“Quiero una casa –dijo-, una casa de verdad, con habitaciones que tengan cuatro paredes y techo”. Parece una reclamación razonable, porque ¿quién querría vivir en una casa destechada y sin paredes? Pero Welles no quería la casa para habitarla, sino para poner a vivir en ella a los personajes surgidos de la novela de Booth Tarkington The Magnificent Ambersons.
Orson Welles exigió una casa y los estudios RKO se la construyeron, con sus paredes y techos. No fue una casa cualquiera, desde luego, porque los Amberson no podían conformarse con menos que esto:
Orson Welles, The
Magnificent Ambersons, 1942
En realidad, el exterior de esta espléndida mansión era una pintura realizada por Chesley Bonestell, Al Simpson y Fitch Fulton. Se trata de un ejemplo de arquitectura ecléctica de fuerte acento francés, con sus mansardas, sus vanos de medio punto, su torreón de planta cuadrada con serliana en el remate y otras serlianas en las ventanas de la planta noble.
Orson Welles, The
Magnificent Ambersons, 1942
La casa de los vecinos de enfrente, los
Johnson, fue reutilizada en 1946, con algunas modificaciones, en Qué
bello es vivir, de Frank Capra.
Orson Welles, The Magnificent Ambersons, 1942
Frank Capra, Qué
bello es vivir, 1946
Aquí podemos verla en una fotografía de los estudios de RKO en Encino,
California:
Dieterle Home, Encino
Pero volvamos a la casa de los Anderson. Sus interiores fueron obra de Albert
S. D'Agostino y Darrell Silvera. Con sus paredes empapeladas, sus cortinas,
muebles tapizados, jarrones con flores, espejos, vidrieras y todo tipo de
enseres y adornos, crearon una casa “muy vestida”, como habría dicho Walter
Benjamin. La obra fue muy costosa, pero pudo ser reutilizada en películas
posteriores. El productor Val Lewton, por ejemplo, utilizó los conjuntos de la
casa de los Amberson en varias ocasiones.
Veamos el ejemplo de la espléndida escalera, el alma o corazón de una
casa, como afirmó Welles. Observad los balaustres, así como las vidrieras y el
tapizado de las paredes.
Orson Welles, The Magnificent Ambersons, 1942
Orson Welles, The Magnificent Ambersons, 1942
Ahora, comparad esos elementos con los que aparecen en las siguientes películas:
Jacques Tourneur, Cat People, 1942
Mark
Robson, The Seventh Victim, 1943
Gunther
von Fritsch y Robert Wise, TheCurse of the Cat People, 1944
Robert
Siodmak, TheSpiral Staircase, 1946
Los balaustres torneados de madera, de los que, al parecer, la RKO guardaba una buena remesa, aparecen también en otra película producida por Val Lewton, The Leopard Man:
Jacques
Tourneur, The Leopard Man, 1943
Nos hemos limitado a la escalera,
pero podrían encontrarse en varias películas otros elementos procedentes de la
mansión de los Amberson: lámparas de techo, apliques, arrimaderos de madera,
arcos, ventanas, chimeneas, muebles, tapices, esculturas, cuadros… Porque todo se aprovecha.
Orson Welles, The Magnificent Ambersons,
1942
Orson Welles, The Magnificent Ambersons,
1942
El salón de baile de los Amberson
muestra caprichosas formas en toda su ornamentación. Destaca la abundancia de
pinjantes, la variedad de arcos –entre ellos, muchos polilobulados- y el
recurso a crear pantallas sucesivas a través de la sucesión de arcadas, un
recurso que Welles emplea también en otras películas, como Ciudadano Kane.
Orson Welles, The Magnificent Ambersons,
1942
Orson Welles, The Magnificent Ambersons,
1942
Orson Welles quería una casa, porque Xanadú le había sabido a poco.
Orson Welles, Citizen Kane, 1941
Os dejo con el comienzo de The Magnificent Ambersons y el encantador Joseph Cotten haciendo el payaso:
Había un cuidado en esos detalles que, por cierto, ahora se omiten bastante. Muy grande el selor Welles: uno de los grandes profetas del siglo XX. Buenísima entrada, doña Carmen. Un beso
Por cierto, ¿es usted lectora? ¿Le gusta la novela romántica? Entonces, creo que esta última entrada le podría interesar. Perdón por las molestias:
Me encanta leer, Alex. Si no leo, me apago como una velita. La novela romántica no me gusta, lo que no quiere decir que no haya magníficas novelas en las que se relata una historia de amor. De Pérez Reverte me gustó El pintor de batallas. En la reseña que has compartido con nosotros -¡ninguna molestia, por favor: todo lo contrario!- me ha gustado mucho la alusión a Stendhal y sus mujeres de ficción. ¡Qué atractivo es el personaje de Gina Pietranera!
Quería comentaros que, si os interesa Orson Welles y, en general, las relaciones entre cine, arquitectura y ciudad, no os perdáis los trabajos de Jorge Gorostiza. Además de sus libros y artículos, tiene un blog interesantísimo: http://cinearquitecturaciudad.blogspot.com.es/
Mi querida Carmen; quiza nunca te lo dije pero aprovecho la ocasión para hacerlo ahora. Allá en la adolescencia donde tu y yo nos encontramos descubri la lectura a través de ti. Gide, Sartre, Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, etc...Muchas gracias.
Concha, gracias. En aquellos años, ¡descubrimos juntas tantas cosas y tantos mundos! Lo bueno es que seguimos haciéndolo. Cuando seamos ancianas, tenemos que ser como se presenta Goya en un dibujo en el que se autorretrata muy, muy viejecito, con el lema: "Aún aprendo".
La casa de Welles me produce ambivalencia. Por un lado, son atractivos los enormes espacios. Por otro, la combinación de luz y sombra me causa inquietud. La escalera y su barandilla son elegantes, pero, al mismo tiempo demasiado solemnes.Los enormes ventanales me recuerdan el interior de las iglesias o catedrales y la paz que va asociada con ellas, pero, la casa, desde fuera, me trae a la mente la residencia de la "Familia Monster", aquella serie de televisión de los años 60. En definitiva, atracción y repulsión a la vez.
Sí, las sombras van adueñándose poco a poco de los espacios. La inquietud crece al mismo tiempo que se agudiza el conflicto que enfrenta a los personajes y el esplendor de los Amberson declina.
Hola, llego muy tarde, cosa que no es costumbre en mí; lo digo sólo para no dar la impresión de ser la típica que llega tarde a todas partes.
Con estas tormentas y el tiempo que tenemos en el norte, he intentado dejar comentarios dos veces y me los ha borrado, o algo así.
En fin, me gusta la casa auque tanta mezcla de cosas no es mi estilo, pero lo más llamativo es la de veces que se ha utilizado en diferentes películas sin parecer cutre. Supongo que los juegos de luces, los diferentes enfoques hacen que parezcan lugares distintos, hasta que se juntan para comparar. El cuidado de los detalles es impresionante y da fe de lo bien que trabajan algunos directores. Una película es más que un actor y una historia. Es un decorado fiel, una música apropiada, aprovechar la luz, muchos detalles pequeños que juntos hacen algo grande. GRACIAS Carmen por la propuesta.
Fastidia mucho eso de perder los mensajes, después de escribirlos.
Creo que, si tuviésemos que elegir, nos gustaría más vivir en la casa de los Johnson que en la de los Amberson, a pesar de que se parezca, como indica Andreu, a la de los Monster (casa, por cierto, que también apareció en muchas películas y series).
Fantásticos artesanos y artistas decoradores.Esos decorados serían impensables en esta época, por el elevado coste y la cultura de usar y tirar, sin olvidarnos de los efectos especiales actuales que pueden transformar un desierto en un frondoso bosque.
Tienes razón, Carmela. Es fascinante cómo los escenógrafos ponían en pie todos esos mundos sin contar con la tecnología actual, que puede asombrarnos, maravillarnos, pero no sé si llega a conmovernos tanto. Y, luego, lo que dices acerca de nuestra actual cultura de usar y tirar: las largas vidas de los decorados, sus transformaciones, sus reaprovechamientos, son una historia en sí misma, aparte de las historias que ayudan a contar.
Welles, consiguió su proposito, creo que es difícil no sorprenderse al ver este tipo casas, en realidad, no son más que una prolongación de la forma de vivir y de sentir, de las gentes que las habita, y eso es algo que èl supo reflejar fielmente. Francamente, si tuviera que elegir, me quedaría con la casa de los vecinos, pero por supuen su anterior estado, y espíritu :) Gracias, Carmen!!
¡Claro que nos quedamos con la casa de los vecinos! Es mucho más habitable. La de los Amberson nos abrumaría mucho. Aunque jugar en esas escaleras tampoco estaría mal.
Había un cuidado en esos detalles que, por cierto, ahora se omiten bastante. Muy grande el selor Welles: uno de los grandes profetas del siglo XX. Buenísima entrada, doña Carmen. Un beso
ResponderEliminarPor cierto, ¿es usted lectora? ¿Le gusta la novela romántica? Entonces, creo que esta última entrada le podría interesar. Perdón por las molestias:
http://www.ourgodsaredead.blogspot.com.es/2015/02/el-tango-de-la-guardia-vieja-la.html
Me encanta leer, Alex. Si no leo, me apago como una velita. La novela romántica no me gusta, lo que no quiere decir que no haya magníficas novelas en las que se relata una historia de amor. De Pérez Reverte me gustó El pintor de batallas. En la reseña que has compartido con nosotros -¡ninguna molestia, por favor: todo lo contrario!- me ha gustado mucho la alusión a Stendhal y sus mujeres de ficción. ¡Qué atractivo es el personaje de Gina Pietranera!
EliminarQuería comentaros que, si os interesa Orson Welles y, en general, las relaciones entre cine, arquitectura y ciudad, no os perdáis los trabajos de Jorge Gorostiza. Además de sus libros y artículos, tiene un blog interesantísimo: http://cinearquitecturaciudad.blogspot.com.es/
ResponderEliminarMuy interesante, como siempre, de principio a fin.
ResponderEliminarGracias, Mariona. Ya ves, sigo con las casas del cine...
EliminarMi querida Carmen; quiza nunca te lo dije pero aprovecho la ocasión para hacerlo ahora. Allá en la adolescencia donde tu y yo nos encontramos descubri la lectura a través de ti. Gide, Sartre, Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, etc...Muchas gracias.
ResponderEliminarConcha, gracias. En aquellos años, ¡descubrimos juntas tantas cosas y tantos mundos! Lo bueno es que seguimos haciéndolo. Cuando seamos ancianas, tenemos que ser como se presenta Goya en un dibujo en el que se autorretrata muy, muy viejecito, con el lema: "Aún aprendo".
EliminarQue recuerdos!!
ResponderEliminarLa casa de Welles me produce ambivalencia. Por un lado, son atractivos los enormes espacios. Por otro, la combinación de luz y sombra me causa inquietud. La escalera y su barandilla son elegantes, pero, al mismo tiempo demasiado solemnes.Los enormes ventanales me recuerdan el interior de las iglesias o catedrales y la paz que va asociada con ellas, pero, la casa, desde fuera, me trae a la mente la residencia de la "Familia Monster", aquella serie de televisión de los años 60. En definitiva, atracción y repulsión a la vez.
ResponderEliminarSí, las sombras van adueñándose poco a poco de los espacios. La inquietud crece al mismo tiempo que se agudiza el conflicto que enfrenta a los personajes y el esplendor de los Amberson declina.
EliminarHola, llego muy tarde, cosa que no es costumbre en mí; lo digo sólo para no dar la impresión de ser la típica que llega tarde a todas partes.
ResponderEliminarCon estas tormentas y el tiempo que tenemos en el norte, he intentado dejar comentarios dos veces y me los ha borrado, o algo así.
En fin, me gusta la casa auque tanta mezcla de cosas no es mi estilo, pero lo más llamativo es la de veces que se ha utilizado en diferentes películas sin parecer cutre. Supongo que los juegos de luces, los diferentes enfoques hacen que parezcan lugares distintos, hasta que se juntan para comparar. El cuidado de los detalles es impresionante y da fe de lo bien que trabajan algunos directores. Una película es más que un actor y una historia. Es un decorado fiel, una música apropiada, aprovechar la luz, muchos detalles pequeños que juntos hacen algo grande.
GRACIAS Carmen por la propuesta.
Fastidia mucho eso de perder los mensajes, después de escribirlos.
EliminarCreo que, si tuviésemos que elegir, nos gustaría más vivir en la casa de los Johnson que en la de los Amberson, a pesar de que se parezca, como indica Andreu, a la de los Monster (casa, por cierto, que también apareció en muchas películas y series).
Fantásticos artesanos y artistas decoradores.Esos decorados serían impensables en esta época, por el elevado coste y la cultura de usar y tirar, sin olvidarnos de los efectos especiales actuales que pueden transformar un desierto en un frondoso bosque.
ResponderEliminarTienes razón, Carmela. Es fascinante cómo los escenógrafos ponían en pie todos esos mundos sin contar con la tecnología actual, que puede asombrarnos, maravillarnos, pero no sé si llega a conmovernos tanto. Y, luego, lo que dices acerca de nuestra actual cultura de usar y tirar: las largas vidas de los decorados, sus transformaciones, sus reaprovechamientos, son una historia en sí misma, aparte de las historias que ayudan a contar.
EliminarWelles, consiguió su proposito, creo que es difícil no sorprenderse al ver este tipo casas, en realidad, no son más que una prolongación de la forma de vivir y de sentir, de las gentes que las habita, y eso es algo que èl supo reflejar fielmente.
ResponderEliminarFrancamente, si tuviera que elegir, me quedaría con la casa de los vecinos, pero por supuen su anterior estado, y espíritu :)
Gracias, Carmen!!
¡Claro que nos quedamos con la casa de los vecinos! Es mucho más habitable. La de los Amberson nos abrumaría mucho. Aunque jugar en esas escaleras tampoco estaría mal.
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