Frederick Childe Hassam (1859-1935)
“Mirad, han puesto un toldo rojo”, dije. Lo observé mejor: “el toldo se mueve”. No era un toldo: era fuego. Llegaron los bomberos e hicieron que todos los vecinos evacuáramos el edificio. Yo era muy pequeña, mucho más pequeña que Frederick cuando vio cómo el fuego arrasaba el mundo de comodidades en el que se había criado. Él tenía trece años cuando un gran incendio destruyó gran parte de la zona comercial de Boston, donde se hallaba el negocio familiar. Atrás quedaron las colecciones de arte y antigüedades de su padre, los hermosos muebles, la vida sin complicaciones, los estudios que el muchacho se vio obligado a interrumpir para ponerse a trabajar. El fuego lo cambia todo. Aunque no será el fuego el protagonista de las obras de Frederick Childe Hassam, sino, en muchos casos, el agua.
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Frederick Childe Hassam, Noche de lluvia |
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Frederick Childe Hassam, Islas de Shaols
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Frederick Childe Hassam, Noche de lluvia |
El agua del mar, por ejemplo, pero también la de una lluvia que nos habla del interés de Childe Hassam por el impresionismo, movimiento del que se le considera pionero en Estados Unidos junto a Mary Cassatt y John Henry Twachtman. Una lluvia que empapa con frecuencia los paisajes urbanos de Childe Hassam y arranca destellos del asfalto sobre el que brotan los paraguas. La bella lluvia azul de las noches azules.
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Frederick Childe Hassam, Noche de lluvia |
La niebla, la nieve, ocupan también el espacio de los lienzos del artista. Fijaos en estas grandes manchas oscuras que configuran los volúmenes de los cuerpos y los paraguas azotados por la nieve:
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Frederick Childe Hassam, Tormenta de nieve en Nueva York |
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Frederick Childe Hassam, Islas Shoals |
Frederick viajó a Europa en varias ocasiones. Visitó Francia, Reino Unido, España, Italia, Suiza, los Países Bajos. Bebió con avidez cada una de las pinceladas de Turner, Caillebotte, Degas, Monet. En su segundo viaje a Europa, en 1886, permaneció durante tres años en París, donde asistió a las clases de la Académie Julien. Antes de regresar a Estados Unidos pasó unos meses en Inglaterra. Después se instaló durante quince años en Appledore, en las islas Shoals.
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Frederick Childe Hassam, Playa rocosa en Appledore |
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Frederick Childe Hassam, Viento del oeste. Appledore |
Nuevos viajes le condujeron a Cuba, a Inglaterra, a Francia, a Italia. Pero el viaje que más me interesa es, una vez más, el del despojamiento. No se trata de un viaje progresivo, sino de una tendencia que se advierte en su obra y que convive con otras sin problema alguno. Mirad, por ejemplo, estas dos obras:
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Frederick Childe Hassam, Amanecer en verano |
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Frederick Childe Hassam, Estrella vespertina |
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Frederick Childe Hassam, Paisaje de Oregón |
Estos
cuadros fueron pintados entre 1891 y 1892. ¿No os sorprenden un poco
las fechas? Pero son varias las obras de este artista en las que se
aprecia esa maravillosa simplicidad, ese ceñirse a lo esencial,
despojado de detalles, de adornos innecesarios. La desnudez, siempre la
desnudez.
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Frederick Childe Hassam, Noche de luna |
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Frederick Childe Hassam, Tarde |
Mirad el aspecto, casi oriental, de este sencillo paisaje. Apenas unas manchas de color y unas líneas crean el mundo. No hace falta más.
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Frederick Childe Hassam, La mañana |
Aunque la pintura incorpore otros elementos, no podemos decir que la voz se haga más compleja, más confusa.
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Frederick Childe Hassam, Monte Hood |
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Frederick Childe Hassam, Cotysville |
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Frederick Childe Hassam, Paisaje de Harney |
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Frederick Childe Hassam, Gloucester |
Pero esta no es la única voz del artista: a través de sus obras nos habla con muchas otras voces. Algunas de ellas son muy interesantes; otras, en mi opinión, son más fáciles, más “bonitas”, más comerciales.
Como este rincón es el único lugar del mundo donde puedo decidir (hasta cierto punto, tampoco hay que exagerar), he optado por “hacer hablar” a aquellas obras que más me atraen. Por ejemplo, las que nos muestran los pasos solitarios de un hombre en Gloucester, la vista frontal de unos pequeños comercios, las figuras oscuras de los viandantes en una tarde de invierno, una casa a la luz de la luna.
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Frederick Childe Hassam, Tiendas |
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Frederick Childe Hassam, Tarde de invierno |
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Frederick Childe Hassam, La vieja casa |
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Frederick Childe Hassam, Nueva York |
También son muy interesantes, en mi opinión, las bulliciosas vistas urbanas de Nueva York, en cuya Quinta Avenida instaló su estudio, o sus series dedicadas a las banderas.
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Frederick Childe Hassam, La Quinta Avenida |
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Frederick Childe Hassam, Día de lluvia en la Quinta Avenida |
Se dijo de Childe Hassam que era un hombre muy
inteligente: también un artista muy hábil para comercializar su obra. Parece
ser que no hay ningún enigma en su vida, ¿no os parece? ¿Ninguno? ¿Estamos
seguros?
Veréis: en 1884, Frederick comenzó a firmar sus obras como Childe
Hassam, e introdujo junto a su nombre una especie de media luna, aunque en una de
las imágenes que os muestro parece más bien un pececillo. Se ignora por qué a
partir de esa fecha acompañó su rúbrica con este pequeño símbolo. ¿Se os ocurre
alguna idea?
No conocía este pintor. Muy interesante 😀.
ResponderEliminarPara la media luna que ponía junto a su firma: típico rayajo para comprobar que la pluma tiene tinta antes de lanzarse a escribir su nombre completo. A quién no le pone de los nervios intentar firmar algo y que no escriba el utensilio!!
Estupendo artículo, Carmen. Cómo siempre, y siempre sorprendes 😊😊
¡Buena sugerencia, Luis!Estaría muy bien eso: todos preguntándonos a santo de qué, esa luna pececillo, y Frederick tan contento, "ah, mira, sí que tiene tinta".
Eliminar¡Gracias, caballero de la casa del árbol!
Me ha maravillado toda la obra que nos traes, pero ese titulado "Cotysville" me parece de una delicadeza maravillosa. Una mancha horizontal violeta atravesando por la mitad dos manchas blanquiazules, y se crea todo un mundo, como dices. Y esos brillos de las farolas en el agua de la lluvia en el suelo... Los pintores estadounidenses tienen algo, algún extra que me los hace más maravillosos si cabe. (me estoy acordando de "El mundo de Christina" de Andrew Wyeth, del que hablé hace poco en mi entrada "Lila".
ResponderEliminarEl apellido Hassam, no puede dejar de recordarnos los nombres árabes. ¿Media luna musulmana?
Un beso.
Delicadísimo cómo el color se concentra en la parte superior, al contrario de lo que sucede en La mañana, por ejemplo.
EliminarCoincides con lo que ha comentado Remei Miralles en otro lugar: "para mí que es hijo de un rico comerciante de origen àrabe, nacido en un país del imperio inglés, "El niño Hassam -de la familia-", que con gran instinto comercial se instaló en Boston muy pronto para comerciar con la exquisita y culta población de esta ciudad. La media luna es su firma de identidad cultural y, probablemente, religiosa ya que contrasta con el exterior: las imágenes tan urbanas de la cultural occidental, como queriendo decir: nunca dejo de ser quien soy aunque me guste vivir en el mundo de otra cultura diferente a la mía ya que es en la que encuentro la oportunidad de ser el artista que quiero ser". Es muy sugerente.
Un beso, Rosa, en este domingo lleno de sol.
Como siempre, Carmen, una preciosa reseña. No tenía ni idea de este pintor que, antes de ver su nombre -no sé por qué-, mentalmente me iba a Toulouse Lautrec; luego leyendo el post ya he visto que se relacionó entre otros con Monet, Degas y otros en París.
ResponderEliminarEn cuanto a esa media luna o pececillo que incorporó en un momento a su firma sólo se me ocurre, como a Rosa, que quiso marca con ello su identidad cultural dentro de una sociedad -la estadounidense- por entonces muy lejana del orientalismo árabe. También, quizás, sólo fuese un recurso publicitario-mercantil para vender más aprovechando el apellido de resonancias árabes.
Besos
Estoy curioseando ahora por los fondos del Metropolitan Museum y parece ser que tanto el Hassam (corrupción del apellido Horsham)como la media luna fueron una broma de nuestro querido Frederick. Eso es, por lo menos, lo que cuenta John Updike.
EliminarEl caso es que... ¡aquí, sin llover! ;)
Un beso, Juan Carlos, y gracias.
Eres un baúl, no una caja de sorpresas, querida Carmen. Como siempre, me encanta el descubrimiento que nos ofreces esta vez. No debo añadir nada más sobre las suposiciones en torno a la media luna, una vez desvelado por ti el misterio. Me resulta muy difícil reflejar la desnudez cargada de sugerencias, tanto con el lenguaje, con el pincel o la cámara de fotos, así que me quedo con cualquiera de las pinturas en que la mínima expresión se convierte en todo un discurso. ¿Cuál me regalas? Me (con)fío a ciegas de tu exquisito gusto.
ResponderEliminarTe regalo... un paisaje, sí. Quizás un paisaje de mar, de esos otros mares que no son el nuestro pero que, en cierto modo, también lo son. ¿Te parece bien, amiga mía?
EliminarUn besazo, Carmela.
desconocía a este pintor, y me ha gustado mucho su pintura y se observa el cambio que hace según visita los países y su evolución. Me gusta mucho la separación de líneas de horizonte. Sobre la firma puede ser una identidad que el marca por su origen árabe, quien sabe por qué firmó así. Un abrazo
ResponderEliminarAl final, parece ser que era una especie de broma. Aunque, quién sabe, igual encontramos más tarde otras interpretaciones.
EliminarFascinante la sencillez de las líneas, es cierto.
Un abrazo, pintora.
Preciosos cuadros los que nos muestras y que muestran una personalidad cautivadora. Muchas gracias por presentarnos a estos pintores que yo, lega en arte, desconozco y admiro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Antes le comentaba a una amiga que me había quedado absorta imaginando la novela de Childe Hassam. Vamos, algo así como haces tú con tus relatos, pero solo en la imaginación. Pienso, como tú, que es un personaje interesante.
EliminarUn abrazo, Francisca.
Hay personajes que nos susurran al oído y quieren que contemos cosas de ellos para que no los olviden. Un abrazo amiga.
EliminarY tu mundo, Francisca, está habitado por numerosísimos personajes que te hablan y te dicen que cuentes sus historias. Sigue haciéndolo, por favor.
EliminarUn abrazo, escritora y amiga.
Hola Carmen, no lo conocía y me ha encantado descubrirlo de tu mano. Me han gustado especialmente ese Amanecer en verano, noche de luna y Estrella vespertina. Los he encontrado muy sugerentes y al mismo tiempo relajantes.
ResponderEliminarGracias por estas lecciones de arte.
Besos
Los que con menos, dicen más.
EliminarNo son lecciones de arte, Conxita. Son cosquillas, o complicidades, o un "mirad, mirad esto".
Besos y feliz semana (¿con lluvia? ¿Con sol? Feliz, en cualquier caso).
Bueno pues esas cosquillas, a mi me parecen auténticas lecciones que me van fantásticamente para descubrir y aprender a mirar.
EliminarDe momento por aquí fresquito, con lo que a mi me gusta el verano.
Besos
¡Viene el frío! ¡Chimenea!
EliminarY besos :)
Fascinante su pintura y tu análisis. Gracias.
ResponderEliminarGracias, Juan Antonio. Parece ser que, como personaje, también era fascinante, aunque eso pertenece a otro registro. Lo fuese o no, nos quedamos con sus pinturas.
EliminarHola Carmen, cómo echaba de menos leer tus entradas artísticas, ese diálogo con el cuadro, entrañas de artista, y además con enigma. Pintar todo lo que ve, pero también como lo ven otros. Al final vuelve a la lluvia, al reflejo del agua en los pies, a la ventisca de nieve. Me quedo con estos cuadros, creo que lo identifican más, como ese pececillo o media luna con las letras alzada, rastros de alfabeto, identidad, no más. Un precioso post. Un abrazo
ResponderEliminarAhora actualizo menos el blog porque estoy abducida por la escritura: sobre todo, la de los relatos y la novela (¡qué locura, Eme, pero cuánto disfruto!). Encima, ya ves que, junto a las entradas dedicadas a un artista, me da por escribir otras un poco raras. ¡Pero también disfruto!
EliminarHacía meses que quería traer aquí a Childe Hassam con sus lluvias, sus nieves y sus noches azules. Por fin nos ha visitado. Seguiremos esperando que también la lluvia lo haga.
Un abrazo, Eme, y feliz semana.
Gracias, Carmen, por los conocimientos que me aportas. Eres un ser extraordinario.
ResponderEliminar¡Ja, ja, Araceli, eres tremenda! Soy un ser bastante normalito (aparte de mis despistes y de las cosas tan divertidas que a veces me pasan), rodeado de seres extraordinarios, en unos casos, y normales en otros. Abrazo de casi, casi fin de semana.
Eliminarhermosas pinturas, en lo personal nos gusta los de la niebla y los contornos vagos, todos son igualmente bellisimos! gracias, saludosbuhos.
ResponderEliminar¡Hola, Búho! La niebla siempre es sugerente. A veces, borra hasta tal punto el mundo que nos preguntamos qué encontraremos cuando, al fin, se levante. Childe Hassam era, desde luego, experto en la representación de humedades.
EliminarSaludos y gracias.
Hola a todos:
ResponderEliminareste pintor me encanta, tanto en sus paisajes lluviosos como en los claros y soleados. Me da igual que use muchos trazos o pocos y que, a ratos sea más impresionista, y a otros minimalista.
Simplemente me gusta y no sé por qué.
Me trasmite paz, me alegra la vista y me sugiere recuerdos nimios, de esos que ni sabes como es posible que los recuerdes.
En fin, que me gusta, y toda esta palabrería con la que no digo nada, es sólo una muestra de mi incapacidad para explicar porque me llega tanto.
Y ahora que me entero de la media luna, pues eso si que no lo sabía, sigo sin poder dar un razonamiento. Ummm
Gracias Carmen y feliz domingo a todos
¡Qué bien, Harry! Me alegra que te guste y que te sientas a gusto en sus pinturas. A veces se trata de eso: una obra de arte, un libro, un edificio, una música... algo con lo que te sientes bien, que te hace exclamar un "me quedo a vivir aquí". Otras veces, por el contrario, hay obras que te desasosiegan o hacen que el universo se tambalee... y también pueden ser magníficas. ¡Esa es la riqueza!
EliminarFeliz domingo, feliz semana. Abrazo, Harry.
Preciosas pinturas, y una vez mas me introduces es un mundo extraordinario, a través de tu pluma, tan rica y tan diversa, y del conocimiento, no conocía a este pintor, Gracias
ResponderEliminarGracias a ti, Esperanza Mar. Seguiremos encontrándonos con pintores de ayer y de hoy, aunque sea a este ritmo lento que los otros trabajos han impuesto sobre el blog. ¡Muy pronto, la entrada de diciembre! Un abrazo, fotógrafa.
EliminarBuena colección de cuadros. Me encanta la tormenta de nieve en Nueva York, capta el espacio y, sobre todo, el tiempo... Un instante de gélido vacío que va más allá del frío físico. Con esas siluetas que parecen fundirse entre sí únicamente para diluirse luego... como la propia nieve.
ResponderEliminarSaludos.
Qué vergüenza, Bonifacio. Ando tan perdida en mis locuras de escritura que hacía tiempo que no me pasaba por tu blog. Te pido disculpas y aprovecho para pedírselas también a otros compañeros blogueros a quienes tengo medio abandonados, aunque no olvidados. Vengo ahora de leer "El lugar de siempre". Me ha gustado desde la cita inicial de Twain: «Cuando era más joven, podía recordarlo todo. Hubiera sucedido o no». Ahora volveré para comentarte algo que se me ha ocurrido (aunque me dirás que no).
EliminarGracias por tu comentario a esta entrada sobre Childe Hassam. Un comentario de escritor.
Descuida Carmen, no hay nada de lo que te debas disculpar. Siempre te agradezco que te asomes a mi blog, no importa la frecuencia. Yo también ando ocupado para actualizar el mío, por cierto.
EliminarMe alegra que te gustase mi relato. A ver si puedo volver a publicar más a menudo, tengo más ideas que tiempo últimamente. Un abrazo.