Si alguno de vosotros se ve
aquejado por el síndrome de “segunda señora de Winters”, lamento comunicarle
que, aunque sueñe con volver a Manderley, no podrá hacerlo. Y no porque la
imponente mansión pereciese en un incendio, sino porque nunca existió.
Alfred Hitchcock, Rebeca, 1940 |
Manderley, en realidad, era una
maqueta de madera y cartón construida por Albert Maxwell Simpson.
Simpson era un escenógrafo que
había pintado telones para espectáculos de varietés
y que en 1940, cuando Alfred Hitchcock rodó Rebeca, ya había realizado decorados para
películas como El nacimiento de una
nación, Los diez mandamientos, King Kong y Lo que el viento se llevó. Más tarde trabajaría, entre muchas otras, en películas como
La mujer pantera y Bedlam. Casi nada,
¿verdad?
Si al trabajo de Simpson unimos el de George Barnes, director de
fotografía que, precisamente, obtuvo un Óscar por su trabajo en Rebeca; el de Lyle Wheeler, encargado de la dirección artística, y el de Joseph B.
Platt, responsable de los diseños de interior, obtenemos…
Manderley.
Vista desde el exterior, la mansión, compuesta por la suma de varios
cuerpos arquitectónicos, se halla erizada de pináculos, chimeneas, almenas y
hastiales. Es una formidable casa de muñecas.
Grandes decorados con fondos
pintados y maquetas dan forma a las diversas estancias de Manderley, unas
estancias en las que, como en otras grandes mansiones del cine -y también en
mansiones auténticas-, confluyen elementos procedentes de los más variados
estilos y épocas.
Arcos escarzanos, apuntados,
conopiales, tudor, de medio punto y, en general, casi cualquier tipo de arco
que podamos imaginar, se despliegan por todo el edificio.
Observamos la misma diversidad en
las embocaduras de las chimeneas, de gran aparato y tamaño. Solo una de ellas,
la que se halla en el gabinete, muestra un aspecto más discreto.
Sobre la chimenea del comedor vemos una serliana, es decir,
un arco entre dintel:
La escalera imperial se adorna con obeliscos, símbolo
funerario evocador, como tantos otros que imperan en la casa, de la
omnipresente ausente, Rebeca.
La caja de la escalera está
recubierta por grandes paneles escultóricos. Estos están divididos en
cuarterones con bustos en clípeos y decoraciones geométricas.
La exuberancia decorativa se
plasma también en el gran arco triunfal que cubre uno de los muros del gran
salón, un arco con estípites, guirnaldas y hermes.
Las vidrieras, como hemos visto
en anteriores imágenes y vemos, asimismo, en el dormitorio de Rebeca, también
abundan en la casa, templo consagrado -para desgracia de la seguda señora de Winters- a
la memoria de la muerta.
La riqueza de las puertas
talladas, la abundancia de muebles, tapices, cuadros, jarrones, lámparas y
cortinajes convierten a Manderley en una vivienda que fácilmente puede habitar
la imaginación. Solo la imaginación. Y el fantasma de Rebeca.
Me encanta esa película.
ResponderEliminarYa no hay películas así; ni fotografías y montajes.
ResponderEliminarUna de mis pelis favoritas
ResponderEliminarFantástico tu post. Pero no recuerdo cual es el nombre de la segunda esposa de Winters...
ResponderEliminar¡No tiene nombre! En la película, no lo recuerdo ahora, pero creo que sucede como en la novela: la segunda señora de Winters carece de nombre. A diferencia, por supuesto, de Rebeca.
EliminarBueno, no me importa que la mansión fuese de cartón piedra, porque lo que realmente me gustó fue la trama, pero reconozco que la casa es un protagonista más, y que todo adorno tiene su razón de ser.
ResponderEliminarNo le falta detalle y aunque en muchos casos, a los espectadores corrientes se nos pasen, creo que se quedan en el subconsciente y dan idea de como era Rebeca, otra protagonista de mentiras puesto que ya estaba muerta al empezar toda la historia
Precioso post Carmen, y para mi novedoso, pues casi siempre que se habla de la película o del libro, se trata la trama, la maldad, la intriga, las actuaciones de los actores pero nunca he visto que se hable de la casa.
Manderley es Rebeca, porque ella dejó su huella y lo transformó. Por todas partes puede verse, en la casa, la gran R de su inicial. En la novela de Du Maurier, Maxim de Winter explica que fue Rebeca quien mandó decorar la casa del modo que hemos visto, ella quien cambió el aspecto de la mansión y de los jardines, que en nada se parecen a como eran en tiempos de los padres de Maxim. Por fin, cuando aparece el cuerpo de Rebeca y es enterrado en la cripta familiar, la casa desaparece en el catártico incendio habitual en el género de terror. ¿Rebeca descansa, por fin?
EliminarEs un personaje muy interesante: ausente y, sin embargo, con una presencia apabullante. Atrae por su fuerza y vitalidad; repele, en cambio, por su crueldad e hipocresía.
En cualquier caso, como decís todos, menudo peliculón y menudo novelón.
Magnífico recorrido arquitectónico. Gracias por "llevarnos" por esos fantásticos mundos..
ResponderEliminarOhh que pena que no exista, la mansión es un personaje más de la película, es el alma de la antigua señora, sin ella no tendríamos esta descarnada película. Aunque sin guión, director de fotografía tampoco. Es una gran película. Gracias por tus siempre interesantes posts!
ResponderEliminar¡Gracias a todos por acompañarme en este recorrido!
ResponderEliminarMerci Carmen de nous éclairer sur la supercherie architecturale du film ...l'illusion est parfaite ...En est-il de même avec " Citizen Kane " que nous ne saurions pas surpris !!!
ResponderEliminarC'est vrai, Carole. La magie inépuisable des décors!
Eliminar"Anoche soñé que volvía a Manderley..." Es uno de esos míticos comienzos de novela (o película) que nunca se olvidan. No hay muchos. Al parecer Laurence Olivier odiaba a Joan Fontaine por haberle robado el papel a Vivian Leight. El perverso Hitchcock aprovechó esta circunstancia para dar más realismo a la incomodidad y desvalimiento de la joven Mrs. De Winter.
ResponderEliminar"Todas las familias felices se parecen...", "yo tenía una granja en África"... A lo que añadiría, por pasión stendhaliana: "El 15 de mayo de 1796, el general Bonaparte hizo su entrada en Milán, al frente de ese joven ejército que acababa de pasar el puente de Lodi y de mostrar al mundo que, después de tantos siglos, César y Alejandro tenían un sucesor".
EliminarSí, la pobre Joan Fontaine estaba aterrorizada: tenía más miedo de Laurence Olivier que de Rebeca y el ama de llaves juntas. Eso, sin contar con el pánico que Hitchcock, el perverso Hitchcock, como con razón le llamas, solía inspirar a las actrices.
Manderley es un personaje más en la trama. Una prolongación de Rebeca que la ancla al mundo de los vivos. Un templo funerario consagrado a ella. Es imponente,como el recuerdo de la anterior señora de Winter. Es impresionante. Me ha encantado!
ResponderEliminarEn realidad, Manderley es la protagonista de la historia, la propia Rebeca convertida en casa; como dices, un templo funerario.
EliminarLos decorados de King Kong, tambièn fueron utilizados a su vez, para la película, "Lo que el viento se llevó", concretamente en la escena de la quema de Atlanta. Saludos a tod@s!!
ResponderEliminarSí, el tema del reaprovechamiento de decorados en el cine y el teatro es muy interesante. Los decorados de King Kong se utilizaron para el incendio de Atlanta, como indicas, y, a su vez, King Kong "recicló" decorados procedentes de películas anteriores, como la versión muda de Rey de Reyes. ¡Todo se aprovecha!
EliminarUna mítica película. El entorno mezcla un lujo tétrico, que recuerda a los mausoleos, con el glamour de la Costa Azul, en el que se conocen los protagonistas, aunque bien es cierto que parece que la protagonista real es aquélla que no aparece en toda la película, pero que se halla omnipresente en todos los objetos de la casa. No debemos olvidar que la actitud del ama de llaves también contribuye a perpetuar la presencia de la primera señora de Winter insinuando, entre lineas, un enamoramiento dificilmente mejor de expresar que con la mirada de la malvada.
ResponderEliminar