Sí, soñar que
yo soy al mismo tiempo y separadamente, sin confusión, el hombre y la mujer en
un paseo que este hombre y esta mujer dan a la orilla del río. (Fernando
Pessoa)
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Albert Marquet, La
ribera |
Y ser el río,
ser puente, ser orilla –una orilla y la opuesta-, ser agua en movimiento. Ser
relato. Porque así entiendo el río: como una narración, a veces un diálogo con
las voces distintas de los árboles o el susurro de su reflejo.
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Paul Cézanne, Casa
junto al Marne |
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Albert Bierstadt, Tormenta aproximándose al río Hudson |
Pero el río discurre, hila las frases que
configuran el cuento, ¿quizás novela? ¿No se habla acaso de novelas río para
designar aquellas que conforman un ciclo a través de varios volúmenes? Ya
sabéis, La comedia humana, En busca del tiempo perdido y tantas
otras. Pero no es a eso a lo que me refiero cuando digo que el río cuenta
historias.
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Marianne von Werefkin, El río Prerow |
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Albert Marquet, Bote
en el Sena |
¿Aludo acaso a los relatos de las personas que
podemos hallar en su ribera: pescadores, lavanderas, bañistas, navegantes? ¿O a esa
mujer y ese hombre que pasean a la orilla del río y que son, al mismo tiempo y
por separado, Pessoa? ¿Ese hombre, esa mujer, ese poeta, ese río que eres tú,
que soy yo, que todos somos?
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André Derain, El
Sena |
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Martín Rico y Ortega, Lavanderas |
No, tampoco se trata de eso, aunque sin duda lo que
pueda contarnos cada una de estas personas tendrá interés.
Hace unos días
vinieron dos amables cristaleras a casa para hacer una reparación: una de ellas
nos habló de las lavanderas que, antiguamente, salían de las casas a las cinco
de la mañana para hacer la colada. “Pero estaría aún oscuro”, decía a las
ancianas. “Sí, pero llevábamos un farolito para alumbrar el camino: si no
llegabas pronto, perdías tu sitio”. ¿Imagináis la charla de esas mujeres
mientras lavaban o mientras recorrían juntas el camino?
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Paul Gauguin, Lavanderas
en Roubine du Roi |
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Franz Marc, Lavandera
con un niño |
El pescador, en cambio, hablará poco. Atrae su
silencio, su paciencia. No me veréis nunca, sin embargo, con una caña de pescar
en las manos: no solo por inquietud y afán de movimiento, sino por los peces.
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Paul Serusier, Pescador
en el rio Laita |
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Pierre-Auguste Renoir, Remeros |
Narrar… Quién mejor que Guy de Maupassant para adoptar la voz del Sena y
relatarnos las andanzas de los remeros. “¡Ah! ¡Río hermoso, tranquilo,
variado y apestoso, lleno de espejismos e inmundicias!”, escribe en Mosca. Recuerdos de un remero. El Sena
discurre a través de muchas páginas de este escritor que también practicó el
remo y a quien Gustave Flaubert recriminaba de este modo: “Piense en cosas
serias… ¡Demasiado remo! ¡Demasiado ejercicio! ¡Demasiadas putas!”.
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Maurice de Vlaminck, El río |
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Raoul Dufy, Remeros |
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Pierre-Auguste Renoir, El almuerzo de los remeros |
Pierre-Auguste
Renoir nos muestra a estos hombres del río luciendo músculos en un alegre y
famoso almuerzo que todos recordáis. Su hijo, Jean Renoir, se inspiró en el
relato de Maupassant Une partie de
campagne para rodar en 1936 la película titulada del mismo modo: otra delicia de
Renoir llena de referencias pictóricas.
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Jean Renoir, Une
partie de campagne |
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Georges Seurat, Bañistas
en Asnières |
Las aguas del río convocan a los bañistas. Las
aguas limpias, se entiende. ¿Las del río Asnières, por ejemplo? Parecen
cristalinas, ¿verdad? Pero… un momento. ¿Qué son esos edificios que se ven al
fondo, las chimeneas que expelen un humo oscuro? ¿No parecen fábricas? Lo son.
El río Asniéres, en cuyas aguas se solazan los bañistas de Seurat, estaba
contaminado ya en las fechas en que este pintó el cuadro. Él lo sabe: nos lo
está diciendo en esta y otras obras ambientadas a orillas de este río.
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Georges Seurat, Asnières |
Pero, en realidad, cuando digo que el río habla, que
es relato, no me refiero ni a bañistas ni a pescadores ni a remeros ni a
lavanderas y tampoco a paseantes. ¿Hablo del consuelo que la voz del río, como
la de los árboles o la del mar, ofrece a un corazón que duele? “Cuando algo nos
hiere, volvemos a las orillas de ciertos ríos”, escribe Czeslaw Milosz. Y Pablo
Neruda nos cuenta:
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Ramón Gaya, Las
luces de Ponte Vecchio |
Yo entré en Florencia. Era / de noche. Temblé escuchando / casi dormido lo que el dulce río / me contaba. Yo no sé / lo que dicen los cuadros ni los libros
(no todos los cuadros ni todos los libros, /
sólo algunos), / pero sé lo que dicen / todos los ríos. / Tienen el mismo idioma que yo tengo.
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Ramón Gaya, El
pescador del Arno |
¿Hablo de la identificación con el río, como hace
el poeta peruano Javier Heraud en este verso: “Yo soy un río”? ¿O del contraste
entre el manso discurrir de sus aguas y sus cóleras inesperadas? Quienes han
vivido inundaciones cuentan que lo más aterrador, quizás, es el bramar del agua
convertida en bestia: rugir, crujir, ¡romper, arrasar todo a su paso! Retorna,
después, la calma. Nos lo cuenta Rosario Castellanos:
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Frits Thaulow, El
agua |
Y es aquí cuando más me precipito / Cuando puedo llegar a los corazones,
/ cuando puedo cogerlos por la sangre,
/ cuando puedo mirarlos desde adentro. /
Y mi furia se torna apacible, / y me vuelvo árbol, y me estanco como un árbol, / y me silencio como una piedra, / y callo como una rosa sin espinas.
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Frits Thaulow, El
río |
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Wassily Kandinsky, El río en otoño |
No, tampoco aludo al sereno fluir y al arrebato,
aunque ambos forman parte de aquello de lo que hablo: las frases habitadas,
vivas, en movimiento, que configuran la narración. El caudal de cada una de las
historias, sus rápidos, los meandros que a veces dibuja su trazado, los
sedimentos, la erosión, sus voces, las voces de los ríos, las voces del relato.
Leemos el río, lo escribimos. Nos sumergimos en la palabra, fresca o cálida: la
navegamos. El texto fluye ante nosotros. Somos el río, la narración. Somos.
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Albert Marquet, El
río Marne |
El pan y la sangre cantaban
con la voz nocturna del agua.
(Pablo Neruda)
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Carl Moll, El
río |
Ser de río sin peces, esto he
sido.
Y revestida voy de espuma y hielo.
(Rosario Castellanos)
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Frits Thaulow, El
río |
El río duele, duele la palabra.
Precioso posts donde el agua nos lleva. Ese río que la corriente arrastra las palabras.Carmen como siempre, ha sido un disfrute, un abrazo
ResponderEliminar¡Y todo lo que un río puede deciros a los artistas! Un abrazo, Mari Carmen.
EliminarMe ha encantado esta frase que parece determinar el objetivo de todos los ríos y el sino de muchos hombres que dice Czeslaw Milosz: "Cuando algo nos hiere, volvemos a las orillas de ciertos ríos”. ¿Será porque todo lo arrastra, hasta las penas? ¿Y las historias que cuenta? Historias que consuelan, que hablan nuestro mismo idioma, como muy bien describes en este costumbrista y relajante post. Me encanta descubrir poesía entre trazos de color. Una maravilla.
ResponderEliminarBesos, Carmen. (Y comparto, como siempre)
Cuando algo nos hiere, volvemos también a los árboles, al mar, a la tierra: todo lo que nos habla y nos consuela con una voz auténtica. En realidad, volvemos también a ellos en nuestras alegrías, para compartirlas. O a lo mejor es que nunca nos vamos de su lado. ¡Los necesitamos tan cerca! Un abrazo grande, Marisa.
EliminarNos has dejado con ganas de saber más de los ríos de los artistas. Magnífico post, como siempre.
ResponderEliminarYo, que no sé pintar, me los imagino a orillas del río intentando entenderlo como entienden los pintores: con el color, el trazo de las pinceladas. Me imagino también que, tal vez, sienten lo mismo que sentimos quienes nos enfrentamos con la palabra: no traicionar. Que ese río nuestro fluya con la misma verdad que fluye el río que contemplamos, recordamos o soñamos. Un fuerte abrazo, Francisca.
EliminarUna gran fluidez se desprende de esta entrada, llena de agua y color. Si además la llenas de poesía pues llegamos al divino pasar de las palabras y los embrujos. Pinturas que licúan de impurezas la mente y un texto que fluye a la velocidad de la mano que maneja el pincel.
ResponderEliminarEncantador, Carmen.
Un abrazo
Gracias, Yolanda. Pienso ahora que no os he preguntado a orillas de qué río deberíais volver. Un abrazo muy fuerte.
Eliminar"En los mismos ríos entramos y no entramos, pues somos y no somos los mismos",sabias palabras de Heráclito que, tras leer tu preciosa entrada, han acudido de nuevo a mí y me han invitado a reflexionar y disfrutar de las bellas imágenes que, acompañadas de poesía,nos has mostrado. Todo un acierto, querida Carmen. Ya sabes que disfruto y aprendo muchísimo con tu trabajo. Un besazo.
ResponderEliminarSiempre me imagino a Parménides y a Heráclito merendando junto al río: qué manera mejor y más filosófica de debatir que entre bocado y bocado (probablemente aceitunas y queso de cabra) y entre sorbo y sorbo de vino. Un abrazo, Carmela. ¡Y gracias!
EliminarTienes razón: el río, los ríos, duele. A mí me resultan muy melancólicos. Será porque llevan en sí mismos, implícita, la muerte que pronto encontrarán en el mar. Será por eso que me duelen más los ríos caudalosos y llanos, próximos a desembocar, a morir en el mar. Y me duelen sobre todo ciertas marismas donde en épocas de calor, se huele la putrefacción de esa muerte; y los recuerdos que pueden traer consigo que duelen de puro felices y acabados.
ResponderEliminarPrecioso tu homenaje a los ríos.
Un beso.
"Nuestras vidas son los ríos...". ¿Pero los ríos mueren al confundir sus aguas con las del mar o se abrazan en ellas con las aguas de los otros ríos? No lo sé. Si pensase que el movimiento del río le conduce a la muerte, diría como Fausto: "¡detente!". Pero, claro, si el río se detiene, sí que muere. Bueno, paro, porque ya empiezo a divagar. O a navegar por el río de mis pensamientos. Gracias, Rosa. Un beso.
EliminarEl nivel de esta reseña, Carmen, es impresionante. Pero cómo va a ser de otro modo sabiendo de quien viene, tú y tu impresionante conocimiento de pintura y literatura.
ResponderEliminarHe disfrutado muchísimo leyendo tu entrada y viendo esos preciosos cuadros.
Si tuviese que elegir, me quedaría con esas lavanderas madrugadoras, qué hablarán, qué de dirán... y el cuadro de Gaugin
Muchas gracias por esta maravilla
No, no, solo sigo el curso del río... Las lavanderas... Qué agradable fue escuchar a las dos cristaleras, una mayor, otra más joven, las dos simpatiquísimas y muy buenas en su trabajo. Qué bueno es encontrar personas que, como los ríos, te cuentan historias. Gracias, Juan Carlos. Un abrazo.
EliminarNací en un río que tiene una curva de ballesta, y álamos y ovas como barbas que se arrastran al oeste. Entonces tenía vida y pescaba barbos, pencas y cabezotas. Las crecidas de primavera inundaban kilómetros de pinares hasta cortar la carretera y asombrar a los vecinos que miraban absortos las fuerzas desenfrenadas. Me lo has recordado. Es de agradecer. Me gusta la luz de Marquet.
ResponderEliminarGalefod, gracias por todas y cada una de tus palabras. Has hablado del río con la voz del río, con su belleza. Qué placer he sentido al leer tu comentario... y ver lo que describías en él. Gracias, de verdad, gracias.
EliminarHola, Carmen. Me dejas maravillada con tu cultura y tu especial sensibilidad. Y yo, toda mi vida de matemáticas, leyes...en fin. Un abrazo muy fuerte. Me voy, gracias a ti, culturizando un poquito.
ResponderEliminar¿Crees que lo que forma parte de tu experiencia y de tu vida no es cultura, Araceli? Ay, amiga, si supieses cuánta es mi ignorancia respecto a tantísimos temas, incluso aquellos de los que apenas si sé algo, y cómo es esta misma ignorancia la que me mueve, la que me mantiene, la que me impulsa, la que me arrastra como la corriente del río... ¡Vamos, vamos, tenemos tanto que aprender!
EliminarUn abrazo enorme.
Como siempre una maravilla de post, esa sensibilidad esa poesía. el río siempre ha sido un referente para la cultura y las civilizaciones. por poner un ejemplo el Nilo como fuente provechosa de alimento y cuna del desarrollo egipcio, como desastre también ;cuando la lluvia lo desboca, recuerda la riada de Valencia y yo que viví el desastre de la presa de Tous(1982). El agua , que fluye , que erosiona que crea nuevos caminos....metáfora del vivir y el morir..lamentablemente a mi solo me queda el recuerdo de un riachuelo en los Motes Universales en Teruel, en un pueblo llamado Orea. Ya no quedan apenas esos lugares , a mi alcance.Vivo en G.Canaria.
ResponderEliminarA mi encanta el cuadro de Seurat , ese inmovilismo me fascina , somos como estatuas congeladas en un momrnto más corto que un suspiro.
No, no, un post que fluye..
EliminarEl padre (en realidad, la madre) Nilo, o cualquier otro río, benéfico y feroz. La cultura (el cultivo de las tierras). Somos de tierra y agua. También de fuego y aire.
¿Orea con sus tres ríos? ¡Qué belleza, Alexandra! También Gran Canaria las tiene: distintas.
¡No quiero ser una estatua congelada! Y tú, desde luego, no lo eres.
Crepitamos...
me gusta este poema de Blas Otero:
EliminarPuente de dos columnas, y yo río. Tú, río derrumbado, y yo su puente abrazando, cercando su corriente de luz, de amor, de sangre en desvarío.
¡Mucho!
EliminarMe ha gustado la anécdota de las lavanderas y todo el post en general, como has combinado poesía y arte. A ver si puedo acercarme a la exposición de Renoir en el Thysen, que estará hasta enero. Y por cierto, vaya pensamientos los de Flaubert, jaja.
ResponderEliminarSaludos.
Este Flaubert... ya se sabe. Y Maupassant, vaya pieza. Pero qué relatos los de este último, ¡qué relatos! Y Flaubert... bueno, yo soy de las de La educación sentimental, no de Madame Bovary, pero eso va por gustos.
EliminarDisfruta (lo harás) de la exposición de Renoir y de todas las que puedas ver en Madrid.
Un abrazo, Gerardo.
El río mismo es la historia, el relato. La respuesta a todas esas preguntas que con tanta sensibilidad formulas. Y qué bien se refleja en esos cuadros, en sus formas y, para mí, más que nada, en la sugerencia que traen consigo sus tonalidades...
ResponderEliminarQuizás su movimiento, su vida profunda, como la de los árboles, desencadenen en nosotros la necesidad de la narración. Hablas de la sugerencia de las tonalidades, Juan Manuel, y me haces pensar en la vibración del aire alrededor de los objetos y en las modificaciones que introduce la humedad. Gracias.
EliminarGracias Carmen, preciosa entrada. Yo cada verano busco el río, necesito esa comunión, también me estanco como el árbol de Rosario Castellanos. Uno de los recuerdos más bonitos que tengo de la infancia tienen que ver con la alegría que sentíamos mi familia y yo cuando íbamos a comer a nuestro río Cinca. El río tiene todos los atributos de la poesía por eso me gusta especialmente y, que decir de las imágenes... tengo gran admiración por los artistas, me paso muchas horas buscado la imagen que acompañe al poema y también el poema o el aforismo que me pide una imagen. Un abrazo
ResponderEliminarEs verdad, entonces, que dentro de cada uno de nosotros discurre un río: también en nuestra memoria. Elena, compartimos esa búsqueda del acuerdo entre imagen y texto, esas dos formas de decir que, tantas veces, se estimulan entre sí. Gracias. Un fuerte abrazo.
EliminarSomos el río, sin duda.
ResponderEliminarPreciosa entrada, Carmen, saludos.
Lo somos, Esther. Y a veces nos desbordamos. Abrazos.
EliminarMe he dejado llevar por tus palabras igual que el agua de un río.
ResponderEliminarHe descubierto a Thaulow, me gusto hasta el titulo que eligió, para sus cuadros, "El río" "El agua"
Sí, a mí me parece que Thaulow nos va a visitar en algún momento: ¿has visto que algunos de sus cuadros parecen de Vlaminck? Sobre todo por los cielos. ¡Y hay tantísima agua en sus obras! Sí, sí, vamos a invitarle al blog. Gracias, Esperanza Mar. Un abrazo.
EliminarGRACIAS Carmen.
ResponderEliminarMe pasa como a Esperanza mar, he descubierto a Thaulow y estoy maravillada. Sus aguas parecen reales, pero no como en la pintura hiperrealista, de otra manera,como si el paisaje estuviese pintado y el agua fotografiado. No sé bien, pero preciosos sus cuadros, sin desmerecer al resto, que son fabulosos.
Ahora no, pero hasta hace bien poco, las ciudades, si no todas, la gran mayoría se creaban cerca de un río, por necesidad, claro, pero porque sin él no se podía vivir.
Que más se puede decir.
Feliz domingo a todos y gracias Carmen
Son aguas... ¡que mojan! Tienes razón con lo que dices de la ciudad y su río: es una observación muy acertada. Feliz trocito de domingo que queda, feliz semana y un abrazo enorme, Harry,
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