John Miller (1931-2002)
Hermano sol, hermana luna y las estrellas, hermano
viento y agua y fuego, hermana y madre tierra. Sí, es la voz de Giovanni
di Pietro Bernardone, Francisco de Asís, aquel poverello de quien, como suelo decir,
me atrae, más que la santidad, su desnudez. Tal vez sintió algo parecido John,
porque es hombre de pocas y sencillas vestiduras: lo elemental para
cubrir la carne del lienzo. Así, como quien pinta en voz baja y con una sonrisa
en los labios, la plenitud del vacío inunda sus pinturas con serena, honda
alegría. La de quien contempla el amanecer desde una playa. Tantos amaneceres,
tantas playas. John fue al mar para quedarse junto a él y ser
silencio y horizonte. Y allí entonó su cántico.
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El Cántico de San Francisco |
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Amanecer |
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Venecia |
Pero sus mares nacieron de otro mar. Fue en Sicilia
donde John Miller comenzó a pintar playas. Aunque también anduvo recogiendo la
atmósfera, los edificios y las aguas de Venecia con un pincel inevitablemente
próximo a Turner. De ahí las transparencias, los desvanecimientos, las
construcciones que parecen hechas de aire y agua, pero también los apuntes de
un pintor que, antes de serlo, fue arquitecto. Como también lo fue Joseph
Mallord William Turner.
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Ca' Foscari |
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Cinammon, Goa |
Grecia y Goa, en la India, dejaron su
huella en el espíritu y el arte de este pintor inglés que recorrió tantos
kilómetros para recoger horizontes, arena, cielo, la espuma de las olas: unos
elementos que hallaremos una y otra vez en sus cuadros. ¿Es siempre la misma
playa? No, no lo es, aunque nos lo pueda parecer. O tal vez sí sea la misma. El
mismo mar, aunque reciba nombres diferentes y sus características difieran; los
mismos horizontes, sea cual sea la latitud donde nos situemos; la misma luz
(¿es esto posible?); el mismo cielo.
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Playa de Asven, Goa |
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Playa de Goa |
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Playa de Porthkidney, Cornualles |
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Banco de arena en Lelant |
No, me diréis, no es la misma la luz, el mismo
cielo, el mismo mar. Bueno. No lo discutiré. Probablemente, tampoco John habría
discutido. Ignoro cómo era. Por lo que he leído acerca de su vida, le
interesaba la espiritualidad. Era, de hecho, un hombre de fuertes sentimientos
religiosos. Los paisajes que pinta son, a un tiempo, aquellos que le rodean y
él contempla, pero son también paisajes interiores. Esos mares y esos cielos
están dentro de él. Como le sucedía a Caspar David Friedrich.
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Figura en la playa |
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Caspar David Friedrich, Monje junto al mar |
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Playa de Porthkidney |
En 1958, John dejó Londres y se instaló en Cornualles
junto a su compañero, Michael Truscott, “para celebrar
una tierra que ya había llegado a amar”, según nos cuenta. Allí se quedó, y las
playas de Lelant, Porthkidney, Tresco y otras, así como el estuario de Hayle, pasaron a habitar sus lienzos. Un
grano de arena, otro grano. Hora a hora, día a día, gota a gota, luz a luz.
Instantes idénticos, distintos. Como todo lo importante.
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Tresco |
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Hayle |
El estuario acoge
a las aves durante todo el año. Gaviotas, zancudas, golondrinas de mar, cisnes
mudos, águilas pescadoras… Los pinceles de John recogieron el aspecto del
estuario a lo largo de los distintos meses del año, de los años.
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Estuario |
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Estuario |
La tierra. Y, más allá, el horizonte del que
Vicente Huidobro dijo: “El horizonte me hizo horizonte preparado a todo”.
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Horizonte |
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Horizonte |
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Asombro del amanecer |
Asombro: en el horizonte, milagro del día que
despunta. “Al amanecer, / el mundo me besa / en tu boca, mujer”, escribe Juan
Ramón Jiménez. Hombre, mujer, qué importa: el mundo me besa. Milagro, asombro,
maravilla: así titula John Miller una de sus series dedicadas al amanecer. No
es para menos: revivid todos vuestros amaneceres en la playa o, si queréis, el
prodigio contrario del ocaso en el mar. Me quedo, ahora, con esas amanecidas en
las que exclamamos, con Borges: “Pero de nuevo el mundo se ha salvado”.
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Asombro del amanecer |
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Asombro del amanecer |
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Amanecer en otoño |
¿Monotonía? No: quietud apenas rota por el movimiento de las
olas o por el deslizarse de una barca en el azul o en cualquier otro color que revistan las aguas y los cielos.
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Mi barca es tan pequeña… |
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Barca a la luz matinal en Mandori |
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Barco en la niebla |
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Paisaje |
Así pues,
¿eso es todo? ¿Azules, blancos, violetas, arenas y cielos y mares? No. A lo
mejor podría hablar de los escritos de Miller o de la presencia de sus obras en
algún programa televisivo o en la película de John Boorman El sastre de Panamá. También puedo mostraros cómo estalla el rojo,
el verde, el naranja, el morado; cómo también tierras, campos, prados y colinas
hallan acomodo en la pintura de John.
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Paisaje otoñal |
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Paisaje |
Podría
hablar, he escrito. Podría, sí. ¿Quiero? No, la verdad es que hoy, sumergida en
las pinturas de John Miller, solo quiero caminar calladamente sobre la arena de
sus playas y ser también, como él lo fue, un poco mar, un poco cielo y
horizonte. Solo silencio.
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Playa |