Imaginad que estáis dando una conferencia y, de
pronto, una mujer delgada, vestida de negro, irrumpe en el estrado y dice con
voz fuerte y clara que no, que lo que estáis diciendo no es verdad. Os podéis
figurar el estupor, el “tierra, trágame” y el deleite del público que, desde el
principio, albergaba la esperanza de que sucediese exactamente eso: lo que ha
sucedido. Pero esa mujer vestida de negro tiene para todos, porque, tras
pronunciar el nombre de La Cola
del Asno, que desencadena las carcajadas del auditorio, se encara con él y, muy
seria, les riñe: “No hay razón para reírse del nombre. Vean primero la exposición cuando se inaugure y entonces ya podrán reírse, pero hacerlo ahora no tiene ningún sentido”.
Natalia Goncharova y Mijaíl Lariónov en Moscú, 1913
No, lo que os
acabo de contar no sucedió la semana pasada en el Museo Ruso de Málaga, no
seáis malos, que seguro que lo estabais pensando, sino en un aula del Museo
Politécnico de Moscú, el 18 de febrero de 1912: la mujer delgada vestida de
negro era, ya lo imagináis, Natalia Goncharova. Todo un carácter.
Natalia Goncharova
Natalia, biznieta de Alexander Pushkin, pasó la infancia en una granja
de Tula, en la Rusia
central: cerca de Yasnáia Poliana, la finca rural donde nació, vivió y fue
enterrado Tolstoi; la misma zona de donde era originario Turgueniev. Libros, eso es lo que recuerda Natalia de su niñez. ¿Algo más? Sí. ¿El invierno, acaso?
Natalia Goncharova, Invierno
Natalia Goncharova, Escarcha,
1910-11
No, no recuerda el invierno. “Aunque toda la infancia la pasé en el campo –nos dice-, no tengo ningún recuerdo del invierno”. La imagen que guarda en su memoria es la del despuntar de la primavera, cuando los brotes verdes y agudos de la vegetación germinan bajo el hielo y la nieve.
Natalia Goncharova, Bosque
rojo y verde, 1913-14
La vida, el renacer: este es el tema de
Natalia Goncharova. No podéis imaginar hasta qué punto, pero de eso hablaremos la semana que viene.
Natalia Goncharova, Flores y cafetera, 1909
De pequeña, le atraen más los gatos que las muñecas (¡cómo
la entiendo!), y le gusta crear en cajas de zapatos jardines y bosques con
árboles recortados en papel y cartón. Estos bosques volverán a crecer, años
después, en sus lienzos.
Natalia Goncharova, Gatos,
1913
Natalia Goncharova, Flores,
1912
Natalia Goncharova, Bosque
amarillo y verde, 1913
Natalia estudió en la Escuela de Pintura,
Escultura y Arquitectura de Moscú: al principio, escultura, con Pavel
Trubetskoy, y después pintura con Konstantin Korovin, con quien acabamos de pasar dos semanas, ¿recordáis? Allí conoció a Mijaíl
Lariónov, quien se convertirá en su compañero durante toda la vida.
Natalia Goncharova y Mijaíl Lariónov
Los artistas rusos
conocieron lo que hacían en esos momentos los artistas de vanguardia en otros
países europeos a través de sus propios viajes al extranjero, de las
exposiciones y de las obras que formaban parte de colecciones privadas, un tema
muy interesante del que hablaremos otro día. Y coincidieron, sabéis,
coincidieron, porque al mismo tiempo que en otros lugares los artistas volvían
la mirada hacia el primitivismo, no solo exótico, sino también autóctono (como
sucede, por ejemplo, con la influencia de la escultura ibérica sobre Picasso),
hacia el casticismo, hacia el mundo rural y hacia las tradiciones propias, lo
mismo sucede en Rusia con artistas como Goncharova o Lariónov.
Natalia Goncharova, La
pesca, 1909
Natalia Goncharova, Leñadores,
1911
Aquí ocurre algo muy
interesante, porque esa mirada hacia el pasado, hacia la tradición, es al mismo
tiempo una mirada renovadora, que abre puertas al futuro. ¿Qué nos ofrece esa
herencia? Síntesis formal, expresividad, color. Es una mirada también de doble
dirección en otro aspecto: dirigida hacia el exterior, dirigida hacia sí
mismos. Veamos, por ejemplo, el interés que muestra Natalia Goncharova por los
iconos, por los lubki (esos grabados populares sobre planchas de
madera), por los bordados campesinos, por los primitivos esmaltes rusos, y cómo
todo este legado alimenta su obra y se une, en una brillante síntesis, con las
aportaciones del arte de vanguardia.
Lubok
Bordado popular ruso
Natalia Goncharova y Mijáil Lariónov fueron
miembros fundadores del grupo La
Sota de Diamantes, un grupo que opuso a la delicadeza de los
pintores simbolistas una fusión entre lo culto y lo popular, con temas
procedentes de la vida, el deporte, la música popular y el cine, expresados de
un modo sencillo, rudo y de gran originalidad.
Natalia Goncharova, Luchadores,
1910 c.
Goncharova, Lariónov,
Tatlin, Malévich y otros artistas abandonaron el grupo un año después de su
fundación para crear La Cola
del Asno, porque consideraban que la influencia de la pintura francesa y, en
concreto, la de Cézanne, era excesiva en La Sota. Una influencia que se observa en obras de Goncharova como la que vemos a continuación, pero que ya hacia 1911 le urge abandonar:
Natalia Goncharova, Paisaje,
1907-08
¿Cuál fue el punto fundamental
de divergencia entreambos grupos? La mirada. Esa mirada que se dirige hacia el pasado y el futuro, hacia occidente y
hacia oriente, y que ahora, para Goncharova y los otros miembros de La Cola del Asno, se dirige,
decididamente, hacia oriente. Pero a través de oriente se llega a occidente, y
viceversa, aunque el camino ofrezca otros encuentros. Es lo que descubren, por
ejemplo, los personajes de A orillas del
amor, la novela de Andreï Makine, que viajan hacia oriente, hasta el
extremo oriente, para encontrar allí, a orillas del Pacífico, el occidente
soñado.
Natalia
Goncharova, Primavera, 1927-28
Goncharova escribe en el prólogo al catálogo de su
exposición en Moscú en 1913: “Quería ir a Oriente y fui a dar a Occidente”.Añade: “Occidente me ha demostrado una
cosa: todo lo que tengo me viene de Oriente”.
Natalia Goncharova, Esquilando
ovejas, 1907
A Natalia y a los otros miembros de La Cola del Asno les interesa el tema, lo que la pintura representa, no solo el modo en que se
representa. Kasimir Malévich nos lo explica de este modo: “Goncharova y yo
trabajamos más en lo campesino. Cada obra nuestra tenía un contenido que,
aunque fuera expresado en una forma primitiva, revelaba una preocupación
social. Fue la diferencia básica entre nosotros y el grupo La Sota de Diamantes, que
trabajaba en la línea de Cézanne”.
Pyotr Konchalovsky, Cassis,1913
La vida de los campesinos, sus trabajos, sus
momentos de fiesta y de descanso, irrumpen en los lienzos de Natalia.
Natalia Goncharova, Jardineras,
1910
Natalia Goncharova, Primavera
en el pueblo, 1910
También trata temas religiosos, que en
algunos casos fueron acusados de blasfemos.
Natalia Goncharova, Evangelistas,
1910-11
Sorprende un poco,
¿verdad? Pues esperad, porque no solo tuvo problemas con algunas de sus obras religiosas: la que
vemos a continuación, junto a otra titulada Dos desnudos, fue confiscada
por la policía... ¡por considerarla pornográfica!
Natalia Goncharova, El
dios de la fertilidad, 1909-10
En 1912, Natalia expuso
en Munich junto a los artistas de El Jinete Azul. Algunas de sus obras
ofrecen puntos de contacto con las de artistas que, como August Macke y Franz Marc, realizaban su propia síntesis de las aportaciones vanguardistas, como Natalia.
Natalia Goncharova, Calle
en Moscú, 1909
August Macke, Tienda
de sombreros, 1914
Natalia Goncharova, Periquitos,
1910
Franz Marc, Pájaro en
el bosque, 1912
En 1913, Goncharova y
Lariónov lanzaron el rayonismo, un movimiento que une las estructuras cubistas
con el dinamismo futurista. Las formas agudas, como rayos de luz y de color,
astilladas y cortadas, se entrecruzan formando un espacio pictórico que se
aproxima a la abstracción. Natalia desarrolla en estos momentos su serie de
bosques rayonistas.
Natalia Goncharova, Bosque rayonista, 1912-13
Natalia Goncharova, Bosque rayonista, 1913
El Manifiesto
rayonista, escrito por Lariónov en 1913, recuerda el tono de los futuristas
italianos, con quienes Goncharova y él mantendrán una estrecha relación, sobre
todo durante su estancia en Italia durante 1917: “Declaramos ser el genio de
nuestros días: pantalones, chaquetas, espectáculos, tranvías, autobuses,
aviones, ferrocarriles, magníficos barcos -¡qué maravilla!- ¡Qué gran época!,
sin igual en la historia del mundo”.
Natalia Goncharova, La pequeña estación, 1911
Natalia Goncharova, Aeroplano sobre un tren, 1913
Natalia Goncharova, Ciclista, 1913
Natalia Goncharova, Automóvil, 1913-14
El cubo-futurismo, el
cine… Entre finales de 1913 y principios de 1914, Goncharova y Lariónov
participan como actores en la película Drama en el cabaret futuristanúmero
13, dirigida por Vladímir Kassianov.
Aquí se puede ver una adaptación moderna de la película:
Vladimir
Kassianov, Drama en el cabaret futurista número 13, 1913-14
En 1914, cuando todo
estalla por los aires, nos vamos al teatro con Natalia Goncharova: ¡al teatro!
Podéis imaginar la ilusión que me hace. Pero yo quiero parar hoy en este punto para contaros la continuación y el final
de esta historia la semana que viene. ¿Por qué? Porque me habéis preguntado
cómo fue mi visita al Museo Ruso de Málaga y, aunque ya lo he adelantado en
varios lugares, quiero responder también desde aquí: una maravilla.
Museo Ruso de Málaga
Una maravilla el museo,
espacioso, cómodo, atractivo, bien concebido y bien equipado, lleno de posibilidades; una
maravilla las personas que trabajan en él, como Ignacio Jáuregui Real, del Servicio de Promoción Cultural (¡gracias, Ignacio!); una maravilla las obras expuestas, las actividades
que desarrolla el museo y el modo en que los vecinos del barrio donde se halla
se implican en ellas y las disfrutan; una maravilla, en fin, la ilusión, el
entusiasmo, las ideas frescas, la imaginación, el ambiente tan vivo que se
respira en el museo.
Carnaval
en el Museo Ruso de Málaga
Tan vivo,
sí, como la propia Natalia Goncharova, cuyo tema, como nos explica la escritora Marina Tsvietáieva, “siempre y en todo es la
resurrección, la vida”. Seguiremos con Natalia la semana próxima, porque aún
tiene mucho que compartir con nosotros.
Me ha encantado conocer de tu mano esta pintora. En las fotos se puede apreciar el tamaño de los Evangelios y me parece que debe ser impresionante tenerlo delante. Gracias por traerlo hasta nuestros ojos. Un abrazo
¿Sabes, Yolanda, cuando en un museo o en una sala de exposiciones hay cuadros que ya desde lejos te dicen: "eh, oye, estoy aquí" y atrapan de inmediato tu mirada, y es como si tirasen de ti para atraerte? Pues eso me sucedió con bastantes de los cuadros que vi en el museo y con todos los de Goncharova: aquí una determinada fruta, allá un rojo o un grupo de personas de quienes casi podía escuchar su murmullo... Qué placer. Un abrazo, Yolanda.
Cuanto más te leo, más ignorante me siento. Nada, o muy poco, conocía de la obra de esta maravillosa artista que nos has presentado hoy. Tengo la impresión de haberme perdido muchos artistas del Este por el sesgo de la Dictadura de nuestro país, que tanto mal hizo a los que estudiamos bachillerato en esa época. E que no sabe es como el que no ve, y a nosotros nos cerraron los ojos a todo lo que no fueran los pintores de la Corte española. Gracias Carmen por sacar a estos artistas a la luz. Un beso.
No, Eli, lo que ocurre es que aún se conoce muy poco de muchos artistas interesantísimos. Por eso, en relación con los artistas rusos, son espléndidas iniciativas como la de la Colección del Museo Ruso de San Petersburgo en Málaga, porque nos acercan a estos artistas... y nos encantan. Un abrazo, Elisenda.
Me han encantado esos bosques rayonistas, sobre todo el verde y amarillo que ya me había gustado cuando salió en una de las entradas de Korovin. Y me gustan los periquitos y los sombreros y el invierno y los trenes, aeroplanos, coches y ciclistas. A ver que nos cuenta Natalia Goncharova la semana que viene. Un beso.
¡Nos vamos al teatro, Rosa, nos vamos al teatro con Natalia! Y, además, tenemos que preparar un buen recibimiento para ella, porque va a venir a España. Un abrazo, Rosa.
Gracias por bajarme cada semana a la serenidad que produce un repaso por las ideas fundamentales que nunca deberíamos perder de vista. Cómo disfruatarias con las pinturas de Goncharova al natural. Un abrazo.
Hombre, Josevi, es que entre crimen y crimen, un poco de serenidad tampoco viene mal ;) Disfruté muchísimo. Por todo, de todo, incluso (ya me conocéis) disfruté del propio olor de la pintura. ¡Y las obras, tanto de Goncharova como de otros artistas! Es lo que le decía ayer a Yolanda: hablaban, te cogían de las manos,tiraban de ti... Un placer. Un abrazo, Josevi.
Me encanta Carmen dejarme llevar de la mano de tus letras e ir conociendo tanto esas historias como esos cuadros que son para mi tan desconocidos.
Me siento como una niña descubriendo, ojalá hubiera tenido en mis clases aburridas de historia del arte a alguien con tu pasión, seguro que hubiera visto de otra manera. Gracias es un privilegio descubrir bajo tu mirada.
Conxita, es que... yo también me siento como una niña descubriéndolo todo. Todo, no solo el arte. Te reirías, de verdad, si vieses cómo brinco como una cabra loca y feliz por las salas de un museo o... casi por cualquier sitio. Pero, ¿sabes lo que te digo? ¡Que ojalá siempre sigamos disfrutando como niñas! Un abrazo, Conxita.
Una de las cosas más bellas que le puede ocurrir a una es que su tema de estudio le salga al encuentro. Natalia te saluda con una risa fresca y suave y eso hace que todo cambie de sentido para bien, por supuesto. Magnífica explicación la que nos regalas.
Hola a todos: a mi también me han gustado mucho esos bosques rayonitsas con todos los colores mezclados pero no revueltos, y esas escenas tan rusas. Tanto, que sin saberlo lo notas.
Lo que si que no he visto son gatos. En ese cuadro, sólo veo a un perro aullando y por más que busco no puedo dejar de verlo. En fin, que lo seguiré intentando, y que supongo, tampoco es tan grave ¿o sí?
Me gusta la pintora, y sus influencias, su versatilidad y su manera de ver las cosas. No sé si la época que vivieron fue la más fascinante de todas, pero si que fue creativa, y tuvieron la suerte de verlo.
GRACIAS Carmen, como siempre, un placer pasar por aquí.
Bueno, Harry, los gatos tienen una gran habilidad para esconderse... y además les encanta jugar al escondite ;) Yo tampoco sé si fue la época más fascinante, porque supongo que casi todas tienen su atractivo, pero es cierto que había tanta vida, tanto entusiasmo... Lo que apena es saber cómo continúa la historia, pero aun así... Ya verás a nuestra Natalia, la semana que viene, qué grande. Un abrazo, Harry.
No sé si me gustan más las pinturas y a sus pintores, o las historias que les anteceden y les preceden. Tiene que ser todo un placer andar entre esos cuadros y que te llamen, te hablen y te atrapen. Confieso que ese estilo peculiar de Natalia ha sido un descubrimiento junto a su figura desconocida por mi como tantas cosas. Un abrazo.
El arte es parlanchín, Francisco: incluso el más silencioso. A veces te quedas mirando a los ojos de un cuadro callado y... es suficiente con eso. Un abrazo, Francisco.
Se me hace la boca agua ver algunas fotos del museo de Málaga y no poder disfrutarlo con frecuencia como puedo hacer en Valencia en San Pío V o en El Carmen cada vez que se inaugura una exposición."Málaga bien vale una misa", como diría Enrique IV si viviera. Así que tendré que buscar tiempo y hacer una escapada para allí para disfrutar de la obra de Goncharova y de otros artistas rusos tan desconocidos para la mayoría del público español.
¡Sí, anímate a hacer esa escapada! Porque, además de todos los museos de los que puedes disfrutar, Málaga es una delicia y para nosotras, valencianas, tiene un aire muy próximo. Yo allí me siento como si estuviese en casa, pero una casa otra, no sé, como si la viese con otros ojos o me mostrase un aspecto familiar, pero distinto. Un abrazo, Carmela.
No sabía ni de la existencia de esta mujer (de armas tomar), Natalia Goncharova, pero es una excelente pintora (me quedo con el cuadro Flores y cafetera), y es interesantísimo todo lo que cuentas. Me ha gustado también tu miniexplicación del Museo del Museo ruso de Málaga. Desde luego, lo ideal en cualquier museo que se precie es que se respire ese buen ambiente del que hablas. ¡Estupenda reseña, Carmen! Un beso
Muy buen ambiente, Chelo, y muchas ganas de hacer las cosas bien y con imaginación. La semana que viene nos enamoraremos un poquito más de Natalia, ya verás. Un abrazo, Chelo.
Hola, aunque seguramente no hayas añorado mis participaciones, yo si he añorado tus cuadros, siempre he estado con el "ahora la leo", pero el ahora siempre era un luego que se desvanecía por las cuerdas del universo. Carmen, Carmen, Carmen, voy a tener que emborracharme... jajaja (perdona el chiste tan lamentable, pero mientras pienso cosas chulas que escribir, en mi mente solo aparecen estupideces como esta; a Homer al menos le saían rosquillas y donuts). Por descontado desconocía a la artista, pero ha sido curioso empezar a ver cuadros y pensar: "jolín, es un poco geométrica la chica, diría que es como cubismo" (esto lo decía en voz bajita no sea que acertase), para luego ir bajando y pensar: "anda, pues ahora es como esa ristra de pintores franceses que tanto le gustan, ya no es tan geométrica, ahora es como de trazos más curvos (las curvas siguen siendo geometría, pero ya me entiendes), me recuerda a Macke (aunque no me saliese su nombre)", y luego seguir leyendo y encontrarme con esos nombres, con esos ilustres franceses. También he buscado un segundo desnudo pero solo he visto un caballo y una flor. En fin, solo espero volver a pasar con frecuencia por esta tu casa y poder sentir que no está todo perdido y que, a veces, veo cosas. Te envío muchos saludos, besos, abrazos, todo bien enmarcado para que no se pierda. Hasta otra.
¡Hombre, Poeta, me alegro de leerte! Está bien cómo paseas por las imágenes, de geometría en geometría, de recuerdo en recuerdo y, ya, lo máximo, eso de encontrar un caballo y una flor cuando buscas un desnudo. Un abrazo sin enmarcar, Poeta.
Extraordinaria obra de Natalia Goncharova, los cuatro evangelistas impresiona, pero también esas aristas de algunos cuadros. Muchas gracias Carmen, que gran desconocimiento tengo sobre Rusia
Tenemos, Esperanza, tenemos. En lo relativo al arte, creo que solo conocíamos algunos nombres muy famosos y que es ahora cuando empezamos a conocer a más artistas... y a disfrutar. En la literatura es distinto, porque sí que forma parte, desde hace mucho tiempo, de nuestro legado común, y la verdad es que el arte ruso tiene tanto para ofrecernos como su literatura. Un abrazo, Esperanza Mar.
Qué cantidad de estilos y "formas de mirar", como tú nos dices, ha tenido Natalia Goncharova. Es algo que me llama mucho la atención de los pintores, su frecuente reinvención, el cambio en las formas y colores donde vierten su arte... ¡Maravilloso! :))
Ya estoy deseando leer y mirar la nueva entrada sobre esta pintora recién descubierta para mí. ¡Gracias, Carmen!
¡Sí, los ojos vivos de los artistas! Esos ojos y ese reinventarse que, por suerte, también están al alcance de quienes no somos artistas, aunque no sepamos expresarnos como ellos. Un abrazo, Julia.
Buenos días, Teresa. La mayor parte de las citas proceden de Marina Tsvietáieva, Retrato de una pintora, Editorial Minúscula (2006). Es un libro precioso, como todos los de Tsvietáieva. La cita de Lariónov es de: Mijáil Lariónov, Manifiesto rayonista (1913). Puedes encontrar fácilmente en la red el manifiesto, traducido al español. Si te interesa el tema, te recomiendo el catálogo publicado por el Museo Ruso: La Sota de Diamantes. Hacia una historia de las vanguardias rusas, Museo Ruso (2016). Saludos y feliz fin de semana.
Genial la explicación sobre una, según mi parecer, poco conocida artista. Enlazo desde mi página web a esta página: https://laperroverde.com/2018/01/17/ines-y-frida-kahlo/ Muchas gracias por la información dada.
Me ha encantado conocer de tu mano esta pintora. En las fotos se puede apreciar el tamaño de los Evangelios y me parece que debe ser impresionante tenerlo delante.
ResponderEliminarGracias por traerlo hasta nuestros ojos.
Un abrazo
¿Sabes, Yolanda, cuando en un museo o en una sala de exposiciones hay cuadros que ya desde lejos te dicen: "eh, oye, estoy aquí" y atrapan de inmediato tu mirada, y es como si tirasen de ti para atraerte? Pues eso me sucedió con bastantes de los cuadros que vi en el museo y con todos los de Goncharova: aquí una determinada fruta, allá un rojo o un grupo de personas de quienes casi podía escuchar su murmullo... Qué placer. Un abrazo, Yolanda.
EliminarCuanto más te leo, más ignorante me siento. Nada, o muy poco, conocía de la obra de esta maravillosa artista que nos has presentado hoy. Tengo la impresión de haberme perdido muchos artistas del Este por el sesgo de la Dictadura de nuestro país, que tanto mal hizo a los que estudiamos bachillerato en esa época. E que no sabe es como el que no ve, y a nosotros nos cerraron los ojos a todo lo que no fueran los pintores de la Corte española.
ResponderEliminarGracias Carmen por sacar a estos artistas a la luz. Un beso.
No, Eli, lo que ocurre es que aún se conoce muy poco de muchos artistas interesantísimos. Por eso, en relación con los artistas rusos, son espléndidas iniciativas como la de la Colección del Museo Ruso de San Petersburgo en Málaga, porque nos acercan a estos artistas... y nos encantan.
EliminarUn abrazo, Elisenda.
Me han encantado esos bosques rayonistas, sobre todo el verde y amarillo que ya me había gustado cuando salió en una de las entradas de Korovin. Y me gustan los periquitos y los sombreros y el invierno y los trenes, aeroplanos, coches y ciclistas.
ResponderEliminarA ver que nos cuenta Natalia Goncharova la semana que viene.
Un beso.
¡Nos vamos al teatro, Rosa, nos vamos al teatro con Natalia! Y, además, tenemos que preparar un buen recibimiento para ella, porque va a venir a España.
EliminarUn abrazo, Rosa.
Gracias por bajarme cada semana a la serenidad que produce un repaso por las ideas fundamentales que nunca deberíamos perder de vista. Cómo disfruatarias con las pinturas de Goncharova al natural. Un abrazo.
ResponderEliminarHombre, Josevi, es que entre crimen y crimen, un poco de serenidad tampoco viene mal ;)
EliminarDisfruté muchísimo. Por todo, de todo, incluso (ya me conocéis) disfruté del propio olor de la pintura. ¡Y las obras, tanto de Goncharova como de otros artistas! Es lo que le decía ayer a Yolanda: hablaban, te cogían de las manos,tiraban de ti... Un placer.
Un abrazo, Josevi.
Me encanta Carmen dejarme llevar de la mano de tus letras e ir conociendo tanto esas historias como esos cuadros que son para mi tan desconocidos.
ResponderEliminarMe siento como una niña descubriendo, ojalá hubiera tenido en mis clases aburridas de historia del arte a alguien con tu pasión, seguro que hubiera visto de otra manera.
Gracias es un privilegio descubrir bajo tu mirada.
Conxita, es que... yo también me siento como una niña descubriéndolo todo. Todo, no solo el arte. Te reirías, de verdad, si vieses cómo brinco como una cabra loca y feliz por las salas de un museo o... casi por cualquier sitio. Pero, ¿sabes lo que te digo? ¡Que ojalá siempre sigamos disfrutando como niñas! Un abrazo, Conxita.
EliminarUna de las cosas más bellas que le puede ocurrir a una es que su tema de estudio le salga al encuentro. Natalia te saluda con una risa fresca y suave y eso hace que todo cambie de sentido para bien, por supuesto. Magnífica explicación la que nos regalas.
ResponderEliminar¡Sí! Sí a lo que dices del tema de estudio. Francisca, la semana que viene... teatro, decorados. ¡Tentación! Un abrazo.
Eliminar¡Y tanto! Ya estoy esperándolo.
EliminarHola a todos:
ResponderEliminara mi también me han gustado mucho esos bosques rayonitsas con todos los colores mezclados pero no revueltos, y esas escenas tan rusas. Tanto, que sin saberlo lo notas.
Lo que si que no he visto son gatos. En ese cuadro, sólo veo a un perro aullando y por más que busco no puedo dejar de verlo. En fin, que lo seguiré intentando, y que supongo, tampoco es tan grave ¿o sí?
Me gusta la pintora, y sus influencias, su versatilidad y su manera de ver las cosas. No sé si la época que vivieron fue la más fascinante de todas, pero si que fue creativa, y tuvieron la suerte de verlo.
GRACIAS Carmen, como siempre, un placer pasar por aquí.
Bueno, Harry, los gatos tienen una gran habilidad para esconderse... y además les encanta jugar al escondite ;)
EliminarYo tampoco sé si fue la época más fascinante, porque supongo que casi todas tienen su atractivo, pero es cierto que había tanta vida, tanto entusiasmo... Lo que apena es saber cómo continúa la historia, pero aun así... Ya verás a nuestra Natalia, la semana que viene, qué grande. Un abrazo, Harry.
No sé si me gustan más las pinturas y a sus pintores, o las historias que les anteceden y les preceden.
ResponderEliminarTiene que ser todo un placer andar entre esos cuadros y que te llamen, te hablen y te atrapen.
Confieso que ese estilo peculiar de Natalia ha sido un descubrimiento junto a su figura desconocida por mi como tantas cosas.
Un abrazo.
El arte es parlanchín, Francisco: incluso el más silencioso. A veces te quedas mirando a los ojos de un cuadro callado y... es suficiente con eso.
EliminarUn abrazo, Francisco.
Se me hace la boca agua ver algunas fotos del museo de Málaga y no poder disfrutarlo con frecuencia como puedo hacer en Valencia en San Pío V o en El Carmen cada vez que se inaugura una exposición."Málaga bien vale una misa", como diría Enrique IV si viviera. Así que tendré que buscar tiempo y hacer una escapada para allí para disfrutar de la obra de Goncharova y de otros artistas rusos tan desconocidos para la mayoría del público español.
ResponderEliminar¡Sí, anímate a hacer esa escapada! Porque, además de todos los museos de los que puedes disfrutar, Málaga es una delicia y para nosotras, valencianas, tiene un aire muy próximo. Yo allí me siento como si estuviese en casa, pero una casa otra, no sé, como si la viese con otros ojos o me mostrase un aspecto familiar, pero distinto. Un abrazo, Carmela.
EliminarNo sabía ni de la existencia de esta mujer (de armas tomar), Natalia Goncharova, pero es una excelente pintora (me quedo con el cuadro Flores y cafetera), y es interesantísimo todo lo que cuentas.
ResponderEliminarMe ha gustado también tu miniexplicación del Museo del Museo ruso de Málaga. Desde luego, lo ideal en cualquier museo que se precie es que se respire ese buen ambiente del que hablas.
¡Estupenda reseña, Carmen! Un beso
Muy buen ambiente, Chelo, y muchas ganas de hacer las cosas bien y con imaginación. La semana que viene nos enamoraremos un poquito más de Natalia, ya verás. Un abrazo, Chelo.
EliminarHola, aunque seguramente no hayas añorado mis participaciones, yo si he añorado tus cuadros, siempre he estado con el "ahora la leo", pero el ahora siempre era un luego que se desvanecía por las cuerdas del universo.
ResponderEliminarCarmen, Carmen, Carmen, voy a tener que emborracharme... jajaja (perdona el chiste tan lamentable, pero mientras pienso cosas chulas que escribir, en mi mente solo aparecen estupideces como esta; a Homer al menos le saían rosquillas y donuts).
Por descontado desconocía a la artista, pero ha sido curioso empezar a ver cuadros y pensar: "jolín, es un poco geométrica la chica, diría que es como cubismo" (esto lo decía en voz bajita no sea que acertase), para luego ir bajando y pensar: "anda, pues ahora es como esa ristra de pintores franceses que tanto le gustan, ya no es tan geométrica, ahora es como de trazos más curvos (las curvas siguen siendo geometría, pero ya me entiendes), me recuerda a Macke (aunque no me saliese su nombre)", y luego seguir leyendo y encontrarme con esos nombres, con esos ilustres franceses. También he buscado un segundo desnudo pero solo he visto un caballo y una flor.
En fin, solo espero volver a pasar con frecuencia por esta tu casa y poder sentir que no está todo perdido y que, a veces, veo cosas.
Te envío muchos saludos, besos, abrazos, todo bien enmarcado para que no se pierda.
Hasta otra.
¡Hombre, Poeta, me alegro de leerte! Está bien cómo paseas por las imágenes, de geometría en geometría, de recuerdo en recuerdo y, ya, lo máximo, eso de encontrar un caballo y una flor cuando buscas un desnudo.
EliminarUn abrazo sin enmarcar, Poeta.
Extraordinaria obra de Natalia Goncharova, los cuatro evangelistas impresiona, pero también esas aristas de algunos cuadros. Muchas gracias Carmen, que gran desconocimiento tengo sobre Rusia
ResponderEliminarTenemos, Esperanza, tenemos. En lo relativo al arte, creo que solo conocíamos algunos nombres muy famosos y que es ahora cuando empezamos a conocer a más artistas... y a disfrutar. En la literatura es distinto, porque sí que forma parte, desde hace mucho tiempo, de nuestro legado común, y la verdad es que el arte ruso tiene tanto para ofrecernos como su literatura. Un abrazo, Esperanza Mar.
EliminarGracias por acercarnos a esta estupenda artista. Enhorabuena!
ResponderEliminar¡Gracias a la Colección del Museo Ruso de San Petersburgo!
EliminarUn abrazo, Herminio.
Qué cantidad de estilos y "formas de mirar", como tú nos dices, ha tenido Natalia Goncharova. Es algo que me llama mucho la atención de los pintores, su frecuente reinvención, el cambio en las formas y colores donde vierten su arte... ¡Maravilloso! :))
ResponderEliminarYa estoy deseando leer y mirar la nueva entrada sobre esta pintora recién descubierta para mí. ¡Gracias, Carmen!
Un abrazo :))
¡Sí, los ojos vivos de los artistas! Esos ojos y ese reinventarse que, por suerte, también están al alcance de quienes no somos artistas, aunque no sepamos expresarnos como ellos.
EliminarUn abrazo, Julia.
Buenos días, Teresa.
ResponderEliminarLa mayor parte de las citas proceden de Marina Tsvietáieva, Retrato de una pintora, Editorial Minúscula (2006). Es un libro precioso, como todos los de Tsvietáieva.
La cita de Lariónov es de: Mijáil Lariónov, Manifiesto rayonista (1913). Puedes encontrar fácilmente en la red el manifiesto, traducido al español.
Si te interesa el tema, te recomiendo el catálogo publicado por el Museo Ruso: La Sota de Diamantes. Hacia una historia de las vanguardias rusas, Museo Ruso (2016).
Saludos y feliz fin de semana.
Genial la explicación sobre una, según mi parecer, poco conocida artista.
ResponderEliminarEnlazo desde mi página web a esta página: https://laperroverde.com/2018/01/17/ines-y-frida-kahlo/
Muchas gracias por la información dada.
Gracias a ti, LaPerroVerde. Un abrazo para Inés y otro para ti.
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