Petrona Viera (1890-1960)
Los niños
juegan, pero como ella no oye sus voces, tiene que pintarlas. ¿Se pueden pintar
las voces? Si se puede pintar la calidez del aire o el olor de la hierba, ¿por
qué no habrían de pintarse las voces de los niños, sus canciones, sus risas? Petrona
las pinta, como pinta también sus silencios.
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Niñas |
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El cuentito |
El silencio es el lugar donde Petrona habita.
Esperad, porque desde ese silencio, ella nos narrará uno de esos “cuentitos”
que así, con diminutivo, dan título a algunas de sus obras. Nada de diminuta
tiene, por contraste, la gran casa-quinta de la Unión, en Montevideo: una
casa que poco a poco se llenará de niños –¡de las voces de los niños!-. El
siglo XX llama a la puerta, alegre: aún falta un tiempo para que mude su
expresión. ¿Os situáis?
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Sin título |
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El viejo jardinero |
Ahora cierro los ojos. Imagino la luz del sol en el
jardín de la casa; imagino, dentro de ella, una habitación oscurecida y una
niña enferma. La niña es muy pequeña –tiene dos años-; la enfermedad es grave.
Meningitis. Lala, como se conoce familiarmente a Petrona, se queda sorda.
Su voz no se sumará a las de los otros diez hermanos que nacerán después, ni oirá sus risas.
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Jugando al arco |
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Recreo |
La maestra francesa Madeleine
Larnaudie, especialista en la enseñanza a niños sordos, se ocupa de que la
pequeña aprenda a leer los labios y a expresarse por señas. Lala se comunica
también a través de su sonrisa –siempre sonríe- y de su mirada despierta,
atenta, tranquila –siempre observa-. A Carmen y Feliciano, sus padres, les
preocupa que estos lazos con el mundo que Petrona no puede oír y al que no
puede hablar sean insuficientes. La niña apenas sale de casa y no puede ir a la
escuela. Es preciso hallar otra forma de comunicación con el mundo que la
rodea, para evitar el aislamiento. ¿Otra forma? La forma. El dibujo. Y,
después, también el color.
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Niña leyendo |
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Alimentando palomas |
Petrona recibe clases
artísticas, en su domicilio, por parte de profesores como Vicente Puig y, después, Guillermo Laborde. Con
Laborde establece una intensa amistad que se prolonga hasta la muerte de este,
veinte años más tarde. Tanto la mujer como su pintura son afectadas por la
pérdida del buen amigo. Es en ese momento, a principios de la década de los 40,
cuando la artista comienza a experimentar con diversas técnicas –grabados y
óleos sobre distintos soportes, acuarela…- con el apoyo del profesor Guillermo
Rodríguez. El camino de Lala, como el de cualquiera de nosotros, seamos o no
artistas, es el mismo: aprender, aprender siempre.
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Figura |
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El juego |
Pero esperad, no tengamos
tanta prisa. Aún estamos a comienzos de siglo, en ese caserón en el que no
cesan de nacer niños y del que no paran de entrar y salir invitados. El padre
de Lala es un abogado consagrado a la política. Entre 1915 y 1919 será
presidente de Uruguay. La situación, ya veis, es acomodada y el ambiente del
hogar está lleno de animación. Petrona recoge en sus pinturas ese mundo que la
rodea: los juegos de los niños, sus movimientos, y también los instantes de
quietud, el tiempo de hacer los deberes, de leer, coser o narrar un cuento.
Todas esas actividades se desarrollan en cualquiera de las dependencias de la
gran casa o en el exterior, donde el sol también habla y canta y relata sus
historias de luz.
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El cuentito
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Calle
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En 1927 termina la fiesta. Los niños ya crecieron, muere el padre y la
familia se traslada a una vivienda más modesta. No más visitas, ni recepciones,
ni bailes, ni conciertos. La puerta se cierra. Pero Petrona, aunque siga dentro
de la casa, está al mismo tiempo fuera. Allá va con una de sus hermanas y con
sus útiles de pintar a parques, playas, a recorrer las calles de Montevideo: reúne
todos esos mundos en su pintura y nos los regala. El paisaje entrará con más
fuerza aún en su obra a partir de los años cuarenta.
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Calle Santa Lucía
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La calle |
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Desnudo |
En esas décadas que alcanzarán hasta su muerte, Petrona
experimenta con diversas técnicas, recoge en sus grabados, acuarelas y xilografías
el mundo de juegos de los niños, el recreo de los bañistas, la sombra de los árboles,
las texturas de las flores y los frutos, la vecindad entre el ave y el ángel.
Pinta
también desnudos, expresivos estudios de figura y algunos retratos.
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Desnudo |
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Mirando por la ventana |
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Niña |
Cuánta luz hay en el silencio de Petrona Viera, ¿verdad? Cuántas voces en su paleta, cuánto color en la mirada de sus ojos oscuros, tan bellos y tan oscuros.
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Autorretrato |
Cuando solo te quedan los ojos y las manos para comunicarte con el mundo tiene que ser un gran consuelo estar dotada para la pintura y poder expresarte en el silencio supliéndolo con luz, forma y color. Yo nunca hubiera tenido ese consuelo.
ResponderEliminarNo conocía a la pintora. Gracias por enseñarme su mundo y sus preciosas pinturas.
Un beso.
Fue una gran suerte para ella -y también para nosotros- ser capaz de alcanzar esa forma de expresión.
EliminarUn beso, Rosa. Gracias.
Me ha encantado conocer a través de tus palabras y de las imágenes con que las ilustras la obra de Petrona Viera. Me han sorprendido sus cuadros en los que la incomunicación auditiva la refleja con esos rostros en los que no hay ningún órgano: no hay ojos, nariz, orejas... Sólo el último de sus cuadros vemos a la artista vivaz con unos ojos inmensos que todo lo captan.
ResponderEliminarMagnífico post, como siempre Carmen. Gracias por ello.
Besos
No se me había ocurrido relacionar esos rostros sin rasgos definidos con la situación de Viera, Juan Carlos: es posible que sea así, o tal vez forme parte de una corriente mucho más amplia que incluye a numerosos artistas. Hace tres años paseamos por esos "rostros deshabitados":
Eliminarhttps://carmenpinedoherrero.blogspot.com/2016/11/el-rostro-deshabitado.html
Gracias, Juan Carlos. Un beso.
ES una interesante historia para conocer que aunque haya una discapacidad sensorial se puede potenciar otras maneras de creatividad.
ResponderEliminarPor favor rectifica la palabra sordomuda , es molesto y poco respetuosa para las personas sordas , se les añade otra discapacidad. Si no hablan con corrección es porque no oyen , no son mudos.
Saludos
Gracias por la indicación, Alexandra.
EliminarUn abrazo.
Hola a todos.
ResponderEliminarYo no creo que la palabra sordomudo sea poco respetuosa. Al menos nunca la he usado con desprecio, pero es cierto que no todas las personas sordas son mudas, lo que pasa es que fuera de su entorno es difícil verlo.
En cualquier caso lo de la discapacidad es discutible, poruqe ella no podía oir pero yo soy incapaz de pintar ni un triste garabato. Evidentemente no pretendo comparar nada, es sólo que leyendo tu texto me he dado cuenta que todos tenemos algunas discapacidades y que todo depende de con que se lo compare.
Ella supo expresarse y, ¡de que manera! con los trazos y el color y creo que dice más que muchos con las palabras. Sus calles y sus niños jugando son una delicida para la vista. Aportan tranquilidad y cuentan toda una historia que puede ser diferente según el espectador.
Me ha gustado mucho, y como siempre, no la conocida.
Muchas gracias Carmen
Hola, Harry.
EliminarHay un tema que es muy importante para mí, un tema al que apuntas en tu comentario: las distintas maneras de vivir el mundo, de vivir en el mundo. Toda la diversidad que existe, ya sea por una discapacidad concreta -y tan concreta, puesto que, como dices, lo es en relación con una determinada actividad, no con otras-, ya porque se trate de una neurodiversidad o por cualquier otra causa.
Tal vez no se entienda lo que quiero decir, pero pienso que esta diversidad -toda diversidad, en realidad-, nos enriquece a todos.
Sobre la relación entre la discapacidad auditiva de Petrona Viera y su arte, creo que ella habría sido artista aunque no hubiera padecido meningitis o esta no hubiera tenido la consecuencia que tuvo. Es cierto que, en el caso de algunos artistas y escritores, una enfermedad o un accidente sufrido en la infancia les orientó hacia la lectura, la escritura, el dibujo...
En cualquier caso, las obras de esta artista son un auténtico regalo para nosotros.
Gracias, Harry. Un abrazo fuerte.
La “niña leyendo”, sin rostro distinguible para el espectador que mira el cuadro, parece sujetar un espejo (más cristal que blanca página) en vez de un libro. Más que en un texto literario ajeno, parece concentrarse en sí misma. Leerse a sí misma.
ResponderEliminarQuizás en dicho espejo abierto, sí se reflejen sus rasgos (emocionales y físicos) que solo ella puede ver de forma nítida, y no quiere compartir con nadie más abiertamente. Hasta el autorretrato de la autora resulta distante, casi arisco, usando incluso su desproporcionada paleta (física) de pintora como coraza en la imagen. Cual si considerase al espectador como un voyeur molesto, en el fondo.
Puede que todos los personajes sin rostro de los cuadros sean la (renuente) pintora misma. No puede escuchar las voces de otros, ni tampoco quiere hablar con la suya propia, a voz en grito. Por eso solo se insinúa, tímida, en su arte. Mediante un susurro multicolor y, sin embargo, desvaído, sin apenas líneas ni contraste. Un tanto melancólico, con tonos puros pero poco vivos. E incompleto, por añadidura, en los detalles: los libros son huecos, los rostros borrosos, los hilos de tejer invisibles…
Quizás la pintora estaba atrapada en la indolencia (y la indefinición) de ese "paréntesis" previo al siglo XX del que hablas...
Buena y sugerente selección de cuadros como siempre, Carmen. Y buen texto biográfico.
Buen comentario, Bonifacio. La relación libro-cristal (puede ser espejo, pero sobre todo me interesa cristal) es muy sugerente. Esa relación con el cristal, así como el formato -los límites que acotan el mundo- nos lleva a la ventana, claro. Ahí escuchamos, entre muchas otras, la voz de Roberto Calasso: “todo aquello que tiene que ver con las ventanas, el aire o el aliento es la señal de que nos encontramos en una zona altamente sensible, vibrante”.
EliminarLos rostros deshabitados también me interesan. Como me dio por las citas, recuerdo una que ya apareció por aquí. Es de Alberto Savinio, el hermano de Giorgio de Chirico. En su poema Les chants de la mi-mort, Savinio describe a “un hombre sin voz, sin ojos y sin rostro, hecho de dolor, hecho de pasión, hecho de alegría”.
Y paro, porque si me pierdo con los rostros y, sobre todo, con las ventanas y los libros, ¡puede ser terrible! (bien, de hecho, ya ando perdida -felizmente- con esos y otros temas, así que puedo confirmar lo que acabo de escribir: ¡es terrible!).
Me encantó este post. No conocía a esta artista. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado esta artista, Mamen. Un abrazo.
EliminarHola Carmen, La Dama Blanca!
ResponderEliminarAunque aparentemente fuera del sistema, nunca olvidé tus excelentes escritos sobre el maravilloso mundo del Arte. Me estuve moviendo en otros espacios de esta telaraña virtual. Así que trataré de ponerme al día con el afecto y dejaré por aquí un breve comentario.
Desde la clausura de G+ esta es la primera vez que te saludo en este tu espacio virtual. Lo hago ahora, aprovechando el descubrimiento de la existencia de esta prodigiosa artista, a través de la lectura de tu artículo.
Me parece fantástico lo que anotás con tus palabras: «Los niños juegan, pero como ella no oye sus voces, tiene que pintarlas. ¿Se pueden pintar las voces? Si se puede pintar la calidez del aire o el olor de la hierba, ¿por qué no habrían de pintarse las voces de los niños, sus canciones, sus risas? Petrona las pinta, como pinta también sus silencios. El silencio es el lugar donde Petrona habita (...) Petrona recoge en sus pinturas ese mundo que la rodea: los juegos de los niños, sus movimientos, y también los instantes de quietud, el tiempo de hacer los deberes, de leer, coser o narrar un cuento. Todas esas actividades se desarrollan en cualquiera de las dependencias de la gran casa o en el exterior, donde el sol también habla y canta y relata sus historias de luz...»
Realmente no tengo nada que agregar, tu formidable prosa lo dice todo. Es una simple cuestión de poner nuestra mente, nuestro corazón y nuestras emociones, en un escenario como el mundo de Petrona Viera. Un mundo silencioso que nos rodea con sombras, imágenes y olores. Creo que, sería como vivir en una dimensión paralela.
¡Muchas felicitaciones! ¡Saludos!
¡Hola, Julián! Me alegra saber de ti y también me alegra que te haya gustado la obra de Petrona Viera. Hacía tiempo que quería traer aquí a sus niños, sus juegos, sus paisajes, sus colores, su luz...
EliminarGracias por tu visita. Un abrazo.