Giorgio de
Chirico (1888-1978)
No se puede vivir en un cuadro de Giorgio de
Chirico. ¿Se podría vivir en una pintura de Giotto, de Piero, de Uccello, de
Carpaccio? ¿O en una de las numerosas ciudades ideales pintadas en el
Renacimiento? No, no se puede habitar una ciudad pintada, porque sería como
pretender vivir en un sueño o, dado el carácter imprevisible y traicionero de
los sueños, acaso como vivir en una pesadilla.
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Giorgio de Chirico, La torre roja, The Peggy Guggenheim Foundation, Venecia, 1913 |
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La città ideale, detalle,
Galleria Nazionale delle Marche, Urbino, fines siglo XV |
Hubert
Damisch relaciona estas ciudades –en concreto, las de las tablas de Urbino,
Baltimore y Berlín- con el “teatro del crimen” del que hablaba Benjamin a
propósito de las fotografías de Atget. Sin duda, este es el escenario de un
crimen sin asesino y sin víctima: un relato policial sin delitos, que nos hace
pensar en las novelas de Patrick Modiano. De un momento a otro, esperamos que el
silencio imposible que impera en estas plazas solitarias y petrificadas se quiebre
con el sonido de unos pasos. Aunque es vano esperar, porque en esas ciudades
solo habita la ausencia. Incluso cuando parece haber alguien en ellas, en
realidad no está. Aquí no vive nadie.
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Giorgio de Chirico, Plaza de Italia con una torre roja, 1943 |
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Giorgio de Chirico, La plaza, Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, 1913 |
El culpable,
no del crimen que ni se ha cometido ni se cometerá, sino de que nos encontremos
hoy en estas inquietantes ciudades, es el arquitecto Enrique Larrañaga, aunque
él diga que no, que nada de eso, que fue el artista Jaime Correa quien le tentó
con De Chirico. Ellos se aclararán: el caso es que aquí estamos.
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Jaime Correa, Serie
Castillo de Salgar |
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Jaime Correa, Serie
Castillo de Salgar |
A menudo se han relacionado las
arquitecturas pintadas de De Chirico con las de Giotto, quien fue, además,
autor de arquitecturas construidas. La relación es más amplia, puesto que,
junto a Giotto, otros pintores y arquitectos, sobre todo del Trecento y del
Quattrocento, dejaron su huella en la obra de De Chirico. Me refiero a
elementos arquitectónicos concretos y, sobre todo, a los planteamientos
escenográficos, a los marcos, a las perspectivas que se ofrecen a los ojos de
quien contempla las obras.
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Masolino da Panicale, Curación del paralítico y resurrección de Tabitha, Cappella
Brancacci, Santa Maria del Carmine, Florencia, 1426-27 |
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Giorgio de Chirico, Delicias del poeta, 1913 |
Las
perspectivas de Giorgio de Chirico nos desorientan. La acentuación de sus
diagonales nos aproxima de nuevo a la escenografía de la ciudad ideal:
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Ciudad ideal, Gemaldegalerie, Berlín, 1477 c. |
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Giorgio de Chirico, Melancolía de un bello día, 1913 |
Pero hay algo
que nos extravía mucho más: la coexistencia, en el mismo cuadro, de
perspectivas diversas, como sucede en la pintura del Trecento. La ambigüedad espacial que produce esta discordancia
perspectiva, así como la disparidad de tamaños entre unos objetos y otros, nos
desconcierta. ¿Qué dirección debería seguir la mirada? ¿Dónde podríamos detenerla,
concederle un poco de reposo?
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Giorgio de
Chirico, Misterio y melancolía de una
calle, 1914
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Giorgio de Chirico, Arquitectura abstracta, 1915-20 |
Vemos cómo
esta simultaneidad de distintos tipos de perspectiva se advierte en pinturas
antiguas:
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Giotto, San
Francisco ante el sultán, Basílica
superior de San Francisco, Asís, 1297-1300 |
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Giotto, La
matanza de los inocentes, Basílica inferior de San Francisco, Asís, 1313-15 |
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Maso di Banco, Escena
de la vida de San Silvestre. El
milagro del dragón, Cappella di Bardi di Vernio, Santa Croce, Florencia,
1335 c. |
El desconcierto no nace solo de esta disparidad de perspectivas: contribuyen a él las sombras, ausentes en gran parte de la pintura del Trecento y aun del Quattrocento y que, en cambio, cobran extraordinaria importancia en la pintura de De Chirico, aunque solo para confundir al espectador con su incongruencia.
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Giotto, San
Francisco entrega su manto, detalle, Basílica superior de San Francisco,
Asís, 1290-99 |
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Giotto, Escena
de la vida de San Joaquín, Capilla Scrovegni, Padua, 1305 c. |
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Masolino da Panicale, Banquete de Herodes, detalle, Castiglioni Olona, 1435 |
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Giorgio de Chirico, Plaza de Italia, 1924-25 |
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Giorgio de Chirico, Las musas inquietantes, colección particular, 1916 |
Los elementos arquitectónicos
–los arcos, las torres, las pirámides, los edificios de planta centralizada,
los omnipresentes pórticos- son los mismos que aparecen representados en obras
realizadas entre el Trecento y el Seicento.
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Masolino da Panicale, Milagro de la rueda, Capilla Castiglione, San Clemente, Roma,
1425-31 |
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Giorgio de Chirico, Plaza de Italia, 1913 |
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Giorgio de Chirico, El enigma de la llegada, 1912 |
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Rafael de Sanzio, Los desposorios de la
Virgen, detalle, Pinacoteca Brera, Milán,1504 |
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Vittore Carpaccio, El bautismo de los selenitas, Scuola di San Giorgio degli
Schiavoni, 1507 |
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Giorgio de Chirico, La torre y el tren, 1934 |
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Maestro della Santa Cecilia, Liberación del herético, Basílica superior, Asís, 1295-99 |
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Giorgio de Chirico, La nostalgia del infinito, Museum
of Modern Art, Nueva York, 1911-13 c. |
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Vittore Carpaccio, Disputa
de San Esteban, Pinacoteca Brera, Milán, 1514 |
Las estatuas, apenas más inmóviles que las figuras
que a veces aparecen en los cuadros de De Chirico, adornan también las
escenografías ideales de artistas como Carpaccio, como acabamos de ver. De él
proceden también las banderas que ondean (¿realmente ondean?) en un aire quieto
desde hace siglos.
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Vittore Carpaccio, Llegada
de los peregrinos a Colonia, Historias de Santa Úrsula, Gallerie dell'Accademia, Venecia, 1490 |
El hecho de que en los cuadros de De Chirico aparezcan elementos modernos –relojes, trenes- en unos escenarios de carácter clásico nos sorprende menos porque, más allá de los espacios metafísicos, esa es la realidad de cualquier ciudad viva. ¿Acaso no comenzaron a instalarse relojes en torres y otros edificios a partir del siglo XIV? ¿Acaso no estamos acostumbrados a que los tiempos y sus creaciones convivan y se solapen?
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Giorgio de Chirico, La despedida entre el amigo que parte y el que permanece, 1950 |
Las citas que hallamos en las
obras de De Chirico no se refieren tan solo a las arquitecturas pintadas:
también a las construidas. Observad la galería de vanos rectangulares que se
alza sobre el pórtico en El enigma de la
hora y comparadla con la galería que podemos ver en el Claustro de las
mujeres, en el Hospital de los Inocentes de Florencia, de Filippo Brunelleschi.
La sobriedad del pórtico es la misma que vemos en el Corredor construido por
Giorgio Vasari para unir el Palacio Vecchio y el Pitti: la misma geometría
desornamentada que refleja De Chirico:
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Giorgio de Chirico, El enigma de la hora, 1911 |
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Filippo Brunelleschi, Claustro de las mujeres, Hospital
de los Inocentes, Florencia, 1419-51 |
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Giorgio Vasari, Corredor vasariano, Florencia, 1565 |
La frase que
he utilizado hoy como título –“La alegría habita las ciudades extrañas”- fue
escrita por Giorgio de Chirico en su obra Epodo,
publicada en Ferrara en 1917. No sé si cabe hablar de alegría, en el caso de
estas ciudades: sí, desde luego, de extrañeza.
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Antoine Caron, Augusto
y la Sibila,
detalle, Musée du Louvre, París, 1575-80 c. |
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Giorgio de Chirico, Mercurio y los metafísicos, 1920 |
Después de contaros todo esto
–tan poco, para un tema sobre el que queda tanto por decir- os confieso una
cosa: con De Chirico, yo no sé si hablamos del espacio, del tiempo o de ninguno
de ellos. ¿Lo sabéis vosotros?
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Giorgio de Chirico, El enigma de una tarde de otoño, 1909-10 |
Czytałam z ogromną ciekawością , Żałuję, że nie znam języka hiszpańskiego. Twoje odniesienia do artystów trecenta i quatrocenta są bardzo intrygujące. Elementy architektury, szczególnie fascynacja perspektywą łączą obrazy Giorgio de Chirico z twórczością mistrzów. Ale u Chirico perspektywa jest zaburzona, poza tym niepokój wprowadza pustka, brak ludzkich postaci, wprowadzenie manekinów i posągów. To spojrzenie w pewien sposób przeraża odbiorcę, daje mu poczucie samotności,nie wie czego może się spodziewać, co go czeka. Przyznam, ze odczytuję te obrazy Chirico także jako krytykę silnego rozwoju miast na początku XX , wieku, pełnych hałasu , zgiełku i dynamizmu. U Chirico panuje cisza, brak energii, ale powoduje to ogromny niepokój. Gdzie tutaj jest miejsce dla człowieka?
ResponderEliminarDzieła Chirico bardzo mnie fascynują. Trzeba jednak uważać z datowaniem obrazów. Istnieją opowieści handlarzy sztuką o tym jak malarz odnajdywał "cudownie" swoje dzieła powstałe do roku 1917. A le to zupełnie inna historia...
Interesujący komentarz, Renne. Prace De Chirico mają kilka problemów: namalował kilka wersji w trakcie jego trwania , daty nie zawsze są jasne , a ponadto , jak mówisz, jest problem dealerów i co najgorsze , za podrabianie i fałszowanie . Podobało mi się to, co mówisz o odrzuceniu nowoczesnego miasta , oprócz temat samotności i pustki , która również mówić w poście . Uściski.
EliminarMuchas GRACIASSS Carmen:
ResponderEliminarme gusta mucho de Chirico. De toda la vida, podría decir; en realidad, desde el primer día que vi algo suyo y que no recuerdo ni qué, ni cuando.
Nunca he sabido por qué, hasta hoy, por algo que has escrito. Eso de que en ciudades antiguas haya cosas modernas. Pues sí, va a ser por eso. Me gustan mucho las ciudades con muchos años de historia, en que se puede encontrar un poco de todo. Me gusta la mezcla en general y aunque las ciudades de de Chirico tienen algo de melancolía, siempre me han dado mucha alegría por su claridad, su misterio y por dejar mucho a la imaginación.
Como siempre, un gustazo ver la conexión con otras épocas. Lo que le influenció y a quien dio ideas. No conocía a Correa, pero me gusta; y eso que sólo he visto estas dos muestras.
GRACIAS por la propuesta de hoy y feliz domingo a todos
La imaginación vuela, es cierto, y la tuya, que es muy viva a la hora de inventar historias, tiene que disfrutar. Por cierto, ¡podrías compartirlas con nosotros!
EliminarOs cuento: a Harry, le das una sucinta sinopsis de una novela y te la cuenta entera, sin haberla leído, solo con lo que imagina. ¡Es genial! Pero no hay forma de convencerla para que escriba.
Ya está, Harry, ya me he chivado. Ahora todos empezaremos a reclamarte historias.
Un abrazo y feliz domingo.
No es por hacerme de rogar, pero salen en el momento y con las mismas se me va la imaginación a descansar. Creo que el imaginar cosas es algo que todo hacemos, pero como la felicidad no nos damos cuenta de ello hasta que ha pasado.
EliminarMe ha gustado mucho tu comentario Manuel. Nunca habría caído en ello, pero lo veo muy acertado.
Conocía algunos cuadros de De Chirico, siempre me han gustado, pero al ver tantos seguidos, se hace una mejor idea de su obra. Desde luego, sus ciudades no son alegres. A mí me parecen más bien deprimentes, como de tarde de domingo de verano. Y creo que es porque, respondiendo a tu pregunta final, hablamos de tiempo y de espacio, pero detenidos, congelados; un tiempo y un espacio que no van nunca a ningún sitio, ni vienen nunca de ninguna parte. ¿Hay algo más deprimente?
ResponderEliminarComo siempre, muchas gracias. He disfrutado con esta visión de la ciudad.
Un beso.
¡Ciudades de tarde de domingo en verano! Lo has definido perfectamente, Rosa. Tiempo y espacio congelados... como las figuras sin sombras que vimos el miércoles. Me has hecho pensar en la diferencia entre la inmovilidad inquietante y la quietud serena de otros pintores, por ejemplo, Piero della Francesca o Georges de La Tour.
EliminarQué enriquecedores son vuestros comentarios, qué lujo contar con vosotros. Un abrazo, Rosa. ¡Gracias!
Gracias a ti, Carmen. Por cierto, me olvidé comentarte antes que estoy leyendo un libro de Modiano, "Más allá del olvido", y lo defines perfectamente, una trama policíaca en la que no hay delito, pero lo esperas continuamente.
EliminarNo es por llevarte la contraria, pero creo que se puede vivir en un cuadro de De Chirico. Es verdad que encuentras soledad y tardes de domingo, perspectivas imposibles, arquitecturas ideales, sombras crepusculares... Pero, precisamente por eso: las sombras le dan vida. No son fantasmas ni vampiros. No es un relato de terror, sino negro, como bien dices. La niña no es un espíritu, es una sombra que vuela hacia la misteriosa sombra que no vemos, que solamente intuimos. Entonces es cuando nos entra el desasosiego. Yo podría vivir en un cuadro de De Chirico, aunque fuera melancólico. Estaría inquieto, no lo niego, pero me tomaría, con placer, un té en uno de sus porches y luego curiosearía las esquinas recónditas de sus plazuelas, la cara oculta de sus cuadros. También me encontraría muy a gusto en una obra de Giotto o de Piero. Pero lo que me has descubierto hoy es la obra de Jaime Correa. Ahí sí que veo un relato negro, muy negro. ¿Qué es esa figura deforme, de impresionantes pies, velada tras un lienzo? No acabo de entender si es el homicida, el cuerpo del delito o Cataré. Me gusta. Me ha encantado tu entrada.
ResponderEliminar¿Así que era tuya la sombra misteriosa que deambulaba por las plazas de De Chirico?
EliminarPues a propósito de esta entrada ha surgido algo inesperado, sorprendente y con cierto toque mágico, si queremos llamarlo así, que ya os contaré cuando se dilucide el misterio. Se trata de un tema de identidades.
Sí que son extrañas estas ciudades. Tan quietas y tan vivas al mismo tiempo. Ya que al no haber nadie, parecen ser ellas las únicas habitantes de sí mismas. Extrañas ciudades.
ResponderEliminarLas ciudades se habitan a sí mismas: ¡exacto, Eva!
EliminarYo me las imagino contemplándonos con un poco de pena, al vernos tan fugaces, y agrupándonos por bloques, más allá de individualidades y de tiempos. Algo así como "niños que juegan", "enamorados", "personas atareadas", "día de fiesta"...