Marc Chagall (1887-1985)
Me gustaría ser un personaje de Chagall. Ahora
mismo volaría hasta Málaga para dar un abrazo enorme a Anate y para visitar con ella la
exposición dedicada a Marc Chagall en el Museo Ruso. Después, por la noche, regresaría volando a casa,
con una sonrisa en mis labios que solo verían las estrellas. Sé que existen los
aviones, no hace falta que me lo recordéis, pero lo que a mí me gustaría es
volar como vuelan los personajes de este artista. Como no puedo hacerlo, he
decidido invitaros a que sobrevoléis figuradamente conmigo algunos de los
trabajos escenográficos de Chagall, ese gran enamorado del teatro. Bueno, en
realidad, ese gran enamorado del teatro… y de todo lo demás.
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Marc Chagall, Aleko
y Zemfira |
El maestro de Chagall en San Petersburgo fue el
escenógrafo Léon Bakst, cuyos trabajos más conocidos fueron los realizados para
los Ballets Rusos. Bakst, no os quepa duda, también nos visitará con sus
pinturas de caballete y con sus espléndidos diseños escénicos.
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Léon Bakst, Preludio
a La siesta de un fauno | |
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Marc Chagall, Introducción
al teatro judío, detalle |
En 1919 le encargaron a Chagall la decoración del
Teatro judío de Moscú. En muy poco tiempo pintó nueve paneles, el techo, el
telón de boca y otras tres piezas. Los temas, extraídos de las mismas fuentes
que manarán a lo largo de toda su vida artística –las tradiciones judías y el arte
popular ruso- aluden a la música, el teatro, la danza, la literatura… También
perdurará en su obra la búsqueda de un espectáculo total, como en esta pequeña
sala de cuarenta metros cuadrados, en la que las pinturas rodean, envuelven a
los espectadores. El famoso Violinista
verde forma parte de este conjunto.
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Marc Chagall, El
violinista verde |
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Marc Chagall, Aleko
y Zemfira, escena I |
Volamos a través de los años, volamos sobre la
tierra y el océano. Estamos en México, en 1942. Léonide Massine encarga a
Chagall los decorados y vestuarios para el ballet Aleko, con música de Tchaikovsky,
inspirado en el poema de Pushkin
Los gitanos, que dio lugar también a
la ópera Aleko, de Rajmáninov. Bella,
la mujer de Chagall, colaboró en la realización del vestuario diseñado por su esposo. Mientras
trabajaba, Marc pensaba en Rusia, como contó después. También pensaba en Bella,
como siempre, pero aún la tenía junto a él, trabajando a su lado: solo tenía
que levantar la mirada para verla, solo extender la mano para acariciar la
suya. Aún podían sonreírse, aunque no les quedaba mucho tiempo.
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Marc Chagall, El
carnaval, escena II de Aleko y Zemfira |
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Marc Chagall, El
carnaval, escena IV de Aleko y Zemfira |
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Marc Chagall, Aleko
y Zemfira |
El
estreno de Aleko en el Palacio de Bellas Artes alcanzó gran éxito. El
público quedó entusiasmado también cuando, unos meses más tarde, la obra se
representó en la Metropolitan
Opera House de Nueva York.
Pero quizás lo más hermoso
fue lo que Bella dijo acerca del trabajo de Marc: “Los decorados de
Chagall arden como el sol en el firmamento”.
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Marc Chagall, Tarde
de verano, escena III de Aleko y Zemfira |
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Marc Chagall, El
pájaro de fuego |
Tres años más tarde, fue un pájaro de fuego el que
se posó sobre el escenario de la Metropolitan
Opera de Nueva York. El ballet, con música de Igor Stravinsky
y argumento de Michel Fokine, había sido estrenado por los Ballets Rusos en
1910, con decorados de Bakst. Para la representación neoyorquina de 1945,
Chagall pintó cuatro telones y diseñó el vestuario. La experiencia americana
vivida pocos años antes le aportó motivos nuevos, como los rasgos de las
kachinas, unas estatuillas de madera pintadas por los indígenas de Arizona y
Nuevo México.
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Marc Chagall, El
pájaro de fuego |
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Marc Chagall, El
pájaro de fuego |
Poco antes del estreno –de hecho, cuando estaba a
punto de alzarse el telón-, el pintor se dedicó a añadir manchas de color sobre
los vestidos que llevaban los bailarines, según se cuenta. Ignoro cómo se
tomaron los improvisados “lienzos” el impulso de Chagall de pintar sobre
ellos.
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Marc Chagall, El
pájaro de fuego, fotografía de Henning Høholt |
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Marc Chagall, La
danza y el circo |
Ese deseo de convertir todo en pintura, en teatro,
en un espectáculo total, y el “hambre de paredes” que suscitó en él la aventura
de México se plasmó también en decoraciones de espacios teatrales, como había
hecho en el Teatro judío de Moscú. En 1950 diseñó dos murales para el Watergate
Theatre de Londres: La danza y el circo
y El circo azul. El circo fue también
el tema elegido para la Commedia dell’arte que pintó en 1958 para la Frankfurt Alte Oper. El circo: otro de los espectáculos que apasionaban a
Chagall: otro espectáculo que aspira a esa totalidad tan anhelada por él.
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Marc Chagall, El
circo azul |
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Marc Chagall, La
comedia del arte |
Esperad, no os poséis aún en tierra: aún tenemos que volar con Marc a París y a Nueva York, aún tenemos que hablar de enamorados, de magia, del color. Ese color del que Chagall nos dice que es todo, que es vibración, como la música. Todas las cosas son vibración. Todo es color. Es música.
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Marc Chagall, La
flauta mágica |
Continuará...
Conocía casi todas las pinturas que pones, pero no sabía que se hubieran pintado para escenografías de teatro. Me gusta mucho el surrealismo mezclado con la apariencia de cuento de hadas malas que transmite. Sus personajes siempre me han parecido ingenuamente siniestros. Me imagino que conociendo las tramas de las obras para las que pintó sus decorados, todo cobrará un significado más claro.
ResponderEliminarNo comparto su gusto por el circo. Me deprime.
Un beso.
La primera, no. Fue pintada en 1955, pero en ella Chagall retoma, como ves, uno de los decorados pintados en México en 1942.
ResponderEliminarEntre nosotras: las hadas no existen y, en cualquier caso, suelen ser malas. Arrastran a los hombres a la perdición, como suele decirse en tono melodrámatico, y hacen trastadas como esas. Las buenas son (¿somos?) las brujas o, por lo menos, algunas brujas.
A mí los personajes de Chagall me inspiran ternura. Y él, tan despeinado y con esa cara suya de despiste...
Un beso.
Marc Chagall, y sus pinturas es todo colorido y música mucha música . Un abrazo
ResponderEliminarMuchísima música. Esos colores que se escuchan y se bailan... Un abrazo, artista.
EliminarComo siempre, agradecidísima, Carmen! Amo a Chagall!
ResponderEliminarSe hace amar, él que amó tanto.
EliminarGracias, Peggy. Un abrazo.
Me pasa como a Rosa, tampoco sabía que esos cuadros formaban parte de escenografías y decorados teatrales. Además del goce estético me llevo algo aprendido de la visita: dos por uno.
ResponderEliminarAbrazos.
Sí, las relaciones de muchos artistas famosos con la escenografía y, en general, con el teatro, no son muy conocidas. Por eso de vez en cuando aludo a ellas o dedico entradas específicas a ese tema. Bueno, y porque es uno de "mis temas" y me apasiona.
Eliminar"Adoro el teatro y soy un pintor. Creo que los dos están hechos para ser un matrimonio con mucho amor", dijo Chagall.
Un abrazo, Gerardo, y gracias.
Descubrí a este artista a través de una película: "Notting Hill Gate" donde Julia Roberts le regala la pintura "Aleko y Zemfira" a Hugh Grant. me llamó mucho la atención y busqué más información sobre el pintor. Me encantan esos personajes voladores que merodean entorno a la figura principal; los azules acentúan el sentido onírico de su obra que parece que se extiende al mundo del teatro y del circo como si también ellos participaran del sueño, como mundos de fantasía o irreales. No sé... quizá me he pasado con mis elucubraciones, jajaja. Un besazo, Carmen
ResponderEliminarLos azules de Chagall y los vuelos de sus personajes son... ¡Chagall! Tus elucubraciones dan en el clavo, porque el artista despliega todo un mundo onírico que abarca la pintura de caballete, la pintura mural, el teatro, el circo... todo ello acompañado por la música tan amada por él: la música del color.
EliminarSigo preparando materiales para nuestro proyecto, Carmela. Te los mandaré.
Un abrazo grandote, azul y volador.
¡Madre mía, en la que me he metido, Carmen! ¡No siento las piernas! jajaja
EliminarVenga, Carmela, que tú eres una valiente. Aún tardaré un poquito, respira. Pero poquito: tiembla (ja, ja, a veces soy mala).
EliminarHola a todos:
ResponderEliminara mi Chagall no me gusta mucho. Salvo "El pájaro de fuego". Sus personajes no me entran por los ojos, pero el color...; lo redimen a esos ojos míos indiferentes.
Sus temas no tienen desperdicio y esta afición que tenía por el teatro, y que me sonaba pero como de lejos, no es algo a dejar de lado, pero por más que lo miro y remiro no es para mí.
Lo digo porque sé que aquí nadie va a tomarse mi poco gusto como algo negativo ni voy a terminar deprimimda por críticas feroces, como en la redes sociales, y porque además es sólo mi opinión. Más que humilde, poco experta en cuanto a técnica y demás, pero que de tanto pasar por aquí, algo se me va quedando.
GRACIAS Carmen y feliz domingo a todos
¡Ja ja, nadie te va a reñir, Harry! Si tú supieses... Algunos artistas tampoco me "entran", y sé que si pronunciase el nombre de alguno de ellos sería quemada en la hoguera, por hereje.
EliminarPues la semana que viene vamos a volar un poquito más con Chagall, para terminar este tema de sus relaciones con el teatro, y yo os contaré en qué circunstancias me gustaría saber cantar en alemán, y... bueno, ya llegará, ya.
Un abrazo, amiga.
Chagall, para mi la esencia misma del color de la cotidianidad... estupenda entrada!!
ResponderEliminarGracias, Baile del Norte. El color de la cotidianidad, dices, ¡su magia!
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