Me despierto, sonrío, pienso en la superficie de
Marte y en un zumo, desenredo las columnas salomónicas en las que cada noche,
mientras duermo, trenzo brazos y piernas, me levanto de un brinco y recuerdo a
Ray Bradbury: “Todas las mañanas salto de la cama y piso una mina. La mina soy
yo. Después de la explosión, me paso el resto del día juntando los pedazos.
Ahora les toca a ustedes. ¡Salten!”. Así pues, salto, piso la mina… ¡adelante,
a reunir los trozos! Después de ocuparme de los gatos, de humanizarme y de
devorar el desayuno, llego hasta aquí y me pregunto: ¿y si, para variar, desaparezco? ¿Y si emprendo un camino totalmente distinto? ¿Un camino totalmente
disparatado? ¿Hago caso a Nuseba y empiezo a escribir lo que tantas veces me ha dicho que escriba? ¿Lo dejo todo para dedicarme a reflexionar sobre el tiempo? ¿Monto una editorial? Un momento… ¿y si, emprenda o no esos u otros caminos, mantengo
vivo el blog por la ilusión que siento ante la visita de artistas a los que
aprecio muchísimo, por la alegría de cada reencuentro con los amigos, por ese mirar juntos que tan grato me resulta? Venga,
vamos, vamos, adelante: aún nos queda mucho por ver.
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Karl Schmidt-Rottluff, Camino en el bosque |
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Marc Chagall, Ventana
sobre el jardín |
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Jan Sluijters, Paisaje |
En estos últimos meses he cerrado puertas a mis
espaldas para abrir otras nuevas o, mejor aún, para suprimir puertas y paredes.
¡Campo abierto! También aquí, en este rincón que compartimos: campo para las imágenes,
para la ficción, la poesía, para todas esas preguntas raras que a veces me
hago, que a veces os hago, campo donde resuenen otras voces que ya han empezado
a escucharse. Van a crecer más casas y más árboles en estas páginas: crecerán
montañas y ciudades, bosques, selvas. Asomarán también los rostros de los
hombres para que podamos mirarnos en su mirada; tenderán esas manos que amamos,
las manos sucias de la creación y el trabajo, las manos heridas, gastadas, las
manos vivas que dan vida. ¡Venid! A pesar de nuestra fragilidad, tenemos fuerza: cada mañana se produce el
milagro.
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Alexei Jawlensky, Montaña de colores cerca de Oberstdorf |
Lo que os he contado acerca de esos campos
abiertos es lo que me propongo. Sin embargo, os cuento también que la tentación
del silencio y la vocación de ausencia son poderosas: ambas confluyen en ese viejo
anhelo mío de quitar, quitarme todo para alcanzar una desnudez que llegue a
confundirse con la invisibilidad. Cuesta mostrarse. Yo quisiera estar… como
quien no: casi, casi, sin apenas estar. Estar de paso, que es, a fin de
cuentas, como estamos todos, pero con un paso muy leve, ligerísimo. Imaginad
que llamo a vuestra puerta, os dejo unas imágenes, unas palabras, y después
preguntáis: “¿dónde se metió?”. “¡Salió volando!”. Pero aquí estoy. Aún.
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Mark Rothko, Naranja
y amarillo
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Barbara Issa Wagnerová, Vuelo |
Antes recordaba a Bradbury y ahora pienso en unos
conocidos versos de Oliverio Girondo que en la película de Eliseo Subiela El lado oscuro del corazón aparecen
adaptados de este modo: “Si no saben
volar pierden el tiempo conmigo”. Los transformo, de nuevo, para decir: si no
sé volar, perdéis el tiempo conmigo y yo también lo pierdo. ¿Sé, sabemos volar? Sí, aunque algunos días
tengamos el alma llena de piedras y nos pese tanto que cueste remontarnos. Pero en el
mismo instante en que conseguimos tomar impulso y los pies dejan de rozar el suelo,
nos arrebata, gozoso, el vértigo del aire. ¿Volar para huir del laberinto? ¡No,
volar no es una fuga! Es encuentro y es búsqueda e incesante pregunta. Es como el baile, como el agua fresca que bebemos: es
nuestra voz, es la risa, es el único modo de estar en el mundo. De estar, no de
escapar de él. Volar para poder ver, volar porque nos lo pide el cuerpo. Júbilo, riesgo, urgencia.
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Barbara Issa
Wagnerová, Vuelo
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Willem de Kooning, Abstracción |
Pensar en la superficie de Marte reconforta. ¿O
es el zumo? Acaso tenga algo que ver el calendario, aunque los años, para mí,
no empiezan ni terminan o, si lo hacen, no es precisamente entre el 31 de
diciembre y el 1 de enero. La fecha, como tantas otras cosas, no es más que una
convención y, os lo aseguro, no quiero saber nada de convenciones ni de etiquetas. ¡Nunca he querido y ahora menos que nunca! No hay tiempo para eso: la vida apremia. El caso es que he decidido que hoy quiero ser breve:
tan solo he venido para dejaros mi saludo y poco más. Esta semana no trabajo, ya veis
qué ando contándoos: que aquí estoy, que aún estamos. Con todas las contradicciones a cuestas. Dispuestos, como siempre, a
seguir con la mirada atenta y asombrada, a exponer y exponernos, a dejar que
estallen las preguntas del mismo modo que cada mañana, al saltar de la cama,
estallamos al pisar una mina. Gozosamente.
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Paul Klee, El
globo rojo |
Ay, Carmen, esas minas que gozosamente estallan cada mañana y que influyen a la hora de que se abran nuevas puertas (inevitablemente han de cerrarse otras te hacen contemplar nuevas perspectivas. Volar estoy de acuerdo que no es escapar del laberinto, forma parte del sentido mismo de la vida como proyección del ahora y de un futuro donde se siguen abriendo puertas y cerrando otras, para dar paso a nuevas contradicciones. ¡Mucha suerte con tu vuelo, eso es lo que te deseo, y que sea gozoso a pesar de las preguntas que resurgen. ¡Me gusta que des una prospección de tus deseos y anhelos y de tí misma, qué encanto! ¡Volemos!
ResponderEliminarUn abrazo
Volemos, sí, volemos, Marisa, en esta sucesión de encuentros, de estallidos gozosos, de preguntas y más preguntas... y de abrazos, siempre.
EliminarUna hermosa película..EL GLOBO ROJO que veía con mi hijo Andres ( hoy de 40 ) cuyo autor no recuerdo nos hacía VOLAR a su lado...era deliciosamente inocente...voy a buscarla para volver a encontrarnos.....la recomiendo.....
Eliminar¿La película de Albert Lamorisse? ¡Sí, Vic, qué delicia!
EliminarEs precioso este vuelo tuyo, Carmen, un vuelo abierto, limpio, transparente, que nos recoge en tus alas y nos ayuda también a nosotros a volar. Un vuelo lleno de arte y sensibilidad sin petulancia alguna. Es precioso eso que dices acerca de tu tentación del silencio y la vocación de ausencia: ¡no te imaginas cuánto lo entiendo y cuán hondo cala! Ha de ser la tentación y la vocación con la que se convive y se camina cada día cuando se siente que una tiene alas de arte para volar e invitar a los demás a hacerlo así, a campo abierto.
ResponderEliminarUn beso grande!
Fer
Esa tentación del silencio que sí, imagino que conoces: también esos arrebatos de timidez, quizás. Durante unos años me entregué al silencio, Fer: después, volví a hablar. Y aquí estamos, lanzándonos una y otra vez al aire. Con los brazos abiertos que sirven tanto para volar como para abrazar. Como te abrazo ahora, por ejemplo.
EliminarMira, Carmen, mi disgusto por la ausencia de Nuseba es demasiado grande como para añadirle también la tuya. Puedes fundar una editorial y publicar las vivencias de nuestra amiga de Seatle, pero ni se te ocurra desaparecer.
ResponderEliminarQué belleza la película de Subiela que mencionas. Nunca la superó.
Un beso.
No, Rosa, vamos a intentar no desaparecer. ¡Tenemos tanto que aprender, que compartir! Lo de la editorial es una locura bonita, ¿verdad? ¿Quién sabe? ¡Imagínate lo que sería poder publicar los libros de Nuseba! Por ahora, es un sueño. Pero, a veces, los sueños se convierten en realidad. Un abrazo, Rosa.
EliminarSi no te tengo cerca no sabré volar. Me llenarás los bolsillos de pesadas piedras que me impedirán aligerar mi vida y sentirme liviana, casi no ser. Yo también adoro el silencio, esa cueva emocional en la que refugiarme, sin embargo, no podría soportar el tuyo. Te espero siempre. Un beso.
ResponderEliminarSabes volar. ¡Vuelas! Y, además, vamos a volar juntas, todas juntas. ¡Imagina qué bandada, qué cabriolas, qué cantos! Con ratitos de silencio, puesto que lo amamos. Sí, eso vamos a hacer, a seguir haciendo. Un gran abrazo, Eli.
Eliminar"¿Sé, sabemos volar? Sí, aunque algunos días tengamos el alma llena de piedras y nos pese tanto que cueste remontarnos. Pero en el mismo instante en que conseguimos tomar impulso y los pies dejan de rozar el suelo, nos arrebata, gozoso, el vértigo del aire"
ResponderEliminarVolar contigo en cada palabra q compones es un privilegio.
Gracias.
Te sonrío con el Alma.
Nos asomamos a tu ventana, vemos el vuelo de las aves, nos preguntamos "¿por qué no?"... ¡y allá vamos! Gracias por tu sonrisa. Un gran abrazo, DesdMiVentana.
EliminarAhora que no nos oye nadie,te diré al oído( para no fomentar envidias) que tu blog es uno de los que jamás me pierdo, o al menos lo intento.Despiertas interés, es original en su expresión y construcción. Que no te hago la pelota, es que me gusta el arte y como lo narras.
ResponderEliminarNo nos pongamos jaulas, volemos tod@s un poquito y no hech@s pedazos.
Un fuerte abrazo, Carmen.
Te gusta el arte, eso está claro. Y la poesía, y la literatura en general, así que ya sabes: resiste tú también a la tentación del silencio, porque queremos oírte.
EliminarNada de jaulas, Yolanda. Campo abierto, cielo abierto.
Un abrazo muy fuerte, Yolanda.
Volar contigo es un placer , nos trasladas del arte a la poesía en un triss. Yo quiero volar contigo, y si no te importa quiero que vueles a mi blog y te apuntes para un sorteo, quiero tenerte entre los participantes. Un abrazo
ResponderEliminarMañana me acercaré volando, Mari Carmen.En estos momentos casi no puedo escribir, porque la gata se ha dormido sobre mi brazo. Un beso, artista.
EliminarEn tus vuelos muestras paisajes de colores imposibles, caminos que se bifurcan yendo hacia territorios desconocidos (al menos para mí), perspectivas para ojos candorosos, árboles azules y rojos y cielos amarillos,¡cuánto me gustaría perder el control y atestar de colores un lienzo de esperanza!. ¡Volar!. ¡Quiero volar!.
ResponderEliminarVuela, Galefod, con el propio control, rigor, exigencia y, al mismo tiempo, libertad del vuelo. ¡Hacia esos colores imposibles, hacia la -aún, a pesar de todo- inocencia de la mirada!
Eliminargracias Carmen
ResponderEliminar¿Gracias? A ti, a vosotros. Siempre.
EliminarQuerida Carmen, no puedes dejarnos colgados ahora que nuestro romance es apasionado. Te entiendo perfectamente cuando añoras el silencio. Algunos días me gustaría evaporarme y volar hasta las nubes y ver desde arriba, como si fuera el Diablo cojuelo, lo que sucede bajo mis pies. Es curioso que el silencio, unas veces, sea capaz de llenar tantos vacíos y resultar adorable y, en cambio,en otras ocasiones, sea aliado de la soledad impuesta y juntos causen profunda pena al que los sufre y padece. Son las dos caras de una misma moneda,¿no crees? Si fuera posible, me gustaría combinar en un coctelera el "carpe diem" y "el locos amoenus". No puedo imaginar qué resultaría de ahí. Algo diferente, seguro; pero lo que no sé es qué. Carmen, vuela para darte un garbeo, pero no tardes. Somos muchos y cada vez más los que esperamos impacientes tu regreso. Un besazo.
ResponderEliminarNo, si no me voy, Carmela. La semana próxima vuelvo por aquí. Es posible que alguna semana falle a nuestra cita, pero no me voy. Es lo que le comentaba a Fer: a veces, esa necesidad de silencio, o esa timidez. ¿Puedes creer que, cuando se junta una entrada del blog con algún artículo mío en una revista, me entra apuro y me digo: "qué horror, cuánto ruido, estaré molestando"? No se trata de falsa modestia (qué horror) ni nada de eso. ¡Es que no me gusta hacer ruido!
EliminarCuando logres combinar el "carpe diem" y el "locus amoenus" invítame, ¿vale?
¡Ah, y ya sabes que, cuando te apetezca, vuelves a contarnos lo que quieras en este blog, que es también tuyo!
Un abrazo enorme.
Atenta y asombrada me quedo cuando leo tus palabras apreciada Carmen y, desde esta ventana de silencio que es como asomarse al alba, te doy un gran abrazo en el aire, por que ya ha empezado mi vuelo. Yo despierto temprano, pensando en otro planeta llamado Sira, mi pequeña nieta de ocho meses, a la que tengo el placer de cuidar -y ella de mi- Mi vaso está lleno de café, y también como tú desenredo manos y piernas para salir de la cama, a veces para hacerme invisible, más de lo que ya soy... Las minas las piso más avanzado el día -cuando toco suelo- aunque cada vez menos -algo he aprendido- a mi también me tienta la locura y mucho más te contaría, pero tu lo cuentas todo de mi y ahora me está esperando mi "pequeño planeta" ... Te quiero por esta entrada y por todo lo que de ti aprendo en tu Blog y quiero seguir volando contigo. Muchas gracias Carmen
ResponderEliminar¡Bello planeta, Sira! Elena, me gustó mucho encontrarte, encontrar tu blog. Me haces crecer, me haces volar. Un abrazo grande, grande, para ti y para tu planeta de ocho meses.
EliminarHola a todos y feliz año
ResponderEliminarLo de volar es muy fácil. No hacen falta alas, ni aviones, ni siquiera hace falta desearlo. Sólo hay que echarle un poco de imaginación. Si se tiene mucha, como aquí, es pan comido.
A esta entrada no le falta imaginación, pero de lo que anda sobrada es de color. De figuras fascinantes y de paisajes de ensueño. No es mala manera para estrenar un nuevo año.
GRACIAS Carmen por esta entrada tan soñadora
Sobre vuelos, tú eres la experta, Harry :) Color, sueño, aventura, ¡realidad! Vamos, vamos allá, aviadora.
EliminarHola, acabo de encontrar este precioso blog, quiero decirte que me quedo siguiendote y al tener yo un blog, pues te invito a el, besotes ;)
ResponderEliminarhttp://estoyentrepaginas.blogspot.com.es/
¡Hola, Cristina! Nos vemos entre páginas :) Un beso.
EliminarGracias Carmen, pero esta vez no te comparto, te quedas para mi sola.
ResponderEliminarPorque quiero seguir mirando en esta mirada tuya llena de colores. Porque entiendo bastante bien esa tentación de silencio y esa vocación de ausencia...
porque es este un relato íntimo, con el pincel Nº1, de primera persona.
Porque te deseo un precioso vuelo todas las semanas, estés donde estés (en revista o blog) y si te atreves un poco más del brinco
¡rompe el plumón de tu cama contra la pared y a volar como los vencejos! Un abrazo compañera
Me quedo, me quedo a tu lado, al lado de todos los amigos, para seguir volando juntos (aparte de algunos momentos en que es posible que me acurruque en el nido). Un abrazo grande, Eme. ¡Un abrazo de colores!
EliminarImpagable cita de Bradbury y el Naranja y amarillo de Rothko... No, no te vas (o sí, pero no); pero entiendo la necesidad de envolverse en un poco de espacio y silencio. Abrazo, Carmen.
ResponderEliminarNo me voy. Se lo decía ahora a Emerencia Joseme: a lo mejor alguna semana ando un poco más calladita o liada con alguna otra locura de las mías, pero aquí seguimos. ¡Mientras el vuelo aguante! Abrazo, Esther.
EliminarY, además, Carmen: ¿quién visitará a mis bichos?
ResponderEliminarAh, yo soy asidua. Me gustan tus bichos :)
Eliminar"Si no saben volar pierden el tiempo conmigo".
ResponderEliminarQué bonito ese vuelo tuyo Carmen, ese vuelo en el que nos dejas acompañarte en los ratitos que el tiempo esquivo nos deja. Ojalá siempre sepamos volar, ojalá esas piedras sean más y más livianas. Cerrar a nuestras espaldas, abrir nuestros horizontes y seguir volando buscando sueños o lo que nos haga felices.
Me voy a quedar con Mark Rothko y ese Naranja y amarillo lleno de vida.
Un beso
Estaba pensando ahora, Conxita, que a lo mejor lo que podemos hacer es que piedras e incluso rocas vuelen, como en ese "Castillo de los Pirineos" de René Magritte:
Eliminarhttp://www.artnet.com/WebServices/images/ll915655llgNTfDrCWvaHBOAD/ren%C3%A9-magritte-le-ch%C3%A2teau-des-pyr%C3%A9n%C3%A9es-(castle-in-the-pyrenees).jpg
Aunque, de momento, en esta mañana tan fría, nos arroparemos en ese naranja y amarillo de Rothko para darnos un cálido abrazo.
Todo me gusta, ¿es estar de acuerdo? el zumo, Marte, la mina. La vida que desprende, el estar y saludar, en ese ir y venir. Reparto la vista, ahora leo, despues miro, o miro y después leo, gozosamente.
ResponderEliminar¡Gozosamente, Esperanza Mar, esa es la clave! Y tú lo sabes.
EliminarMuchísimas gracias por regalarnos tanto arte, ya en las obras pictóricas de los grandes maestros que compartes cada domingo, ya en tus relatos descritos con palabras bellamente hilvanadas, que dejan sentir toda la cultura y la rica imaginación que posees. Te admiro mucho. Un abrazo.
ResponderEliminarNo me admires, Lú, que no tengo nada de admirable. Solo juego con imágenes, palabras, ideas, sensaciones... Solo eso, de verdad. Un abrazo grandote.
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