Stanislawa De Karlowska (1876-1952) y Robert Bevan (1865-1925)
He estado
muchas veces en Gran Bretaña sin estar nunca. He visitado sus casas, sus
parques, sus campiñas; he recorrido valles y páramos, playas y costas
escarpadas; he paseado por sus pueblos y ciudades. He conocido a Merlín y he sido
caballero con Arturo, he encontrado en aquella isla las hermanas que no he
tenido en la vida real, me he enamorado innumerables veces, he tenido miedo, me
he refugiado de las bombas, he sido –soy- feliz entre las páginas de tantos
libros que me hacen viajar a lugares que conozco sin haberlos visto nunca. ¿Sin
haberlos visto? ¡No, claro que los he visto!
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Stanislawa De Karlowska,
Granja en Devon |
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Stanislawa De Karlowska,
Paisaje |
Jane Austen, sobre quien nadie sabe tanto como mi
amiga Caty León; Thomas Hardy, Emily Brontë, Edward Frederick Benson con sus deliciosos
terrores espectrales y sus maliciosas querellas terrenales en Riseholme; los fantasmas de Montague Rhodes James; E. M. Delafield y su dama de provincias; Edward
Morgan Forster, Stella Gibbons, D.E. Stevenson, Muriel Spark, Ian McEwan, Julian Barnes, David Lodge y muchos otros autores son
mis guías en estos viajes a través de la literatura. ¡Y eso que solo hablo de
novelas y relatos! ¡Y eso que tan solo menciono algunos de los nombres de mis
acompañantes!
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Stanislawa
De Karlowska, Berkeley Square |
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Robert Bevan, Escena
callejera en Belsize Park |
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Stanislawa De Karlowska,
Iglesia en Staunton, Somerset |
Hoy vamos a caminar con
dos pintores: Stanislawa y Robert. Os contaré que, la primera vez que vi una
obra de Stanislawa De Karlowa, pensé: “ah, pero Robert Bevan y ella tienen que
haberse conocido”. No sabía en aquel momento que, en efecto, se habían
conocido: se habían conocido muy bien, de hecho, ¡hasta el punto de estar
casados durante casi treinta años, hasta el fallecimiento de Robert en 1925! Un aire
común se respira en muchas de sus pinturas: en sus vistas urbanas, en sus
paisajes, en el sosegado modo en que capturan con sus pinceles aquellos
momentos para nosotros, hoy, tan remotos.
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Robert
Bevan, La casa verde en St
John's Wood |
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Stanislawa De Karlowska,
Una esquina en la plaza Russell |
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Robert Bevan, Una
iglesia de Londres |
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Robert
Bevan, Swiss Cottage |
Aunque tanto Stanislawa
como Robert fueron en algún momento de sus vidas discípulos de la academia
Julian, en París, no fue allí donde se conocieron, sino durante la boda de unos
amigos, en 1897. La primera formación de Stanislawa se desarrolló en Cracovia;
la de Robert, en Westminster. Tánger, Madrid y, sobre todo, Bretaña, donde hizo
amistad con Gauguin, fueron algunos de los lugares que Bevan visitó antes de su
encuentro con Stanislawa y el establecimiento de ambos en Swiss Cottage, en
Londres.
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Stanislawa
De Karlowska, Swiss Cottage |
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Stanislawa De Karlowska,
Interior polaco |
Hasta el
estallido de la primera guerra mundial, las vacaciones las reservaban para
Polonia. Allá, del mismo modo que sucedía en Inglaterra, cada uno de ellos
traducía con sus propios colores, sus propias formas, su sensibilidad, la voz
de su pintura, aquello que sus miradas y sus pasos compartían: campos, caminos,
iglesias, ciudades… O esos interiores en los que De Karlowska introducía, como
en otras de sus obras, vívidas evocaciones del arte popular polaco, una de las
fuentes que siempre nutrieron su arte.
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Robert Bevan, La
carroza, Polonia |
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Robert Bevan, Iglesia
polaca, Mydlow |
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Stanislawa De Karlowska,
Iglesia de la Santa Cruz
en Cracovia |
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Robert
Bevan, Adelaide Road |
Bevan fue
miembro del Candem Town Group, una asociación activa entre 1911 y 1913, con
fuertes influencias de Van Gogh y Gauguin. De Karlowska formó parte del Grupo de
Londres. Al lado de ella, al lado de él, al lado de los dos, nos convertimos en
paseantes. ¿No os los imagináis indicándonos los nombres de cada una de las
calles que recorremos, de las plazas que atravesamos, de los parques donde tal
vez nos sentamos durante unos instantes para descansar y ver desplegarse ante
nuestros ojos la vida de hace un siglo?
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Robert Bevan, Desde
la ventana del artista |
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Stanislawa De Karlowska,
Adamson Road |
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Robert Bevan, Casas |
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Stanislawa De Karlowska,
Percy Street |
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Robert Bevan, Sendero |
Calzados
con unos cómodos zapatos y vestidos con esas ropas a las que el tiempo y el uso
han dotado de vida, abandonamos las calles de la ciudad para pasear por los
campos, como siempre con todos los sentidos despiertos, respirando cada uno de
los colores, acariciando el olor de la hierba y escuchando, atentos, cada una
de las voces de los árboles. Durante estos paseos es inevitable que nos
alcancen y acompañen los poetas: ya sea Matthew Arnold cuando nos habla de los blancos
acantilados de Dover, que a menudo aparecen en mis sueños, W.H. Auden, Thomas
Hardy…
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Robert Bevan, Devonshire |
Algo yace en el campo, en algún sitio, /
confiada a la tierra ciega y olvidadiza, /
algo que estimuló en un poeta la profecía, /
un poco de polvo invisible y abandonado.
El polvo de la alondra que escuchó Shelley /
y que inmortalizó desde entonces, /
aunque sólo vivió como los otros pájaros /
sin saber que sería inmortal;
vivió su mansa vida y un día cayó,
una pequeña bola de plumas y huesos:
y cómo murió, cómo cantó cuando
se despedía, nadie lo sabe.
(Thomas Hardy)
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Robert Bevan, Town Field, Horsgate |
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Robert Bevan, Castañar |
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Robert Bevan, Cottage en Devon |
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Robert Bevan, Barbican
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Bevan anduvo por aquí cuando lloramos abrazados a
los cuellos de los caballos. Pierre-Auguste Renoir fue uno de los
artistas que le animó a pintar caballos; el otro fue Walter Richard Sickert,
a quien la escritora Patricia Cornwell identifica con Jack el
Destripador. El caso es que Sickert, asesino o solo pintor, instó a Robert a
pintar lo que verdaderamente le interesaba y a descubrir la belleza de lo
cotidiano. Y eso es lo que hizo Bevan: mirar a su alrededor y pintar, entre
otros temas que atraían su atención, el de los caballos en sus establos, en las
exhibiciones equinas, en el trabajo y el mercado.
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Robert Bevan, Comerciantes
de caballos |
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Robert Bevan, Exhibición
de caballos en Tattersall |
Stanislawa y
Robert fueron personas tranquilas y modestas, nos cuentan quienes les
conocieron. Me imagino el placer de caminar junto a esta pareja compartiendo
cálidos silencios, sonrisas, complicidades. ¿No os apetece sumaros al paseo?
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Robert Bevan, Cerca
de Hemyock |
Magníficos los escenarios urbanos de Bevan.
ResponderEliminarSí. Has empleado de forma muy adecuada la palabra "escenarios", Josevi, porque tienen mucho de eso. Son muy cinematográficos, ¿verdad? Y sugerentes: realmente nos arrastran al pasado.
EliminarAgradable paseo, Carmen.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Gracias, Yolanda! Un abrazo.
Eliminar¡¡Qué preciosas pinturas!! La esencia de Gran Brataña. No me extraña que hayas conjurado tantos de los escritores que nos la han dado a conocer aun antes de conocerla, aunque no la conozcamos (tan solo conozco Londres).
ResponderEliminarSí, me quedo con las ganas de perderme por calles tranquilas y parques rodeados de cercas bajitas acompañando a esta pareja tan colorida.
Un beso.
Pues nada, Rosa, nos vamos a pasear con ellos. Y,como siempre, seguiremos paseando entre los libros, a través de paisajes y de épocas... Un abrazo.
EliminarMe encantaría haber paseado con ellos en Polonia o en Inglaterra. El lugar no importa, pero con ellos y preguntarles muchas cosas. A diferencia de Josevi, me quedo con los escenarios rurales de Bevan y los urbanos de Stanislawa. Tengo una duda:el estilo de "La Carroza" de Bevan lo veo diferente al del resto de pinturas suyas que has mostrado. ¿Es producto de mi imaginación o realmente se debe a alguna razón especial? He disfrutado mucho con esta entrada y si no te importa, la comparto. Un besazo, Carmen
ResponderEliminarSí que tiene un carácter distinto, con más movimiento y con los perfiles menos definidos.
EliminarComo le decía a Rosa ahora mismo, venga, vámonos a pasear con Stanislawa y Robert.
Un abrazo, Carmela.
Precioso y resulta muy curioso contemplar el mismo paisaje desde el punto de vista de cada uno de los artistas.
ResponderEliminarBesos.
Sí, Sol. ¿Te imaginas, además, el placer de poder compartir el trabajo y las búsquedas de cada uno de ellos, enriqueciendo al otro? ¡Ah, qué delicia! Un abrazo, Sol.
EliminarPues si Carmen, esos paisajes invitan a coger la chaqueta y perderse entre los verdes y los azules cobalto de Rovert Bevan. Gracias
ResponderEliminarNos están esperando, Elena. Vamos.
EliminarPreciosas pinturas, que desde luego hablan más de chaquetas y fresquito que del calor de estos días.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Bevan y sus paisajes rurales con esos colores.
Besos
Bueno,no falta mucho para que tengamos que empezar a abrigarnos un poco, Conxita. Algún día llegarán también las lluvias, imagino.
EliminarGracias. Un abrazo, aún con calor.
Hola a todos:
ResponderEliminarpues sí, me hubiese gustado unirme al paseo y disfrutar del paisaje según me fuesen indicando, porque está claro que sabían perfectamente que mirar y como ver. Com buenos artistas, seguro que captaban todos los colores, los matices y sombras que a mí se me pasaría de largo.
Es una delicia observar lugares cotidianos desde los ojos que son capaces de ver su grandeza. Algo que yo no sé, y raras veces puedo observar
Muchas GRACIAS Carmen, no conocia a estos humildes pintores pero me han gustado mucho
Un saludo, después de tantos días separados
¡Hola, Harry! Seguro que Stanislawa y Robert están dispuestos a seguir paseando con nosotros y, como dices, a mostrarnos todo aquello que sus ojos ven mejor que los nuestros. Vamos, vamos con ellos.
EliminarUn abrazo de otoño (¡bella estación!).
¿Sabes qué me ha llamado la atención? Lo anguloso de las masas vegetales. Y esa carreta que parece que se saldrá del camino de un momento a otro. Es un cuadro muy distinto a los demás, tan serenos. Este sería para desconectar un poco de tanta línea recta en los edificios, jajaja
ResponderEliminarSí, bien visto, Milano: esa obra es distinta de las otras, como ya señalaba Carmela. Sobre la simplificación geométrica y ese carácter anguloso que indicas, tan propio de la pintura de la época, lo que destacaría es la serenidad que destilan (tú has empleado la palabra "serenos") y su aire acogedor, en absoluto agresivo.
EliminarUn beso, Milano, y gracias.