viernes, 10 de junio de 2016

Las sorpresas de John W. Shanabrook




Érase una vez un niño que leía. De sus lecturas nacían aventuras soñadas y barcos que el pequeño tallaba en madera y echaba a navegar por un arroyo. ¿Imagináis las correrías de esos barquichuelos y de sus tripulantes? Érase un niño que, un día, compró un puñado de lápices de colores. Un niño que se puso a dibujar y a pintar y que creció sin darse cuenta de que era un artista porque, como él mismo dice, nunca se había planteado serlo.


John W. Shanabrook, Le gusta estar en casa


John W. Shanabrook, Pentecostés
Este niño que ya no es un niño y que no sé si a estas alturas ha reconocido que es lo que nunca se propuso ser, más que nada porque no se le ocurrió pensarlo, es un hombre tranquilo, madrugador, que hace deporte, lee, trabaja como corrector de estilo y, sobre todo, pinta.


John W. Shanabrook, Cómo creer en abril

Madrugador, muy madrugador, porque a las cuatro de la mañana ya está en pie y, tras tomar un café, dispuesto a pintar. A pintar sin saber, en esas horas tempranas en las que el día aún no ha despuntado, qué va a nacer sobre el lienzo, porque John se deja sorprender por la pintura. 


John W. Shanabrook,  Emprender un viaje de plata

John W. Shanabrook,  La verde, verde hierba

John W. Shanabrook, Una hora completa

En muy pocas ocasiones se aproxima a la tela con una idea determinada acerca de lo que se propone pintar. E incluso en esos casos, poco después se percata de que está pintando algo que no tiene nada que ver con la idea original: de nuevo se ha dejado arrastrar, gozosamente, por la sorpresa. 


John W. Shanabrook, El luminoso desorden

John W. Shanabrook, Antes de que llegue el sueño

Él dice que, más que pintar sus obras, las descubre a través del propio proceso creativo. Creo que su actitud no remite a una concepción neoplatónica de la creación artística, sino que alude a las posibilidades implícitas en la propia técnica, a las sugerencias que despierta un trazo o un determinado color que, a su vez, abren las puertas a otros colores y otros trazos: al papel que juega el azar.

John W. Shanabrook, Corazón de oropel

John W. Shanabrook, El roble hendido

Yo me lo imagino caminando, alegre y dueño de su técnica, por unos paisajes que, no obstante sus semejanzas, siempre le pillan un poco desprevenido. Como debe ser.

John W. Shanabrook, El visitante

John W. Shanabrook, Amor de la pradera

¿Qué tal si le imitamos y nos dejamos sorprender? No solo por la pintura: en ocasiones, también por los títulos de las obras. 

John W. Shanabrook, Leyendo a Tucídides

John W. Shanabrook, Suavemente noche

John W. Shanabrook, Encendamos esta vela

John W. Shanabrook, Coraje frío

Shanabrook nos guía a través de las estaciones del año: en casi todas sus obras –no en todas- nos ofrece una casa, una pequeña casa, donde guarecernos del frío, del calor, de la oscuridad que nos rodea, del exceso de luz que puede deslumbrarnos. 



John W. Shanabrook, La primavera de oro

John W. Shanabrook, Y el antílope

John W. Shanabrook, En otoño

¿Casas? No solo casas. A veces soles, lunas, árboles y paisajes depurados hasta rozar la abstracción. 

John W. Shanabrook, Pradera por la noche

John W. Shanabrook, Colina en invierno

John W. Shanabrook, Noche en la meseta

John W. Shanabrook, Una costa sombría

Algunos de los extensos y desnudos paisajes de Shanabrook forman parte de esa línea que, desde el romanticismo alemán alcanza a autores como Mark Rothko.



John W. Shanabrook, Llanura en la mañana de Navidad

John W. Shanabrook, Día ventoso

John W. Shanabrook, Campo verde

John W. Shanabrook, Oscuro Fremont

El más oscuro de los días, una canción me hace pensar en el famoso perro de Goya, pero no me hagáis mucho caso, porque son esas asociaciones mías que a menudo me vienen a la mente: 

John W. Shanabrook, El más oscuro de los días, una canción

Francisco de Goya, Perro semihundido, 1819-23

En estos paisajes de Shanabrook asoman, a menudo, unas casas a veces diminutas, a veces espectrales.

John W. Shanabrook, Colina fría

John W. Shanabrook, Campo de mostaza

John W. Shanabrook, Invierno solitario

John W. Shanabrook, Invierno oculto

Tan espectrales como estas:


John W. Shanabrook, El invierno llega a Shutesbury

John W. Shanabrook, Arder sin llama

John W. Shanabrook, Los fantasmas cuentan doble

John W. Shanabrook, Pregunta a la casa

Los árboles se transfiguran, se llenan de luz, se transforman ellos mismos en luz.

John W. Shanabrook, Árboles de abril

John W. Shanabrook, La colina por la mañana

John W. Shanabrook, Dios y mayo


John W. Shanabrook, Un corazón benigno

Después de contemplar estos árboles, me despido por esta semana y me retiro a casa, pensando en lo que dice Shanabrook: a veces no consigo expresar lo que deseo, pero incluso el fracaso tiene su heroísmo (o me gustaría pensar que sí).

(Los comentarios de John W. Shanabrook se basan en la entrevista que concedió a Julia Wright). 

 
 

26 comentarios:

  1. Maravilloso post, Carmen, como siempre. Sorprendida, ese es el estado en el que ahora me encuentro. Me fascinan estos artistas que son capaces de, con tan poco, hacer tanto.
    Pintar con pincel plano, con paleta, darle al lienzo el relieve justo es algo que siempre me ha fascinado. Tener la habilidad de separar el mundo por una linea es otra de las excusas por las que podría llegar a colgarme, literalmente, de esta obra.
    Si tengo que elegir, me quedo con "Dia ventoso", precisamente por lo que te estaba contando.
    Gracias, querida amiga, por ofrecernos lo mejor de tí en cada post. Un beso y feliz finde.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo también me quedé sorprendida cuando conocí la obra de Shanabrook. ¿Y ese "ah, ¿pero yo soy artista?"? Me gusta, me gusta mucho.
      Gracias, Elisenda. Disfruta del fin de semana. Un fuerte, fuerte abrazo.

      Eliminar
  2. "Emprender un viaje de plata"; sin dudas me quedo con esa pintura, es magnífica.
    Saludos.
    Setefilla.

    ResponderEliminar
  3. Siempre, siempre es un deleite leerte, tus explicaciones son siempre enseñanzas para mi.Gracias.
    "El invierno llega a Shutesbury" , me quedo con este invierno q a pesar d su tono gris-azulado, me inundo de luz.
    Te sonrío con el Alma.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Incluso los inviernos, incluso la oscuridad, están llenos de luz. Gracias. Un abrazo enorme, DesdMiVentana H.

      Eliminar
  4. Siempre me ha fascinado lo mucho que se puede decir con unos manchurrones de tinta. Porque los cuadros de Shanabrook, artista al que no conocía, son preciosos manchurrones de tinta si los analizas en profundidad y sin el alma. Pero en cuanto pones a trabajar el alma, sea esto o que sea, esos manchurrones te hablan y te cuentan como son los árboles en Abril, o el invierno solitario, o el campo de mostaza o una hora completa para contemplar el luminoso desorden antes de que llegue el sueño.
    Una, otra, maravillosa aportación.
    Gracias, Carmen. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Con el alma en los ojos, para que todo nos hable. Gracias, Rosa. Que pases un buen fin de semana. Un beso.

      Eliminar
  5. Carmen Pinedo siempre sabes cómo mostrar la pintura y hacer que la comprendas. Confieso que desconocía a Shanabrook, como a tantos pintores que ignoro, pero me he quedado prendada de esos hermosos azules. Gracias Carmen.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No, es John el que se explica muy bien, tanto con sus cuadros como con sus palabras. Ay, esos azules que dices, Francisca. Gracias, un abrazo.

      Eliminar
  6. Un artista que si querer pintar pintaba, sus obras sacan las abstracción al límite y no queda en mera mancha siempre dicen algo. Me imagino que primero pinta y despues pone título a la obra.Me quedo con casi todas las obras pero estas especialmente, será por los azules El invierno llega a Shutesbury y La colina por la mañana. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, yo también me imagino que lo de los títulos es así: sobre todo, porque cuando se dispone a pintar aún no sabe qué va a hacer. Gracias, Mari Carmen, un abrazo.

      Eliminar
  7. Me parece que el arte pictórico de John W. Shanabrook traspasa amplia y categóricamente la frontera de cualquier estilo conceptual y/o realista decantándose por la abstracción, aunque todavía se dejan ver figuras, líneas, esbozos, aunque sin una idea preconcebida. No me hagas mucho caso cuando planteo cuestiones técnicas, porque se me escapan los conceptos, jajjaja. Pero esa depuración formal de las cosas tangibles y de los paisajes, hasta difuminarlos, pero no del todo, me llama mucho la atención.
    Precioso catálogo el que nos traes. Me gustan especialmente Corazón de oropel y La colina por la mañana.
    Me encanta siempre aprender contigo.
    Besos y abrazos, Carmen

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí que te hago caso, porque es justamente esa depuración formal de la que hablas lo que en el caso de este pintor, como en los de otros, tanto nos atrae. Un abrazo enorme, Marisa.

      Eliminar
  8. Un artista muy interesante, me gusta su minimalismo. En uno de los cuadros, "Invierno solitario", con apenas tres elementos dice tantas cosas. Es curioso el efecto perturbador que tiene ese corte vertical, en contraste con la esfera (¿la luna?) parcialmente tapada por la nube. Me recuerda a la navaja de Un Perro andaluz, esa sensación de amenaza y con el fondo gris...Lo guardo, con tu permiso.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué buen análisis, Gerardo, y esa evocación tan oportuna de Un perro andaluz...
      Gracias. Un abrazo.

      Eliminar
  9. Espectacular, y como dice Gerardo Vázquez, de un minimalismo justo que dice mucho con poco. No hay mayor talento, aunque él no lo crea.
    En el mejor de mis sueños yo sé dibujar, en el peor mi realidad es que no sé dibujar ni pintar. Pero después de leer a John W. Shanabrook, me gustaría soñar que la pintura me elige para expresarse. Me convierte en colores y pinceles, en lienzos y paletas para hacer casas, nubes, vientos y veranos achicharrantes, entre otras cosas.
    Me gustan sus casas pequeñas, pero compactas, sus nubes desgarradas y sus árboles que parecen árboles. Me gusta mucho su pintura y me alegro de haberlo conocido.
    GRACIAS Carmen y buen día a todos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Entonces está claro, Harry: dibuja, pinta soñando, ¡pero hazlo! Déjate sorprender por la imagen que surja, como hace John.
      Gracias. Un gran abrazo.

      Eliminar
  10. La obra de Goya me fascina. Lo considero un adelantado a su tiempo con diferencia. No me extrañaría que hubiera sido de esos agraciados que han viajado en el tiempo y que hubiera mantenido una charla a escondidas con Shanabrook. Coincido contigo en el parecido entre los dos pintores.Admiro esos cielos de un azul intenso, inmaculados. "El antílope", especialmente me ha recordado un campo de arroz maduro en verano antes de la siega. Y yo que pensaba que Sorolla era el mejor para reflejar esa luz del cielo... Gracias, Carmen, por esta nueva entrada. Magnífica, como siempre.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué bonita imagen, el encuentro de Goya y Shanabrook. A lo mejor, en una de esas casas perdidas en sus sencillos paisajes.
      Gracias, Carmela. Un gran abrazo.

      Eliminar
  11. me gustó mucho el cuadro titulado " Arder sin llamas".Es como una pesadilla en cuarto creciente y una metáfora de ansiedad encendida pero oculta , a penas por la nocturnidad y desolación
    No le conocía , gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Arder sin llama es lo que hacemos, Alexandra. Es una pesadilla. Gracias a ti por tu comentario. Un abrazo.

      Eliminar
  12. Gracias por descubrirme un nuevo artista, cuyas pinceladas y esa paleta de colores, la casa, el sol, cielo tierra, árboles, junto a tus palabras, me siento pequeña y con muchas ganas de conocer
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola, Esperanza! Has llegado por el comentario que le he hecho a José Luis. La verdad es que todos caímos enamorados de las obras de Shanabrook, en cuanto las vimos.
      Yo también me siento muy pequeña, ¿sabes? Y con unas ganas enormes de conocer, de aprender, de entender, de disfrutar...
      Un abrazo fuerte, fuerte, Esperanza Mar (¡mira que es bonito tu nombre!).

      Eliminar