Es muy
conocida la frase de Isidore Ducasse, Conde de Lautréamont, “bello como el
encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un
paraguas”. Es una frase que los surrealistas abrazaron con entusiasmo y que a
mí, cuando la leí por primera vez y supe del desconcierto que causaba, me sumió en la más honda perplejidad, porque
me parecía lo más normal del mundo –incluso algo bastante práctico, si bien se
mira- que un paraguas y una máquina de coser se diesen cita sobre una mesa de
disección. Pero es que soy así, no hace falta que os lo explique.
Gigi Mills, Clown y pony |
Un momento:
lo que acabamos de ver no es ni una máquina de coser ni un paraguas, sino un
pony que parece estar triste, junto a un señor que también se muestra
cabizbajo. ¿Qué sabemos de ellos? Que han sido pintados por Gigi Mills. También
son de Mills las siguientes dos obras. En la primera de ellas vemos a unas indolentes bañistas -ya veremos cuánto le dura la indolencia a la que está a punto de recibir un balonazo-; en la segunda, una mujer mira el mar mientras su perro la mira a ella:
Gigi Mills, Bañistas |
Gigi Mills, Mujer y perro junto al mar |
El hecho de que se hayan dado cita en esta entrada imágenes tan variopintas como las que vamos a ver sí que me parece extraño, y no el asunto del paraguas y la máquina de coser. ¿Qué harán todas estas personas aquí? Bañistas, plañideras, mercaderes, santos, atletas, jinetes, dioses, reinas… No sé por qué han decidido reunirse hoy en esta página, ni qué pretenden. ¿Se os ocurre alguna idea? Creo que lo mejor será que veamos, poco a poco, quiénes son, para ver si así conseguimos entender por qué han decidido congregarse en este lugar y por qué algunas de ellas, aunque no todas, muestran tanto desconsuelo.
Anónimo, Plañideras, sepulcro del caballero Sancho Sáinz de Carrillo, siglo XIII |
La siguiente imagen, por ejemplo, pertenece a la película El año pasado en Marienbad, dirigida en 1961 por Alain Resnais. El guión, escrito por Alain Robbe-Grillet, estaba inspirado en la espléndida novela de Adolfo Bioy Casares La invención de Morel, sobre cuya trama Jorge Luis Borges dijo que no le parecía "una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta":
Alain Resnais, El año pasado en Marienbad, 1961 |
Muy bien, hasta aquí está claro. Más o menos claro,
porque de pronto irrumpen esta reina y sus damas, Dios, Adán, Eva y un señor
con sombrero:
Ilustración para La ciudad de las damas, de Christine de Pizan, 1405 |
Creación de Adán y Pecado original, Museo del Prado, Madrid, procedente de la ermita de Santa Cruz de Maderuelo, siglo XII |
August Sander, El pintor Anton Räderscheidt, 1926 |
El señor con sombrero es el pintor Anton Räderscheidt (1892-1970), adscrito desde 1925 al movimiento artístico llamado Nueva Objetividad. Ha sido muy amable, porque ha venido con tres obras suyas para aclararnos las cosas… o para acabar de confundirnos.
Anton Räderscheidt, La casa n. 9, 1921 |
Anton Räderscheidt, La pareja, 1921 |
Anton Räderscheidt, Encuentro, 1921 |
¿Estáis ahí?
¿Aún no me habéis dejado por imposible? Pues tened un poco más de paciencia,
porque ahora piden paso Giotto, Masolino da Panicale y Ambrogio Lorenzetti. ¡Adelante, maestros!
Giotto, Escena de la vida de San Joaquín, Capilla Scrovegni, Padua, 1305 c. |
Ambrogio Lorenzetti, Consecuencias del Buen Gobierno en la ciudad, detalle, Palazzo Pubblico, Siena, 1338-40 |
Masolino da Panicale, Banquete de Herodes, Castiglioni Olona, 1435 |
¿Qué os parece si aceleramos un poco el paso? Intentaremos, por lo menos, mantener el ritmo de estos atletas griegos porque, desde luego, los caballos que corren a orillas del río Sumida son inalcanzables:
Carrera atlética, cerámica griega, Metropolitan Museum, Nueva York, 530-520 a.C. |
Katsushika Hokusai, Ciudad en el río Sumida, 1831-33 |
Aunque
tampoco es preciso que echemos a correr de un modo que llegue a asustar a ese pobre señor que nos
precede:
¿Habéis
observado que no he puesto ningún pie de foto a esta imagen? Tampoco voy a
explicar nada sobre las obras siguientes: un silencio que da pie a
que, en contra de lo que hasta ahora tal vez habéis sospechado, podáis decir de
mí lo que Polonio afirma sobre Hamlet: “Aunque todo es locura, no deja de observar método en lo que dice”.
Sí, hay un
método. Esto me lleva a haceros la siguiente pregunta: ¿qué tienen en común
todas las imágenes que hemos visto en estos “bellos encuentros”?
Mientras lo pensáis, os dejo con las Trois novelettes de Francis Poulenc:
Mientras lo pensáis, os dejo con las Trois novelettes de Francis Poulenc:
***
“¡Me
han pillado!”, exclamé. En efecto, se indicaba que, excepto en el caso de la
película de Resnais, los personajes carecían de sombra. “A ver cómo salgo de
esta”, pensé, así que di una respuesta muy vaga en la que ni negaba ni
afirmaba nada. Pues sí, ese es el punto en común entre las imágenes que forman
parte de estos “bellos encuentros”: la ausencia de sombras. Eso crea una
ambigüedad espacial que afecta también a los personajes y se hace notar en
comentarios como los de Inma, Rosa, Eva y Yolanda.
¿Y qué sucede
con la película de Alain Resnais? Si os fijáis en la imagen, veréis que los
personajes son los únicos elementos del fotograma que proyectan sombras: unas
sombras muy pronunciadas y alargadas. Los setos recortados y las estatuas, en
cambio, carecen de sombra.
Tiene que ser difícil eso de vivir sin sombra. Que se lo pregunten a Peter Schlemihl, el protagonista de la novela de Adelbert von Chamisso La maravillosa historia de Peter Schlemihl. Las últimas tres imágenes de la entrada corresponden a la versión de esta historia realizada por Georges Schwizgebel en 2004, titulada El hombre sin sombra. Os invito a verla:
Hoy estás muy esotérica, Carmen. Después de darle mil vueltas y averiguar que la imagen del hombre bajando del coche pertenece a la película de animación "L'homme sans ombre", del suizo Georges Schwizgebel, es posible comprobar que en ninguna de las imágenes de esta entrada los personajes tienen sombra. Excepto quizás el fotograma de Resnais. El carecer de sombra puede ser un hecho objetivo, pero puede ser también una metáfora de determinados estados anímicos, sobre lo cual tendré que pensar más despacio.
ResponderEliminar¿Sombras? Vaya, es una sugerencia muy interesante, Manuel. Pero, si se trata de eso... ¿qué hacemos con la película de Resnais?
EliminarEstàn inmòviles, me han recordado a la mujer de Lot..
ResponderEliminarBueno, algunas de las figuras se mueven, aunque, en realidad, es como si se moviesen sin moverse, ¿no? Como si se moviesen desde la inmovilidad (nada, que sigo esotérica, como dice Manuel ;) ).
EliminarPues sí, pero a pesar de ese movimiento, parece como si las imàgenes quedaran congeladas.
EliminarHoy sí me has dejado perpleja. En todas hay seres de pie, excepto en tres (los dos de Gills en el mar y los hombres a caballo en el río Sumida). Es cierto que todas carecen se sombra... excepto tres. El caso es que las miro y en casi todas veo algo común que se me manifiesta y se me esconde casi a la vez. ¿Nos lo cuentas el viernes?
ResponderEliminarUn abrazo.
El viernes te preguntaré algo, Rosa. Si yo te dejo perpleja, tú me dejas intrigada. Vamos, algo así como "el enigma de Rosa en el enigma de Carmen". Me gusta mucho eso de "algo común que se me manifiesta y se me esconde casi a la vez". Un abrazo, intrigante ;)
EliminarYo soy la primera intrigada. Espero que se manifieste del todo, porque si no, ¡¡qué curiosidad insatisfecha!!
EliminarMe has sorprendido mucho, de principio a fin. Solo diré que durante una época estuve muy interesada en las plañideras. ¿No son muy interesantes y curiosas? En una iglesia que hay en Luanco, un pueblo marinero de Asturias, hay una escultura de plañideras que he ido a ver mil veces, me atraen muchísimo.
ResponderEliminarUn besito.
Y también había plañideros. Mira:
Eliminarhttp://www.museunacional.cat/sites/default/files/004372-003.JPG
Y aquí, las plañideras de Luanco, de Pepe Antonio Márquez:
http://canal-literatura.com/wp-content/uploads/2013/11/Las-planideras.-Luanco-Asturias.jpg
Son estas las que dices, ¿verdad?
Un abrazo, Marigem.
Reconozco mi completa incapacidad para responder a la pregunta, por más que miro y remiro las imágenes. Ahora bien, que he disfrutado tu post y que estoy deseando que nos resuelvas el enigma, eso seguro!!
ResponderEliminarPor cierto, siempre aprendo cosas cuando vengo a tu blog... no sabía que también hubiese plañideros :)
Un abrazo, Carmen, y gracias por hacernos un poquito más instruídos en este campo de la pintura :)
El viernes saldremos de dudas, Julia.
EliminarRespecto a los plañideros, ya ves: los hombres también lloraban. Y lloran, claro.
Un abrazo.
Pues tendré que esperar al viernes, porque tampoco veo lo que tienen en común. Salvo que en todas hay personas.
ResponderEliminarGRACIAS por Poulenc aunque me gustan más sus obras corales; aún así que gusto escucharle al piano.
Es verdad, en todas hay personas. ¿Os intrigo un poquitín más? ¿Será importante que haya personas? ¿Podría haber puesto también alguna imagen en la que no apareciese ninguna? ¿O no?
EliminarUn abrazo, Harry.
A mi me parecen todas las personas quietas y solas, aunque a simple vista parezcan acompañadas. Es como si no interactuaran realmente. (Diré que la que me parece más humana es la del perro, que seguro mira a su dueña preocupado por lo que le ocurre). Espero a mañana. Un abrazo, Carmen
ResponderEliminarInmóviles, solas, sin comunicación entre ellas... Apunto, Eva.
EliminarA lo mejor el perro mira a su dueña porque le parece más inmensa y fascinante que el mar, o tal vez, como dices, esté preocupado por ella. ¡Hay tantas cosas en la mirada de los perros y los gatos! Un abrazo, Eva.
Encuentros, todos se encuentran, incluso el último con su propia soledad. En pareja, haciendo deporte, andando, saliendo del coche en busca de alguien, Adán y Eva con Dios. Bueno eso es lo que me parece.
ResponderEliminarEstupenda entrada Carmen,, como siempre.
Un abrazo!
p.d. Una música sublime.
Encuentros, desencuentros, ¿pérdidas? Mañana saldremos de dudas. Gracias, Yolanda. Un abrazo.
EliminarBueno, al final el detalla estaba en la mala sombra, je je...Muy bien observado. A ver la próxima?????
ResponderEliminarSeré buena. El domingo os llevaré de viaje a la escena de un crimen que no se ha cometido -con algunas sombras por medio, por cierto- y creo que el miércoles os invitaré a una fiesta.
Eliminar¿Qué? ¿Intriga un poco ;) ?
Pero en los tres cuadros finales, que has puesto sin pie, en dos de ellas aparecen sombras, las de los señores que corren y la del chofer que abre la puerta del coche. Esas me despistaron.
ResponderEliminarSí, me quedé pensando en tu "excepto tres" hasta que comprendí que te referías a las personas con sombra que acompañaban al hombre sin sombra en el corto de Schwizgebel. Con esas imágenes temí que se descubriese el asunto, por el contraste entre quienes tenían sombra y quien carecía de ella. ¡Uf!
EliminarAhora que lo mencionas, y me olvidé ayer: el corto es una maravilla y conste que no me interesa mucho la animación, pero éste es una pura sucesión se preciosos cuadros de esos a los que nos tienes acostumbrados.
EliminarY lo que yo notaba de común en los cuadros es eso exactamente, una sensación de que los personajes están colgados, fuera del espacio y, por lo tanto, del tiempo. Ya sabemos que tiempo y espacio forman una misma realidad.
Espero con ilusión tu entrega de mañana.
Georges Schwizgebel es muy bueno.
EliminarRosa, en la entrada de mañana voy a "acusar" ;) públicamente a un amigo: "¡Él! ¡Ha sido él! ¡Este es el culpable!". ¿Correrá la sangre?
Inevitablemente leo los comentarios, curiosos, interesantes, hasta llegar a uno que se aproxima a mi percepción del cojunto,soledad junto a otros u otras también solos, dificultad para comunicarse,vidas paralelas que no alcanzan encuentros reales, correr detrás de algo impreciso,imaginar mundos diferentes como La ciudad de las mujeres,solo el perro parece confiar en alguien que, en realidad, está ausente, el jardín francés de El año pasado en Marienbad me comunica una especie de vértigo, un horror al vacío una especie de agorafobia axfisiante,estamos solos.
ResponderEliminarPor no extenderme más cierro el comentario con Las plañideras,reunidas para hacer algo en común pero no hablan, se limitan a llorar lamentan la pérdida de alguien que vivió cerca o que conocían, creían conocer, y ya no está,ya nada es posible es demasiado tarde para intentar la comunicación.
Si conservamos nuestra sombra, si no la hemos vendido o extraviado u olvidado, ¿podemos estar solos cuando estamos solos? Kattalin, ¿a ti no te sucede que cuando sientes verdaderamente que te muerde la soledad es cuando estás con otras personas?
EliminarTu comentario me ha hecho pensar en este fragmento tan conocido y tan citado del Ulises de Joyce: "¿Qué es un fantasma? preguntó Stephen. Un hombre que se ha desvanecido hasta ser impalpable, por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres".
¿Tienen sombra los fantasmas?
Hola, Carmen. Ya sabes..Ni idea de arte, espacio, imaginación...(esa soy yo). He estado tratando de conexionar -si ver el final de la reflexión- las imágenes, texto, autores, siglos... En fin, un desastre: ¿Sabes a que conclusión he llegado? A la íntima relación entre la humanidad, la naturaleza y el mundo animal,la arquitectura, la soledad y el progreso....¡Qué tonta soy! Un abrazo muy fuerte, Carmen. Te admiro muchísimo.
ResponderEliminar¿Te parece que esa es una conclusión tonta? ¿La íntima relación entre humanidad, naturaleza, mundo animal, arquitectura, soledad y progreso? ¿Tú sabes todos los hilos de reflexión que parten de ahí? Ven aquí a que te dé un abrazo bien fuerte, Araceli.
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