Cuando requiero sosiego, mi imaginación zarpa rumbo a la Grecia antigua o mi mano traza islas, laberintos, planos. De un pasado ceñido, como la isla, por el mar y el sol emana, como de la arquitectura, una cierta serenidad habitable. Las casas, esos lugares de habitación donde nos proyectamos, acuden con frecuencia a nuestro encuentro, lo sabéis. Hoy también lo van a hacer, a través de la obra de un artista que os va a hacer pensar, de inmediato, en otro nombre muy conocido. Un nombre que deletrean cada una las viviendas, los árboles, las carreteras, los postes telefónicos, la tierra, el sol de las pinturas de Jim Holland. ¿Cuál es ese nombre? No lo voy a decir: lo vais a pronunciar vosotros.
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Jim Holland, Mirador |
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Jim Holland, Carretera |
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Jim Holland, Faro |
Venga, decidlo. ¿Ya? Muy bien, ahora puedo decir otros nombres, sobre todo porque he hecho una pequeña trampa al decir que pensaríais en uno solo. Podéis pensar en el que acabáis de decir, por supuesto, pero también en el del fotógrafo Joel Meyerowitz, tan próximo a Holland, tan admirado por él.
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Joel Meyerowitz, Interior |
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Jim Holland, Interior |
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Joel Meyerowitz, Galería |
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Jim Holland, Galería |
Ya veis: las
casas, los paisajes, el mar, la luz, siempre la luz. Así de sencillo.
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Joel Meyerowitz, Cape Cod |
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Jim Holland, Zinnia |
Nos explica Holland que son las formas simples de una barca o la luz oblicua sobre las tablillas de una persiana las que le fascinan, por el modo en que afectan a nuestros estados de ánimo y despiertan las emociones.
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Jim Holland, Interior |
Una vez más nos encontramos con los horizontes, los juegos de las líneas, esa geometría viva donde nos acomodamos y en la que extendemos las piernas y los brazos para trocarnos, también, en horizonte, paisaje, línea, viva geometría. Decidme, ¿ya sois mar, poste, cañas abatidas por el viento?
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Jim Holland, Cercas |
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Jim Holland, Cerca
vieja |
Holland pinta
el verano. Él nos dice que le gusta pintar el calor. Pinta también barcas,
sillas vacías, pinta ausencias.
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Jim Holland, Barca
en aguas tranquilas |
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Jim Holland, Lugar
para picnic |
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Jim Holland, Centinela
al amanecer |
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Jim Holland, Bajo
los cedros |
Sillas que como las casas, como los árboles, son
retratos, retratos auténticos. Yo sé cuál de estas sillas soy. ¿Lo adivináis? ¿Cuál
eres tú?
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Jim Holland, Sombras |
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Jim Holland, Pantalón
vaquero |
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Jim Holland, Reflexión |
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Jim Holland, Perspectiva |
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Jim Holland, La
camisa azul |
¿Sillas? ¿Hablamos de sillas? ¿Hablamos de puertas blancas, de estancias vacías, de ventanas, de juegos de luz? ¿Hablamos, por ejemplo, de artistas como Vilhelm Hammershøi, Peter Ilsted, Carl Holsøe?
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Peter Ilsted, La
silla blanca, 1915 |
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Carl Holsøe, Interior con una ventana abierta, 1935 |
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Vilhelm Hammershøi, Motas danzando en un rayo de sol, 1900 |
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Jim Holland, Interior |
Nombres, ya
os lo he dicho: muchos nombres, aparte del que no he pronunciado. El de Hammershøi
se reitera no solo en los interiores de las casas, sino también en sus
exteriores. “Lo que me lleva a escoger un motivo son, en gran medida, las
líneas que contiene, lo que yo llamaría la actitud arquitectónica de la imagen
–nos explica el pintor danés-. Y después la luz, claro está. Es evidente que
también tiene mucho que decir, pero las líneas son casi lo que más me gusta”.
Jim Holland, apasionado por las representaciones arquitectónicas, podría hacer
suyas las palabras de Hammershøi.
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Vilhelm Hammershøi, Granja, 1900 |
Así que los daneses, sí, pero también Georgia O'Keeffe, Andrew Wyeth, Fairfield Porter “construyen” sus casas y trazan sus caminos en las pinturas de Holland.
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Fairfield Porter, Paisaje
rural, 1950 c. |
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Jim
Holland, Carretera de la costa |
Casas, muchas casas rurales, muchas casas junto al mar: todas ellas contempladas a la luz del verano. Juguemos, como solemos hacer: elegid casa para albergar vuestros sueños: descanso, soledad, amor, creación, compañía.
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Jim Holland,
Casa Menemsha |
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Jim
Holland, Antigua casa de reunión |
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Jim
Holland, Casa |
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Jim Holland,
Casa Lightkeeper |
¿Me equivoco al pensar que muchos de nosotros escogeremos nuestra casa junto al mar? El océano Atlántico, en este caso, gran inspirador de la obra de Jim Holland.
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Jim
Holland, Toallas de playa |
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Jim
Holland, Casa junto al acantilado |
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Jim
Holland, Casa en las dunas |
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Jim
Holland, Últimas luces en Truro |
Hay otros
nombres que cabe pronunciar al contemplar las obras de este artista: los de pintores románticos alemanes como Caspar
David Friedrich, Carl Gustav Carus o Carl Blechen.
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Caspar
David Friedrich, Dehesa cerca de Dresde,
1832 |
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Jim
Holland, Crepúsculo en las marismas |
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Jim
Holland, Marismas |
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Jim
Holland, Bruma en el pantano |
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Jim
Holland, Puesta de sol en Rock Harbor |
Motivos
tan importantes entre los románticos como son las barcas navegan también en las
pinturas de Holland.
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Caspar
David Friedrich, Barco en el Elba,
1821 |
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Jim
Holland, Fantasmas |
Los escenarios de Jim Holland suelen estar deshabitados. Incluso cuando incluye en ellos a algunas figuras humanas, de estas se desprende un aura de soledad. Pero no es una soledad angustiosa o, por lo menos, a mí no me lo parece. Se trata más bien, creo, de quietud.
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Jim
Holland, Pescadores al amanecer |
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Jim
Holland, Contemplando el amanecer |
La misma
quietud que reina en sus habitaciones, sus porches, sus carreteras y sus
caminos vacíos.
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Jim
Holland, Cabaña de playa en el crepúsculo |
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Jim Holland,
Interior |
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Jim Holland, Porche |
“Si usted pone a Hopper y a Meyerowitz en una licuadora, el resultado soy yo”, dice Jim Holland. ¿Hopper? ¿He escrito Hopper? Sí, lo he hecho. Lo habíais visto desde el principio: Edward Hopper.
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Jim Holland, Encrucijada |
Es prodigioso el inmenso remanso de paz costumbrista que consigue Jim Holland en sus pinturas. Igual con las casas y los exteriores, esas sillas que simulan una emoción o un estado, el de cualquiera que se adentre en sus formas y la luz de sus contornos y trazos; los barcos, el mar y el paisaje tan evocador...
ResponderEliminarMe ha encantado. Se disfruta sosiego. Excelente post.
Un beso
¡Gracias, Marisa! A mí también me resultan tranquilizadoras las obras de Holland: como una tarde de verano en la que nos alcanza la brisa del mar y nos decimos "bueno, calma, no hay prisa: disfrutemos".
EliminarUn abrazo.
En cuanto he visto la primera obra me ha asaltado el nombre, el innombrable. Uno de mis preferidos, con sus horizontes, sus habitaciones vacías, sus ventanas, su mundo encerrado y abierto al exterior.
ResponderEliminarSi adoro al "sin nombre" me acabas de abrir el punto de mira con Holland. Maravilloso.
Por cierto, soy la silla blanca frente a la ventana de "Perspectiva".
Gracias Carmen. Con tu permiso lo comparto.
Feliz finde y feliz Pascua granada.
¡Somos esa silla, Eli! Yo también me identifiqué de inmediato con ella y hace unos días se lo comenté a un amigo.
EliminarBueno, creo que como sillas o como personas, vamos a habitar, aunque solo sea con la imaginación, algunas de las casas de Holland. Cerca del mar, claro.
Un abrazo, silla amiga ;)
Lo confieso: me he enamorado de Jim Holland. Gracias Carmen por descubrírmelo.
ResponderEliminar¡Bien! Me gusta que te enamores de Holland. Un abrazo, Francisca enamorada.
EliminarAy Carmen, Carmen...me mataste!!!
ResponderEliminar������������������������
¡No, Roy! ¡Resucita, anda, resucita!
EliminarBueno, ¿eso quiere decir que te ha gustado?
Un abrazo, vivísimo Roy.
Gustado??? Pero a quién no le puede gustar???
EliminarMe gusta Jim Holland, tiene unos trazos en sus pinturas con rectas muy limpias, Sus casas tan perfectas, sus sillas divinas yo soy de una silla que me encanta que es, Centinela al amanecer, frente al mar vigilante. Sus casa en la playa, quien no ha soñado alguna vez tener una casita en la playa. Me encantaria vivir al lado del mas. Un abrazo
ResponderEliminarSí, son obras limpias, con el aire puro, claro. Se respira a gusto en ellas. Mari Carmen, imagínate tener tu estudio (y tu vivienda) en una de esas casas junto al mar... Ay, suspiro.
EliminarUn abrazo.
Yo soy la silla de salvavidas de "Centinela al amanecer", tienes razón, esas sillas son retratos y hacen que te sientas identificada con ellas. Preciosa entrada. Me encanta Hopper y no conocía a Jim Holland ni a Meyerowitz. Gracias: Sol
ResponderEliminarSillas al aire libre, frente al mar, como Mari Carmen. Retratos auténticos, como sucede con los árboles, las casas... Gracias, Sol, centinela al amanecer. Un abrazo.
EliminarEs tan fuerte la presencia humana en esos interiores vacíos, parece mentira. Un gran mérito del artista, sin duda. Los paisajes son increíbles, grandísima recomendación la de este fin de semana, Carmen. Hubiera sido interesante que Holland se hubiera adentrado en la llanura, posar su mirada en ese horizonte interminable. Cada vez más pienso que el pintor, aparte de su habilidad técnica, tiene una capacidad de ver que va más allá de la de una persona corriente: la intensidad de la mirada es la clave del artista. O a lo mejor divago demasiado... En cualquier caso, y otra vez: gran post.
ResponderEliminarSaludos.
Gerardo, urge invitar a Holland a visitar (y pintar)La Mancha.
EliminarNo, no divagas demasiado. Yo también pienso que, allá donde los demás nos limitamos a "ver", los artistas ven, ven de verdad. Y coincidimos también en esa apreciación de la intensidad de la presencia humana allá donde, en apariencia, se halla ausente. Saludos, Gerardo.
Según veía -y leía tu entrada- pensaba en nuestro amigo común, Manuel Casanova, por la cierta similitud en algunos de sus motivos con los de Holland. Siempre me resultan enigmáticos esas pinturas de creaciones humanas en las que no hay ningún humano, ¿acaso tienen vida propia más allá de sus creadores?
ResponderEliminarInteresantes y enigmáticos cuadros.Gracias por ofrecérnoslos, Carmen.
Un beso
Sí, coinciden en algunos motivos y, sobre todo, en ese aire de despojamiento, tan interesante en el arte. Sobre lo que comentas acerca de las pinturas donde se hallan ausentes las personas, y en particular, aunque no solo, aquellas en las que sí que se representan sus creaciones (casas, muebles, automóviles, carreteras...) creo que sí, que tienen una vida propia, un rostro propio. Es sugerente tu comentario, Juan Carlos. Un abrazo.
Eliminar¡¡Ohhh, qué maravilla!! tampoco yo conocía a Holland,y para mi vergüenza, reconozco que creo haber visto cuadros suyos pensando que eran de Hopper. Menos mal que se reconoce licuado de él. Tampoco conocía a Meyerowitz, así que estoy de suerte en doble sentido.
ResponderEliminarCoincido con Marisa y con muchos. Sus cuadros son calmantes, no sólo muestran unos paisajes maravillosos, es además una sensación de paz, de esa felicidad de la que somos conscientes y que se da tan pocas veces, al menos en mi caso.
Me quedo con todos, pero esa barca en las aguas tranquilas..., es todo un cebo para mi. Podría pasarme las horas mirando disfrutando del aire que supongo que sopla, de un calorcillo agradable y de cualquier cosa que se quiera imaginar.
GRACIAS Carmen por esta propuesta tan magnífica. Ideal para cualquier momento, pero si es domingo y por la mañana, no se puede pedir más.
No, nada de vergüenza: ¡Hopper es uno de los ingredientes en la licuadora! ;)
EliminarA veces, ya ves, me gusta traer aquí a estos artistas que derraman... tanta paz. Creo que a todos nos hace falta.
Disfrutemos de Cape Cod con Holland y Meyerowitz, ya que tienen la amabilidad de compartirlo con nosotros.
Un fuerte abrazo, Harry.
Esa luz, esas lineas limpias, le gusta pintar el calor, me ha encantado, las emociones que se tienen a través de su luz.
ResponderEliminarNo lo conocía, gracias por abrir una ventana más.
Gracias a ti, Esperanza Mar, por asomarte a esa ventana.
EliminarMe pregunto qué traeré la semana próxima: ¿tormentas, para compensar la paz de Holland? No, creo que no. Creo.
Un abrazo.
Capaz de pintar el sosiego, el calor en verano moderado, con brisa desde un Atlántico quieto y relajado.
ResponderEliminarCalidez en colores y líneas.
Un beso Carmen.
Un verano de calor moderado... qué ensueño. Y la brisa, el mar.
EliminarUn abrazo, Rosario.
Vi el primer cuadro y salió el nombre de Hopper, y cuando vi que no era él, pensé que tenía que ser norteamericano a la fuerza. Luego leí y seguí mirando: ¡¡Hopper redivivo!! No lo conocía, pero me ha entusiasmado. Yo soy la silla de "Refexión" en un rinconcito soleado de la casa con las "toallas de playa"
ResponderEliminarEsa soy yo, mirando perpleja desde mi rincón, una vez apoyado el libro sobre la mesa, cómo el viento golpea y seca las toallas y cómo de la licuadora, de Hopper y Meyerowitz, sale este Jim Holland del que me acabo de enamorar (mi adorado Hopper me perdone, pero tengo amor para los dos).
Un beso y gracias.
Un Hopper con una mirada más alegre, menos cargada de tensión, me parece.
EliminarMe alegra que a todos os haya gustado Holland. Bueno, y Meyerowitz con sus fotografías.
Un beso.
Todo un regalo para los enamorados de la luz... Gracias, una vez más, Carmen.
ResponderEliminarGracias a ti, Juan Manuel.
EliminarMe quedo con la silla Windsor que aparece en la pintura "Interior" de Holland, aunque apenas se vea, e imagino que esa habitación pertenece a la casa junto al faro. La combinación de las dos pinturas la completaría con las dos sillas de jardín que aparecen en "Bajo los cedros" y si pudiera, continuaría completando ese enclave con más cuadros, tal y como si tuviera una cámara que ofreciera una panorámica de 360º. Me encanta Holland en cualquiera de los temas que presentas. Gracias por esta completa entrada en la que, con tu estilo personal, nos das a conocer a un magnífico artista.
ResponderEliminarBien hecho, Carmela, eso de reunir muebles y casas. Creo que Jim Holland estará encantado de todas las combinaciones que puedas realizar :)
EliminarUn abrazo.
Una entrada magnífica, por el tema elegido, las comparaciones e insinuaciones; me gusta Holland.
ResponderEliminarSaludos.
Setefilla.
¡Me perdí tu comentario en esta entrada, Setefilla! Lo siento, lo siento muchísimo. Bueno, aunque sea tarde, te mando un abrazo de mujer despistada.
Eliminar¡Qué maravilla de entrada! Muchas gracias, Carmen.¡Sereno descanso de domingo! Un abrazo.
ResponderEliminarSereno y luminoso, Montse. Un fuerte abrazo.
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