martes, 4 de octubre de 2016

Cuno Amiet, Giovanni Giacometti y las treinta rosas




Cuno Amiet (1868-1961) y Giovanni Giacometti (1868-1933)


“¿Qué más necesitamos que una pradera, un bosque y unas cuantas casas apacibles para estar contentos?” (Robert Walser)


El día que cumplí treinta años encontré treinta rosas rojas en el aula. Era un recinto pequeño y en él me esperaban, junto a sus rosas, las sonrisas de Urs, Sybille y Marianne. Estos tres nombres traen consigo los de otros de mis alumnos suizos de aquellos años: Úrsula, una mujer maravillosa que desde la comunidad indígena donde había ido a trabajar me escribió que el humor era una forma del amor; Malherbe, empeñado en que leyese a Djian; Reto, quien cada vez que salíamos y alguien le preguntaba si le apetecía beber o comer algo, me miraba y preguntaba, ansioso: “¿a ti te apetece?”, de modo que le dije, entre risas, que empezaba a pensar que me había tomado por su catadora de venenos… Tantos nombres, tantas personas a las que recuerdo con cariño. Suizos y, por supuesto, también de otras nacionalidades, pero el territorio en el que nos movemos hoy es Suiza, porque suizos fueron los dos artistas que nos acompañan.


Cuno Amiet, Paisaje invernal

Giovanni Giacometti, Montañas nevadas
Cuno Amiet, Giovanni Giacometti. ¿Giacometti? ¿Tendrá alguna relación con Alberto Giacometti? Sí, una relación muy estrecha: Giovanni fue su padre.


Alberto Giacometti, Tres hombres que caminan

Alberto Giacometti, Retrato de Anette

Giovanni y Cuno tenían dieciocho años cuando se conocieron en la Academia de Bellas Artes de Munich. Su amistad perduró toda la vida. Desde Munich, ambos se trasladaron a París para proseguir sus estudios en la Academia Julien y después sus caminos se separaron brevemente, pero no su amistad, que siguió siendo firme.


Cuno Amiet, Descanso en el jardín en Oschwand

Giovanni Giacometti, Manchas solares

Cuno Amiet, Pont-Aven
Amiet se dirigió a Pont-Aven, donde se encontró con Emile Bernard, Paul Sérusier, Émile Bernard y otros artistas que ejercieron una gran influencia en su obra, en particular en el uso del color. 
Giacometti regresó a Stampa, su localidad natal, situada en el cantón de los Grisones, y después viajó a Roma y Nápoles.

Giovanni Giacometti, Cantera en Lungotevere
Giovanni y Cuno colaboraron durante los años 90. La situación de Amiet comenzó a mejorar en 1898, cuando pintó el retrato de Ferdinand Hodler, otro pintor suizo muy interesante.

Cuno Amiet, Retrato de Ferdinand Hodler

Cuno Amiet, Comienzos de la primavera en Oschwand
En 1900, Hodler, Amiet y Giacometti expusieron de forma conjunta en Zúrich. A partir de ese momento llegaron los primeros éxitos para Cuno y Giovanni y, al margen de su participación en exposiciones celebradas en ciudades como Munich, Dresde y París, se establecieron en Suiza. En su casa de Oschwand, Cuno Amiet recibió a amigos escritores, historiadores y artistas como Hermann Hesse, Wilhelm  Worringer y Arthur Weese, entre muchos otros. 

Cuno Amiet, Jardín cerca de Oschwand

Giacometti pintó paisajes de su localidad natal, Stampa, y de muchos otros enclaves suizos.

Giovanni Giacometti, Primavera en Stampa

Giovanni Giacometti, Stampa en otoño

Giovanni Giacometti, Puente sobre el Maira en Stampa
Cuno y Giovanni nos muestran esa luz tan especial de los paisajes invernales, el silencio de la nieve.

Giovanni Giacometti, Capolago en invierno

Cuno Amiet, Paisaje

Al otro lado del blanco, el esplendor cromático de primaveras y veranos, las voces distintas de cada una de las flores, la caricia del sol.

Cuno Amiet, Jardín

Giovanni Giacometti, Retrato de familia en el jardín

¿Podemos olvidarnos acaso de los árboles, olvidar los bosques? No, no podemos. ¿Qué vida es posible sin ellos? ¿Qué aire podríamos respirar?

Cuno Amiet, Árboles

Giovanni Giacometti, Árbol

Cuno Amiet, Árboles



“En el interior del bosque reinaba el silencio como en un alma humana feliz”, escribe Walser.



Giovanni Giacometti, Bosque
Giovanni Giacometti, Alta montaña
Amiet y Giacometti abren puertas, en Suiza, a un nuevo modo de concebir la pintura. Una vez más nos encontramos con ese proceso de simplificación, de despojamiento, que tan atractivo nos resulta. ¿Por qué complicar lo que puede ser sencillo? La montaña, por ejemplo, o el suceder del tiempo.

Cuno Amiet, La montaña amarilla

Giovanni Giacometti, Otoño

Cuno Amiet, Invierno

¡Vamos, vamos, todo nos sobra! ¿El mar? No, nunca. Ciñámonos a él, desnudos: el mar, la esencia.

Cuno Amiet, El mar

Entre la numerosa obra de Amiet hay también retratos y más de mil autorretratos, tratados desde diferentes planteamientos plásticos. ¿Hay algún rasgo en el segundo autorretrato que vemos que os recuerde a otro pintor? 

Cuno Amiet, Autorretrato con manzana

Cuno Amiet, Autorretrato

No faltan los cuadros en los que aparecen figuras, tanto humanas como animales. Y ahí, de nuevo, la sencillez, la delicadeza. La ternura. 

Cuno Amiet, Madre e hija

Cuno Amiet, Madre e hija

Cuno Amiet, El caballo violeta
 


33 comentarios:

  1. Qué bonitas esas estampas invernales con pura luz de nieve, puro blanco azulado y, luego, esas otras que parecen explosiones de color. Me han gustado mucho los arboles, sobre todo el de Giovanni Giacometti que parece un duende, todo brazos. Muy coloridos estos dos pintores que nos has traído hoy.
    Un beso.

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    1. Cuánto color, sí, incluso en esos blancos que son pura luz. Y los árboles... bueno, ya sabes que son nuestros amigos del alma, tanto en la vida como en el arte. ¡Siempre crecen entre las páginas del blog! Un abrazo, Rosa (por cierto, lo que decíamos acerca del chocolate... No, no, no digo más ;) )

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  2. Bellísima nota...el blanco paisaje BLANCO y las manchas SOLARES....lo mínimo lo exacto...vic

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  3. "Mientras caminaba, tenía la impresión de que el mundo entero y redondo avanzaba junto conmigo. Todo parecía viajar con el viajero: prados, campos, bosques, sembrados, montañas y, por último, el mismo camino comarcal".

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  4. Tengo la impresión que estos dos pintores llevaron el color con una pureza fascinante. Las montañas, los árboles, las flores lo demuestran en sus trazos. Me ha gustado mucho este post. Un abrazo

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    1. Tienes razón, y tú, que a pesar de tu fascinación por el blanco y negro conoces también (y tan bien) el color, puedes decirlo con conocimiento de causa. Un abrazo, artista.

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  5. No conocía a Cuno Amiet y he de confesar que me ha gustado mucho su obra. Me encanta observar con detenimiento las obras minimalistas en las que se expresa tanto con muy pocos elementos. Me gustaría ser capaz de alcanzar esa simplicidad en mis fotografías, pero me resulta casi imposible. Es muy difícil para una persona barroca como yo. He disfrutado mucho con tu nueva entrada, Carmen. No dejo de aprender contigo; estimulas mi curiosidad constantemente. Gracias por ello.

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    1. Hola, persona barroca y estimulante ;) La sencillez de Cuno... ¡ese paisaje nevado sobre cuyos grises y azules destaca tan solo una figurita oscura, diminuta, y el rastro de su paso!Esa es la primera de sus obras que me enamoró: después vinieron ya las otras.

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  6. Carmen, eres maravillosa.¿Sabes qué me estás ofreciendo,cada vez más, la oportunidad de adquirir cultura; apreciar la belleza de las palabras y de las imágenes? Gracias, por todo lo que aportas a mi vida.

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    1. ¡Pero si lo único que hacemos es jugar juntas con todos estos artistas que nos visitan, Araceli! Brincar de obra en obra, de tiempo en tiempo... ¡Jugar! Un abrazo grande.

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  7. precioso post como siempre , no conocía a estos autores pero el color tiene sonido , o silencio o bullicio , Lo curioso que el cuadro Giovanni Giacometti, Puente sobre el Maira en Stampa, me lo dieron de niña en la clase de dibujo para que lo copiara ( hice un puente solo mio)En cuanto a Walser es maravilloso, lo conocí a través de Vila Mata y leí un libro de él de realatos cortos que escribió mientras estuvo en un psiquiátrico , la verdad también murió allí..

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    1. El color "tiene sonido, o silencio o bullicio". ¡Sí!
      Vila-Matas es un buen camino para llegar al paseante Walser. Por cierto, tengo a mano, aún sin leer, sus diarios (los de Walser, no los de Vila-Matas).
      Walser estaba ingresado en Herisau cuando murió. No sé si conoces este texto suyo:
      "Estar muerto aquí, y ser enterrado sin llamar la atención en la fresca tierra del bosque, tendría que ser dulce. Sería hermoso tener en el bosque una tumba pequeña y tranquila. Quizás oyera el canto de los pájaros y el susurrar del bosque sobre mí. Lo desearía".
      El día de Navidad de 1956 salió a dar uno de sus paseos por el bosque. Allí encontraron su cuerpo, sobre la nieve.

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    2. Si conocía el texto y también su final...es hermoso morir en nuestros paseos cotidianos , sin ruido ...como siempre; y desaparecer en la neblina sin día ni noche siguiente..

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  8. Desde el paisaje invernal, con reminiscencias un tanto ingenuas, de Amiet hasta el jardín familiar lleno de colorido de Giovanni ¡qué paseo por el arte!. Lo repetiré. Gracias.

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    1. Galefod, tú amas la literatura y la naturaleza: ¡eres un gran paseante! Gracias a ti.

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  9. Me gusta el color, el paisaje, los árboles, la nieve, la luz, todo todo, gracias por acercarme a conocer estos pintores, Carmen

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    1. ¡Buenos días, Esperanza Mar! Te imagino acompañándonos en este paseo con tu cámara fotográfica, con la que atraparías esa luz y esos colores que Cuno y Giovanni recogieron con sus pinceles. Un fuerte abrazo de sábado por la mañana.

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  10. ¡Qué bonito!. Destacaría el especial cromatismo, la abundancia de los tonos azules y pastel, la luz que irradian por sí solos los cuadros, los trazos sencillos y las pinceladas simplificadas con formas poco sofisticadas pero que relajan la vista. Dos obras me han llamado la atención especialmente: la primera, Montañas Nevadas, de Giovanni Giacometti (parece que las montañas estén iluminadas) y dos de Cuno Amiet, Jardín cerca de Oschwand y Arboles, por su dulzura y plasticidad.
    Excelente entrada, bellísima. Lo comparto.
    Un beso

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    1. Qué sencillez y luminosidad tan próximas, ¿verdad? Dos buenos compañeros, los amigos Cuno y Giovanni, para pasear con ellos por sus cuadros. Gracias, Marisa. Un abrazo ya de lunes por la mañana.

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  11. quisiera comentar que en este post también hay cuadros de personas sin rostro como en otro anterior tuyo sobre Vanessa Bell.
    Me gustaría saber si era un tipo de estilo o en cambio formaba parte de una corriente pictórica.
    Saludos

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    1. ¡Las personas sin rostro! Ayer escribí sobre ellas, Alexandra. Creo que dentro de un par de semanas publicaré esa entrada. A veces las dejo reposar unos días, cambio cosas... Aviso: me salió una entrada un poco loca. Ya verás.
      Me parece que esta semana nos dedicaremos a oír voces nocturnas. Otra entrada loca.
      Saludos.

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  12. Hola a todos.
    Ainsss, no conocía a ninguno de estos artistas y he acabado la entrada más que contenta. ¡¡Encantada!!
    Me han gustado todos los cuadros, con sus diferentes estilos y no deja de maravillarme, que con cuatro trazos (en los más sencillos) y dos colores, por así decir, puedan mostrar tanto. El talento se tiene o no se tiene y no se puede discutir. El talento para ser capaz de hacerlo, para ver la perspectiva desde la que pintar, para lograr pintar algo tan cotidiano, como una montaña y hacer una gran obra.

    Pues como siempre, GRACIAS por este paseo por tantos lugares maravillosos.
    Feliz semana

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    1. ¿Verdad? A mí siempre me asombra y enamora esa sencillez. ¡Ay, con lo negada que soy para pintar, para hacer una fotografía, para cualquier cosa...!
      Un abrazo enorme, Harry. ¡Feliz semana!

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  13. Bueno Carmen, vengo sin mochila una vez más, algo poco recomendable para ir subiendo y bajando montañas, o inlcuso para ir a la playa.
    Preguntarte si había dos Emile Bernard, uno con tilde y uno sin tilde, si eran clones y la tilde era para distinguirlos; porqu la otra opción que se me ocurre no podrá ser ¿verdad? ;-)
    El segundo autorretrado, me recuerda a un señor al que le gustaba comer pipas.
    Para variar, no conocía ni al padre, ni al hijo, ni al Espíritu Santo; la figura de los tres hombres caminando es graciosa, aunque yo no la pondría decorando mi sala de estar por muy Giacometti que sea.
    Muchos de los cuadros son los típicos de "bah, eso lo hago yo"; "pues hazlo, trasciende y Carmen te sacará en su blog".
    La pintura tiene estas cosas.
    Saludos.

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    1. Tildes viajeras para el mismo nombre del mismo hombre. Al segundo autorretratado le gustaba, en efecto, comer pipas. Pero no de calabaza, claro. Lo has visto bien.
      Saludos, Poeta.

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  14. Cuanto contraste de luz y de obscuridad. Que hermosas montañas nevadas, esa profundidad del bosque......
    Todos que hermosas pinturas...
    No conocía ese cuadro de las montañas nevadas, me ha encantado...
    Gracias siempre Carmen por invitarnos a mirar.

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    1. Esas montañas que resplandecen desde dentro... A lo mejor cada uno de los elementos de la naturaleza encierra la luz, y solo la mirada y la mano de algunos artistas saben hacer que se derrame sobre el mundo. Un abrazo enorme, Maríjose.

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  15. No conocía a estos dos deliciosos pintores... Debieron de disfrutar mucho juntos.
    Saludos, Carmen.

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    1. Sí, yo me los imagino también cuando cosechaban fracaso tras fracaso, pero con ese ánimo de seguir adelante, alentándose mutuamente. Y la gratitud y el asombro cuando las cosas empezaron a mejorar para ellos. Buena cosa, tal vez una de las mejores, es una amistad leal. Un abrazo, Esther.

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