miércoles, 17 de septiembre de 2014

Un rostro en la ventana



La mirada tiene dos direcciones: si las ventanas son los ojos a través de los cuales la casa o lo que en ella habita nos contempla, también pueden ser la débil frontera que traspasa una mirada que, desde el exterior, se dirige hacia quienes se hallan dentro. A veces, un leve repique en el cristal anuncia la palidez del rostro que surge de repente, enmarcado por las sombras y con los ojos fijos en la escena interior.

The Innocents, Jack Clayton (1961)

A través del cristal se cruzan las miradas y el espanto. Lugar de tránsito entre el interior y el exterior, es la imaginación la que lo atraviesa, porque de todos es sabido que las personas bien educadas no entran ni salen por las ventanas, y los espectros, con su capacidad reconocida de atravesar los muros, no necesitan aberturas por donde filtrarse.

Los cristales de ventanas y puertas, sin embargo, son útiles para que los fantasmas manifiesten su presencia a través del reflejo -a fin de cuentas son fantasmas, no vampiros-. Es lo que hace el espectro del funesto jardinero de The Innocents, versión fílmica de la extraordinaria novela de Henry James Otra vuelta de tuerca, cuando su imagen se refleja en un cristal, ante el espanto de Deborah Kerr y el regocijo de sus siniestros pupilos.




¿Qué siente ese ser que apoya sus manos en el cristal y atisba el interior de la vivienda? ¿El hambre del animal salvaje, la excitación del cazador ante su presa? ¿El deseo o la necesidad de causar daño? ¿O acaso la nostalgia de una vida que se le niega, en la que no puede participar si no es a través de la destrucción y el sufrimiento? ¿O, tal vez, solo siente desprecio hacia aquello que contempla al otro lado del cristal?

Nosferatu, F.W. Murnau (1922)

A través de la ventana abierta penetra en la casa el horror, pero también, en ocasiones, la luz que, al disipar las tinieblas, lo destruye. Los vampiros lo saben bien. No descorras la cortina, piden, no abras la ventana, no la abras ahora, cuando los primeros rayos de sol recorren la superficie de la tierra para aniquilar a las criaturas de la fantasía.



Algunas noches, cuando tendidos en la cama esperamos que nos alcance el sueño, intuimos cuán frágil es la transparente muralla tras la cual se extienden selvas, montañas, océanos encrespados, bosques y desiertos. En un lugar remoto, al fondo del silencio, rugen las fieras.

Unos pasos quedos se aproximan lentamente a la casa, la rodean, buscan la ventana de nuestra habitación. Al cabo de la eternidad de unos minutos, percibimos el eco de una respiración ajena, un hálito empaña el cristal y un breve centelleo nos revela los ojos que, desde fuera, nos observan. Y entonces, nos dormimos.



11 comentarios:

  1. Sabes bien lo que son los vampiros, pero tranquila, porque como dices, la luz, al disipar las tinieblas, los destruye. Me ha gustado muchísimo el texto. Enhorabuena.

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  2. La mirada tiene dos direcciones. Y tanto. ¿Qué vemos? ¿Qué intuimos? ¿Qué nos dejan ver? ¿Qué nos muestran?
    Son siglos de querer ver sin ser vistos cuando hay otra parte que quiere lo contrario: miradme, que estoy aquí. Y luego viene el pavoneo huero y el beso de Judas. Pero eso es otra historia.
    El hecho es que la mirada tiene dos direcciones y las ventanas alimentan la curiosidad en cualquiera de ellas. No corrompas mi recinto con tus pupilas dilatadas.
    Eso de encontrarte a Nosferatu al otro lado de la ventana no es muy tranquillizador. Ese señor nos mira de una forma un poco extraña.
    ¡Será por miradas!

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  3. Pues yo tampoco me duermo después de tanta pesadilla.
    Pero en cuanto a las ventanas, y a pesar de que, aquí son algo tenebrosas, me gustan mucho. Dejan ver un montón de cosas hermosas, de sensaciones y también dejan que te vean; incluso te puedes ver en el cristal e imaginar quien puede ser la personan que nos mira.
    Reconozco, que el terror que se deja asomar a través de unos cristales tiene un no sé que muy apropiado para crear tensión, para ir adelantando lo malo que está por venir. Para asustar con un rostro tenso, feo.
    De todos modos, prefiero quedarme con las luces de colores que nos muestran las vidrieras, o con la "Muchacha en la ventana" de Dalí; no hay un rostro propiamente, pero si no estuviese asomada y nosotros fuera, podríamos ver a una joven animosa.
    Y si no se pueden tener ventanas, se pueden colocar cuadros en las paredes; se convierten en ventanas permanentes de un instante. Habrá infinidad de rostros que ver.
    GRACIAS Carmen por dar una visión particular y, para mí, desconocida del poder de los rostros en las ventanas

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    1. Harry, ¿qué rostro mostraría la "Muchacha en la ventana" si se girase hacia nosotros? Yo ya no digo nada, porque últimamente estoy muy gótica. Eso sí, la próxima entrada del blog no será de miedo. De verdad :)

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    2. Morena, con el pelo ondulado y sin flequillo. Rostro en forma de corazón, ojos almendrados de un marrón suave, con cejas pobladas pero arqueadas, labios también suaves, el de abajo tirando a grueso, el de arriba tirando a fino, y con una nariz ni grande ni pequeña. Mejillas redondeadas que le dan aire de niña, aunque ya va para los 20 años.
      No he visto ninguna foto de la hermana de Dalí, así que cualquier parecido con la realidad es pura casualidad. Lo digo de veras.

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    3. Harry: http://cs10644.vk.me/u119189342/a_b8126722.jpg

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    4. GRACIAS Carmen:
      he acertado con lo de no tener flequillo y mejillas redondeadas. En lo demás no he dado una.
      Pero al poner tu enlace en google he visto a Ana María Matute. Y se parece más a mi descripción. Es lo que tiene ver a una persona de espaldas. Es como escucharla sin verla. Como los personajes de las novelas. Puedes poner la cara que cada uno presiente.

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