martes, 5 de septiembre de 2017

El color de dos voces: Stanislawa De Karlowska y Robert Bevan





Stanislawa De Karlowska (1876-1952) y Robert Bevan (1865-1925)



He estado muchas veces en Gran Bretaña sin estar nunca. He visitado sus casas, sus parques, sus campiñas; he recorrido valles y páramos, playas y costas escarpadas; he paseado por sus pueblos y ciudades. He conocido a Merlín y he sido caballero con Arturo, he encontrado en aquella isla las hermanas que no he tenido en la vida real, me he enamorado innumerables veces, he tenido miedo, me he refugiado de las bombas, he sido –soy- feliz entre las páginas de tantos libros que me hacen viajar a lugares que conozco sin haberlos visto nunca. ¿Sin haberlos visto? ¡No, claro que los he visto!

Stanislawa De Karlowska, Granja en Devon

Stanislawa De Karlowska, Paisaje

Jane Austen, sobre quien nadie sabe tanto como mi amiga Caty León; Thomas Hardy, Emily Brontë, Edward Frederick Benson con sus deliciosos terrores espectrales y sus maliciosas querellas terrenales en Riseholme; los fantasmas de Montague Rhodes James; E. M. Delafield y su dama de provincias; Edward Morgan Forster, Stella Gibbons, D.E. Stevenson, Muriel Spark, Ian McEwan, Julian Barnes, David Lodge y muchos otros autores son mis guías en estos viajes a través de la literatura. ¡Y eso que solo hablo de novelas y relatos! ¡Y eso que tan solo menciono algunos de los nombres de mis acompañantes!

Stanislawa De Karlowska, Berkeley Square

Robert Bevan, Escena callejera en Belsize Park

Stanislawa De Karlowska, Iglesia en Staunton, Somerset
Hoy vamos a caminar con dos pintores: Stanislawa y Robert. Os contaré que, la primera vez que vi una obra de Stanislawa De Karlowa, pensé: “ah, pero Robert Bevan y ella tienen que haberse conocido”. No sabía en aquel momento que, en efecto, se habían conocido: se habían conocido muy bien, de hecho, ¡hasta el punto de estar casados durante casi treinta años, hasta el fallecimiento de Robert en 1925! Un aire común se respira en muchas de sus pinturas: en sus vistas urbanas, en sus paisajes, en el sosegado modo en que capturan con sus pinceles aquellos momentos para nosotros, hoy, tan remotos. 

Robert Bevan, La casa verde en St John's Wood

Stanislawa De Karlowska, Una esquina en la plaza Russell

Robert Bevan, Una iglesia de Londres


Robert Bevan, Swiss Cottage

Aunque tanto Stanislawa como Robert fueron en algún momento de sus vidas discípulos de la academia Julian, en París, no fue allí donde se conocieron, sino durante la boda de unos amigos, en 1897. La primera formación de Stanislawa se desarrolló en Cracovia; la de Robert, en Westminster. Tánger, Madrid y, sobre todo, Bretaña, donde hizo amistad con Gauguin, fueron algunos de los lugares que Bevan visitó antes de su encuentro con Stanislawa y el establecimiento de ambos en Swiss Cottage, en Londres.


Stanislawa De Karlowska, Swiss Cottage

Stanislawa De Karlowska, Interior polaco
Hasta el estallido de la primera guerra mundial, las vacaciones las reservaban para Polonia. Allá, del mismo modo que sucedía en Inglaterra, cada uno de ellos traducía con sus propios colores, sus propias formas, su sensibilidad, la voz de su pintura, aquello que sus miradas y sus pasos compartían: campos, caminos, iglesias, ciudades… O esos interiores en los que De Karlowska introducía, como en otras de sus obras, vívidas evocaciones del arte popular polaco, una de las fuentes que siempre nutrieron su arte.  

Robert Bevan, La carroza, Polonia

Robert Bevan, Iglesia polaca, Mydlow

Stanislawa De Karlowska, Iglesia de la Santa Cruz en Cracovia

Robert Bevan, Adelaide Road
Bevan fue miembro del Candem Town Group, una asociación activa entre 1911 y 1913, con fuertes influencias de Van Gogh y Gauguin. De Karlowska formó parte del Grupo de Londres. Al lado de ella, al lado de él, al lado de los dos, nos convertimos en paseantes. ¿No os los imagináis indicándonos los nombres de cada una de las calles que recorremos, de las plazas que atravesamos, de los parques donde tal vez nos sentamos durante unos instantes para descansar y ver desplegarse ante nuestros ojos la vida de hace un siglo?

Robert Bevan, Desde la ventana del artista

Stanislawa De Karlowska, Adamson Road

Robert Bevan, Casas

Stanislawa De Karlowska, Percy Street

Robert Bevan, Sendero
Calzados con unos cómodos zapatos y vestidos con esas ropas a las que el tiempo y el uso han dotado de vida, abandonamos las calles de la ciudad para pasear por los campos, como siempre con todos los sentidos despiertos, respirando cada uno de los colores, acariciando el olor de la hierba y escuchando, atentos, cada una de las voces de los árboles. Durante estos paseos es inevitable que nos alcancen y acompañen los poetas: ya sea Matthew Arnold cuando nos habla de los blancos acantilados de Dover, que a menudo aparecen en mis sueños, W.H. Auden, Thomas Hardy… 

Robert Bevan, Devonshire
Algo yace en el campo, en algún sitio, /
confiada a la tierra ciega y olvidadiza, /
algo que estimuló en un poeta la profecía, /
un poco de polvo invisible y abandonado.

El polvo de la alondra que escuchó Shelley /
y que inmortalizó desde entonces, /
aunque sólo vivió como los otros pájaros /
sin saber que sería inmortal;

vivió su mansa vida y un día cayó,
una pequeña bola de plumas y huesos:
y cómo murió, cómo cantó cuando
se despedía, nadie lo sabe.


(Thomas Hardy)
 

Robert Bevan, Town Field, Horsgate

Robert Bevan, Castañar

Robert Bevan, Cottage en Devon

Robert Bevan, Barbican
Bevan anduvo por aquí cuando lloramos abrazados a los cuellos de los caballos. Pierre-Auguste Renoir fue uno de los artistas que le animó a pintar caballos; el otro fue Walter Richard Sickert, a quien la escritora Patricia Cornwell identifica con Jack el Destripador. El caso es que Sickert, asesino o solo pintor, instó a Robert a pintar lo que verdaderamente le interesaba y a descubrir la belleza de lo cotidiano. Y eso es lo que hizo Bevan: mirar a su alrededor y pintar, entre otros temas que atraían su atención, el de los caballos en sus establos, en las exhibiciones equinas, en el trabajo y el mercado. 

Robert Bevan, Comerciantes de caballos

Robert Bevan, Exhibición de caballos en Tattersall

Stanislawa y Robert fueron personas tranquilas y modestas, nos cuentan quienes les conocieron. Me imagino el placer de caminar junto a esta pareja compartiendo cálidos silencios, sonrisas, complicidades. ¿No os apetece sumaros al paseo?


Robert Bevan, Cerca de Hemyock

 

18 comentarios:

  1. Magníficos los escenarios urbanos de Bevan.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí. Has empleado de forma muy adecuada la palabra "escenarios", Josevi, porque tienen mucho de eso. Son muy cinematográficos, ¿verdad? Y sugerentes: realmente nos arrastran al pasado.

      Eliminar
  2. ¡¡Qué preciosas pinturas!! La esencia de Gran Brataña. No me extraña que hayas conjurado tantos de los escritores que nos la han dado a conocer aun antes de conocerla, aunque no la conozcamos (tan solo conozco Londres).
    Sí, me quedo con las ganas de perderme por calles tranquilas y parques rodeados de cercas bajitas acompañando a esta pareja tan colorida.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues nada, Rosa, nos vamos a pasear con ellos. Y,como siempre, seguiremos paseando entre los libros, a través de paisajes y de épocas... Un abrazo.

      Eliminar
  3. Me encantaría haber paseado con ellos en Polonia o en Inglaterra. El lugar no importa, pero con ellos y preguntarles muchas cosas. A diferencia de Josevi, me quedo con los escenarios rurales de Bevan y los urbanos de Stanislawa. Tengo una duda:el estilo de "La Carroza" de Bevan lo veo diferente al del resto de pinturas suyas que has mostrado. ¿Es producto de mi imaginación o realmente se debe a alguna razón especial? He disfrutado mucho con esta entrada y si no te importa, la comparto. Un besazo, Carmen

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí que tiene un carácter distinto, con más movimiento y con los perfiles menos definidos.
      Como le decía a Rosa ahora mismo, venga, vámonos a pasear con Stanislawa y Robert.
      Un abrazo, Carmela.

      Eliminar
  4. Precioso y resulta muy curioso contemplar el mismo paisaje desde el punto de vista de cada uno de los artistas.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, Sol. ¿Te imaginas, además, el placer de poder compartir el trabajo y las búsquedas de cada uno de ellos, enriqueciendo al otro? ¡Ah, qué delicia! Un abrazo, Sol.

      Eliminar
  5. Pues si Carmen, esos paisajes invitan a coger la chaqueta y perderse entre los verdes y los azules cobalto de Rovert Bevan. Gracias

    ResponderEliminar
  6. Preciosas pinturas, que desde luego hablan más de chaquetas y fresquito que del calor de estos días.
    Me ha gustado mucho Bevan y sus paisajes rurales con esos colores.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno,no falta mucho para que tengamos que empezar a abrigarnos un poco, Conxita. Algún día llegarán también las lluvias, imagino.
      Gracias. Un abrazo, aún con calor.

      Eliminar
  7. Hola a todos:
    pues sí, me hubiese gustado unirme al paseo y disfrutar del paisaje según me fuesen indicando, porque está claro que sabían perfectamente que mirar y como ver. Com buenos artistas, seguro que captaban todos los colores, los matices y sombras que a mí se me pasaría de largo.

    Es una delicia observar lugares cotidianos desde los ojos que son capaces de ver su grandeza. Algo que yo no sé, y raras veces puedo observar
    Muchas GRACIAS Carmen, no conocia a estos humildes pintores pero me han gustado mucho
    Un saludo, después de tantos días separados

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola, Harry! Seguro que Stanislawa y Robert están dispuestos a seguir paseando con nosotros y, como dices, a mostrarnos todo aquello que sus ojos ven mejor que los nuestros. Vamos, vamos con ellos.
      Un abrazo de otoño (¡bella estación!).

      Eliminar
  8. ¿Sabes qué me ha llamado la atención? Lo anguloso de las masas vegetales. Y esa carreta que parece que se saldrá del camino de un momento a otro. Es un cuadro muy distinto a los demás, tan serenos. Este sería para desconectar un poco de tanta línea recta en los edificios, jajaja

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, bien visto, Milano: esa obra es distinta de las otras, como ya señalaba Carmela. Sobre la simplificación geométrica y ese carácter anguloso que indicas, tan propio de la pintura de la época, lo que destacaría es la serenidad que destilan (tú has empleado la palabra "serenos") y su aire acogedor, en absoluto agresivo.
      Un beso, Milano, y gracias.

      Eliminar