martes, 14 de febrero de 2017

John Miller, el hombre que fue al mar






John Miller (1931-2002)




Hermano sol, hermana luna y las estrellas, hermano viento y agua y fuego, hermana y madre tierra. Sí, es la voz de Giovanni di Pietro Bernardone, Francisco de Asís, aquel poverello de quien, como suelo decir, me atrae, más que la santidad, su desnudez. Tal vez sintió algo parecido John, porque es hombre de pocas y sencillas vestiduras: lo elemental para cubrir la carne del lienzo. Así, como quien pinta en voz baja y con una sonrisa en los labios, la plenitud del vacío inunda sus pinturas con serena, honda alegría. La de quien contempla el amanecer desde una playa. Tantos amaneceres, tantas playas. John fue al mar para quedarse junto a él y ser silencio y horizonte. Y allí entonó su cántico.


El Cántico de San Francisco

Amanecer

Venecia
Pero sus mares nacieron de otro mar. Fue en Sicilia donde John Miller comenzó a pintar playas. Aunque también anduvo recogiendo la atmósfera, los edificios y las aguas de Venecia con un pincel inevitablemente próximo a Turner. De ahí las transparencias, los desvanecimientos, las construcciones que parecen hechas de aire y agua, pero también los apuntes de un pintor que, antes de serlo, fue arquitecto. Como también lo fue Joseph Mallord William Turner.


Ca' Foscari

Cinammon, Goa
Grecia y Goa, en la India, dejaron su huella en el espíritu y el arte de este pintor inglés que recorrió tantos kilómetros para recoger horizontes, arena, cielo, la espuma de las olas: unos elementos que hallaremos una y otra vez en sus cuadros. ¿Es siempre la misma playa? No, no lo es, aunque nos lo pueda parecer. O tal vez sí sea la misma. El mismo mar, aunque reciba nombres diferentes y sus características difieran; los mismos horizontes, sea cual sea la latitud donde nos situemos; la misma luz (¿es esto posible?); el mismo cielo. 


Playa de Asven, Goa

Playa de Goa

Playa de Porthkidney, Cornualles

Banco de arena en Lelant
No, me diréis, no es la misma la luz, el mismo cielo, el mismo mar. Bueno. No lo discutiré. Probablemente, tampoco John habría discutido. Ignoro cómo era. Por lo que he leído acerca de su vida, le interesaba la espiritualidad. Era, de hecho, un hombre de fuertes sentimientos religiosos. Los paisajes que pinta son, a un tiempo, aquellos que le rodean y él contempla, pero son también paisajes interiores. Esos mares y esos cielos están dentro de él. Como le sucedía a Caspar David Friedrich. 


Figura en la playa

Caspar David Friedrich, Monje junto al mar

Playa de Porthkidney
En 1958, John dejó Londres y se instaló en Cornualles junto a su compañero, Michael Truscott, “para celebrar una tierra que ya había llegado a amar”, según nos cuenta. Allí se quedó, y las playas de Lelant, Porthkidney, Tresco y otras, así como el estuario de Hayle, pasaron a habitar sus lienzos. Un grano de arena, otro grano. Hora a hora, día a día, gota a gota, luz a luz. Instantes idénticos, distintos. Como todo lo importante. 


Tresco

Hayle

El estuario acoge a las aves durante todo el año. Gaviotas, zancudas, golondrinas de mar, cisnes mudos, águilas pescadoras… Los pinceles de John recogieron el aspecto del estuario a lo largo de los distintos meses del año, de los años.

Estuario

Estuario

La tierra. Y, más allá, el horizonte del que Vicente Huidobro dijo: “El horizonte me hizo horizonte preparado a todo”.

Horizonte

Horizonte

Asombro del amanecer
Asombro: en el horizonte, milagro del día que despunta. “Al amanecer, / el mundo me besa / en tu boca, mujer”, escribe Juan Ramón Jiménez. Hombre, mujer, qué importa: el mundo me besa. Milagro, asombro, maravilla: así titula John Miller una de sus series dedicadas al amanecer. No es para menos: revivid todos vuestros amaneceres en la playa o, si queréis, el prodigio contrario del ocaso en el mar. Me quedo, ahora, con esas amanecidas en las que exclamamos, con Borges: “Pero de nuevo el mundo se ha salvado”. 

Asombro del amanecer

Asombro del amanecer

Amanecer en otoño

¿Monotonía? No: quietud apenas rota por el movimiento de las olas o por el deslizarse de una barca en el azul o en cualquier otro color que revistan las aguas y los cielos.

Mi barca es tan pequeña…

Barca a la luz matinal en Mandori

Barco en la niebla

Paisaje

Así pues, ¿eso es todo? ¿Azules, blancos, violetas, arenas y cielos y mares? No. A lo mejor podría hablar de los escritos de Miller o de la presencia de sus obras en algún programa televisivo o en la película de John Boorman El sastre de Panamá. También puedo mostraros cómo estalla el rojo, el verde, el naranja, el morado; cómo también tierras, campos, prados y colinas hallan acomodo en la pintura de John.

Paisaje otoñal

Paisaje

Podría hablar, he escrito. Podría, sí. ¿Quiero? No, la verdad es que hoy, sumergida en las pinturas de John Miller, solo quiero caminar calladamente sobre la arena de sus playas y ser también, como él lo fue, un poco mar, un poco cielo y horizonte. Solo silencio. 

Playa

 

41 comentarios:

  1. Madre mía, Carmen, qué regalo más fantástico me has dado con esta entrada sobre John Miller, pintor del que -confieso mi supina ignorancia- nada sabía. Sí conocía sin embargo a Caspar David Friedrich, t en especial a su 'Monje junto al mar' pues un pintor amigo mío ( Andrés Alén Sánchez ) lo ha incluído en alguno de sus cuadros.

    Como hoy es el denominado Día de los Enamorados al oír Cornualles me he ido imaginativamente con Tristán e Iseo, esa pareja de amantes que como todos los que se han convertido en mito legendario murieron pero viven en las leyendas medievales que desde su posible existencia real de entonces han llegado hasta nosotros.

    Un beso

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    1. Qué vivo sigue Friedrich entre nuestros artistas de hoy, Juan Carlos. Y entre los que no somos artistas, claro. Como también sigue viva la evocación de Tristán e Iseo y la de tantos y tantos seres ficticios o reales. Fíjate, si nos detenemos a pensarlo, ¡cuánta compañía tenemos siempre, despiertos o dormidos! Incluso se presiente, a veces, la compañía de quienes aún no existen... ¡y ya se les añora!
      Un fuerte abrazo, compañero.

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  2. Sólo agradecerte por permitirme seguir aprendiendo y maravillarme, Carmen. Desconocía por completo a este artista. "El Cántico de San Francisco", una extraordinaria muestra de fuerza cromática, ¡con esos naranjas! Toda su pintura es a la vez un despojo y un regocijo de color y paisaje puro. Muchas gracias por este regalo.

    Un beso grande!

    Fer

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    1. ¡Sí, un regocijo de color y paisaje puro, qué bien lo has expresado! Juntas vamos de maravilla en maravilla, Fer. Te lo digo con gratitud, por todo lo que me enseñas. Un abrazo grande, grande.

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  3. “Así, como quien pinta en voz baja y con una sonrisa en los labios” nos regalas semana a semana la belleza. Entre tanta zozobra, este rincón se hace necesario. Hay algo especial, ya te lo dije. Es tu sensibilidad. Eres tú. Gracias.

    Juan

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    1. Gracias, Juan. Es una sensibilidad que muchos compartimos. En cuanto a zozobras... tal vez aquí haya también mares encrespados con sus correspondientes naufragios. Quién sabe. Por si acaso, nos refugiaremos en la calma de las playas de John.

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  4. Yo, como Juan Carlos, tampoco conocía a este pintor, pero me han parecido emocionantes esos cuadros monocromáticos o dicromáticos que tanto expresan con tan poco.
    Un beso.

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    1. Son como silencios que expresan más que cualquier palabra, ¿verdad? Hay una emoción serena y profunda en este artista. Como la semana pasada nos asomamos al inquieto mundo de Brady, ahora quería que nos recostásemos en la arena limpia de estas playas.
      Un abrazo, Rosa.

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  5. Me ha gustado mucho recordar contigo este pintor. Algo de sus obras había visto en un libro. Me gusta la pureza de sus cuadros y la limpieza de sus colores. Un abrazo

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  6. ¡Qué maravilla volver, asomarme a esta ventana y encontrarme con el mar y esos colores! Ha sido para mí un sosiego, un momento de tranquilidad. Besos Carmen!

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    1. Y qué alegría tan grande tu regreso, Eva. Ya te conté la añoranza. ¡Así que lo celebramos con un abrazo muy fuerte en cualquiera de esas playas que son -y no son- la misma playa!

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  7. Hermosa selección de cuadros. Los paisajes son tan minimalistas, y esos horizontes... se me ocurre que lo que Miller quiere pintar, más que el espacio, es el tiempo, para atraparlo con sus colores puros y no desvanecerse él mismo en él.

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    1. ¡Ay, que das en la diana! Quiero decir que el tiempo es la clave. Lo que quisiera es encontrar la clave para descifrar la clave. ¿John Miller la encontró?

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  8. ¿Se puede cantar con la respiración llenándose de color?. ¿Se puede respirar el color?. Asombran los crepúsculos, algunos grabados para siempre; también asombran los degradados, difuminados, que unen mar y cielo sin solución de continuidad. Me gustan tus paseos por las orillas, los límites difusos, los cuatro elementos. Sigo disfrutando y aprendiendo. Gracias.

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    1. Cantar colores: acuérdate de Chagall. Esta semana hemos paseado por los que nos ofrece John. Me pregunto adónde nos llevarán nuestros pasos la próxima semana. Gracias por acompañarnos, Galefod.

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  9. Si algo hay que admiro en pintura es la sutileza de cambiar de matiz de un mismo color, ser capaz de pincelada a pincelada degradar los tonos para llegar a un horizonte con más o menos color que la anterior pincelada. Alucinante.
    Me gusta pintar y hacer degradados me ha resultado siempre tan difícil!. Cuando de cerca piensas que lo has conseguido, te apartas un poco y... zas! Una pincelada discordante aparece entre la armonía de otros cientos de ellas como un borrón en un cuaderno inmaculado de caligrafía.
    Gracias, Carmen, John Miller pasará a ser uno de mis pintores de cabecera. Un beso.

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    1. Intuí que sería pintor para ti, Eli. ¿Por los horizontes, por el mar? Sí, probablemente. Veo ahora que también por lo que dices acerca de los degradados. ¡Bien! Un gran abrazo, Eli.

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  10. Atrapar esa belleza infinita, de naturaleza y paisaje, que se escapa cada instante "hacerla perdurable" para rendirme, como la espuma, en sus silencios: eso veo, eso siento, eso quiero.
    Preciosa entrada Carmen. Mil gracias

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  11. Por fin abro la naranja para extraer hasta la última gota de su zumo.
    Me inunda la serenidad, meconduce a otra dimensión que no alcanzo, nada inquieta trasmite una paz que se agradece, asoma un deseo de trsacendencia y espiritualidad
    profund que aisla una gran cotina de mar y cielo, a veces arena, " la insignificancia de la barca", la ausencia de gente, sin duda un uso minimal de elementos, una mirada gozosamente prendida, una vez y otra, en aquello que ama porque le llena de satisfación, una intensa búsqueda de lo esencial.
    Un placer sereno. En las últimas pinturas que presentas observo una intensidad nueva en el color y un alejamiento de lo figurativo que ya era etéreo en los primeros cuadros. Gozoso

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    1. Espera, que la naranja ya llegará...
      Gozoso, sí, ese fundirse con lo que es tanto por ser tan poco (¿poco?).
      Respecto a tu comentario posterior, te diré que ya sabía que "anónimo" eras tú. ¡Yo también tengo algo de bruja, Begoña!
      Un abrazo de mar a mar.

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  12. Anónimo, soy Begoña Isasi,que tengo un lío co mi cuenta de Google,y estoy atrapada con el móvil y , ahora, sin ordenador.

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  13. Tu entrada me ha transportado a Mar del Plata sin necesidad de tomar el avión. Esas playas infinitas de arena blanca donde los límites se confunden y no sabes si es mar o cielo lo que tus ojos ven. Tengo grabado en la memoria un intenso amanecer que disfruté en la playa y que siempre he lamentado no poder inmortalizar por falta de cámara. Las pinturas de Miller y tus palabras me han estimulado el recuerdo aquellos instantes. Muchas gracias, Carmen

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    1. Si hubieses tenido la cámara contigo habrías registrado imágenes de ese amanecer. Pero ese amanecer que fue, es. No se perderá, Carmela.

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    2. Las nuevas tecnologías han traído muchas ventajas y alegrías, pero también mucha intranquilidad, pues parece que estamos incompletos si no llevamos con nosotros un móvil para mantenernos en contacto con el resto del mundo y la cámara para inmortalizar el más insignificante instante de nuestras vidas. Creo que vivir con este recuerdo solo en la mente lo hace más valioso si cabe. Espero no perderlo con los años, aunque hoy en día, con el Alzheimer vagando por el barrio como si fuera un sereno con las llaves para abrirnos la puerta de casa, nunca se sabe... Feliz domingo, Carmen

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    3. Feliz domingo, guardiana de amaneceres :)

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  14. Yo diría, "...el hombre que fue seducido por el mar". No lo conocía, pero ahora ya nunca podré olvidar esa intensidad y esa luminosidad!

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    1. Me dejas pensando, amante de los faros... ¿Habrá alguna persona inmune a la seducción del mar?

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    2. Te aseguro que en mi caso el mar me tiene absolutamente fascinado.

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  15. Magnífico pintor, me ha encantado sus horizontes, sus colores, el mar..Cuanto tengo que ver... y disfrutar, cuanto que aprender.
    Gracias una vez mas

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    1. ¡Llegué, después de mis nocturnas y gatunas aventuras, Esperanza Mar! Oye, ¿te das cuenta de que tu nombre y la pintura de John Miller tienen mucha, muchísima relación? Gracias, fotógrafa. Te mando un abrazo de luminosa mañana de sábado.

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  16. Hola a todos:
    algo tarde, que ultimamente... pero ver esos mares, esos amaneceres, esos colores, ese todo me hace olvidar porqué llego tarde.
    Adoro la/el (que tiene los dos artículos) mar, como alguien que no me manejo con soltura en él pero que siempre lo he tenido cerca. Y comprendo a todo el que se deja seducir por sus diferentes colores y texturas que J.M. ha sabido entender.
    GRACIAS Carmen por darme a conocer a un pintor tan maravilloso y del que no sabía nada.
    Saludos

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    1. Llegas y el mar (la mar) te espera, y nosotros también, para abrazarte, Harry. Estás en casa.

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  17. Me ha encantado (siempre me gustan tus entradas), tienes un blog magnífico, precioso.
    Gracias.
    Besos: Sol

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    1. Gracias, Sol. Qué bueno, tu nombre brillando sobre las playas de Miller. Un abrazo con beso.

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  18. La obra de Miller se caracteriza por los azules y blancos de sus playas, el cielo y el mar, haciendo su estilo totalmente personal y fácilmente reconocible.

    Hola, Carmen. Cómo siempre, me acercas al conocimiento.
    Una abraçada molt forta.

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    1. Ya llegué, Araceli. Azul y blanco. Como dices, un estilo que se reconoce fácilmente.
      Molt forta s'abraçada.

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  19. Viendo estas pinturas donde el mar se entrelaza con arena y cielo, tengo la sensación de que el color trae consigo la forma. El paisaje parece reducirse a su esencia, la complejidad se vuelve aparente sencillez.
    Luego está la saudade que me produce su contemplación...
    Un abrazo de los fuertes, Carmen

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    1. Sí, el color trae consigo la forma, Juan Manuel. Como ese mar y ese cielo que con tanta sencillez (¿aparente?) se abrazan y confunden.
      Hablas de nostalgias de mar. Es verdad: yo, que vivo cerca de él, puedo estar durante tiempo sin ir a saludarlo porque sé que está ahí, a muy pocos kilómetros. Pero, en cuanto me alejo más de él, no tarda en asaltarme el urgente deseo de verlo, de saber que está cerca. El mar llama.
      Un fuerte abrazo, Juan Manuel.

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