Konstantin Korovin (1861-1939)
Aquí estamos, de nuevo en París. En esta ocasión,
como ya os comenté la semana pasada, nos reunimos con Konstantin Korovin para
recorrer la ciudad: una ciudad de la que se enamoró desde su primera visita en 1885, a la que regresó en
otras ocasiones y donde se instaló definitivamente en 1923. Allí murió en 1939,
diez días después del estallido de la segunda guerra mundial. Se ahorró ver cómo, menos de un año después, los alemanes iban de gris por las calles de París mientras Ilsa vestía de azul, como dice Rick en Casablanca. De todos modos,
aún falta mucho para alcanzar esa fecha, así que vamos al encuentro de nuestro
amigo. Vamos a esperarle en la terraza de este café, porque no tardará en
llegar.
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Konstantin Korovin, Café en París, 1898 |
Los cafés, ya lo sabéis, son una institución
importante en la vida parisina, como en la de otras ciudades. En ellos, además
de tomar, según la hora y nuestros gustos, un petit noir (mi preferido), un noisette,
un café crème, un Perrier, una copa
de vino o comer el plato del día, se lee, se escriben obras inmortales (aunque a veces se trate de una "inmortalidad" un tanto efímera), se fraguan revoluciones, se habla de literatura, de política, se
habla de amor.
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Konstantin Korovin, Café en París, 1890 c. |
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Konstantin Korovin, Café de la Paix |
De día, de
noche, vemos en los lienzos de Korovin algunos de estos cafés parisinos: el
famoso café de la Paix,
por ejemplo, situado en el cruce entre el boulevard des Capucines y la plaza de la Ópera. Este café,
construido en 1862 por el arquitecto Charles Rohaut de Fleury, fue frecuentado por personajes tan célebres como Guy de Maupassant, Émile Zola, Pyotr Ilyich Tchaikovsky, Jules
Massenet y Sergei Diaghilev, entre otros.
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Konstantin Korovin, Plaza de
la Ópera y café de la Paix |
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Konstantin Korovin, Boulevard des Capucines, 1906 |
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Konstantin Korovin, Boulevard des Capucines, 1911 |
Korovin nos conduce a los cafés de Montmartre, junto al Moulin de la Galette, reflejado también por los pinceles de Renoir, Toulouse-Lautrec, Van Gogh, Maurice Utrillo o Picasso, entre otros artistas:
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Konstantin Korovin, Rue Lepic, Montmartre |
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Konstantin Korovin, Boulevard de Montmartre |
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Vincent
Van Gogh, Moulin de la Galette, 1886
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Maurice
Utrillo, Moulin de la Galette y Sacré-Cœur |
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Bailamos en los lienzos que representan esta famosa sala de fiestas que fue, después, sala de cine y oficina de la televisión francesa, y que en la actualidad se halla cerrada.
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Pierre-August Renoir, Moulin de la Galette, 1876 |
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Henri de
Toulouse-Lautrec, Baile en el Moulin de la Galette, 1889 |
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Pablo Ruiz
Picasso, Le Moulin de la Galette |
Si descendemos de Montmartre hasta Pigalle, en el boulevard de Clichy, nos encontraremos con otro célebre local: el Moulin Rouge, presente también en la
obra de Toulouse-Lautrec, por supuesto, y de muchos otros pintores y también cineastas. Pero
sigamos a Korovin, que ha echado a andar hacia el Moulin.
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Konstantin Korovin, Moulin
Rouge |
Las noches luminosas de París, llenas de vida y
movimiento, atraen a nuestro amigo. ¿Y a quién no? Incluso yo, que soy una especie de bebé gigante que hacia las ocho de la tarde empieza a bostezar y a caerse de sueño, me apunto con los ojos bien abiertos a estas parisinas excursiones nocturnas.
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Konstantin Korovin, París, 1907 |
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Konstantin Korovin, París |
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Konstantin Korovin, Plaza de la Bastilla |
Guiados por las luces de la noche
y con tan buena compañía, visitamos algunos de los monumentos de la ciudad. Por
ejemplo, la torre de Saint Jacques, junto al boulevard de Sebastopol. Esta torre es lo único que queda de
la iglesia gótica de Saint Jacques de la Boucherie, donde los peregrinos se reunían para
emprender camino hacia Santiago. Otro tipo de peregrinaje realizó en esta torre
Blaise Pascal: los experimentos que demostraban el peso del aire.
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Konstantin Korovin, La
Tour Saint Jacques |
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Konstantin Korovin, Boulevard de Sebastopol, 1923 |
Podemos
acercarnos también a la Porte Saint-Denis,
un arco de triunfo construido en 1672 por el arquitecto François Blondel y el escultor Michel Anguier que sigue el modelo del romano de Tito. Esta puerta monumental, que nos puede hacer pensar en el Arco de Triunfo de L'Étoile, aunque en un formato más pequeño, fue mandado construir por Luis XIV para echarse flores a sí mismo. Bueno, lo mismo hizo Napoleón Bonaparte con el otro Arco de Triunfo, el grande. Qué afición a aplaudirse a sí mismos y, además, con vítores de piedra.
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Konstantin Korovin, La
Porte Saint-Denis |
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Konstantin Korovin, La
Porte Saint-Denis, 1932
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Proseguimos nuestro paseo -a mí imaginadme con las manos en los bolsillos de los pantalones, cara de felicidad y el "¡mira!" a flor de labios-, deambulamos por calles y avenidas, desembocamos en
plazas, nos asomamos al Sena y a veces nos sabemos de noche, pero en otras
ocasiones la luminosidad nos desorienta hasta el punto de preguntarnos si es la
tarde, el ocaso o si es noche sin más, o si tan pronto llegó la amanecida.
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Konstantin Korovin, París, 1931 |
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Konstantin Korovin, Noche, 1926 |
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Konstantin Korovin, Grand Boulevard cerca de la
Bastilla |
¿Es de noche, de verdad, o es acaso esa hora
incierta en la que todo se resume en resplandor, color, vibración del asombro?
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Konstantin Korovin, París por la noche |
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Konstantin Korovin, París nocturno |
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Konstantin Korovin, Rue Royale |
Bueno, trasnochadores, si París bien vale una misa, como dicen que dijo, aunque me juego algo a que no lo dijo, Enrique IV, lo que es seguro es que París bien vale madrugar para disfrutar también de su belleza a la luz del día. ¡Y para desayunar!
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Konstantin Korovin, París por la mañana, 1902 |
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Konstantin Korovin, Calle de París, 1898 |
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Konstantin Korovin, Calle de París, 1918 |
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Konstantin Korovin, Después de la lluvia, 1897 |
París en invierno, como canta Ella Fitzgerald, París con su cara lavada por la lluvia, París cuando el sol juguetea con sus delicados tonos grises… En los lienzos que vemos se reflejan todos los efectos atmosféricos que tan caros son a los artistas impresionistas, como lo es Korovin, como lo fue ya en Moscú, antes de llegar por vez primera a París.
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Konstantin Korovin, París en invierno |
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Konstantin Korovin, Después de la lluvia, 1900 |
Korovin en París, y nosotros con él. ¿Solo en París? No, nuestro moscovita parisino también nos acompaña a otras ciudades francesas, como Vichy:
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Konstantin Korovin, Calle de Vichy, 1911 |
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Konstantin Korovin, Calle de Vichy |
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Konstantin Korovin, Calle de Vichy, 1926 |
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Konstantin Korovin, París, 1912 | |
Y ahora, si me lo permitís, me retiro a casa para reposar un momento después de tanto callejear por París. Nos vemos la semana
que viene, si queréis. ¡Tengo tanto que contaros sobre Natalia Goncharova y el Museo Ruso de Málaga!
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Konstantin Korovin, En una habitación, 1919 |
Un viaje, una noche de juerga con deambulaciones intelectuales y etilicas conjuntas. Un repaso a la vida y los sueños míos, tuyos, de los demás y ver amanecer junto al Sena tras un chaparrón que anuncia el nuevo día. Vaya plan! Feliz domingo Carmen.
ResponderEliminar¡Y por la mañana, un café y un buen desayuno para empezar a disfrutar del nuevo día! No está mal el plan, es verdad. ¡Feliz domingo, Josevi!
Eliminar¡¡Me apunto al plan!! ¿Cuándo partimos? Yo he estado varias veces en París, pero nunca he visto amanecer porque soy incapaz de amanecer antes de las ocho (o las nueve, si se tercia). Por la noche me pasa lo que a ti que a partir de las diez echo de menos mi cama cual si de un amante apasionado se tratara, pero prometo hacer un esfuerzo y ver amanecer con vosotros, aunque solo sea para que no os comáis todos los croissants.
ResponderEliminarPrecioso el París de Korovin. Siempre me ha fascinado (ya te lo habré dicho, déjame que me repita) como la pintura se transforma en luz al pasar al lienzo y esa luz saliendo de las farolas y reflejada en el suelo mojado, es una maravilla.
Tu conferencia bien, imagino. Ya contarás.
Un beso.
¿He oído la palabra mágica? ¿Croissants? ¿Esos pequeños y deliciosos "croissants au beurre", recién horneados?
EliminarMe gusta lo que has dicho, Rosa: "cómo la pintura se transforma en luz al pasar al lienzo". Es una definición preciosa.
La semana que viene ya os contaré mis aventuras malagueñas. Os adelanto: qué delicia de museo, de exposiciones, de personas, de ciudad.
Un beso.
París.. Quién dijo París? Es que ha osado serme infiel?. Su nombre sólo puede salir de mi boca, cual amante celosa. Qué ciudad! Me tiene totalmente enamorada, perdidamente, diría yo. Me apunto a cualquier cosa que lleve su nombre.
ResponderEliminarKorovin es a uno de los pocos a los que le permito tocarla con sus pinceles. Y es que esas pinceladas escuetas, enérgicas, fugaces hacen que parezca aún más bella. Gracias Korovin.
Seguro que tu estancia en Málaga perfecta, verdad?. Impaciente estoy de que nos cuentes.
Besos querida Carmen.
No, tranquila, porque París sigue siéndote fiel, Elisenda. Qué parisino se nos hizo nuestro amigo moscovita, ¿verdad? Es atractivo el modo en que acaricia la ciudad con esas pinceladas de luz, como apuntaba Rosa, tan vibrantes.
EliminarMálaga, como comentaba antes, perfecta. Un viaje muy breve, pero delicioso.
Un beso, Eli.
No esperaba viajar a París hoy domingo. El tiempo acompaña, con nubes y la temperatura tibia. Un lujo este post, Carmen. Saludos.
ResponderEliminarPasar un domingo de abril en París no está nada mal, Gerardo. Saludos (te imagino ahora rodeado por tus pequeños artistas revolucionarios).
EliminarUna maravilla.El color y la luz, brotan de sus obras, la gente va y viene..el artista nos invita a participar y disfrutar de las noches parisinas, una proposición Irresistible, no os parece.. Gracias por Korovin, Carmen. Un abrazo enorme.
ResponderEliminarNosotras nos apuntamos sin dudarlo, Inma. Noches, días, bullicio, un poco de tranquilidad en alguno de los parques o en la sosegada Isla de San Luis... ¡Allá vamos, París! Abrazo grande, Inma.
EliminarMagnífico Carmen! Qué lujo recorrer París de la mano de este pintor excepcional :) casi puedo verme callejeando por sus amplias avenidas llenas de gente y bullicio...la mente me vuela Carmen. Gracias por Korovin, absolutamente maravilloso.
ResponderEliminar¡Yo nos estoy viendo, Herminia! Veo el grupo que formamos, las sonrisas en los ojos y en los labios, y al buen Korovin indicándonos unos lugares y otros y contándonos cómo fue su vida allí. Un abrazo, Herminia.
EliminarDefinitivamente y oficial. Me gusta mucho este pintor. También me gusta París, aunque no conozco mucho, e incluso y con perdón, a pesar de los parisinos, es una ciudad preciosa y vista desde los ojos de un pintor tan exquisito, aún más.
ResponderEliminarMe gusta el color, ya lo dije el domingo pasado y, sobre todo, los trazos. Creo que aunque dibujase otra ciudad, nos habría hecho felices.
GRACIAS Carmen, por este paseo tan delicioso por una ciudad magnífica, con paradas en sus coquetos cafés y paseos tranquilos por sus calles.
Feliz domingo a todos
Harry con Korovin, en París o en cualquier otro lugar. Pensé, ya te lo comenté, que este tenía que ser uno de tus pintores. Venga, vamos a seguir paseando todos juntos por París, disfrutándolo. Un abrazo, Harry.
EliminarUn maravilloso recorrido pictórico-urbanita de la ciudad de París que circunda una época importante previa a la 2ªGM, donde París todavía era una fiesta,llena de luz, color y costumbrismo.
ResponderEliminarMe encanta el expresionismo, pero no conocía a este autor y la verdad fascina técnica y temáticamente. Un cuadro que me ha encantado por su viveza, alegría y representación de la vida bohemia parisina a través de la parte exterior de ese teatro emblemático, ha sido Moulin Rouge.
Excelente tu manera de adentrarte en los mundos de Konstantin Korovin.
Un beso enorme!! ;-)
¡Hola, Marisa! Uno de los temas de los que estuvimos hablando en Málaga es el de los magníficos pintores rusos que, aparte de los nombres más famosos, se conocen muy poco en otros países. Por eso la labor del Museo Ruso es tan importante. Korovin es uno de estos pintores y, poco a poco, junto a artistas de otras procedencias, nos irán visitando más compatriotas suyos.
EliminarUn gran beso, Marisa.
Perdón, el duendecillo de los blogs me ha gastado una pequeña jugarreta, quise decir IMPRESIONISMO.
ResponderEliminarBesos
No te preocupes, Marisa: conocemos las travesuras de esos duendecillos y se entendía que te referías al impresionismo. ¡Más besos!
EliminarMaravillada por esos cuadros que muestran una ciudad desde nuevas perspectivas. Cuéntanos más cosas de Korovin porque su luz es inigualable.
ResponderEliminarBueno, la semana que viene nos encontraremos con una de sus discípulas y, como le comentaba a Marisa, más adelante nos irán visitando, poco a poco, otros artistas rusos. A Korovin nos lo reencontraremos, probablemente, en algún trabajo sobre ese tema que nos fascina: la escenografía teatral. Un beso, Francisca.
EliminarFantástico paseo siempre cogidos de tus textos.
ResponderEliminarUn abrazo Carmen!
Gracias, Yolanda. ¡Un abrazo!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarParecerá mentira pero nunca he estado en Paris, y leyéndote y viendo los cuadros (me quedo con el primero de todos, el de Café en París), aunque me gustan todos porque es cierto lo de que reflejan todos los efectos atmosféricos, lo he pasado fenomenal, Carmen, ¡gracias y un beso!
ResponderEliminarPues París te espera, Chelo. Además, ¿qué plan tienes para esta noche? Venga, sal a pasear que ahí estamos todos: vamos a ver los reflejos de las luces en el Sena y en las calles. ¡Vamos a pasear hasta la hora del desayuno! Un abrazo, Chelo.
EliminarAunque preferiría hacer el paseo físicamente, hoy me conformo con hacerlo a través de tus letras y la maravillosa obra de "Konstantin Korovin", ha estado fantástico el recorrido.
ResponderEliminarGracias, Carmen.
¡Un abrazo!
¡Qué noche, Mila, qué noche! Callejeando por todo París hasta después del amanecer. Un abrazo.
EliminarUn paseo excepcional por París, guiados por los pinceles de Konstantin Korovin y tus excelentes dotes para enseñar y hacer que nos enamoremos de los autores que nos muestras. ¡Genail, Carmen, me ha encantado! :))
ResponderEliminarUn abrazo y feliz entrada de semana.
Hago trampa, Julia, porque son artistas de los que es inevitable enamorarse. Un abrazo y a disfrutar de la semana.
Eliminar¡Qué increíbles pinturas!. Me asomo a ellas y casi puedo escuchar la voz de la ciudad; sentir el bullicio de las calles; los murmullos de las conversaciones... Gracias por llevarme, Carmen. Un besazo!
ResponderEliminar¡Gracias por venir a pasear por París con Korovin, Eva! Un abrazo.
EliminarMaravilloso París de mano de este pintor ruso. Me ha encandilado y me me apunto a ese viaje de noche por París y desayunando croissants. No conozco esa ciudad que si algún día puedo visitarla me llevaré mis pinturas para poder pintar alguna esquina de esos lugares que seguramente todavía conservan en París. Mi marido siempre me dice coge tus bártulos y vete a París allí te harás una buena pintora jajjajaja. Si podría lo haría no lo dudo. Un abrazo
ResponderEliminar¡Lo que disfrutarás cuando tus pinceles empiecen a bailar en alguno de los rincones de París! ¿Y los museos? ¡Mari Carmen, tienes que ir! Y eso, sin hablar de los croissants ;) Un abrazo.
Eliminarmenudo paseo nocturno nos has hecho recorrer por París. Me ha resultado interesante y corto al mismo tiempo quizás debido a la intensidad y es que la edad no perdona, Carmen, jajaja. Esta época de Korovin se aleja del parecido con Sorolla que encontré en tu otra entrada, pero no por ello me disgusta más.¡Qué va! todo lo contrario. Me transmite emoción, alegría, vida. Supongo que vivió así: intensamente "la marcha parisina". ¡Cuánto me habría gustado disfrutarla a mí también y conocer a tantos genios de entonces! Gracias por hacernos de guía junto a Korovin, Carmen.
ResponderEliminarPobre Konstantin: trabajó y trabajó y trabajó. Aunque fue un bello trabajo el suyo, desde luego. Un beso, Carmela.
EliminarUn recorrido perfecto por París, la ciudad de la que estamos casi todos enamorados. Me encanta Korovin, siempre he pensado que el impresionismo ruso no tiene nada que envidiarle al francés.
ResponderEliminarUn saludo.
Estoy de acuerdo contigo, Teresa. En lo de París, en lo de Korovin y en lo del impresionismo ruso. Un abrazo.
EliminarMe acercas, me presentas, me introduces y conozco a Korovin y me paseas por París, que mas puedo decirte, estoy encantada de disfrutarlo. Muchas gracias
ResponderEliminar¡Ay, Esperanza Mar, y yo de que te sumes al paseo! Un abrazo.
EliminarTendré que retractarme porque no me gusta lo nocturno, soy yo muy solar, pero..., pero es que estas pinturas de las noches parisinas son increibles. ¿Cómo se puede atrapar así la luz, el color, el brillo que presta el agua?
ResponderEliminarEntraré en un café y me tomaré uno bien cargadito para aguantar despierta con vosotras toda la noche. Nos vemos en el Moulin Rouge. Hasta luego.
¡Otra que pinta el amanecer cada mañana! Milano, nos veo en el Moulin con un termo de café, para aguantar despiertas... El caso es que a mí me gustaría poder disfrutar también de la noche hasta bien tarde, pero... sin perderme el amanecer y la mañana. Y, claro, además me encanta dormir: ¡menudo problema! Pero, bueno, París es París, así que ¡vamos! Un abrazo.
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