Dicen que
duerme, pero cuánta pujanza hay en ese sueño. Cómo despunta y nace, aun sin
saberlo, aun sin hacerse visible: ya en su ensimismamiento apunta el brote.
Absorta, seria, arropada con un sereno júbilo en la concentrada tarea de
soñarse, inventa los colores y alumbra en su silencio las voces que serán. ¿Duerme?
En su reposo, crea.
Hannah Woodman, Paisaje |
John W. Shanabrook, La orilla fría |
“Alma, contempla cómo la / floración comienza / en
la fría penumbra del invierno”, escribe María Jesús Mingot. ¡Cuánta luz alienta
en lo oscuro! Cuánta vitalidad en lo que creemos percibir inmóvil, cuánto aire
libre en su recogimiento. Las imágenes desfilan por esos ojos cerrados que, sin
embargo, ven. ¿Qué ven? Yemas, brotes, hojas, flores, frutos, unas criaturas
que nacen, otras que despiertan de su sueño: todo aquello que esa gran
durmiente crea con su pausada respiración, todo lo que prepara para cuando
llegue el momento de abrir las puertas a la primavera. Dormida ya, dormida aún
en el frío, la naturaleza vibra como la cuerda tensa del arco, como la flecha a
punto de ser lanzada al aire.
Edvard Munch, Paisaje nevado |
Kazimir Malévich, Blanco sobre blanco |
Pero hay que
esperar a que llegue el momento, nos advierte Elena Soto:
La nada iluminando el vacío, el vacío dando
forma a la nada
(A Kazimir Malévich)
Las flores del almendro han brotado prematuramente / y caen amortajadas sobre el blanco sudario de la nieve.
Su muerte es un castigo de los dioses
por revelar a los hombres, antes de la primavera,
el secreto del blanco.
Cuno Amiet, Paisaje invernal |
¿Recordáis a Natalia Goncharova, quien no tenía
ningún recuerdo del invierno? Solo conservaba, en la memoria de su niñez, la
imagen del despuntar de la primavera, de los brotes verdes que germinaban bajo
el hielo y la nieve.
Natalia Goncharova, Escarcha |
Marta Zamarska, Impresión de invierno 13 |
Invierno. El juego de la luz. La desnudez. Apenas unas formas, apenas unos trazos sobre la página en blanco del paisaje. La escritura del frío, de la espera. Bajo esa quieta superficie, lo hemos visto, late todo un mundo. Este es el poema completo de María Jesús Mingot del que antes he citado unos versos:
Mi búsqueda insensata,
flor del cerezo, la esencia de lo frágil.
Florece y desfallece en un mismo tributo a la belleza.
No poder ver cuánta luz existe en la caída,
el declive que de nuevo presagia la floración en ciernes.
Sólo el instante es y, en él,
el antes y el después se dan la mano,
intercambian papeles,
se invalidan e invierten
desde dentro.
Alma, contempla cómo la
floración comienza
en la fría penumbra del invierno.
A la intemperie, en medio de la nieve,
preparan las novicias sus votos en silencio.
Edvard Munch, Noche blanca |
Henry Raeburns, El reverendo Robert Walker patinando en el lago Duddingston |
Las representaciones artísticas del invierno se asocian en ocasiones con su rigor, pero también muestran, a menudo, algunas de las diversiones propiciadas por la nieve y el hielo: trineos y patines se deslizan, de este modo, por la superficie del lienzo. Recordaréis, sin duda, los cuadros invernales de Brueghel: los árboles desnudos, los paisajes y tejados cubiertos por la nieve, los pequeños personajes que juegan sobre el hielo. Estas escenas de los patinadores aparecen con frecuencia en la pintura, en la novela, en el cine, y a mí, que nunca he sabido patinar, me llenan de gozo.
Pieter Brueghel el Viejo, Paisaje invernal |
Marta Zamarska, Impresión de invierno 6 |
Me complazco también en la memoria del trineo, en las risas que acompañan su descenso, en ese volver a subir con él a rastras para volver a bajar y subir de nuevo y bajar, bajar: ritmo regocijado de esfuerzo y recompensa, música del aire puro y frío. Ya imagino que la situación tiene que ser muy distinta allá donde el trineo, en lugar de ser juego, se convierte durante meses en el único medio de transporte.
Marta Zamarska, Impresión de invierno 10 |
Ferdinand Hodler, Nieve en el valle de Engadina |
La nieve no suele visitar el lugar donde vivo, tan próximo al mar: el blanco no es, entre nosotros, el color del invierno, excepto cuando la nieve cubre las montañas y estas se ofrecen, ante nuestros ojos aún llenos de asombro infantil, como un distante regalo de luz. Y, sin embargo, incluso desde estos inviernos de tonos verdes que a algunos nos rodean, pensamos en el blanco que deslumbra y quema. Blanco de reconciliación y de inocencia, para los occidentales; de aflicción y nostalgia, en Oriente. Para todos, color de ausencias y también, sí, también de comienzos: página en blanco.
Hannah Woodman, Paisaje |
Cuno Amiet, Atardecer sobre la nieve |
¿Invierno blanco? ¿Nieve blanca? ¿Dónde dejamos esos azules que, tal vez, sean el secreto del blanco? Todas las voces azules del azul, todas sus voces. Podemos pensar en los azules, arroparnos en ellos, pero nuestra mirada viaja también a los inviernos coloridos de Munch o de Kandinsky. Una mirada, la vuestra, que ahora pido que alejéis de la pantalla donde leéis estas líneas para lanzarla a través de las ventanas reales o de las ventanas del recuerdo, en el caso de aquellos que os halláis en este momento en el verano, para responder a esta pregunta: ¿de qué color, de qué colores son vuestros inviernos?
Vasili Kandinsky, Paisaje invernal |
Mis inviernos son naranjas,violetas y grises.¡Que entrada más bonita, Carmen! Por un momento creí estar en la nieve de un papel en el que dudaba si pintar o escribir. Escenas de películas como Onegin o Doctor Zivagho ¿se escribe así? han venido a mi mente.
ResponderEliminarUn abrazo
Naranjas, violetas y grises: buenos colores en la paleta del invierno, Yolanda. No dudes ante ese papel de nieve (o esa nieve de papel): no sé cómo pintas, pero sí sé cómo escribes. Escribe, pues, así de bien, como sabes hacerlo. Un abrazo enorme.
EliminarDifícil, dificilísimo se me antoja utilizar el blanco sobre blanco. Dar a la ausencia de color tantos matices distintos me parece una audacia no apta para temerosos. Pero hay que reconocer que, probablemente por la inmensa riqueza de colores del Mediterráneo, no tengamos la habilidad que muestran, por ejemplo, los inuit con sus cientos de palabras para definir los distintos tonos de blanco. Maravilloso post, Carmen, como siempre.
ResponderEliminarPor cierto, el cuadro del Reverendo Walker me lo quedo para mi casa. Me entusiasma. (Creo que voy a escribir un relato inspirado en él).
Besos, guapísima.
Blanco sobre blanco: sí que nos cuesta. Muy buena la referencia a los inuit, Eli. Qué tema tan bello el de los colores y las palabras que se refieren a ellos. ¿Te acuerdas de ese "mar de color de vino" de Homero?
EliminarLe decía ahora mismo a Yolanda que escribiese, tan bien como ella sabe hacer, y ahora me das la alegría de ese relato sobre el reverendo y patinador Walker que anuncias. Aparte de... tú sabes. Qué ganas tengo de leerte, Eli.
Un gran abrazo.
Bellísimo, Carmen, tanto en lo pictórico como en lo poético y alegórico. Coincidentemente, estuve pensando en una serie de escritos "cromáticos", así es que celebro que estemos en sintonía creativa.
ResponderEliminarUn beso y mi enhorabuena por tu excelente trabajo!
Fer
¡Escritos cromáticos! ¡Qué interesante! Mira esto, Fer:
Eliminarhttps://www.genial.ly/588f3cd644a876050471a1e0/untitled-genially
Un abrazo del color que prefieras, pero, eso sí, muy cálido.
Me encanta, me encanta.
ResponderEliminarEste invierno que también por tu tierra ha sido frío, Caty. Digo "ha sido" porque, aunque aún nos resta invierno, ya se nota cómo apunta la primavera. El renacer, Caty. Un abrazo fuerte, fuerte.
EliminarEn Franz Marc...encontré el blanco que no existe...sus perros siberianos de miles de reflejos y sombras de colores...todos los azules,magenta,violetas...ocres...creo que solo se ausenta el negro....Marc nos hace hundir os en la nieve....aunque nuestro paisaje no la conozca....me FASCINÓ esta,tu entrega,Carmen....Carmen...por qué estoy en la escena del ensayo gral.en el Colon.....ahora...?quizá el blanco sea sonidos....
ResponderEliminarEl blanco y todos los colores, los que sueña Marc y soñamos todos, vosotros, artistas, y nosotros, los que no lo somos, todos los colores son sonidos. Aunque para serlo se requiera,también, un fondo de silencio. O un intervalo.
EliminarKLEE tocaba el violín y veía colores....pintaba colores y escuchaba sonidos....el silencio como el vacío...no existen...solo contienen TODO....atravesamos el aire...los sonidos murmuran dentro y calla la palabra
EliminarUn día invitaremos a los pintores músicos, Vic, y en otro momento a los escritores pintores (con la colaboración de Héctor Bassi, muy interesado por el tema).
EliminarDices "silencio", dices "vacío"... y ahí me abismo, pura ensoñación.
¡Qué preciosidad de entrada, Carmen! ¡Qué cantidad de poesía hay en tus palabras y en los cuadros a los que acompañan! Munch y Kandinsky con su nieve de colores me encantan.
ResponderEliminarPara mí el blanco del invierno que recuerdo es el el silencio de la nieve cayendo; ¡qué lástima que cada vez lo escuche menos!
Un beso
El silencio de la nieve, cuando se detiene el mundo... Juan Carlos, la poesía no está en mis palabras (¡soy tan negada para la poesía como para la pintura!) sino en las de Elena Soto y María Jesús Mingot, dos grandes poetas.
EliminarUn fuerte abrazo, compañero "lunático" :)
Mis inviernos oscilan entre el blanco inmaculado de la nieve recién caída y el gris sucio de la nieve pisoteada, medio deshecha que se iba acumulando en los márgenes de aceras y calzadas unos días después. Eso en mi ciudad. En la montaña, a la que iba con frecuencia en la década de mis veinte, blanco luminoso, inclemente con la vista, recortándose sobre el azul más luminoso aún de un cielo sin mácula. Pero el recuerdo al que me ha llevado tu post con más intensidad es a la nieve caída en Central Park cuando, entre la bruma del anochecer, se materializaba Jennie, como salida del más allá, en la maravillosa película de William Dieterle, y a las escenas en que patinaba sobre el hielo.
ResponderEliminarUn maravilloso post con tus textos y la preciosa poesía de María Jesús Mingot. De las pinturas, ni hablamos. Marta Zamarska y sus Impresiones de invierno, alucinante.
Un beso.
¡Portrait of Jennie, qué maravilla de película! Reúne tantos elementos que nos tocan el corazón,Rosa... El faro, también el faro.
EliminarAl leer lo que decías sobre tu nieve, pensaba en Georg Trakl y también en un bello instante del sábado pasado, cuando dos amigos y yo contemplábamos el mar y, al fondo, la blancura de la nieve sobre las montañas.
Los poemas de María Jesús Mingot y Elena Soto son buenísimos: no solo los que he seleccionado en esta ocasión, sino todos. Son dos poetas a quienes hay que seguir de cerca.
Rosa, la visita de Zamarska al blog es inminente. Tal vez la semana próxima, o la siguiente.
Un abrazo, compañera de lunas.
Hablarte de mis inviernos sería como romper un secreto a voces. Hermosísimo post Carmen sobre la belleza de la nieve. Gracias.
ResponderEliminarInviernos que guardas, Francisca, con las primaveras que cada uno de ellos encierra. Un abrazo lleno de sol.
EliminarHermosa combinación de poesía, prosa y pintura. ¿Se puede leer a manos llenas?
ResponderEliminarLas "impresiones" de Marta Zamarska son verdaderamente inquietantes.
Un abrazo, Carmen.
Pronto veremos más obras de Zamarska, Gerardo. Y, sobre obras inquietantes, también nos visitará más adelante un pintor que... no, no digo nada aún, pero ya verás. Me ha gustado eso de "leer a manos llenas". ¡Me lo quedo :)! Un abrazo de fría y soleada mañana de la Candelaria (¿durará mucho el invierno?).
EliminarMe quedo con el paisaje nevado de Munch, deja entrever esperanza, también el de Kandisnky, al que admiro . Como la montaña me siento arropada por el blanco silencio de las nieves y expectante al inminente deshielo. Se de que color son las peonias que pronto despuntarán, el ruido de la hierba al abrirse paso, el respirar de los secretos: todo eso y más, pronto, muy pronto romperán su silencio, al mío le quedan más primaveras: mi voz está gestando el verso.
ResponderEliminarEso es lo que me ha inspirado tu trabajo Carmen. Así es realmente como me siento: en estado de gestación y admiración hacía ti. Mil gracias y un fuerte abrazo.
Elena
"Sé de que color son las peonias que pronto despuntarán, el ruido de la hierba al abrirse paso, el respirar de los secretos: todo eso y más, pronto, muy pronto romperán su silencio, al mío le quedan más primaveras: mi voz está gestando el verso". Elena, mi admiración y mi cariño son para ti. Verso a verso. Un gran abrazo.
EliminarMaravilloso post, un placer para la vista y un gozo para la imaginación. Apoyada en textos e imágenes he disfrutado mis treinta minutos de metro que se me han hecho cortos y he perdido mi comentario. Todo bellísimo, gracias también a Maria Jesús Mejido, que gran poeta !
ResponderEliminarSí, sí, María Jesús Mingot y Elena Soto son dos grandes poetas. Qué bien que sus palabras, acompañadas por estas imágenes invernales, hayan viajado contigo en el metro, Kattalin. Un fuerte, fuerte abrazo.
EliminarDe tener que elegir, me quedaría con " El Reverendo Robert Walker " altivo, frío y solitario, deslizándose en patines sobre una pista de hielo, un poco ridículo, tal vez por su postura de flamenco equivocado, quizás por el sombrero de copa alta, por el traje impecable como se supone su alma y por la soledad que se adivina, necesitado de un amigo, de una amiga, sobre todo de un abrazo cálido, sin embargo,se diría que deslizándose sobre la pista intenta escapar de si mismo, de su mentalidad puritana, su auto exigencia rigorista libra constantemente una batalla,es mas fragil de lo que parece conoce el pecado oculto que le muerde las entrañas, su alma no es blanca, ni la pista de hielo, ni la nieve del entorno,todo es una impostura, una farsa.
ResponderEliminarPobre Reverendo Robert Walker da vueltas y más vueltas y solo consigue emborronar el blanco, está encerrado en una espiral de sombras.
Ay, Kattalin, tu descripción de Robert Walker, el modo en que has accedido a su interior -su soledad, su batalla, su fragilidad, su pecado- y lo que dices acerca de impostura, de la farsa ("su alma no es blanca, ni la pista de hielo, ni la nieve del entorno"), me llega como no puedes imaginar, porque conozco a un "reverendo Robert Walker". Y ese final: "Pobre Reverendo Robert Walker da vueltas y más vueltas y solo consigue emborronar el blanco, está encerrado en una espiral de sombras"... Kattalin, clarividente.
EliminarNunca me había parado a pensar el color que tiene el invierno para mí. Quizá por la misma razón que te ocurre a ti: sigue siendo verde, aunque, pensándolo bien, es menos intenso que en primavera y quizás resulte más grisáceo. Blanco es el cielo en días nublados y este se confunde con un amplia gama de grises difuminados. Sin embargo, no soy consciente de esa presencia grisácea y sigo viendo verde y naranja por todas partes. De alguna manera tiene que aflorar mi valencianía, ¿no? Me ha encantado tu entrada, Carmen. Un deleite para la vista y el espíritu.
ResponderEliminarEsta mañana, por el norte, el cielo tenía el color de uno de los cielos que pinta Barry Hilton. El viento ha traído las nubes y una tormenta rápida: grises y verdes. Compartimos invierno, Carmela. Y abrazo.
EliminarHola a todos:
ResponderEliminarmis inviernos son verdes y grises en diferentes tonos, desde el más oscuro que presagia nieve pero que casi nunca cuaja a los grises perla y a los más claros cuando hay sol de brujas, aunque este año, ha sido azul y más mediterraneo que invierno norteño.
Me ha gustado mucho Munch, quien siendo de donde era, debía saber bastante del invierno.
Hoy, por estos lares, hace un día invernal como los antiguos, en los que no falta el frío, el viento y la lluvia, y un gris plomizo arrebatador
¡Sol de brujas! No sé cómo es ese sol, pero me gusta. A mí, de tu tierra, siempre me han gustado esos verdes que se asoman al mar. Bueno, en realidad me gusta todo.
EliminarTambién andamos estos días con viento por aquí, Harry. ¿Quién se habrá dejado las ventanas abiertas para que estas ventoleras nos atraviesen de mar a mar?
Un abrazo de los fuertes.
Después de un aguacero o tormeta llamamos "sol de brujas" al que sale durate un rato, como puede, entre las nubes, presagiando la siguiente lluvia. La atmósfera tiene un aire especial de resol y grisáceo.
ResponderEliminar¡Gracias, Harry! A partir de ahora,lo llamaré "sol de brujas, porque me ha encantado.
EliminarEl color del invierno cuando el cielo se vuelve oscuro y grisáceo, caen los copos de nieve. Plasmar en un lienzo en blanco tanta gama que refleja esa nieve con su luz y su sombras es obra de maestros como las pinturas que muestras y las palabras que impregnan toda tu casa, son más que palabras, son poesía. Un abrazo
ResponderEliminarDestacas, desde tu experiencia, algo importante: la relación del pintor con el blanco. Ay, es todo un tema, Mari Carmen, un tema muy interesante. Gracias por una sugerencia tan rica. Un abrazo, artista.
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