunque, efectivamente, no aparecía el nombre del director en los créditos, todo el mundo sabía su nombre porque la película, para ser considerada "Dogma 95" debía contar con una certificación de un jurado. En su momento, éste movimiento de producción cinematográfica me entusiasmó.
He leído ahora tu primer mensaje y he imaginado que era Dogma 95, pero me ha pasado como a ti al principio, que no conseguía recordar el nombre. Ay, los rabos de pasa.
EliminarTema que me ha agradado mucho. Magnífica exposición. Me atrae mucho el apartado de los pintores que firmas su obra incluyendonse en la pintura..
ResponderEliminarSí, además, en la mayoría de los casos, se les reconoce por la mirada que dirigen hacia el observador, de un modo que les hace adoptar el papel de "festaiuolo". Es una forma clara de decir: "este soy yo, y aquí os muestro mi obra".
EliminarGozzoli y Perugino están mirándonos, auténticos selfies de la época ;)
ResponderEliminar¡Si es que todo está inventado! ;)
EliminarSoy fan del retrato, aunque la belleza se encuentra en todas partes, el retrato tiene algo que la pintura religiosa no, es real, y eso de poder cotillear como eran y que hacían me encanta!
ResponderEliminarCreo que Gozzoli se encuentra en el primer retrato en primer plano con un gorro rojo y Perugino, no lo tengo tan claro, diría que es el quinto de la fila empezando por atrás, el que mira al espectador con los pelos un poco locos!
Saludos y gracias por compartir estos maravillosos posts!
Sí, es el de los pelos locos :)
EliminarA mí también me gusta ver cómo eran y cómo vivían en épocas pasadas, aunque en el retrato, en general, también suele haber un componente bastante fuerte de idealización. No en todos, por suerte. Es cierto, por otra parte, que esa idealización es mayor en la pintura religiosa, aunque en muchos casos parta de retratos de personas reales.
Gozzoli no lo acertaba. En el caso de Perugino, dudaba entre dos. Ahí me acercaba algo.
ResponderEliminarEl tema me ha gustado. Lo explicas con mucha claridad.
Me ha interesado mucho el comentario de Andreu. Se asemeja a una recacción del teatro clásico, a una búsqueda de los orígenes: obviemos al autor y ciñámonos a las unidades. Llama la atención.
Sí, lo que ha comentado Andreu ha sido muy interesante.
EliminarUn interesante recorrido por la evolución del retrato de esta época. Siempre nos muestras interesantes detalles y nos guías en la observación, gracias!
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Julia. Mañana tendréis que pasaros por aquí para echarme una mano, porque tenemos que construir torres ;)
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