Érase una vez un niño que leía. De sus lecturas
nacían aventuras soñadas y barcos que el pequeño tallaba en madera y echaba a
navegar por un arroyo. ¿Imagináis las correrías de esos barquichuelos y de sus
tripulantes? Érase un niño que, un día, compró un puñado de lápices de colores.
Un niño que se puso a dibujar y a pintar y que creció sin darse cuenta de que
era un artista porque, como él mismo dice, nunca se había planteado serlo.
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John W. Shanabrook, Le gusta estar en casa |
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John W. Shanabrook, Pentecostés |
Este niño que ya no es un niño y que no sé si a
estas alturas ha reconocido que es lo que nunca se propuso ser, más que nada
porque no se le ocurrió pensarlo, es un hombre tranquilo, madrugador, que hace
deporte, lee, trabaja como corrector de estilo y, sobre todo, pinta.
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John W. Shanabrook, Cómo creer en abril |
Madrugador, muy madrugador, porque a las cuatro de
la mañana ya está en pie y, tras tomar un café, dispuesto a pintar. A pintar
sin saber, en esas horas tempranas en las que el día aún no ha despuntado, qué va a nacer sobre el lienzo, porque John se deja sorprender por la pintura.
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John W. Shanabrook,
Emprender un viaje de plata |
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John W. Shanabrook,
La verde, verde hierba |
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John W. Shanabrook, Una hora completa |
En muy pocas ocasiones se aproxima a la tela con
una idea determinada acerca de lo que se propone pintar. E incluso en esos
casos, poco después se percata de que está pintando algo que no tiene nada que
ver con la idea original: de nuevo se ha dejado arrastrar, gozosamente, por la
sorpresa.
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John W. Shanabrook, El luminoso desorden |
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John W. Shanabrook, Antes de que llegue el sueño |
Él dice que,
más que pintar sus obras, las descubre a través del propio proceso creativo.
Creo que su actitud no remite a una concepción neoplatónica de la creación
artística, sino que alude a las posibilidades implícitas en la propia técnica,
a las sugerencias que despierta un trazo o un determinado color que, a su vez,
abren las puertas a otros colores y otros trazos: al papel que juega el azar.
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John W. Shanabrook, Corazón de oropel |
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John W. Shanabrook, El roble hendido |
Yo me lo imagino caminando, alegre y dueño de su
técnica, por unos paisajes que, no obstante sus semejanzas, siempre le pillan
un poco desprevenido. Como debe ser.
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John W. Shanabrook, El visitante |
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John W. Shanabrook, Amor de la pradera |
¿Qué tal si le imitamos y nos dejamos sorprender? No
solo por la pintura: en ocasiones, también por los títulos de las obras.
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John W. Shanabrook, Leyendo a Tucídides |
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John W. Shanabrook, Suavemente noche |
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John W. Shanabrook, Encendamos esta vela |
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John W. Shanabrook, Coraje frío |
Shanabrook nos guía a través de las estaciones del
año: en casi todas sus obras –no en todas- nos ofrece una casa, una pequeña
casa, donde guarecernos del frío, del calor, de la oscuridad que nos rodea, del
exceso de luz que puede deslumbrarnos.
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John W. Shanabrook, La primavera de oro |
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John W. Shanabrook, Y el antílope |
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John W. Shanabrook, En otoño |
¿Casas? No solo casas. A veces soles, lunas,
árboles y paisajes depurados hasta rozar la abstracción.
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John W. Shanabrook, Pradera por la noche |
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John W. Shanabrook, Colina en invierno |
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John W. Shanabrook, Noche en la meseta |
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John W. Shanabrook, Una costa sombría |
Algunos de los extensos y desnudos paisajes de
Shanabrook forman parte de esa línea que, desde el romanticismo alemán alcanza
a autores como Mark Rothko.
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John W. Shanabrook, Llanura en la mañana de Navidad |
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John W. Shanabrook, Día ventoso |
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John W. Shanabrook, Campo verde |
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John W. Shanabrook, Oscuro Fremont |
El más oscuro de los días, una canción me hace pensar en el famoso perro de Goya, pero no me hagáis mucho caso,
porque son esas asociaciones mías que a menudo me vienen a la mente:
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John W. Shanabrook, El más oscuro de los días, una canción |
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Francisco de Goya, Perro semihundido, 1819-23 |
En estos
paisajes de Shanabrook asoman, a menudo, unas casas a veces diminutas, a veces
espectrales.
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John W. Shanabrook, Colina fría |
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John W. Shanabrook, Campo de mostaza |
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John W. Shanabrook, Invierno solitario |
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John W. Shanabrook, Invierno oculto |
Tan
espectrales como estas:
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John W. Shanabrook, El invierno llega a Shutesbury |
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John W. Shanabrook, Arder sin llama |
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John W. Shanabrook, Los fantasmas cuentan doble |
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John W. Shanabrook, Pregunta a la casa |
Los árboles
se transfiguran, se llenan de luz, se transforman ellos mismos en luz.
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John W. Shanabrook, Árboles de abril |
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John W. Shanabrook, La colina por la mañana |
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John W. Shanabrook, Dios y mayo |
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John W. Shanabrook, Un corazón benigno |
Después de contemplar estos árboles, me despido por
esta semana y me retiro a casa, pensando en lo que dice Shanabrook: a veces no
consigo expresar lo que deseo, pero incluso el fracaso tiene su heroísmo (o
me gustaría pensar que sí).
(Los comentarios de John W. Shanabrook se basan en
la entrevista que concedió a Julia Wright).
Superbe :) Gracias :)
ResponderEliminarGracias a ti, M2L Manache Poetry.
EliminarMaravilloso post, Carmen, como siempre. Sorprendida, ese es el estado en el que ahora me encuentro. Me fascinan estos artistas que son capaces de, con tan poco, hacer tanto.
ResponderEliminarPintar con pincel plano, con paleta, darle al lienzo el relieve justo es algo que siempre me ha fascinado. Tener la habilidad de separar el mundo por una linea es otra de las excusas por las que podría llegar a colgarme, literalmente, de esta obra.
Si tengo que elegir, me quedo con "Dia ventoso", precisamente por lo que te estaba contando.
Gracias, querida amiga, por ofrecernos lo mejor de tí en cada post. Un beso y feliz finde.
Yo también me quedé sorprendida cuando conocí la obra de Shanabrook. ¿Y ese "ah, ¿pero yo soy artista?"? Me gusta, me gusta mucho.
EliminarGracias, Elisenda. Disfruta del fin de semana. Un fuerte, fuerte abrazo.
"Emprender un viaje de plata"; sin dudas me quedo con esa pintura, es magnífica.
ResponderEliminarSaludos.
Setefilla.
Sí, coincidimos. Gracias. Feliz fin de semana, Setefilla.
EliminarSiempre, siempre es un deleite leerte, tus explicaciones son siempre enseñanzas para mi.Gracias.
ResponderEliminar"El invierno llega a Shutesbury" , me quedo con este invierno q a pesar d su tono gris-azulado, me inundo de luz.
Te sonrío con el Alma.
Incluso los inviernos, incluso la oscuridad, están llenos de luz. Gracias. Un abrazo enorme, DesdMiVentana H.
EliminarSiempre me ha fascinado lo mucho que se puede decir con unos manchurrones de tinta. Porque los cuadros de Shanabrook, artista al que no conocía, son preciosos manchurrones de tinta si los analizas en profundidad y sin el alma. Pero en cuanto pones a trabajar el alma, sea esto o que sea, esos manchurrones te hablan y te cuentan como son los árboles en Abril, o el invierno solitario, o el campo de mostaza o una hora completa para contemplar el luminoso desorden antes de que llegue el sueño.
ResponderEliminarUna, otra, maravillosa aportación.
Gracias, Carmen. Un beso.
Con el alma en los ojos, para que todo nos hable. Gracias, Rosa. Que pases un buen fin de semana. Un beso.
EliminarCarmen Pinedo siempre sabes cómo mostrar la pintura y hacer que la comprendas. Confieso que desconocía a Shanabrook, como a tantos pintores que ignoro, pero me he quedado prendada de esos hermosos azules. Gracias Carmen.
ResponderEliminarNo, es John el que se explica muy bien, tanto con sus cuadros como con sus palabras. Ay, esos azules que dices, Francisca. Gracias, un abrazo.
EliminarUn artista que si querer pintar pintaba, sus obras sacan las abstracción al límite y no queda en mera mancha siempre dicen algo. Me imagino que primero pinta y despues pone título a la obra.Me quedo con casi todas las obras pero estas especialmente, será por los azules El invierno llega a Shutesbury y La colina por la mañana. Un abrazo
ResponderEliminarSí, yo también me imagino que lo de los títulos es así: sobre todo, porque cuando se dispone a pintar aún no sabe qué va a hacer. Gracias, Mari Carmen, un abrazo.
EliminarMe parece que el arte pictórico de John W. Shanabrook traspasa amplia y categóricamente la frontera de cualquier estilo conceptual y/o realista decantándose por la abstracción, aunque todavía se dejan ver figuras, líneas, esbozos, aunque sin una idea preconcebida. No me hagas mucho caso cuando planteo cuestiones técnicas, porque se me escapan los conceptos, jajjaja. Pero esa depuración formal de las cosas tangibles y de los paisajes, hasta difuminarlos, pero no del todo, me llama mucho la atención.
ResponderEliminarPrecioso catálogo el que nos traes. Me gustan especialmente Corazón de oropel y La colina por la mañana.
Me encanta siempre aprender contigo.
Besos y abrazos, Carmen
Sí que te hago caso, porque es justamente esa depuración formal de la que hablas lo que en el caso de este pintor, como en los de otros, tanto nos atrae. Un abrazo enorme, Marisa.
EliminarUn artista muy interesante, me gusta su minimalismo. En uno de los cuadros, "Invierno solitario", con apenas tres elementos dice tantas cosas. Es curioso el efecto perturbador que tiene ese corte vertical, en contraste con la esfera (¿la luna?) parcialmente tapada por la nube. Me recuerda a la navaja de Un Perro andaluz, esa sensación de amenaza y con el fondo gris...Lo guardo, con tu permiso.
ResponderEliminarSaludos.
Qué buen análisis, Gerardo, y esa evocación tan oportuna de Un perro andaluz...
EliminarGracias. Un abrazo.
Espectacular, y como dice Gerardo Vázquez, de un minimalismo justo que dice mucho con poco. No hay mayor talento, aunque él no lo crea.
ResponderEliminarEn el mejor de mis sueños yo sé dibujar, en el peor mi realidad es que no sé dibujar ni pintar. Pero después de leer a John W. Shanabrook, me gustaría soñar que la pintura me elige para expresarse. Me convierte en colores y pinceles, en lienzos y paletas para hacer casas, nubes, vientos y veranos achicharrantes, entre otras cosas.
Me gustan sus casas pequeñas, pero compactas, sus nubes desgarradas y sus árboles que parecen árboles. Me gusta mucho su pintura y me alegro de haberlo conocido.
GRACIAS Carmen y buen día a todos
Entonces está claro, Harry: dibuja, pinta soñando, ¡pero hazlo! Déjate sorprender por la imagen que surja, como hace John.
EliminarGracias. Un gran abrazo.
La obra de Goya me fascina. Lo considero un adelantado a su tiempo con diferencia. No me extrañaría que hubiera sido de esos agraciados que han viajado en el tiempo y que hubiera mantenido una charla a escondidas con Shanabrook. Coincido contigo en el parecido entre los dos pintores.Admiro esos cielos de un azul intenso, inmaculados. "El antílope", especialmente me ha recordado un campo de arroz maduro en verano antes de la siega. Y yo que pensaba que Sorolla era el mejor para reflejar esa luz del cielo... Gracias, Carmen, por esta nueva entrada. Magnífica, como siempre.
ResponderEliminarQué bonita imagen, el encuentro de Goya y Shanabrook. A lo mejor, en una de esas casas perdidas en sus sencillos paisajes.
EliminarGracias, Carmela. Un gran abrazo.
me gustó mucho el cuadro titulado " Arder sin llamas".Es como una pesadilla en cuarto creciente y una metáfora de ansiedad encendida pero oculta , a penas por la nocturnidad y desolación
ResponderEliminarNo le conocía , gracias
Arder sin llama es lo que hacemos, Alexandra. Es una pesadilla. Gracias a ti por tu comentario. Un abrazo.
EliminarGracias por descubrirme un nuevo artista, cuyas pinceladas y esa paleta de colores, la casa, el sol, cielo tierra, árboles, junto a tus palabras, me siento pequeña y con muchas ganas de conocer
ResponderEliminarUn abrazo
¡Hola, Esperanza! Has llegado por el comentario que le he hecho a José Luis. La verdad es que todos caímos enamorados de las obras de Shanabrook, en cuanto las vimos.
EliminarYo también me siento muy pequeña, ¿sabes? Y con unas ganas enormes de conocer, de aprender, de entender, de disfrutar...
Un abrazo fuerte, fuerte, Esperanza Mar (¡mira que es bonito tu nombre!).