La figura de espaldas tiene una
larga trayectoria en el arte. Su presencia acentúa la profundidad y da ocasión
a detallados estudios perspectivos y anatómicos.
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Piero della Francesca, Leyenda de la
Vera Cruz, San Francesco, Arezzo, 1452-66 |
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Miguel Ángel, Estudio
para la Batalla
de Cascina, Graphische Sammlung Albertina, Viena, 1504 c. |
También es frecuente su uso en
las obras de Caravaggio, Rubens y otros autores barrocos. Muy célebres son
algunos cuadros de mujeres de espaldas, frente a un espejo:
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Peter Paul Rubens, Venus del espejo, Museo Sammlungen des Fürsten von Liechtenstein, 1613-14 |
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Diego Rodríguez de Silva
y Velázquez, Venus del
espejo, National Gallery de Londres, 1647-51 |
Famosa es, también, la espalda
que nos ofrece la bañista de Ingres en 1808, y que reaparece en su obra medio siglo más
tarde:
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Jean-Auguste-Dominique Ingres,
La bañista de Valpinçon, Museo del
Louvre, París, 1808 |
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Jean-Auguste-Dominique Ingres,
El baño turco, Museo del Louvre,
París, 1862 |
En 1924, Man Ray interpreta en clave musical esta conocida espalda:
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Man Ray, Le violon d'Ingres, 1924 |
Muy interesante es la figura de
espaldas en el rococó y el romanticismo. Relacionada con el ensimismamiento, un fenómeno que afectaba también en gran medida a los espectadores
del panorama, introduce, como él, al observador en el interior de la
pintura.
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Jean-Antoine Watteau, Las dos primas, Museo del Louvre, París, 1716 c. |
El espectador entra en el cuadro,
ya sea que se identifique con el personaje que no muestra su rostro, ya porque
se imagine como otra figura que, a espaldas de la representada, contempla junto
a ella la escena.
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Caspar David Friedrich, Paisaje al atardecer con
dos hombres, Museo del Hermitage, San Petersburgo, 1830-1835 c. |
Debido a este juego de reconocimientos,
en las portadas de muchas novelas publicadas en los últimos años aparece una
figura –preferentemente femenina- de espaldas. Se trata, sin duda, de incitar a
los lectores a identificarse con la obra y sus protagonistas.
Un subgénero muy interesante
dentro de la categoría de “figuras de espaldas” es “la figura de espaldas en la
ventana”, de la que nos ocuparemos en otro momento. Y también de la ventana,
con o sin figuras.
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Vilhelm Hammershøi Interior con ventana, Ordrupgaard Kunstmuseum, Copenhague, 1913 |
Ofrece la mejor perspectiva sobre la silueta femenina; eso está claro.
ResponderEliminarEn el caso del desnudo, sí. Y en todos los casos, abre una puerta hacia el misterio y la imaginación, como indica Harry en su comentario.
EliminarEs difícil elegir entre todo lo que nos os ofreces: Piero, Friedrich, Watteau, Hammersoi... Unos son gélidos, y otros, muy cálidos.
ResponderEliminarEl de Watteau es sensual y fácil: aproxima, seduce.
El de Friedrich te congela el sentido. Me recuerda a Don Giovanni, claro está. Intuimos la estatua fría, de piedra, del comendador, llamando a la puerta. Me invitaste a cenar. Recuérdalo. La muerte está ahí mismo, al acercarte al acantilado.
El de Hammersoi es soledad: tema recurrente en su obra.
Piero siempre sorprende por su sencillez de líneas, el color, los escorzos, el reflejo de hechos cotidianos. Parece una crónica de su época.
El caso de la joven pintada por Velázquez siempre me ha llamado la atención. Parece una modelo del siglo XXI: le falta abono.
No hace falta que elijas, Daniel: puedes abrazar todas las épocas, todos los estilos. Nos permitimos el lujo de ser eclécticos en nuestras pasiones ;)
EliminarA mi me gustan todos, y dan a la figura un aire se semimisterio muy atrayente a la hora de ver lo demás que se ve o intuye en los cuadros: paisajes, soledad, la imagen reflejada en el espejo, pero siempre con un límite abierto a la imaginación del espectador.
ResponderEliminarEn las posturas de frente el rostro no deja dudas, pero en las figuras de espaldas, incluso las que vemos en el espejo hacen que cada uno nos imagenemos una cara diferente, Igual ocurre en la literatura; por muy bien descrito que esté un personaje, ninguno lo vemos igual.
En otro aspecto a mi me recuerda a los locutores de radio. Cuando he tenido la oportunidad de verlos en persona nunca han coincidido con la imagen que tenía de ellos. Ni mejor ni peor, sólo diferente. Esa parte es lo que me gusta de esos cuadros; eso y que, a pesar de la diferencia de años y estilos, ese aspecto intrigante es intemporal en todos.
Sí, la figura de espaldas -siempre y cuando su rostro no se refleje con nitidez en un espejo- deja el campo abierto a la imaginación. Casi esperamos que, de repente, gire el rostro hacia nosotros, y entonces...
EliminarUna forma de representar la figura.. acaso es una manera de huir? Algunas representaciones son mediadoras entre el espectador y la naturaleza que acompaña estas figuras, lo atrae hacia el fondo de la obra.
ResponderEliminar¿De huir? Huir hacia el interior de la figura y del cuadro, huir hacia el paisaje... En cualquier caso, como destacas, siempre hacia el fondo de la obra.
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