“Para asombrarse, el hombre debe despertar”
(Ludwig Wittgenstein)
El
investigador canadiense conectaba su portátil, agradecía la entrega de los
legajos solicitados y, de golpe, su cabeza se derrumbaba sobre el teclado del
ordenador. El bibliotecario desenchufaba con sigilo el aparato y se alejaba. Al
cabo de las horas, ya oscurecido y cuando todos nos disponíamos a abandonar la
biblioteca de investigadores, hacíamos un poco de ruido para que se despertase.
Abría los ojos, se los frotaba, lanzaba primero una mirada incrédula a su
alrededor y, después, otra amorosa a los legajos que esa tarde tampoco había
consultado. Los bibliotecarios y todos los investigadores sentíamos una gran
simpatía por el canadiense, cuyo sueño velábamos.
|
Henri Matisse, El
sueño |
|
Franz Marc, Perro
dormido sobre la nieve |
Se duerme mucho en el arte y en la literatura. Duermen
dioses, animales, dormimos los hombres. ¿Los hombres? ¿Y los sueños? ¿Qué
hacemos con los sueños? Si os parece bien, vamos a dejarlos aparte porque, como
ya nos recordó Calderón, sueños son.
|
Édouard Vuillard, En la cama |
|
Édouard Vuillard, Sueño |
Son múltiples las categorías de los sueños, así como su
plasmación artística y literaria: proféticos, inspiradores, alegóricos,
burlones, terroríficos, divertidos, burocráticos, absurdos, eróticos, musicales,
de colores, con escaleras, cinematográficos, de los de perder el hilo, de
vuelos o caídas, de memoria, de olor, de despertar y soñar que se soñaba… “Del
sueño tiene su nacimiento”, nos dice María Zambrano sobre la pintura. Y Borges
lo amplía a todas las artes, que “son acaso una forma de sueño”. Sobre sueños
hablé un poco aquí: Recuerdos, sueños y apariciones. Hablaré de
nuevo de ellos en otro momento o, quizás, soñaré que lo hago. ¿Quién sabe?
|
Pablo Ruiz Picasso, Mujer dormida |
|
Giorgione, Venus
dormida |
Fuera sueños, por lo tanto, aunque no podremos
evitar que alguno de ellos se cuele para acompañar a los durmientes. Tampoco
quiero que nos detengamos aún en las habitaciones: tened un poco de paciencia,
porque ya llegaremos a ellas otro día, cuando la luz del sol o la de la luna
las ilumine. Nos quedamos, ahora, con ese simple dormir que acaso nos
convierte… en dioses, aunque en dioses dormidos. Eso es, por lo menos, lo que
nos dice Amado Nervo: el “que duerme es un dios”. Hombres dioses en el dormir y
dioses dormidos como hombres: ¡mejor así, porque un dios despierto puede llegar
a ser muy revoltoso!
|
Sandro
Botticelli, Venus y Marte, detalle |
Duermen dioses y aquellos amados por los dioses, como Endimión, cuya
vida quiso eterna Selene. Él vivió para siempre durmiendo, sumido en un “sueño
lleno de dulces sueños”, como escribió John Keats.
|
Anne-Louis Girodet, Sueño de Endimión, detalle |
|
Franz Marc, Gato
sobre cojín amarillo |
Es bello y, a menudo, divertido, eso de ver cómo
duermen dioses, humanos, animales. Sí, hay algo conmovedor y a veces un poco
cómico en nuestro abandono. Hay, también, un misterio, sobre todo si nos
atenemos a ese dormir del animal. ¿Nunca os habéis preguntado con qué sueñan
los perros, con qué sueñan los gatos? Imagino
que con presas palpitantes, con juegos y carreras, con la leche materna, con
una lengua rasposa que acaricia y limpia. Tal vez sueñan el mundo y lo
transforman. Quién sabe si nos sueñan. Sí, cuando les veo dormir, pienso que
son ellos los que, con su sueño, crean el mundo y a nosotros en él. Dormid,
dormid, soñadnos, no vaya a ser que se desvanezcan la montaña, los árboles, el
mar, el cielo, no sea que se despinten las ternuras y los juegos, no sea que
nos desdibujemos.
|
Andrew Wyeth, Perro
dormido |
|
Franz Marc, Gato
detrás de un árbol |
|
Gislebertus, El
sueño de los Reyes Magos |
Dormir de uno en uno, de dos en dos o, como las
simpáticas figuras que Gislebertus dejó acostadas en uno de los capiteles de la
catedral de Autun, de tres en tres. Bueno, realmente, el número de durmientes
no importa: ahí están algunas enormes camas altomedievales en las que llegaba a
acostarse toda la familia, perros incluidos.
|
Henri de Toulouse-Lautrec, La cama |
Ya entre nosotros, podemos evocar
el sueño común en los dormitorios compartidos -sobre todo, de niños y aun de
jóvenes-, el júbilo cuando hallábamos literas, las risas y las bromas que
precedían al sueño. También, cómo no, nos acordamos de los sacos de dormir y
las tiendas de campaña en las que, a veces, acabábamos encajonados como
sardinas en su lata. En todos esos casos, en todos, recuerdo aún con gratitud
que siempre alguien me contaba un cuento: sí, me lo contaba porque yo ponía mi
cara de pedir que me contasen un cuento… ¡y funcionaba! Bien, de acuerdo, lo
reconozco: aún funciona… ¡y espero que siga siendo así hasta el final!
|
Glenn Brady, En
la cama |
|
Vittore Carpaccio, El sueño de Santa Úrsula |
La cama es un buen invento. Su forma básica es la misma que se utilizaba ya en Asiria y Egipto: podríamos dormir en ellas un sueño de siglos. No siempre, sin embargo, ha habido ni hay camas en todos los hogares. Se puede dormir sobre un tapiz extendido en el suelo o utilizar, como soporte para el sueño, un banco adosado a la pared. ¿Y qué me decís de las camas con baldaquino, conocidas ya en las antiguas civilizaciones? Acostarnos en una cama con dosel nos hace presagiar un lujo de sueños, aunque, al final, volvemos a los sueños que sueños son, sea cual sea el lugar que acoja nuestros cuerpos.
|
Frida Kahlo, El sueño |
|
Alexei Jawlensky, Chica acostada |
¿Podemos olvidar los dulces sueños del sofá, con el
libro -¡también la gata!- dormidos sobre el cuerpo? ¿O las siestas que nos atrapan en un cómodo
sillón?
|
James McNeill Whistler, Nota en rojo. La siesta |
|
Robert Bereny, Hombre
dormido en un sillón |
|
Pablo Ruiz Picasso, El sueño |
|
Piero della Francesca, Resurrección, detalle |
Son variopintas las posturas que adoptamos en el
sueño. En mi caso, ya os he contado que, dormida, me empeño en retorcer salomónicamente
brazos y piernas, lo cual me obliga a desenroscarme antes de levantarme por la
mañana. Pero eso solo ocurre en la cama: en el sofá soy durmiente inmóvil. Bueno,
no tanto, porque a menudo despierto con una pierna encaramada al respaldo. ¿Y
vosotros? ¿Cómo dormís? ¿Tenéis alguna postura favorita?
|
Robert Bereny, Mujer
dormida |
|
Adolph von Menzel, Emily Menzel dormida |
|
Lucien Freud, Annabel
dormida |
Ya sabéis que
Alfonsina Storni se despidió de la poesía y, al poco, de la vida, con el poema
del que forman parte estos versos:
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste
También Pedro
Salinas nos habla de un adiós que, sin embargo, concluye en el reencuentro del
despertar:
El sueño es una larga
despedida de ti.
¡Qué gran vida contigo,
en pie, alerta en el sueño!
¡Dormir el mundo, el
sol,
las hormigas, las horas,
todo, todo dormido,
en el sueño que duermo!
|
Henri Matisse, El
sueño |
|
Francisco de Goya, El sueño |
Soy mi cuerpo. Y mi cuerpo está triste, está cansado. Me dispongo a
dormir una semana, un mes; no me hablen.
Que cuando abra los ojos hayan crecido los niños y todas las cosas sonrían.
(Jaime Sabines)
|
Pablo Ruiz Picasso, El sueño
|
Mientras duermes
ha sucedido el mundo
|
Pablo Ruiz Picasso, Mujer con el cabello rubio |
Espléndido, como siempre: gracias, Carmen.
ResponderEliminarGracias a ti, José Luis. Como comentaba hace un momento en otro lugar, soy tan dormilona que, a la fuerza, tenía que dedicar una entrada al dulce placer del sueño. Abrazo grande, grande.
Eliminarzzzzzzz
Eliminar¡Investigador! ¿Canadiense? :)
EliminarDe sueños y ensoñaciones. Magnífica como siempre Carmen. Gracias por el regalo.
ResponderEliminarGracias a ti, Francisca. ¡Sigamos con nuestras coincidencias! Y con nuestros sueños.
EliminarSoñadores que se sueñan dormidos,hmmm...
ResponderEliminarHe sentido una gran placidez leyendo tu entrada.
Gracias, Carmen.
Un abrazo onírico.
Un abrazo plácido y onírico, soñadora Yolanda.
Eliminar¡Qué bien se duerme! :)
A mí me encanta dormir y leer en la cama. Me encanta la cama y el sofá como sustituto. Pienso que algún día haré como Onetti y me retiraré a vivir en mi cama. Antes me gustaba mucho dormir, pero llegada a una edad, cada vez duermo menos y mira que lo intento, pero aquellas mañanas de "madrugar a las once" se terminaron hace mucho.
ResponderEliminarMe intranquiliza la idea de que podamos ser el sueño de un gato (ya sabes que yo lo prefiero a cualquier otro animal y prefiero que sea él quien me sueñe), porque como se despierte... Tal vez nuestra muerte sea el despertar del gato.
Un beso.
Rosa, el final de tu comentario es el principio de un relato fantástico que tienes que escribir. ¿Lo harás? Sí, por favor.
EliminarEso de que con los años se duerme menos me tiene perpleja. O, a lo mejor, es porque yo siempre tiendo a hacerlo todo al revés, pero, cuantos más años cumplo, más dormilona me hago. Además, es lo que siempre digo: apenas mi cabeza roza la almohada, ya me he dormido.
Un beso, criatura de cama y sofá, como yo. ¡Qué bien se lee tumbadas! :)
Será en todo caso un relato de terror. Lo puedo intentar. A ver qué sale.
EliminarYo, al contrario que tú, duermo fatal. pero me viene bien porque así, cada noche, antes de dormir leo una par de horas y a veces vuelvo a leer entre las cuatro y las cinco de la madrugada.
Y sí, siempre tumbada ja, ja.
¡Relato de terror! ¡Bien! Lo esperamos, Rosa.
EliminarLos gatos son especialistas del relax. Siempre me ha gustado el logotipo de una marca X que representa un gatito persa blanco durmiendo la mar de feliz enroscado con su gran cola. Están reconociendo a los gatos como profesionales del relax, al usarlo para transmitir la idea de que, tras sus ventanas, se duerme calentito y tranquilo y que hasta el minino más exigente aprecia ese confort.
ResponderEliminarYo les reconozco esa habilidad porque es ver dormir plácidamente al mencionado felino o a mi gata y empiezo a sentirme cada vez más relajada. Da gloria contemplarla. A veces, da risa porque duerme en las posturas o los lugares más originales y he pensado que sería divertido hacer una colección de las posturas “cómodas” para descansar. Seguramente Franz Marc comparte este gusto por los bellos mininos durmientes. Me gustan esos cuadros que nos has traído hoy.
Gracias, Carmen.
Es verdad, Milano: además,su sueño resulta muy contagioso. Muchas noches, cuando mi gata se me abraza al cuello, se duerme y empieza a roncar (porque ronca, el bichete), me cuesta seguir leyendo. Al final, acabamos las dos dormidas en el sofá, abrazadas, hasta que mi marido nos dice: "¡eh, vosotras dos, venga, a la cama!". Dice que resultamos bastante cómicas, y le creo.
EliminarUn abrazo, Milano,y gracias a ti.
Los sueños , las posturas, los protagonistas ... que agradable compañía la de esas maravillosas pinturas a tus expresivas lineas.
ResponderEliminarMortales y dioses de cualquier condición, todos dormimos y soñamos
A mi me gusta mucho eso que llaman la siesta del carnero :) entre las 13 y 13.15 más o menos, una especie de duerme vela.
A veces también duermo retorcido :) sobre todo si hace frío fuera.
Un abrazo y gracias por compartir esta bonita entrada
¡Hola, Javier! Qué consuelo eso de saber que no soy la única que retuerce brazos y piernas cuando duerme. Es algo rarísimo, pero lo más curioso es que resulta muy cómodo... salvo a la hora de levantarte, cuando te tienes que desenredar antes de salir de la cama.
EliminarGracias, Javier. Un abrazo y... ¡dulces sueños! Con buena música, ¡claro! :)
Tanto artistas como durmientes comparten procesos de naturaleza divina, pues pueden crear lo que les venga en gana. Cuando les pido a mis alumnos que escriban un relato, les animo a hacerlo diciendo: "Juguemos a ser dioses, chicos". La primera vez que me lo oyeron decir, no lo entendieron. Ahora, que empiezan a tomarle el pulso a la escritura, me provocan con alguna actividad que les convierta en semi-dioses, ya que alegan que soy yo quien les marco las pautas a seguir, limitando su libertad. Tu entrada me ha sugerido otra para que sean doblemente dioses: inventar el sueño de Hypnos o Morfeo. Ya te contaré los resultados.
ResponderEliminarHablas de los dulces sueños de tu mascota felina. Yo soy más de perro y, por mi experiencia, puedo asegurarte que estos fieles compañeros también sueñan como nosotros, roncan y se apoderan de la cama poco a poco,además de proporcionarnos un calor nada despreciable en noches frías como las que sufrimos estos días. Magnífica entrada, Carmen.
Me gusta mucho ese "juguemos a ser dioses, chicos" con el que pones en marcha la imaginación de tus alumnos, Carmela. Sí, sí, cuéntanos el resultado de tu nuevo experimento... divino.
EliminarPerros, dices. El hijo de Loba solía dormir bajo la ventana de nuestro dormitorio. Tenía pesadillas, de modo que muchas noches emitía, dormido, unos sonidos estremecedores. Nosotros sabíamos que era él, pero nos reíamos pensando en el susto que se llevaría cualquier amigo que pasase la noche en casa, si no le explicábamos previamente lo que iba a escuchar durante la noche. Era de película de terror, en serio.
Gracias, Carmela. Un abrazo y ¡felices sueños!
Añado un fragmento de la epopeya de Gilgamesh: "Los que duermen y los muertos, ¡cúanto se parecen!". Sin embargo, estas pinturas son dulces, conmovedoras. Inspiran más ternura que miedo. Leyéndote me venían a la cabeza mis pequeños, sí que la montan antes de dormir ¡menuda fiesta! Pero sobre todo me llama la atención el ritmo de su respiración, qué sueño tan reparador y placentero parece. Ojalá de adultos se pudiera dormir como cuando éramos niños.
ResponderEliminarPreciosa entrada, Carmen. Te prodigas poco últimamente, supongo que estás inmersa en otros proyectos.
Un abrazo.
La epopeya de Gilgamesh me conmueve profundamente desde la primera vez que la leí, Gerardo. No sabes cuánto aprecio que la cites. En otro lugar, mi amigo Luis equiparaba ayer también el sueño de muertos y dormidos. ¡Pero qué distinto es uno del otro!, le dije.
EliminarTen paciencia. Si te sucede como a mí -y no como a Rosa- y funcionas al revés, a medida que cumplas años a lo mejor recuperas esa forma de dormir que ahora admiras en tus niños.
Sobre lo último que comentas,sí, tengo que espaciar las publicaciones en el blog para poder compaginarlo con las otras escrituras e investigaciones que me tienen abducida -apasionadamente-.
Gracias y un abrazo.
Es maravilloso, pues los sueños son para mi el gran misterio, me consuela convertirme en polvo soñador que recorre eternamente el universo ; silencioso e ingrávido.
ResponderEliminarNo hay tiempo mas extraño que el que vive soñando o sueña sin reloj que lo mida.Aquel que te reconforta o te inquieta que te da conversación con seres conocidos en otros mundos y en donde las leyes de la física no tienen lugar, anarquía;vuelas bajo y alto y respiras debajo de las olas cálidas y amorosas, te extácias a comer sin saciarte de nada ni de nadie, pues comes con sentidos inexistentes en la vigilia.
Y dicen los psicólogos , los sueños solo son, sueños ; y no conocían a Calderón de La Barca.
Es así, Alexandra Anna. ¡Y esos sueños en los que los colores suenan y saben y se pueden tocar con más intensidad aún de lo que sucede en la vigilia!
EliminarA veces dicen que se suele soñar con cosas que han sucedido durante el día, o que preocupan al durmiente. Tal vez sea así en algunas ocasiones, pero, en general... Mis sueños, por lo menos, y por lo que dices también los tuyos transcurren en otras dimensiones.
¡Delicia!
Buena entrada. El perro dormido de Andrew Wyeth me sobrecoge, apretujado contra la almohada (pese a tener toda la cama). Dejando libre todo ese espacio gris vacío de la habitación iluminada por una gélida ventana. Como si, más que para descansar, usase su arrinconamiento para protegerse del vacío...
ResponderEliminarMe recuerda al perro de Goya y su latente angustia, pero en disposición horizontal.
Toda la superficie del lecho, en el caso de la pintura de Wyeth, el espacio tan particular en el que se mueve (¿se hunde?) el perro de Goya. Este famoso perro, en realidad, estaba pendiente de unas aves que desaparecieron, según parece, en la primera restauración de la pintura. Estas aves pueden verse en una fotografía realizada por Jean Laurent hacia 1874. La imagen cobra mucha más fuerza al desaparecer las aves.
EliminarGracias por tu comentario, Bonifacio. Saludos.
No sabía lo de las aves desaparecidas. Es curioso cómo una manipulación puede transformar el sentido de un cuadro. Gracias por el dato.
EliminarPor cierto, quizá te pareció muy tópico para incluirlo, pero te faltó La siesta de Van Gogh (a mí me encanta).
No, muy tópico no. Y también me gusta mucho. ¡Esos colores!
EliminarMira, esta es la fotografía de Laurent:
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/2/2a/Perro_semihundido_%28Juan_Laurent%29.jpg/220px-Perro_semihundido_%28Juan_Laurent%29.jpg
Gracias por el enlace, leí el artículo... No, si al final resultará que el perro estaba pintado de cuerpo entero pero lo borraron también. Y hasta jugaba con un balón de playa.
EliminarTanto misterio para eso...
¡Nada de eso! Nos quedamos con el perro tal como está. Y si los pájaros volaron, bien volados fueron. La pintura gana así.
EliminarParece ser que el balón de playa apareció a orillas del Manzanares ;)
Uy Carmen a esta hora y leyendo de sueño me está entrando a mi una morriña, será porque hace frío y en la cama cuando refresca se está tan bien aunque se duerma menos con los años.
ResponderEliminarFantástica entrada como siempre, a mi como al comentarista anterior ese perro dormido me provoca cierta preocupación, ¿qué le pasa? ¿qué tiene, que se apretuja contra la almohada y me parece muy tierno.
Me ha gustado especialmente esa siesta de James McNeill Whistler.
Un beso enorme
Huy, calla, que a mí también me entra sueño. Además, durante estos meses, el hecho de que oscurezca tan pronto es... ¡somnífero! Sobre lo de dormir menos con los años, es lo que decía antes: a lo mejor, cuando te hagas mayor, te pasa como a mí y te conviertes en una dormilona.
EliminarMe pregunto: ¿el perro dormido añorará a su amo? ¿La almohada estará impregnada de su olor?
La siesta de Whistler es muy tentadora.
Un abrazo, Conxita.
Uno de los placeres más grandes que he vivido este último año, ha sido acompañar la siesta de mi pequeña nieta de nueve meses, con ella en mi regazo, oyendo su respiración, su corazón con el mio. Velando su sueño y su descanso. Nada que lo iguale.
ResponderEliminarGracias Carmen
¡Deliciosas siestas, Elena! Es fácil imaginar tu ternura y tu sonrisa mientras velas el sueño de la pequeña.
EliminarUn abrazo, Elena.
Fascinante recital de sueños, Carmen. Una auténtica obra maestra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Juan Antonio. Las imágenes de esas obras nos llevaron a todos de sueño en sueño. Por cierto, a estas horas ya empieza a despuntar. ¡Cuando digo que soy una dormilona... ;) !
EliminarUn abrazo.
Una delicia lo de hoy Carmen Pinedo. El sueño es uno de mis placeres favoritos, y además gratis. Hay un científico en la red que explica lo importante que es la noche y el sueño para nosotros ( Teoría del desdoblamiento del tiempo: Jean Pierre Maleta Garniè). Aunque yo soy de esa clase de durmiente que disfruta mas soñando despierto. Construyendo castillitos de versos en el aire.
ResponderEliminarAbrazo navideño.
¿Tiempo? Eso tengo que verlo, Jonh. Andamos locos unos amigos y yo a vueltas con el tiempo y todas sus interpretaciones, así que tomo nota.
Eliminar¡Sueño! ¡Dormir! Qué placer, desde luego. Hace un rato, casi me vence el sueño: he conseguido darle esquinazo gracias a dos libros. ¡Pero esta noche lo recibiré, como todas las noches, con mucho gusto!
Un abrazo casi navideño, constructor de castillos de versos.
¡Qué bonito post para despedir el año, Carmen! A lo mejor este 2017 no ha sido más que un sueño fugaz -cada vez se me hacen más fugaces los años y los sueños-; menos mal que estás lecturas y estas magníficas ilustraciones -¡mira qué son bonitos los cuadros y lo bien escogidos que están!- nos hacen esperar a la auténtica vida que se encuentra, naturalmente, en la lectura mundo de las Artes.
ResponderEliminarEs precioso el tiempo que dedico leyendo tus artículos, ensayos, creaciones literarias..., que todo ello son estas entradas que colocas N tu blog, Carmen.
Un fuerte beso
¡Qué gracia me ha hecho tu comentario acerca del año como sueño -y como sueño fugaz-, Juan Carlos! Pensaba hoy en eso mismo, en que a saber si podíamos tomarnos medianamente en serio eso de 2017, 2018... Verás: cuando tenía cuatro años, anuncié a mis padres que eso de ir cambiando de año cada doce meses me parecía un derroche y una tontería, así que ellos podían cambiar de año si les apetecía, pero yo me quedaba con el que estábamos y, a partir de entonces, consideraría a todos los años sucesivos como impostores. ¿Entiendes ahora por qué me han hecho tanta gracia tus palabras?
EliminarUn abrazo, Juan Carlos: el hombre que soñaba años :)
Hola a todos:
ResponderEliminardormir es muchas cosas: un placer, una necesidad, un pasatiempo y otras cosas, como un tema artístico. Quien pensaría que dormir diese tanto de sí, tantos colores, posturas, sombras y descansos.
El perro de Wyeth me parece magnífico y un canto a la naturaleza, lo que tiene mérito estando en una habitación.
El sueño restaura y alimenta la imaginación. Nos hace vivir en reposo lo que no vivimos en movimiento, nos aclara las ideas y, a los que tienen un talento especial les da un tema para poder pintar.
Adoro dormir, lo justo eso sí, que si duerno de más me duele la cabeza (ya es mala suerte) y adoro las pinturas de durmientes, me da igual la especie. Me tranquilizan.
Gracias Carmen, y felices sueños a todos, aunque sea despiertos
¡Hola, Harry, feliz durmiente tú también!
EliminarMe gusta lo que indicas acerca del canto a la naturaleza aun dentro de una habitación, en el cuadro de Wyeth.
Hablando de habitaciones, sueño y animales, te cuento que mi gata dejó atrás la tregua que me había concedido: desde que publiqué esta entrada -¡no sé cómo lo supo!- le ha dado otra vez por saltar sobre mí apenas amanece, frotar su nariz con la mía, lamerme y gritarme: "¡arriba, dormilona!".
Felices sueños, Harry: despierta y dormida.
Hace mucho tiempo, en la vega granadina, después de conversar sobre el flamenco y los dibeles en la etnia gitana, uno de los contertulios se despidió llamado por el sueño diciendo: "voy a poner el cuerpo donde pueda encontrarlo mañana". No se me olvida. Gracias por estimular el recuerdo y la imaginación de forma tan deliciosa.
ResponderEliminar¡Qué frase tan graciosa, Galefod! Pues dentro de un momento voy a poner el cuerpo debajo de la manta del sofá y la gata y empezaré a hacer equilibrios para abrazar y acariciar a la gata y, al mismo tiempo, sostener el libro. Después, sí, pondré el cuerpo donde pueda encontrarlo mañana. Me quedo con la frase. ¡Gracias!
EliminarCarmen me he dormido en los laureles. He tardado en visitar tu casa, estoy en un letargo contínuo. Ya me puedes perdonar pero mi tiempo se esfuma como la espuma y no llego a todo lo que debía de llegar. Y eso que mi sueño es ligero como una pluma. Quizás mi tiempo se enreda con la pluma y la fotografía en vacaciones. No dejo de ver estos sueños reparadores que nos has traído y pienso. Tengo yo algún sueño pintado? No me acuerdo si hice alguno, quizás en un boceto. Así que amiga me he despertado hace un rato de un duermevela de sofá viendo una película de tv. Porque los sueños sueños son. Un abrazo
ResponderEliminarDormirse es lo apropiado, Mamen. Y, mientras tanto... ¡sucede el mundo!
EliminarNos turnamos: tú despiertas de un duermevela de sofá y, dentro de muy poco, iré yo a él con el libro y la gata hasta que sueño y marido nos envíen a las dos a la cama. ¡Felicidad!
Un abrazo.