martes, 16 de agosto de 2016

En el camino




A los tres años me fugué de casa, vestida de osito. En realidad, no vestía de oso: era una noche de invierno, así que llevaba zapatillas de oso, pijama de oso, quizás alguna prenda de abrigo. Parecía un osito. Había decidido independizarme. Mi primera idea fue dirigirme al puerto, pero no para introducirme como polizón en ninguno de los barcos atracados en él, ni para enrolarme como grumete: ¿quién habría aceptado como grumete a un osezno humano de tres años? No, lo que yo quería era, como ya habréis adivinado, apropiarme de un barco, echarme a la mar y convertirme en pirata. Deseché la idea, por poco realista, de modo que decidí sustituir los caminos de la mar por los de la tierra: ¡sería salteadora de caminos, como un bandido Fendetestas chiquitito!


Cuno Amiet, Sendero en el bosque

Chaim Soutine, Dos niños en un camino

David Humphreys, Camino
Se me acaba de ocurrir que Jack Kerouac jamás habría pensado en un osito de tres años al escribir su famosa novela En el camino. Pienso en Kerouak y me acuerdo también de los numerosísimos poemas que existen sobre los caminos, como si cada uno de los pasos que damos sobre ellos desgranase un verso. Ahí tenemos a Antonio Machado, por ejemplo, soñando caminos de la tarde y diciéndonos que se hace camino al andar, o, si nos remontamos más lejos, a Jorge Manrique con el mundo que es camino. ¡Pero son tantos, tantos, los poemas caminantes! Por ejemplo, los de Matsuo Basho: “Este camino / ya nadie lo recorre / salvo el crepúsculo” o “Sueño con abrirme un camino / que no siempre será fácil / entre los viejos campos”.

Shiro Kasamatsu, Tarde de lluvia

Senderos entre los viejos campos, como el que recorren, de la mano, los niños de Soutine que hemos visto antes o las tres mujeres pintadas por Malevich. Caminos que discurren paralelos a las huellas trazadas por los neumáticos de un coche, como el que nos muestra Wyeth.

Kasimir Malevich, Tres mujeres en el camino

Andrew Wyeth, En venta

Paul Cézanne, Paisaje

Caminos entre los árboles, senderos que atraviesan los bosques: ¿cómo podrían faltar con los aromas que desprenden sus sonidos, la música de sus olores, el sabor de cada una de sus texturas, la caricia de los colores en los labios? Decidme: ¿quién puede resistirse a la llamada de un bosque, a las voces que desde cada una de las hojas de los árboles, de las pequeñas piedras del camino, pronuncian nuestros nombres secretos y nos reclaman? ¿A todos? No, no a todos. Del mismo modo que cada libro elige a sus lectores, los bosques y montes escogen a sus habitantes y deciden a quiénes abrirán sus caminos y a quiénes los ocultarán por un tiempo o para siempre.

Santiago Rusiñol, Árboles

Maurice de Vlaminck, Sendero entre árboles

“Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo, / Yo tomé el menos transitado, / Y eso hizo toda la diferencia”, escribe Robert Frost. 

Chaim Soutine, Árboles

Paul Cézanne, Guillaumine en el camino

Alexej Jawlensky, Granja
Algunas de estas rutas discurren entre las casas, los huertos y jardines tapiados de los que escapa, incontenible, el verdor, o avanzan por ese territorio intermedio en el que la presencia de unos postes, de unas aceras, nos hablan del pueblo al que ya pertenecen esas casas aún solitarias, aún en contacto con una naturaleza que las ciñe y arropa en un silencio tranquilizador, un silencio de buenas noches y de buenos sueños. Se imaginan, después, los amaneceres que estallan en los cantos y vuelos de los pájaros. 

Paul Cézanne, Carretera

Maurice de Vlaminck, Carretera de Brezolles

Albert Bertelsen, Calles de un pueblo

La campana está llena de viento,
aunque no suene.
El pájaro está lleno de vuelo,
aunque esté quieto.
El cielo está lleno de nubes,
aunque esté solo.
La palabra está llena de voz,
aunque nadie la diga.
Toda cosa está llena de fugas,
aunque no haya caminos.
Todas las cosas huyen
hacia su presencia.


(Roberto Juarroz)
 
Robert Bevan, Cerca de Hemyock

André Derain, Cipreses
Estos caminos se ofrecen a veces solitarios ante los silenciosos pasos de nuestra mirada. Nos incitan a proseguir la ruta que marcan los callados cipreses, un paso, otro paso, vamos más allá. En la realidad y en el arte, se extienden como una invitación permanente al paseo. Nuestra curiosidad, siempre despierta, no evita preguntarse qué habrá más allá del próximo recodo, si un nuevo paisaje o este mismo, distinto por haber variado el lugar desde el que lo contemplamos. 

John Singer Sargent, Cipreses

Vincent Van Gogh, Paseo entre árboles
Cuando el paisaje recoge la presencia de unos caminantes o de ese barrendero que nos muestra Van Gogh, la situación cambia. Si las figuras se aproximan hacia nosotros, sentimos el impulso de apartarnos un poco para cederles el paso con un saludo en los labios, tal vez una sonrisa. Si se alejan, es fácil que decidamos sumarnos al paseo, ser un caminante más: ¡tan grande es la sugestión que ejercen sobre nosotros las figuras vistas de espaldas! Un hechizo que se suma al de la propia senda.

Edvard Munch, Otoño

Marianne von Werefkin, Corpus Christi

Vincent Van Gogh, Camino entre árboles

¿Y si nos situamos fuera del camino y contemplamos a las figuras que lo recorren? ¿Hacia dónde se dirigen estas pequeñas escolares? ¿Son tan formales como aparentan o entre ellas hay algunas niñas particularmente traviesas? 

Marianne von Werefkin, Otoño

Edward Hopper, Carretera
También podemos tomar un vehículo y, acompañados por una de esas músicas tan adecuadas a la conducción, adentrarnos por una tranquila carretera. Las músicas no son siempre las mismas, por supuesto: optar por unas o por otras depende de nuestros estados de ánimo, del lugar del que partimos, de aquel hacia el que nos dirigimos, de los paisajes que recorremos, de las nubes, el sol, la nieve, la lluvia. Depende de nuestras esperanzas, de nuestros temores, de la alegría o la tristeza que en esos momentos viaja con nosotros. Canciones para la carretera. Seguro que cada uno de vosotros tenéis vuestras preferidas. 

Jim Holland, Carretera

Vámonos. ¿Nos vamos, sí, nos vamos? ¡Espérenos, señor, no se vaya sin nosotros!

Félix Vallotton, El carro

Georgia O'Keeffe, Camino del rancho

Queda curvo el firmamento,
Compacto azul, sobre el día.
Es el redondeamiento
Del esplendor: mediodía.
Todo es cúpula. Reposa,
Central sin querer, la rosa,
A un sol en cenit sujeta.
Y tanto se da el presente
Que el pie caminante siente
La integridad del planeta.
(Jorge Guillén)

Vassily Kandinsky, Otoño

¿Habéis elegido ya vuestro camino? Este es el mío. El menos transitado.

Giovanni Giacometti, Sendero en el bosque
 
 
 

26 comentarios:

  1. ¡¡Qué hermosos esos sugerentes caminos!!. No importa el estilo pictórico que se muestre, un camino siempre encierra la promesa de lo que hay al final, de destino al que nos conduce que, no sé por qué, tendemos a imaginar como algo positivo, algo proveedor de un futuro mejor.
    Hermosa entrada.
    Un beso.

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    1. La llamada de los caminos es irresistible, ¿verdad? Un beso, Rosa.

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  2. Es curioso los caminos siempre te incitan a continuar aunque no te lo hayas propuesto. Estupenda selección de pinturas que incitan a andar. Gracias Carmen.

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    1. Sí, es un pasito más, un pasito más... ¡No podemos resistirnos a seguir caminando! Un abrazo, Francisca, caminante.

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  3. Preciosos los caminos que se recorren con los pinceles, cada pintor pinta el camino a su imagen o lo que les apetece . Hay tantos caminos para recorrer y plasmar en un lienzo en blanco. Mo se cual elegir de momento. Un abrazo

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    1. Caminar con los pinceles: eso es.
      Tantos caminos...
      Un abrazo, Mari Carmen.

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  4. Droga w malarstwie, to zawsze perspektywa, która tworzy przestrzeń obrazów. Droga - to zawsze jakaś nadzieja, na coś nowego, nieznanego. Droga - to dążenie do czegoś. Uwielbiam motyw drogi, także w moim realnym życiu, w moich małych i większych podróżach. Nigdy nie wiem, co mnie do końca czeka, kogo spotkam , z kim porozmawiam, czego się nauczę....

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    1. Esperanza de lo desconocido, deseo... Ese espacio que crean las formas y también nuestro movimiento. Gracias, Renne. Un fuerte abrazo.

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  5. Mis árboles son azules....en mi espera para multiplicar el llegar a ellos.....

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  6. Es de una belleza extraordinaria este camino que has tejido a golpe de poesía y letras. Te lo agradezco.

    Un saludo!

    Fer

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  7. Un placer pasear por este camino que nos has mostrado, lleno de imágenes poéticas y poemas con imagen. Yo pinté un cuadro titulado "Camino" y Roberto Juarroz es uno de mis poetas favoritos. Así que he caminado feliz por esta magnífica entrada.
    Un abrazo Carmen.

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    1. Pues la entrada, las imágenes, las palabras y, en particular, Juarroz, me han dicho que estaban muy contentos de que hubieses paseado por ellos. Y yo también. Un abrazo, Yolanda.

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  8. Me encanta tu blog, estupendo contenido... ya está en mi blogoteca.

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  9. Qué preciosos todos los cuadros Carmen, dan ganas de caminar por ellos, por cualquier, aunque me quedo con los otoñales; más que nada porque adoro el otoño y porque me gusta mucho caminar. De toda la vida.

    Y por todo eso, siempre me han gustado los caminos, que además nunca tienen fin y, en casi todos, te puedes encontrar una bifurcación que tomar. O no, según el momento.

    En todos los caminos que has puesto las sendas son, más bien, estrechas, sinuosas y algo rústicas, con colores llamativos o grises tentadores. Con un horizonte lejano lleno de promesas y trazos seguros. Me gustan todos y no sabría con cual quedarme, así que haré como Salomón, me quedo con todos. Bueno, no es exactamente así, pero ya me entendeis.

    Feliz domingo a todos y gracias por esta reseña tan refrescante.

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    1. Haces bien en quedarte con todos, Harry. Podemos recorrerlos. Sobre todo los otoñales, como dices: también es mi estación preferida, antes de ese punto de inflexión en que vira hacia el invierno.
      Venga, vamos a dar un paseo. Un abrazo, Harry.

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  10. Has hecho poesía de lo que ya lo era, Carmen. El sentir y la estética de la palabra realzan lo que las imágenes transmiten. ¿O es al revés? A menudo me quedo con esa duda cuando entro en tu blog, quizás más en esta ocasión. Un abrazo fuerte.

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    1. No, no, que yo no hago nada, Juan Manuel, que soy inocente... ;) Muchísimas gracias. Un abrazo muy, muy fuerte.

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  11. Cuando has mencionado las canciones que nos acompañan en nuestro camino, me ha venido a la mente una escena de la deliciosa película "Mejor imposible" en la que Jack Nicholson prepara todo un extenso repertorio de música que amenizara el camino que él y sus compañeros de viaje iban a emprender. Diferentes melodías para diferentes estados de ánimo. Con los caminos pasa algo parecido y como bien decía Machado: "caminante no hay camino, se hace camino al andar", nosotros somos los artífices y lo iniciamos ya con el primer paso que damos. Me ha encantado la pintura de Rusiñol.Un besazo, Carmen

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    1. ¿Y el modo en que la música que escuchamos en el coche cambia también el paisaje que contemplamos? ¿Y cuando coincide por completo un pasaje musical de tintes misteriosos con una parte del trayecto también impregnada de misterio? ¿O el júbilo con el júbilo?¡Oh, qué aventura! Un abrazo grande, caminante.

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  12. Qué buena idea, Carmen, escoger "el camino"; los caminos, tantos caminos... Espero que seas la protagonista de "A los tres años me fugué de casa, vestida de osito..."
    Si no, me quedo con una micro-historia entrañable.
    (Va a ser real, ¿no? :-)

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    1. Fue real,sí. Aún recuerdo la cara de mi madre cuando me atraparon, simulando estar muy enfadada al tiempo que intentaba contener la risa. Se ve que mi pinta de osito feroz era muy cómica.
      Bueno, Esther, a escoger caminos, como cada día...
      Un abrazo de osito.

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  13. Los caminos, sin ver el fin, los árboles, todos todo me gusta,
    y me pierdo en cuanto puedo, y aquí ando leyendo perdida entre tus diferente entradas. Un abrazo y Gracias

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    1. Yo también me pierdo. A propósito, a veces, y otras sin querer, por puro despiste. ¡Pero es tan divertido! Un fuerte abrazo, Esperanza Mar.

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